𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈

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Maratón 3/?

*̥˚ chapter thirty seven: sweet melody*̥˚✧
-ˋˏ 'in a whole other life, there was this boy that I knew he made me feel like a woman'ˎˊ

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KEZIAH ROSE LOS HABÍA LLEVADO A UN BAR SUCIO en las afueras de Nueva Orleans. Durante todo el trayecto en auto, Kol Mikaelson no pudo dejar de mirar a su alma gemela. Ella había cambiado completamente. No iba a mentir, el hecho de no tener humanidad hacía que Keziah se sintiera aterradoramente segura de sí misma. Pero no era su Keziah. Necesitaba recuperar su humanidad. No importaba lo que costara.

Él no había superado el hecho de que ella estaba embarazada. Eso habría explicado por qué se sintió tan enferma justo antes de que él muriera. Quería destrozar al maldito idiota que asesinó a su hijo. Pero Keziah ya lo había hecho.

Dentro del bar, Keziah los sentó en una mesa y observó a la multitud mientras bebía de su cerveza.

―Odias la cerveza. ―Kol frunció el ceño ante su elección de bebida.

―He cambiado Kol. ―Keziah puso los ojos en blanco. Kol necesitaba soltarse y divertirse con ella. ―Ahora, borra ese ceño de tu cara, y vive un poco. De lo contrario, te dejaré aquí.―

Keziah sonrió y se levantó dejando la mesa. Le envió a Kol un guiño antes de dirigirse a las puertas del edificio. Él la siguió, confundido por lo que estaba haciendo.

―Vis sera portus. ―susurró Keziah con las manos levantadas hacia la puerta.

Con su oído avanzado, Kol oyó cómo se cerraba la puerta. ―¿Qué estás haciendo? ―Preguntó.

―Asegurándome de que nuestra cena no se escape.―

―Maldita sea. ―Kol suspiró mientras su mano se fue a la cabeza. Él nunca quiso esto para Keziah. Sí, fue genial, cuando ella asesinó a esas brujas, pero esto era diferente. Ella estaba haciendo esto por diversión.

¿Y si la complacía sólo esta vez? Haciendo que ella pensara que él no estaba tratando de encontrar una manera de encender su humanidad. Sólo por esta vez, se prometió Kol.

Se volvió para encontrar la cara de Keziah enterrada en el cuello de una mujer. Levantó la cabeza y le dedicó una amplia sonrisa a Kol.

Keziah se acercó a Kol, lamiéndose los labios cubiertos de sangre. Ese brillo travieso estaba en sus ojos. El mismo que siempre tenía. Apoyó la cabeza en su hombro, mirándolo.

―Vamos, Kol. Te he echado de menos. Déjate llevar. Deja ir todo.―

Y lo hizo. Kol la agarró por la cadera y la apretó contra él. Encontró sus labios con hambre, saboreando el sabor de la sangre en sus labios. Se encontró perdido en Keziah. La echaba mucho de menos y nada se interponía entre ellos.

Cuando se apartó, Keziah le agarró la mano y lo guió hacia su siguiente víctima. La pobre chica estaba atrapada entre sus bailes. Sus colmillos se extendieron y clavaron los dientes en cada lado del cuello de la chica. Ella cayó inerte mientras le drenaban la sangre.

La cabeza de Keziah se inclinó hacia atrás cuando sintió el impulso que la atravesaba. El subidón de la sed de sangre. Los gritos resonaron en el bar cuando la gente se dio cuenta de que había un cadáver.

Corrieron hacia las puertas, sólo para encontrarlas cerradas.

―Después de ti, mi amor. ―Kol extendió la mano para que Keziah comenzara primero. Por esta vez, se daría el gusto. Él sería su yo maníaco con su alma gemela, sólo por esta vez.

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Miraron los cadáveres que tenían delante. Habían drenado la sangre de cada uno de los humanos dentro del bar. Keziah estaba definitivamente satisfecha.

Se sentó en la barra, recostada con las piernas cruzadas, mientras veía a Kol terminar con el último humano. Se acercó a ella y la atrapó entre sus brazos. Las piernas de ella se enroscaron inmediatamente en su cintura.

―¿Qué me estás haciendo, muñeca? ―Kol gimió apoyando su cabeza contra la de ella. Había ido en contra de todo lo que ya no quería hacer. Quería ser mejor para ella.

―Sólo ayudándote a ver la verdad. ―Ella sonrió. Sus manos subieron por el pecho de él hasta apoyarse en su cuello.

Sus labios se movieron contra su mandíbula, besando lentamente cada espacio que podía. No pudo resistirse a su tacto, el vestido que llevaba puesto le había tentado y provocado toda la noche. Sus manos jugueteaban con el final del vestido, subiéndolo lentamente por sus muslos.

Se dio cuenta de que sus cicatrices habían desaparecido. Debían de haberse curado cuando se convirtió en vampira.

La abrazó contra él y los acercó a la mesa de billar. Keziah gimió al sentir la presión de su erección contra ella. ―¿No es esta una posición familiar? ―Comentó, notando donde estaba sentada. Por un segundo, recordó una época más sencilla. Una época en la que todavía era humana.

Vaciló por un momento. Pero, fue lo suficientemente largo para que Kol se diera cuenta. ―Ni siquiera lo pienses. ―Keziah lo fulminó con la mirada.

―¿Qué quieres decir? ―preguntó Kol, fingiendo inocencia.

―No me hagas encender mi humanidad, no funcionará.―

―No sé de qué hablas. ―Kol llevó sus manos a la cara de ella, apartando su cabello para poder susurrarle al oído. ―Una vez te dije que te pondría sobre una mesa, así, conmigo encima de ti. Pienso hacerlo realidad. ―Gruñó.

Una oleada de placer recorrió el cuerpo de Keziah mientras miraba los ojos de Kol, que estaban llenos de lujuria. Le costó concentrar su respiración mientras Kol le arrancaba el vestido y la devoraba con la mirada. Su mano se posó sobre su pecho, empujándola suavemente para que se tumbara sobre la mesa.

―Vas a rogar por misericordia, una vez que haya terminado contigo, Keziah Rose.―

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