Un pequeño masaje en mis cienes,
un pequeño masaje en los cienes
que nunca tendré.
Un pequeño...

Un respiro, hombre,
eso es lo que necesito
porque nunca lo podré
devolver.

Nunca podré recuperar
los días perdidos,
los recuerdos no tenidos
y los logros sin cumplir.

Morir,
caer del precipicio
parece lo más bonito
en esta reflexión tardía,
una vulnerable fantasía
donde los ángeles lloran
y los demonios
no paran de sufrir.

¿Por qué aquí?
¿Por qué ahora?
(¿Por qué a mi?)
¿Por qué así?

Esto parece una obra
de dramática comedia,
donde las risas pregrabadas
suenan en el clímax
de la inminente tragedia.

Siento que no tengo importancia,
que respirar es una vagancia
y veo el cielo de color gris.
¿O es que ya no captan los colores mi iris?
¿O es que me he sumergido en la ignorancia?

Antes todo era belleza,
el mundo parecía una muñeca
superficialmente bella.
¡Pero bella!
Era difícil respirar,
luego fue difícil decidir y ahora,
ahora es difícil existir

en este mundo fatigado y corrompido
donde el arte no es belleza,
la bondad se ahoga sin dejar huellas,
el hombre se cree dueño de las doncellas
y todo, ¡todo!, los hace reír.

Y no digo que esté mal
reír para no llorar
pero a veces,
solo a veces,
deberían llorar para no reír.