Hora del baño.

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Baba goo odia bañarse.

Y según se la pasa repitiendo Baba, eso no está del todo bien porque: "hay que ir a la universidad, hay que ir al supermercado, hay que caminar por la calle y la gente va a olerte y bla, bla, bla..." 

Es que, bueno, Aerum no le presta mucha atención porque para él, la hora del baño tiene que ver con Dientitos, burbujas de colores y mucha agua. 

Tampoco es que sepa porqué a Baba goo no le gusta bañarse, pero se la pasa contestándole a Baba que: "no me baño porque mi piel es demasiado preciosa para irritarla, siempre huelo a bebé, el agua fría es mala para el cutis, bla, bla, bla..." 

Nuevamente, Aerum no entendía y ni le interesaba entender, así que prefería irse por ahí a ver la pared o jugar con Dientitos que ver a sus Babas repetir cada dos o tres días el mismo discurso. Él confiaba en que Baba goo algún día decidiría bañarse por gusto y Baba dejaría de sentirse frustrado porque "vivo con dos niños pequeños"

Además, estaba seguro de que si Baba goo se enteraba de que Baba disimuladamente se acercaba a la puerta del baño para verlo cuando se animaba a bañarse, lo haría más seguido. 

Y si Baba alguna vez se enteraba que Baba goo se metía a la ducha con su ropa interior desaparecida, dejaría de intentar espiarlo. 

Sin embargo, esos eran secretos que Aerum guardaba y, como bien le había enseñado tía Hana en alguna ocasión, el conocimiento es poder y esperaba que, aquello que sabía, alguna vez le valiese una o dos galletas de chocolate antes de dormir. 

Por el momento, Aerum disfrutaría de su propia hora del baño... cuando Baba le daba en secreto una galleta con tal de que, sin querer queriendo, mojase con la regadera a Baba goo y, así, éste tuviese que meterse con él a la bañera. 

Porque claro, Aerum sabe que Baba goo nunca le dirá que no. 

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