Los últimos días habían sido extremadamente complicados para Momo, quien agradecía profundamente tener el apoyo incondicional de Dahyun. La presencia de Dahyun era un bálsamo para Momo en medio de su tormento interno.

Ahora se encontraba sola en el patio del hospital, mientras Dahyun conversaba brevemente con otro médico que la había llamado.

Momo aprovechó el momento de soledad para reflexionar sobre las palabras que Mina, su antigua amiga, había dicho una vez a Tzuyu, la mejor amiga de su hermanita.

-¿Eso es cierto, Mina?-preguntó Tzuyu con duda, mientras a su lado yacía una Chaeyoung dormida. Mina asintió con tristeza.

-Momo cree que son alucinaciones, en parte sí, pero en parte no. Sana no se droga, la única drogadicta es Momo-confesó Mina, recordando la escena caótica que sus amigas habían protagonizado en el parque debido a algo que Momo había hecho bajo la influencia de las drogas.

Sana era tóxica, su amor por Momo era intenso pero excesivamente territorial. Momo amaba a Sana, pero también amaba drogarse. Cada vez que peleaban, Sana gritaba hasta desgarrarse la garganta y Momo se drogaba hasta perder la conciencia. Mina intentaba ayudar a sus amigas, pero ambas estaban en un punto sin retorno.

Momo se sumió en sus pensamientos. ¿Eran alucinaciones o simplemente Sana era tan exagerada? No, no lo era. Momo también era celosa, pero en aquel entonces no podía justificar los golpes de Sana, sus gritos desgarradores ni sus actitudes irracionales. Momo gruñó, pero se relajó al ver a Dahyun acercarse con dos tés helados.

-¿Qué pasa, Momo?-preguntó Dahyun al notar los ojos brillosos de Momo.

En la mente de Momo solo había un pensamiento:

Si antes había sido adicta a las drogas, ¿por qué no podría ser adicta a Dahyun?