- ¿Te vas de nuevo? - Patti le preguntó, exigiéndole que dejara de huir cada vez que tenía que irse.
- Sabes que no es mi decisión. - Le recordó que su trabajo le quitaba tiempo a su familia.
- Esta vez no te esperaré. - Ella le advirtió, y se refería a él cuando Rodney se detuvo por un minuto, con los hombros hundidos.
- Lo sé. - Exhaló, mientras agarraba el equipaje.
- ¿Y te vas de todos modos? - Patti le preguntó, estaba incrédula, no debería sorprenderse de que su esposo tuviera que viajar para enviar los diamantes al extranjero. Cuando volvieran a estar juntos por 12ª vez, haría todo lo posible para escapar del negocio del tráfico de diamantes.
- Sabes que no es mi decisión, si pudiera evitarlo ...
- Pasamos nuestras vidas hablando de las cosas que no puedes evitar. Me pregunto, ¿qué puedes evitar realmente? - Patti había esperado a que él diera el primer paso para salir de la mafia, especialmente porque estaba esperando a su primer hijo.
- Necesito que me esperes. - Dijo Rodney, esperando que ella entendiera que él estaba haciendo esto por ella y por el bebé. Solo necesitaba hacer una última entrega. Solo uno para poder recibir su paga.
- No, esta vez no. Si tomas ese taxi, es la última vez ... - La última vez que lo llevará de regreso a su vida, la última oportunidad que tuvo de estar con ella y su hijo cuando finalmente llegue en este mundo moribundo. Un ultimátum que tuvo que vivir con su familia o perderla para siempre.

Rodney no tenía salida, si se quedaba, la mafia italiana perseguiría a Patti y a su hijo por nacer y los mataría. Si entregó los diamantes a Dionysio Mancini en Venecia, su esposa lo abandonará y le negará el derecho a ver a su hijo.

Si ella supiera cuánto le dolía tomar su decisión. Llegó el taxi y se subió al salir de Patti.

(Patti, prefiero verte sosteniendo a nuestro hijo solo que dejar que la mafia te mate por mi culpa).

Rodney se secó las lágrimas mientras el taxista se alejaba mientras ella dejaba a Patti con el corazón roto.