PRÓLOGO

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OCHO AÑOS ANTES

MinHee a su corta edad había sido dejada al cuidado de un estricto internado, tenía unos diez años cuando piso por primera vez la estancia. Ante sus ojos todo aquello era espeluznante, las paredes enormes con cuadros de ancestros conocidos por ser héroes le causaban escalofríos, el techo adornado de candelabros la hacia temer de ser aplastada por uno. Pero a pesar de todo eso, MinHee sabía que era su deber asistir a la Academia junto a su hermano mayor.

Después de todo eran los primogenitos, y como era costumbre, ellos recibirían una buena educación alejados de su familia. Ella tenía miedo, y tristeza de ya no ver por un largo tiempo a sus padres, pero actuó valiente y no derramó ni una lágrima.

―No quiero que te vayas, mamá. ―dijo al Beta frente a ella, él se colocó de cunclillas frente a sus dos hijos y suspiro con tristeza― Me da miedo está escuela.

―Cariño, tu padre y yo también vinimos aquí hace años, es una costumbre de nuestras familias. Seras muy inteligente y poderosa cuando seas mayor de edad y te gradues. ―tomó las mejillas de la menor, y en un susurró le hablo― Cuida de JiMin, por favor.

—Lo hare.

―Y tú cuida mucho de MinHee, bebé. ―besó la mejilla del niño con cachetes regorditos, para luego levantarse y observar a su esposo hablando con un Instructor― La escuela permite que les enviemos cartas, les vamos a escribir todas las semanas.

―¿Lo prometes, mamá?

―Lo prometo. ―asintió.

Y eso fue lo último que escucharon ambos de su madre antes que las enormes puertas que llevan a la única salida del castillo, que es conocido como una gran Institución, sean abiertas en par. Los rubios vieron como sus padres se alejaban en su elegante auto, y como unas manos se posaban en sus hombros. Entonces se sintió mal, no quería sentirse débil, pero odiaba no estar cerca de sus padres. Observó a su hermano mayor, quien mantenía una cruda expresión al ver donde los mayores se fueron.

Levantó la vista al Instructor.

―Díganme sus nombres y edades. ―ordenó el Beta.

―Park Minhee, diez años.

―Park JiMin, diez años. ―bajó la vista a sus pies, cohibido.

―De acuerdo, ustedes dos serán llevados a diferentes sectores, deberán pasar por el examen de clasificación, luego irán a sus areas según su rango. Alfa, Beta y Omega, los tres están separados.

―Yo quiero estar con JiMin, no me gusta estar sola. ―murmuró con inocencia la niña.

―Imposible, si sus rangos son diferentes ustedes no pueden estar en la misma habitación.

―Pero mamá dijo...

―Eso no importa, tendrán tiempo para estar juntos una que otra vez. Tomen sus maletas y comiencen a caminar.

( ... )

Luego de horas llenas de espera, la niña obtuvo la respuesta que tanto ansiaba obtener; tomó entre sus pequeñas manos los papeles que estaban juntos, y observó las letras rojas con el resultado. Su corazón latía rápidamente, con ansias. Leyó y leyó una y otra vez, incrédula. Levanto la vista de las hojas y busco a su hermano mayor. «Tiene que ser un error, papá dijo que JiMin y yo somos iguales, tenemos que ser lo mismo.» Vio la sonrisa tímida de su gemelo mientras leía el resultado, se acercó a él y le arrebató de entre las manos los papeles.

―¿Cómo es posible? ―jadeó.

―¿Qué cosa? ¿Ya tienes tu resultado? ―intentó tomar las hojas de la mano derecha de su hermana, pero ella se lo impidió― MinHee...

―Papá dijo que sus genes siempre van a ser más fuertes, por ende nosotros seríamos como él, ¿Pero por qué tú y yo no somos lo mismo?

―¿A qué te refieres? Nosotros somos iguales, literalmente gemelos pero con un día de diferencia, no te preocupes...

―Nos van a separar. ―mordió su labio.

―Hey, está bien si no eres Alfa, una Beta tiene bastante fuerza...

―Es que no soy beta...

―¿Qué?

―Soy Omega. ―confesó nerviosa― ¿Cómo es posible? Tú y papá son Alfas, y mamá es un Beta, entonces porqué yo...

―El resultado debe estar mal ―aseguró convencido― ¡Instructor! ―se acercó al hombre con bata que abría la puerta de la habitación, él bajó la vista al pequeño y le sonrió con algo de falsa ternura.

―¿Qué sucede? ¿Ya viste tu resultado?

―Sí, y hubo un error.

―¿Un error? ―rió― Imposible, yo jamás cometo un error.

―Mi hermana es una Alfa, pero en su resultado dice que es Omega. ―el mayor suspiró, no pudiendo creer que se verdad un niño le cuestionaba su trabajo.

Caminó a la niña para observarla, y cruzó sus brazos sobre su pecho.

―Pequeño, es obvio que tu hermana es Omega, dentro de unos meses comenzaran sus cambios ―se sentó en la silla del escritorio, mientras la niña se sentaba frente a él. JiMin observaba todo atentamente― sus ojos no serán rojos como los tuyos, su cuerpo será más pequeño al igual que su fuerza ―abrió la boca de MinHee, mostrando sus colmillos diminutos― y sus colmillos van a crecer de una manera más lenta. Es normal que creas que es Alfa, después de todo tú lo eres y tienen una larga linea de Alfas puros en sus ancestros. Pero el ADN de MinHee es diferente al tuyo, proviene de tu madre, quien muestra ancestros Omega y Betas.

La femenina bufó, decepcionada.

―Lo siento, deberás ir a tu área.

Los hermanos Park se dieron un fuerte abrazo lleno de tristeza, sabían que sus oportunidades de verse serían escasas a partir de ese momento. Y no sabían que tan malo sería el futuro.

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