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Jimin era un talentoso jugador de fútbol conocido por su habilidad en el campo y su capacidad para marcar goles impresionantes. Desde que era un niño, la gente que tenía la dicha de verlo jugar en el parque constantemente le decía que, si se esforzaba lo suficiente, podría incluso pertenecer a la FEFCS (Federación Élite de Fútbol de Corea del Sur) y eso eventualmente se convertiría en su mayor sueño.

"¿Crees que algún día pueda ser tan buen jugador, mamá?" exclamó un pequeño Jimin de 7 años mientras caminaba tomado de la suave mano de su madre.

"¡Por supuesto, cariño! Ya creo que eres bueno, pero estoy segura que si sigues practicando entrarás sin ninguna duda a la FEFCS" respondió emocionada la señora Park Roseanne.

"Prometo esforzarme mucho mami, ¡y meteré muchísimos goles para ti!" la señora Park sonrió enternecida, deteniéndose repentinamente para inclinarse hacia su hijo y acariciar suavemente sus mejillas.

"Y yo prometo siempre estar ahí para ti, te apoyaré en cada partido en el que estés".

—Mentirosa...

Murmuró con rabia, su propia mente lo había llevado a hacer lo impensable: en un intento por despejar el balón, Jimin lo golpeó con una fuerza excesiva y lo envió en dirección a su propia portería.

El silencio cayó sobre el estadio universitario mientras todos observaban en estado de shock. El balón golpeó el fondo de la red mientras que poco a poco los abucheos y silbidos llenaron el aire. La multitud se mostraba furiosa ante el autogol de Jimin, algo que no esperaban de un jugador de su calibre.

—¡¿Qué carajos, Park?! —gritó el entrenador.

Los compañeros de Jimin se volvieron hacia él con miradas de desaprobación y frustración. Estaban decepcionados, enojados por su costoso error y tenían razón al estarlo, pues la atención del público y los medios de comunicación se centrarían en el desliz de Jimin, lo que afectaría al equipo en consecuencia.

—Les dije que dejáramos a este imbécil en la banca —escuchó una familiar (e irritante) voz a sus espaldas.

Eventualmente el partido llegó a su fin y para su fortuna lograron recuperarse en el último minuto gracias a Kim Taehyung, quien era el mejor jugador del equipo (después de Jimin, claro).

Jimin observó en silencio cómo sus compañeros festejaban de formas ridículas al "salvador" del partido y antes de que pudieran voltearse en su dirección para maldecirlo, se encaminó hacia los vestidores.

Al llegar cerró la puerta detrás de él, sus piernas apenas respondían pero logró tomar asiento en aquella banca de madera que se encontraba en medio de los casilleros. Soltó un largo suspiro de frustración combinado con algo más, sus manos ocultaron su rostro y tiró de algunas de sus hebras azabaches con fuerza.

Lo había jodido, tal vez no debió regresar tan pronto.

No quería excusarse, pero era imposible concentrarse al cien por ciento en su actividad favorita cuando esta estaba asociada al recuerdo de su madre.

La única persona que estuvo con él durante su camino a convertirse en un jugador profesional de fútbol ya no estaba y tenía que aprender a vivir con ello.

Pero era difícil, imposible incluso.

Sobre todo cuando él fue el principal testigo de su fatídica y sangrienta muerte.

Jimin formó puños con sus manos y golpeó con fuerza desmedida sus muslos, recordar el traumático evento solo lograba calentarle la sangre.

El sentimiento de rabia e impotencia no se iba. Tal vez debió hacer algo más por ella: llamar a la policía más rápido, hacer algún escándalo para que sus vecinos salieran y así alguno llamara a quien sea que pudiese ayudar, hacer cualquier cosa...

Todo excepto enfrentarse al bastardo que la asesinó, siendo esa la opción que tomó.

Observó las palmas de sus manos, ambas contaban con el atisbo de una cicatriz medianamente grande que resaltaba en la piel.

Esa noche después de haber sido acorralado por el asesino y que le dijera la cosa más estúpida que jamás creyó oír, algo pasó. La adrenalina que corría por su cuerpo le impulsó a patearlo justo en el estómago para alejarlo, apenas haciéndole tambalear.

Jimin al quedar libre corrió lejos de la habitación de su madre, pero apenas llegó a las escaleras el extraño logró tomar su camisa para tirarlo hacia atrás, provocando que cayera sobre su espalda.

Aún cuando forcejeó con toda la fuerza que poseía, no pudo evitar que el asesino se colocara a horcajadas sobre él mientras alzaba el cuchillo que aún contenía la sangre de su madre.

"No sabes lo mucho que me excita cuando mis víctimas luchan inútilmente por su vida" exclamó el asesino con una sonrisa inquietante, aún forcejeando contra el cuerpo que se removía abajo de él.

Una sensación de asco recorrió el interior de Jimin cuando comprobó que no mentía, pues mientras más luchaba por zafarse de su agarre, más lograba sentir la erección del tipo.

"Sé un buen chico y quédate quieto, prometo no abusar mucho de ti mientras te desangras" la carcajada que salió del verdugo fue espeluznante, digna de una obra de terror y de un tipo tan despreciable como él quien no parecía tener reparos en admitir que, de matarlo, haría un acto de necrofilia contra su cuerpo.

"¡Suéltame, bastardo asqueroso!" Jimin bramó, empujando al tipo de la máscara mientras buscaba algo, cualquier cosa con la que defenderse.

"Quédate quieto, mocoso" el corazón de Jimin latía desbocado mientras su respiración se volvía entrecortada. Sus pulmones parecían luchar por capturar suficiente aire mientras que sus ojos se dilataban con terror cuando el asesino elevó su cuchillo por encima de su cabeza, dispuesto a apuñalarlo.

Pero cuando intentó clavárselo justo en el rostro, las manos de Jimin lograron capturar el objeto, provocando que este se hundiera en la carne.

"¡A-ah!" gritó de dolor, jamás imaginó que un simple cuchillo de cocina pudiese ser tan afilado. Estaba perforándole la piel y quemándola al mismo tiempo. Jadeó al sentir cómo ríos de sangre escurrían por sus muñecas al punto de que algunas gotas caían sobre sus mejillas.

Jamás olvidaría la sonrisa que el asesino le dedicó: una mueca entre divertida y enferma, abarcando todo su rostro al punto de que podría decir que sus mejillas le dolían. Parecía disfrutar lo que estaba pasando, pero al mismo tiempo lucía sorprendido.

"Más, muéstrame más de esa expresión. Tan lindo..." exclamó con un tono repentinamente meloso mientras empujaba más el cuchillo.

Jimin volvió a gritar, sosteniendo con más fuerza el cuchillo y luchando para mantenerlo lo más lejos posible de él. 

Después de eso...

—¿Jimin?

La puerta de los vestidores se abrió completamente, provocándole un ligero sobresalto. Sus ojos se encontraron con los de su amigo, Kim Seokjin.

—¿Qué haces aquí? Pensé que estarías celebrando la victoria del equipo con los demás allá afuera.

Seokjin sonrió, compasivo.

—No creerás que eso hubiera preferido en lugar de estar aquí para mi amigo, ¿verdad? —dijo mientras tomaba asiento a lado del azabache—. ¿Qué pasó ahí afuera?

Jimin suspiró, recargándose contra el hombro del mayor.

—Mi madre...

Seokjin murmuró algo que no pudo entender y su cuerpo se relajó al sentir la mano de su amigo acariciarle suavemente la cabeza.

—Sabes que a ella no le gustaría saber que estás así.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo —bufó con resignación—. Ella era... era mi fortaleza, Seokjin. No puedo vivir tranquilo desde esa noche, la extraño todos los días y lloro por las noches al ver su habitación vacía.

Seokjin asintió, prefiriendo guardar silencio para permitirle a su amigo desahogarse.

—Te juro que quisiera encontrar al bastardo que la asesinó, necesito hacerlo.

—Bien, voy a detenerte ahí —Seokjin tomó por los hombros a Jimin, obligándole a encararlo—. No necesitas hacer justicia por mano propia, la policía ya se está encargando de-

—¡Mañana se cumplen tres meses, Seokjin! —gritó con frustración, sobresaltando a su amigo—. ¡La policía no se ha reportado y parece que no les importa! ¿Viste las noticias esta mañana? ¡El asesino volvió a atacar! ¡Sigue por ahí suelto y nadie hace nada!

—Entiendo tu enojo, pero debes tranquilizarte —respondió con serenidad—. ¿Qué harás si lo buscas? ¿Si lo encuentras? Esa noche tuviste suerte de que no te matara, ¿pero qué tal si el día de mañana amaneces descuartizado en el Río Han? Por favor sé razonable, Jimin.

Jimin suspiró.

—Estoy desesperado, Seokjin, cansado de esperar respuestas a preguntas que me atormentan.

—¿Por qué no visitas al psicólogo que te recomendé? Él me ayudó mucho a superar mi incidente en... Yonsei, ya sabes.

—¿Jeon Jungkook? —enarcó una ceja, recibiendo un asentimiento por parte de Seokjin—. No, gracias, los psicólogos son para gente trastornada.

Seokjin le dedicó una mirada de pocos amigos, provocando que Jimin se sonrojara de vergüenza.

—Yo no quise-

—No, está bien, solo quise hacerte una sugerencia —la sonrisa que le brindó poco después fue una clara señal de que no se sintió ofendido en lo absoluto—. ¿Por qué no salimos a comer hoy? Abrieron un restaurante por donde vivo y dicen que su pollo frito es exquisito.

—No lo sé...

—Anda, sirve que te despejas un poco —Jimin hizo una mueca ante los ojos de cachorrito triste que hizo Seokjin—. Yo invito.

—Está bien, tú ganas —bufó divertido al sentir el abrazo de su amigo rodearle con entusiasmo.

La puerta de los vestidores se abrió en un chirrido.

—¡Miren, pero si es nuestro jugador estrella! El imbécil que no sabe distinguir entre la portería de su equipo y la de sus contrincantes —esa irritante voz...

—Vete de aquí, Taehyung —gruñó Seokjin—. ¿No tienes una "victoria" que celebrar?

—En realidad sí, la tengo —canturreó mientras se dirigía a su casillero—. Celebraremos que, gracias a mí, el pequeño y estúpido desliz de Jimin no logró afectar nuestro camino a las nacionales.

—No estoy de humor para soportarte, Kim —exclamó Jimin, mirando desinteresadamente al castaño—. Tus burlas me las paso por el culo así que ni siquiera lo intentes.

Taehyung enarcó una ceja.

—¿Es así? —ladeó la cabeza—. Me pregunto qué diría tu madre al saber que parió a un hijo inútil, mira que meter autogol... seguro que ahora mismo está retorciéndose en su tumba.

—¡Jimin!

En un parpadeo el rostro de Kim se impactó contra el casillero mientras Jimin lo sujetaba del cabello con rabia, ejerciendo fuerza y apretándole contra la superficie metálica lo más que se pudiera.

—En tu asquerosa vida vuelvas a mencionar a mi madre, ¿escuchaste? —volvió a impactar el rostro de Kim, recibiendo un quejido en respuesta—. No eres digno de hacerlo.

—¡Jimin suéltalo! —Seokjin lo tomó por el uniforme, tirando de este—. ¡Eso es lo que quiere, provocarte!

Jimin chasqueó la lengua, dejando libre a Taehyung.

—S-solo espera que el entrenador se entere —amenazó Taehyung mientras su cuerpo temblaba.

—Hazlo, pero te aseguro que no te gustará saber lo que vendrá después —afirmó Jimin con un semblante sombrío que logró provocarle estragos a Kim.

—Maldito huérfano —fue lo último que dijo antes de abandonar el lugar.

—Jimin... —Seokjin murmuró, sabiendo que aunque su amigo tratara de no demostrarlo, el comentario de Kim logró afectarlo.

—Iré a cambiarme —respondió sin mirar a Seokjin.

El mayor solo pudo observar en silencio a Jimin sacar sus cosas del casillero para dirigirse con el cuerpo rígido hacia las regaderas.

Jimin trataba de apresurarse lo más posible con su aseo para evitar ducharse a lado de alguno de sus compañeros quienes sabía no tardaban en venir.

No era un fanático de las duchas de la universidad, resultaba jodidamente incómodo que tus compañeros pudieran verte el pene.

Realmente no existía la palabra "privacidad".

Al terminar enrolló una toalla en su cintura mientras le hacía una seña a Seokjin para que supiera que ya podía asearse pues, al igual que él, a su amigo tampoco le gustaba compartir la ducha.

Y mientras se encontraba cambiándose, su celular vibró.

De: RubyJane

Hola Jimin.
Tengo noticias sobre el caso de tu madre.
Lamentablemente no te gustarán.

Vaya que no lo hicieron.

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