—Lucí era una gran chica — mencionó mi madre al borde de las lágrimas — no entiendo la razón de su suicidio.

—Nosotros le ofrecimos nuestro apoyo pero... — continuó mi padre mientras sorbia su nariz — ella se negaba a tener a su bebé.

—Se cerró su mundo solo por una criatura — rompió en llanto.

Mis manos estaban cerradas con fuerza en forma de puño, mis nudillos blancos a causa de la fuerza daban a entender la ira que empezaba a crecer en lo más profundo de mí. Todas las personas estaban tristes o llorando, claro, ahora para todos era una chica ejemplar que no merecía morir, ahora todos me lloran cuando en vida todos me echaban en cara cada error realizado, todos me llevan flores y me dicen lindas palabras, malditos falsos, solo son de corazón blandos cuando les conviene, hipócritas.

Mis padres siguieron hablando de lo dolidos que estaban debido a mi suicidio ¿Cómo se atrevían a mentir así? Ellos me habían matado de la peor manera posible y no solo a mí me habían arrebatado la vida, también a mi bebé, aquel que nunca verá la luz del día por ser hijo de un aborto fallido. Aquel hombre me llevó un poco más allá de la sala donde me estaban velando, Richard estaba con una chica y ambos estaban tristes y llorando ¿Qué mierda? Malditos falsos.

—Yo amaba a Lucía — musitó con descaro — le pedí que criaramos a nuestro bebé, pero ella no lo quería.

—Vamos a la cocina Richi — dijo la chica junto a él con voz chillona — te daré un poco de agua.

El hombre me llevó hasta la cocina donde la escena más asquerosa estaba pasando frente a mis ojos, Richard y esa chica estaban follando en mi casa descaradamente; Ella gemía como si fuera una perra el celo y el hacia gestos de que estaba sintiendo el mejor de los placeres, la chica se encontraba recostada sobre la mesa y él estaba detrás de ella dándole con fuerza, era mi funeral y a ellos les valía un comino. Le rogué a aquel hombre que me sacara de allí, no quería ver a mis padres mentir sobre mi muerte, no tampoco quería ver a mi ex novio follando con la más facilota del colegio, pero él me pidió que viera una última cosa.

Sara, Aurora y Kaht, se encontraban sentadas en el césped del jardín trasero con sus ojos hinchados y llorosos, les costaba trabajo hablar, pero lo que decían era entendible, después de todo habían personas que realmente si me habían querido.

—Lucí no se merecía ese final — chilló Aurora —, ella quería tener a su bebé ¿Cómo es que se suicidó por no tenerlo?

—No saques especulaciones creadas por sus padres — confrontó Kaht — a Lucía la mataron y de eso no hay duda.

—¿Crees que fueron sus padres? — susurró Sara.

—¿Quién más? Solo ellos lo pusieron hacer.

El hombre me llevó de vuelta al lugar donde las almas quedan en pena hasta que puedan vengar sus muertes, me preguntó si estaba lista para vengarme de aquellas personas que me habían lastimado. Sin pensarlo dos veces dije sí.