💍CAPITULO NUEVE💍

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El celo duró dos días; fue breve pero posesivo. Cada parte del cuello y pecho de JungKook fue marcada y reclamada como mía... estaba demasiado territorial.

Cuando terminó mi celo, se enojó por cómo lo dejé, ya que se había perdido los últimos días del viaje aquí en el hotel. Solo recibí reprimendas por el sexo que tuvimos. Aunque disfrutó mientras hacía esas marcas, cuando era reclamado como mío, cuando me volvió a hacer suyo.

Nos dimos un baño rápido para recoger las maletas y salir del lugar. Teníamos que regresar a casa, la luna de miel había terminado y debíamos volver a la vida normal. El alfa tenía trabajo, y yo también tenía que volver al mío.

Aún sentía las secuelas del celo; quería cariño y abrazos. Intenté abrazarlo, pero me apartó de nuevo. Una vez más, fui rechazado.

Así sería siempre; tendría que rogar por su amor. Este era mi destino... solo en mi celo y el suyo sería tocado. No era atractivo; era un mal omega. Me abandonarías al llegar a Corea, me engañarías con él.

Me daba ansiedad pensar que esto era lo que estaba sintiendo. Me aterraba la idea de vivir toda la vida atado a esta marca sin oportunidad de irme y que te involucraras con esa persona egoísta.

Solo era tu omega de pantalla, eso es lo que era, tan reemplazable.

Sentía mi propio aroma de tristeza. En estas dos semanas me di cuenta de que el alfa podía oler mi aroma, la única persona que podía hacerlo y aún así lo ignoraba.

Cuando llegamos al aeropuerto, el alfa finalmente me abrazó. Vi a los reporteros y aproveché la situación para besarlo. Fue breve pero tan bueno.

Esta vez fui rechazado, porque en el fondo él lo sabe. Sabe que estamos destinados.

Llegamos al avión y JungKook se lanzó a besarme de nuevo; las puertas ya estaban cerradas y éramos solo él y yo. Ese beso se volvió desesperado. Caminamos hacia nuestros asientos en el avión y volvimos a ser uno solo. Terminamos cansados, al menos yo, y dormí el resto del viaje.

Al llegar a Seúl, tomamos el auto que nos llevó al departamento destinado para el matrimonio. Su departamento, junto a Taehyung.

Era increíblemente espacioso, lleno de ventanas. La sala tenía un equipo de entretenimiento y la cocina... vaya, su cocina estaba increíblemente bien equipada. Cada electrodoméstico era nuevo. Me emocioné al verla y esperaba usarla, especialmente al ver todos sus libros. Tenía todas las primeras ediciones de sus favoritos. Claro, él era el jefe de una editorial tan famosa y reconocida que no podía no tenerlos. Suspiré con satisfacción mientras miraba a mi alrededor.

—Lo que ocurrió en el hotel y en el avión, no volverá a pasar, Jin —comentó en serio—. Tú y yo no seremos una pareja.

—Está bien... —seguí observando el departamento, ignorando cómo me dolía el pecho y evitando las ganas de llorar mientras miraba la ciudad desde la ventana.

—No debes ilusionarte. Sé que nos casamos sin conocernos... tal vez eso estuvo mal —suspiró—. Te daré la libertad de irte si así lo deseas. Tienes el derecho de ser feliz, solo hazlo con cuidado —habló en tono serio.

Las lágrimas ya corrían por mi rostro. Era tan horrible darse cuenta de que la familia que pensé que tendría era una mentira. Me sentí tan solo.

—¿Quieres comer algo? Porque yo sí —sonreí y caminé hacia la cocina, limpiando rápidamente mis ojos. JungKook me miró fijamente mientras se dirigía a la cocina.

Mi lobo llamaba al suyo, a su luna, y, a pesar de que yo me estaba enamorando, JungKook no me pertenecía. Siempre lo preferiría a él; yo no era una opción.

Pasaron dos semanas en la playa. Me enamoré de sus ojos azules, su sonrisa de conejito, su fuerza, su voz de alfa y su aroma.

Estaba enamorado de mi esposo, de mi jefe, pero él no sentía lo mismo por mí. Sus gustos se inclinaban hacia modelos glamorosos, y yo solo era un escritor de segunda categoría.

Comencé a cortar vegetales para hacer un guisado y alimentar al alfa. Tal vez mi comida podría hacer que cambie de opinión. Le había dado la libertad, dejándolo solo.

Las lágrimas fluían sin poder detenerlas, y las limpiaba rápidamente. Tomé una cebolla para agregarla, pero al cortarla y oler su aroma, me provocó arcadas. Corrí rápidamente al baño, poniéndome de rodillas en el suelo, y vomité.

''mierda''.




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