♥︎︎Capítulo 3♥︎︎

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Seok Jin suspiró cansado sacando nuevamente, dos días después, su bolso del basurero. Sus compañeros eran unos idiotas infantiles que al parecer tenían algún tipo de fobia contra las personas gordas como él. Él no tenía culpa de tener kilos de más...bueno quizás sí, debería hacer dieta y ejercicio en vez de sucumbir a la tentación que los pastelillos y postres de su madre generaba. Tendría que considerar seriamente ir a un gimnasio, no le vendría mal hacer algo. Su único ejercicio era la caminata que hacía para ir a la universidad y volver a su casa ya que no tenía amigos para visitar. Su mejor amigo, el único que tenía, era un omega llamado Jae Hwan que se había ido a Japón para estudiar, por lo que apenas lograban hablar por video llamadas. Lo extrañaba.

Cuando quitó sus cosas hizo una mueca de disgusto ante el olor, pero debía volver a casa así que sosteniendo su bolso con una mano decidió encaminarse hacia su hogar. Aunque casi queda prendido del basurero al ver a JungKook ahí parado a su lado. ¿Cómo es que no lo escuchó u olió llegar? Ah, quizás porque estaba muy concentrado en sus pensamientos y el olor a basura como para notarlo. Aun así ¿es que el chico no tenía vida propia que siempre estaba donde él estaba? Ya comenzaba a darle miedo, se parecía a un personaje de uno de sus animes favoritos: Mirai Nikki.

-Hyung ¿Qué ocurrió?-preguntó preocupado acercándose a él, pudo sentir sus manos intentando tomar el bolso así que lo apartó suavemente.

-Nada importante, debo volver a casa.-intentó escapar del chico, pero en cuanto pasó por su lado él lo tomó del brazo.

-Hyung ¿quiere que vayamos por un helado? Cerca hay una heladería muy linda a la que me gustaría ir.

-JungKook, lo siento pero no...

-¡Por favor!-pidió haciendo un adorable puchero y terminó suspirando, si iba con el chico quizás este ya no lo molestaría más al conocerlo.

Asintió pero no permitió que tocara su brazo. El menor no insistió al respecto, simplemente mantuvo una sonrisa alegre mientras iba caminando a su lado. En todo el camino se mantuvo en silencio, incluso al llegar al lugar lo único que dijeron sería que el menor iría por el helado, el sabor que él quería y luego se quedó esperándolo en una de las mesas que estaban afuera. No sería agradable entrar con su bolso oliendo a basura.

Miró algunas mesas donde había un grupo de chicas y una familia pasando un agradable momento. El lugar era bonito y se preguntó si a su madre le gustaría ir con él un día de esos. Estaba seguro que sí.

Todo estaba bien hasta que escuchó los comentarios de las chicas que estaban cerca de su mesa. Comentarios burlones y despectivos con respecto a su aspecto, nada nuevo a decir verdad. Ya no sabía si suspirar cansado o triste, creía mejor la primera opción. Comenzaba a hartarse de las personas con mentes pequeñas que tenían alguna especie de miedo hacia las personas como él. Iba a entrar para decirle a JungKook de irse a otro lado, no quería hacerle pasar un mal momento. Pero cuando se levantó volteó al escucharlas chillar, encontrándose con el omega mirándolas molesto y a ellas con helado en el cabello. El chico al verlo le sonrió y tomó su mano, entrelazando sus dedos.

-Vamos a otro lado, hyung.-con su adorable sonrisita lo jaló para irse de la heladería.

Seok Jin sintió un calorcito agradable en el pecho por el acto del menor.

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JungKook no podía dejar de sonreír ¡Su hyung había aceptado ir a tomar un helado con él! Aunque no todo terminó como hubiera deseado, aun así estaba feliz ya que podía caminar con él de la mano y disfrutar de su compañía. ¡Las cosas habían salido mejor de lo esperado! Aunque no le gustó para nada ver como los omegas de esa universidad y los alfas lo molestaban ¡Eran demasiado crueles! Su hyung era un alfa sumamente hermoso y perfecto ¿Por qué los omegas eran tan ciegos? Bueno, mejor para él, así tendría que evitarse un homicidio...bien, no, aun quería matarlos por tratar tan mal a su futuro esposo y padre de sus hijos.

De reojo vio sus manos unidas y se sonrojó sutilmente, le gustaba sentir la mano de su alfa entrelazada con la suya. Se sentía tan cálido y agradable. Sin contar su olor a menta que le encantaba...aunque se mezclaba con el olor a basura de su bolso, pero era lo de menos.

Al llegar a casa supo que tendría que soltar a su hyung ¡Y él no quería eso! intentó pensar en una excusa para mantenerlo un poco más a su lado, pero no se le ocurría nada. Bajó la mirada sabiendo que era hora de decir adiós.

-Mmm...JungKook-lo miró, el alfa parecía indeciso-ayer hice unas galletas de chocolate que quizás puedan gustarte, si quieres...puedes venir a mi casa y probarlas.-Sintió que su sonrisa iluminaría las calles de ser posible, su corazoncito latió desenfrenado ante esas palabras y sus ojitos brillaron con auténtica alegría.

-¡Me encantaría, hyung!-exclamó pero pronto notó su tono de voz y carraspeó-digo...me encantaría, hyung.

Lo vio sonreír antes de dirigirse junto a él hacia la casa de su hyung.

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Saltó y encestó acabando con la práctica. Sus compañeros comenzaron a irse cuando declaró que ese había sido el fin y que podrían irse a descansar a sus casas. Vio a Lisa irse con un grupo de alfas mientras él se quedaba ahí, no pensaba volver a casa tan pronto. Necesitaba despejar su mente y jugar era lo mejor para él.

Corrió por la cancha haciendo picar la pelota y generando un eco al ser el único ahí. Al menos eso pensó hasta que al encestar por tercera vez logró detectar un aroma a durazno que reconocería en cualquier lado. Intentó ignorarlo, pero era imposible, era como si lo envolviera y no lo dejara en paz. Terminó por dejar que la pelota se fuera rodando mientras él tomaba aire escuchando sus pasos acercarse junto con su cautivante olor.

-Juegas muy bien, YoonGi-escuchó su melodiosa voz, pero no contestó, simplemente hizo de cuenta que no se había dado cuenta de su existencia.

¿Acaso el destino quería burlarse de él al hacer que un omega tan hermoso se acercara a hablar con él para llenarlo de ilusiones?

Iba a alejarse cuando vio una botella de agua frente a él. La agarró confundido hasta que escuchó una pequeña risa a su lado, sin poder evitarlo lo miró. El chico lucía un bonito suéter que ocultaba sus manos, un jean ajustado (que le encantaba como apretaba sus muslos) y unas sencillas zapatillas. No era nada demasiado llamativo, pero sin duda amaba como vestía. Aunque lo que más amaba era la sonrisa que le dedicaba.

-Gracias.-dijo con voz seria, abriendo la botella y rogando porque el chico no notara el temblor de sus manos por los nervios.

-No fue nada. Por cierto ¿Qué haces aquí? Tus compañeros ya se han ido.-pensó que una pequeña conversación con el chico no sería nada malo.

-Me gusta entrenar solo.-bien, reconocía que la forma en que lo dijo no había sido como había imaginado ¡Pero había sido culpa de los nervios! Esperaba que JiMin no se molestara con él.

Al verlo de reojo lo único que vio fue una dulce sonrisa, nada de molestia o incomodidad.

-Entiendo, entonces te dejo entrenar tranquilo, YoonGi.-la forma tan tierna en que dijo eso le dio a entender que su forma de hablarle no le había afectado de ninguna manera.

Quiso decirle que su presencia no le molestaba en lo más mínimo cuando sintió los labios gruesos del chico chocar con su mejilla en un beso que lo impactó.

Cuando reaccionó JiMin ya no estaba ahí.

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Se ocultó en uno de los pasillos del colegio, sus mejillas rojas y sus manos cubriendo su boca que sonreía emocionada. Había dudado, no sabía si besarlo estaría bien pero decidió no pensar mucho antes de hacerlo.

Se deslizó por la pared mordiéndose el labio. Su cuerpo temblaba ante la adrenalina por hacer algo que consideraba riesgoso pero su corazón latía feliz. Pensó que tomar un taxi para llegar cuanto antes a la práctica y decirle a Chae Young que llegaría más tarde por estar con unos amigos había sido las mejores decisiones de su vida. Definitivamente sí, su pareja lo valía.

Con una mano se tocó el pecho, a la altura del corazón, sintiendo el golpeteo constante y veloz del mismo. Sentía que cada latido reclamaba por su alfa Min YoonGi, pero no podía volver, toda su valentía se había ido con ese beso en la mejilla.

Se levantó con las piernas temblando y miró por el pasillo, esperando no encontrar a nadie. Y cuando supo que era así, decidió trotar a la salida para irse a su casa.

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HoSeok suspiró al llegar a su casa, había sido un largo día. Para su suerte TaeHyung no había vuelto a molestarlo, eso quizás hubiera empeorado su dolor de cabeza el cual traía gracias a las noches sin dormir demasiado bien. Tenía que dejar de desvelarse leyendo o pronto se volvería zombie.

Se preparó un té y cortó un trozo de la tarta de frutas que su madre le había enviado. No tenía demasiada hambre por lo que ese sería solamente su cena. El cansancio y su poco ánimo cerraban su apetito, pero comenzaba a importarle poco, después de todo esté delgado o no ningún alfa lo miraba. Bueno, TaeHyung era uno, pero era sólo un adolescente que no sabía demasiado del mundo y que se creía las historias románticas de Disney con el Y vivieron felices por siempre. Eso no era más que pura mentira.

Puso una película cualquiera en la televisión y se sentó con su té y su tarta de frutas enfrente. Los primeros minutos ignoró la comida sólo concentrándose en beber el líquido tibio hasta que terminó por probar unos pocos bocados. Pero nada más. En cuanto se había visto en uno de los espejos de su casa desistió con la idea de seguir comiendo. Su reflejo no le gustaba y eso era suficiente para deprimirlo y hacer que dejara la comida a un lado. Incluso se disculpó con su madre al momento de arrojar el delicioso trozo de tarta a la basura. Si Chung Hee se enteraba de eso iba a comenzar la tercera guerra mundial, de eso estaba seguro.

El té quedó olvidado en la sala, lo único que hizo fue apagar la luz de la sala antes de dirigirse a su habitación. Lo mejor sería descansar un poco en vez de seguir viendo su miserable reflejo. Era lo mejor, lo más prudente que podía hacer.

Necesitaba estar solo.

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TaeHyung vigilaba escondido tras un basurero la casa de HoSeok, unos nuevos binoculares eran de gran utilidad. Pero por más que mirara no encontraba nada, las cortinas tapando la ventana por lo que poco podía saber de la vida de su pareja así. Suspiró sonoramente dudando, quería ingresar a la casa como un ladrón para verlo, sin embargo sabía que eso estaba mal y que no podía hacerlo o lo llevarían preso. Bueno, con su edad no, pero hablarían con sus madres...ese tampoco era demasiado problema, después de todo fue Suni, su madre omega, quien le dio ese consejo y Hye quien lo aprobó.

-¿Qué haré?-de repente, en su hombro izquierdo, apareció un TaeHyung diablo.

-No entres, eso sería violar la privacidad de tu omega y está mal-consideró esas palabras pero entonces un TaeHyung angelito apareció en su hombro derecho.

-Entra, es tu pareja, tienes derecho sobre él. Además teniendo una cama cerca podrías marcarlo.

-¿No se supone que tú eres mi parte buena?-preguntó y Tae ángel se encogió de hombros.

-No todo es como te lo muestran las caricaturas.

-Apoyo lo que dijo.-Tae diablo sonrió tras sus palabras.

-Bueno, ya, váyanse y déjenme tomar una decisión en paz.-vio como ambos desaparecían de sus hombros con un simple saludo, dejándolo solo como tanto quería.-ay...¿Qué hago ahora?

Consideró las opciones que tenía, pensó y pensó por largos minutos hasta que llegó a la conclusión de que si lo que quería era conquistar a su profesor y no asustarlo, entonces no tenía que ingresar a su casa. Eso le daría una mala impresión y entonces con mayor motivo lo rechazaría. Así que resistiendo las ganas, decidió dar media vuelta y volver a su casa.

Ya pensaría en la tranquilidad de su cuarto un nuevo plan para poder conquistar a HoSeok.

Esta maknae line versión omegaverse tiene unos angeles y diablos un poco fuera de lo común...

Espero que el capitulo les haya gustado, nos vemos! besos💋💋💋

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