XI

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✧「 Capítulo once 」✧


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     LA RUBIA SE REMOVIÓ FRUSTRADA EN LA cama al sentir los rayos del sol dar de lleno en su rostro, por lo que se dió la vuelta, intentando evitarlos. De forma inmediata sintió unas manos aferrarse en su cintura.

—Buenos días, dormilona —susurraron en su oído.

—Silencio, Tom —bufó Adds—. Quiero dormir.

—¿Esa es la forma de hablarle a tu prometido?

—Lo siento —se disculpó—. Es solo que la cabeza me duele como el maldito infierno —se quejó.

—Eso no hubiera ocurrido si no hubieras bebido tanto —reprochó el pelinegro poniéndose de pie.

—Nunca antes me había ocurrido —se defendió—. ¿Por qué esta vez si?

—Creo que es porque te estás volviendo vieja —se burló Tom.

—Solo tengo 24 años —habló indignada, tomando asiento en la cama mientras se cubría con las sábanas—. Además era la despedida de soltera de Laurel. Es como un ritual o una norma el beber.

   El pelinegro volvió a reír y sin más se dirigió al baño de la habitación para tomar una ducha.

Minutos después Thomas, su prometido salió del baño con un nuevo cambio de ropa puesto.

—Debo hacer unas cosas —avisó observando brevemente su celular—. Nos vemos más tarde.

—Claro —asintió ella luego de que él dejara un beso sobre sus labios.

   Media hora más tarde Adds decidió ponerse de pie para tomar una ducha. Por lo que tras ponerse de pie, se dirigió al baño. Mientras terminaba de lavar sus dientes, sintió un leve mareo azotarla, y a causa de esto golpeó con su mano el contenedor del jabón, el cual era de vidrio, así que tras un agotador suspiro se agachó comenzando a recoger los trozos de cristal.

   Al tomar el último y más grande trozo del que solía ser un envase completo, en un desliz hizo un corte en la palma de su mano, e inevitablemente sangre comenzó a salir de la herida.

Al ponerse en pie un nuevo mareo la azotó, esta vez fue más fuerte que el anterior, y a la par una visión se hacía presente. Pero más que una visión para la rubia parecía ser más un recuerdo ante la familiaridad que sentía.

      Se encontraba de pie en medio de lo que parecía ser una pista de carreras y un auto volcándose se dirigía hasta ella. Tras el, un hombre en rojo corría a una velocidad totalmente fuera de lo normal, alejando piezas de lata y vidrios pertenecientes al vehículo. Pero antes de que el hombre lograra llegar a la última pieza de cristal esta se incrustó en su hombro.

—¡Adds! —gritó alguien.

Sacudió su cabeza borrando aquella imagen de la que estaba segura nunca haber protagonizado, y tomando un profundo respiro para intentar aliviar aquel dolor de cabeza, entró en la ducha.

— ϟ —

—SARA, LAURELADDS SALUDÓ A AMBAS HERMANAS MIENTRAS SE ACERCABA A ELLAS—. ¿Qué ocurre? —cuestionó al notar la tensión en el ambiente.

—Oliver no ha llegado. No vendrá —negó consternada la mayor.

—Si vendrá —aseguró Sara, intentando tranquilizarle.

—Solo debe de habérsele hecho tarde —apoyó Adds, al ver que su amiga comenzaba a desesperarse.

—No lo entienden —habló la castaña observándoles con mirada preocupada—. Tenía esta mirada que decía algo, como si todo lo que conoce estuviera mal.

—Estoy segura de que todos los hombres lucen así antes de casarse —prometió Sara, entregándole una copa de alcohol a cada una.

Adds bebió la suya de golpe, esperando así relajar la tensión que llevaba sobre sus hombros. Llevaba todo el maldito día tensa, todo desde lo ocurrido en el momento en que cortó su mano. Y más aún cuando a esa altura de la noche la herida estaba completamente sana, sin presencia de siquiera una cicatriz. Eso no era normal. No era para nada normal.

—Señorita Singh —habló alguien llamando su atención—. Hola, soy Ethan Jones, soy un socio de su prometido —se presentó el rubio, mientras le tendía la mano.

   En ese momento otro recuerdo apareció, pero esta vez no era solo ella la protagonista, si no que también el rubio frente a ella.

—¡Adds! Eres una estúpida —dijo el rubio furioso.

—Solo fue una pequeña bromita —se defendió evitando reír.

—¡Mi cabello es rojo! —chilló Ethan.

—Tranquilo, en unos días el color de ira. Es temporal —le restó importancia.

—Tienes suerte de que te quiera lo suficiente, si no ya tendrías una flecha en el trasero —aseguró el.

—Yo también te quiero, E.T.

Ambos soltaron la mano del otro inmediatamente. Al parecer no solo Adds se había sumido en un pequeño trance.

—Lo siento ¿Ya nos conocíamos de antes? —cuestionó Adds sin poder evitarlo.

—No, no lo creo —negó él, un poco desorientado—. De hacerlo lo recordaría.

—Claro, lo siento, mi error —asintió Adds.

En aquel preciso momento sintió una mano rodear su ante brazo. Se trataba de Sara.

—¿Me disculpas? La necesito —informó Lance.

—¿Qué ocurre? —cuestionó confundida Adds.

—Acabo de evitar que engañaras a tú prometido.

—¿Te refieres a mí prometido? ¿Ese mismo que debía estar aquí conmigo esta noche siendo mí acompañante? —Sara asintió—. Nunca haría algo como eso —aseguró—. No a Barr... No a Thomas —se corrigió rápidamente.

     ¿Quien demonios es Barry?... se cuestionó a si misma.

—Necesito otra copa —susurró.

— ϟ —

—¡OH POR DIOS! —EXCLAMÓ ADDS—. ¡Luces hermosa! —halago a Laurel, quien ya se encontraba enfundada en su vestido de novia.

—Gracias, Addie —la castaña le dio media sonrisa.

—¿Por qué la cara triste? —cuestionó.

—Oliver no volvió a casa anoche —murmuró Sara por lo bajo.

—Oh, bueno...

Justo en ese momento la puerta de la habitación fue abierta, dejando ver al hombre que actualmente era el centro de los problemas de la mayor de las Lance.

—¿No crees que es de mala suerte ver a la novia antes de la boda? —cuestionó Sara, mientras acomodaba un colgante en el cuello de su hermana.

—¿O saltarte la cena de ensayo? —siguió Adds, observando al rubio de mala forma.

—¿O no volver a casa anoche? —cuestionó esta vez Laurel mientras le miraba a través del espejo.

—Dije que lo sentía —se justificó Oliver.

—En un mensaje de texto —remarcó Sara, indignada por el comportamiento del prometido de su hermana.

—Nos dan unos minutos, por favor —pidió Queen.

   Ambas rubias intercambiaron miradas, para luego comenzar a dirigirse a la salida, accediendo ante el pedido.

—Tienes suerte de que no tenga alguna clase de poderes —murmuró Adds pasando por un lado de él.

—Ni que yo sea una asesina entrenada —habló Sara.

Al momento en que salieron de la habitación, Adds sintió como su celular comenzaba a vibrar, y sonrió al ver que se trataba de una llamada entrante de su abuela.

—Abuelita —saludó hablando español.

Vi las fotos, luces preciosa —habló la mujer mayor al otro lado de la línea—. Siempre has sido la joven más apuesta de todas.

La rubia rió.

—Gracias, abuelita.

Estoy segura de que el día de tu boda te veras el doble de preciosa —aseguró la mujer—. Pero debo decir que aquel chico, Thomas, no me parece el indicado para ti.

Adds suspiró, y justo en ese momento otra visión se hizo presente sacándole el aire por completo durante unos segundos. Tras recomponerse no dudó en seguir actuando con normalidad y responder a lo dicho con anterioridad por su abuela.

—A mi tampoco, abuelita —susurró—. ¿Sabes qué? Debo colgar —informó—. Prometo llamarte en cuanto pueda... Y te amo demasiado, no lo olvides nunca ¿Si? —pidió.

Yo te amo a ti hija.

La rubia colgó la llamada, reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Aquel nuevo y extraño recuerdo que se presentó, dolió más que los anteriores. Este le decía que aquella mujer, con la que con anterioridad había hablado estaba muerta.

Todas esa visiones se sentían muy reales, como si realmente hubiera pasado por todas esas cosas. Ella creía que eran reales. Pero no entendía lo que estaba ocurriendo, todo era muy confuso... se sentía como si alguien estuviera jugando con su cabeza.

   Caminó por la recepción en donde se encontraban los invitados de la boda de sus amigos. Se sentía agitada, y fuera de lugar, pero aquellos sentimientos se reemplazaron en cuanto lo vió. Y su respiración se cortó por unos segundos.

Su presencia fue suficiente para que algo hiciera click en su cabeza.

—Adds, hola —saludó Ethan acercándose con una sonrisa—. Te presento a mi amigo y también socio, Barry Allen —les acercó.

   Al ver aquellos ojos color esmeralda junto a aquella brillante sonrisa, logrando hacerle sentir tan familiar, los recuerdos terminaron por volver a ella.

—Eres y siempre serás lo más importante en mi vida, quien más me hace feliz y te amo más que a nada en este mundo, rayito —susurró el castaño acariciando sus mejillas.

Ella automáticamente se sonrojó y le devolvió aquella sonrisa mientras pasaba sus brazos tras el cuello de él, prevaleciendo en una mayor cercanía.

—Eres un maldito romántico, Bartholomew Henry Allen —murmuró ella—. Pero yo te amo más.

   El mencionado sonrió de forma boba para luego terminar de acortar la distancia entre sus rostros, juntando sus labios en un beso, creando una suave danza con sus labios.

   Aquel era el chico que denominaba en sus visiones, aquel extraño castaño de ojos color esmeraldas.

Lo recordó todo. Y supo que todo aquello que los rodeaba no era real. Solo al compartir una mirada con Ethan, supo que él también era consciente de ello.

—Un gusto conocerte, Barry —sonrió Adds.

—El gusto es todo mío, señorita Singh —le sonrió de vuelta.

—Nos disculpas un momento —pidió—. Debo hablar algo con el caballero aquí —señaló a Ethan.

—Claro —aceptó él, para luego alejarse.

—Nada de esto es real ¿No es así? —cuestionó ella, yendo directo al grano.

—No lo es —negó él—. No sabía si estabas teniendo estos recuerdos también, pero supuse que él podía ayudar.

—¿Qué demonios está ocurriendo, Ethan?

—No lo sé, Adds —respondió, mientras ambos observaban a su alrededor.

Todos se veían tan alegres, tan... normales, tal vez. No parecía que fuera irreal.

—Chicos —habló Sara, apareciendo a un lado de ellos—. ¿Ustedes...?

—Esto no es real —interrumpió Ethan.

—Lo sabemos —asintió Adds—. Debemos irnos.

—Si —asintió—. Oliver, Dig y Ray ya lo saben, solo nos falta Thea.

—Bien, esto... bien —asintió ella, viendo al ojiverde saludarle a lo lejos.

Era tan parecido a él, pero no era su Barry. Al igual que la mujer que llamaba justo en ese momento a su celular, tampoco se trataba de su abuela.

—¿Dónde está Thea? —cuestionó Dig cuando vieron a Oliver llegar solo.

—Thea se queda —informó Queen—. ¿Le explicaste a los chicos qué hay que hacer?

—Si, al parecer hay que llegar a la torre que no es de mí no prometida —habló Ray trastornado.

—Por lo menos tu falsa prometida no te engaña —blanqueó los ojos Adds.

—Debemos hacerlo rápido —explicó Oliver—. No sabemos lo que los Dominadores hicieron, pero de seguro tienen salvaguardas para mantenernos aquí.

—¿Como ellos? —cuestionó Ethan, apuntando a los sujetos frente ellos.

Justo en ese momento un flecha dió en el hombro de Oliver, al igual que otras dos dieron en los de Adds e Ethan.

—Nuestra tortura personal —susurró Adds—. Encantador.

Todos comenzaron a acercarse a cada uno de sus oponentes. La mayoría podía ver sus torturas personales, en otros casos eran compartidas. Al parecer los Dominadores averiguaron que puntos tocar.

—Bueno, bueno ¿Será que nuevamente logres evitar que asesine a tu familia? —cuestionó la encapuchada frente a ella.

Era la hija del líder de la Liga de las Sombras.

—Estás muerta —murmuró Adds esquivando un golpe, para luego lanzar uno propio.

—¿Qué tan muerta me ves ahora, Fatat Alnaar? —se burló atestando su puño en el rostro de Adds.

—Puedo asesinarte otra vez —aseguró.

—¿Estás segura de eso? —cuestionó disparando una flecha.

   Dando una vuelta Adds logró atrapar la flecha en una de sus manos para luego de un rápido y preciso golpe atravesarla en la pierna de la Niara Asad, la heredera de el trono sombrío.

—Eres solo una frágil sombra, Niara —y sin más uso la misma flecha para cortar la garganta de la mujer.

Al mirar a su alrededor todos parecían haber terminado con sus pesadillas de forma reciente. Por lo que soltó inmediatamente la flecha, viendo las salpicaduras de sangre en sus manos.

—¿Estás bien? —cuestionó Ethan llegando a su lado.

—Si —suspiró—. ¿Y tú?

El rubio miró a un lado, centrando su vista en el inerte cuerpo de su peor pesadilla, para luego asentir.

—Lo estoy —aseguró.

   John había terminado herido, así que rápidamente tuvieron que moverse hasta Smoak Technologies. Aquel edificio que comprendieron no tenía sentido alguno en ese lugar.

—Muy bien, o esa es nuestra salida o golpeamos nuestros talones tres veces y decimos «No hay lugar como el hogar» —habló Ray.

   De ser otra la situación actual, Adds hubiera reído, pero la verdad es que en esos momentos no se sentía para nada bien.

—¿Y si no funciona? —preguntó Sara.

—Debe funcionar, nos estamos quedando sin tiempo —habló refiriéndose a John.

   Todos, rápidamente sin dudarlo, se acercaron comenzando a cruzar el portal que se encontraba frente a ellos.

   Oliver, Ethan y Adds se detuvieron un momento para ver tras ellos. El primero vió a sus padres, Laurel, Tommy y Felicity. El segundo vió a sus padres y a su ex prometida. Y Adds vió a aquella mujer de cabello casi blanco completo, debido a las canas, observándole con una sonrisa llena de amor.

—Siempre fuiste fuerte mi niña —habló su abuela—. Estoy orgullosa de ti y en quien te has convertido.

   Adds recordaba perfectamente aquellas palabras y una sonrisa nostálgica salió de sus labios.

—No son ellos —susurró tomando la mano de su mejor amigo.

—Lo sé, pero lucen exactamente como ellos.

Ambos dieron un último vistazo para luego ser quienes últimos cruzaron el portal. La luz blanquecina los cegó, pero no tardaron en despertar en una especie de cabina con forma de medio capullo, con algunos cables conectados de forma superficial a sus cabezas. Adds supuso que de esa forma los mantenían inducidos en aquella ilusión.

—¿Dónde estamos? —inquirió Sara.

   Nadie respondió a ello, puesto que no tenían ni la menor idea de dónde demonios se encontraban.

—Chicos —habló Ray llamando la atención de todos—. Hay algo que necesitan ver.

   Se acercaron al gran cristal por donde Ray observaba, el cuál cumplía función de ventana. Inmediatamente supieron cual era su ubicación. Se encontraban en el maldito espacio. Lo más probable era que dentro de una de las tantas naves de los Dominadores. Y si aquello no significara un problema de riesgo, Adds e Ethan estarían dando saltos de emoción.

—Muy bien —habló Oliver llamando la atención de todos—. Debemos movernos, rápido.

—¿Cómo saldremos de aquí? —preguntó Thea.

—Como mejor lo sabemos hacer —murmuró Ethan—, luchando.

—Adds ¿De casualidad tienes tus poderes? —preguntó un interesado Ray— Porque serían realmente conveniente en estos momentos.

   Adds observó a su alrededor. El ambiente se sentía frío, sin embargo supuso que aquello no debía de ser un factor negativo por el cual sus poderes no se manifestarían. Y así fue. Al abrir la palma de su mano una flameante llama se asomó.

—¿Eso responde tu pregunta? —inquirió divertida.

   El grupo rápidamente comenzó a escabullirse por el lugar, evitando a toda costa ser vistos por aquellos desagradables alienígenas.

—Por aquí —señaló Palmer—. Puede que haya tecnología extraterrestre, pero algunos diseños son universales.

Al seguir el camino que el creador de Atom señaló no tardaron en darse cuenta de que no fue lo más acertado, ya que se encontraron de lleno con un grupo de Dominadores.

—O tal vez no —murmuró Ray, asustado.

Oliver siendo uno de los primeros en reaccionar, tomó un arma en sus manos, la cual estaba posada en una pared y comenzó a disparar.

—Ray tiene razón. Ciertos principios de diseño son universales —repitió el arquero.

Aquello fue suficiente para que Adds se uniera a la diversión, comenzando a lanzar orbes cargadas en altas temperaturas en dirección a los alienígenas. Dando tiempo así, para poder desplazarse a alguna otra ala de la nave.

   Corrieron por los pasillos llegando a un apartado donde tenían asegurada su escapatoria. O la tendrían, solo si averiguaban cómo lograr volar alguna de esas cabinas espaciales.

—¿Sabes volar esa cosa? —cuestionó Dig.

—Bueno, espero que entre los presentes logremos poder hacerlo —comentó Oliver.

Todos se apresuraron a subir a una de las naves tomando asiento en los lugares disponibles en el centro de la cabina.

—¿Y ahora qué? —inquirió Adds, mirando el tablero frente ella.

Todos tenían tenía uno en frente, y todos lo observaban igual de perdidos.

—¿Ray? —llamó Oliver.

—Ahora sería un buen momento para hallar un manual —mencionó el mencionado.

Thea a un lado de Adds, posó su mano sobre el tablero, activando la nave. Supieron que esta se había activado, ya que emitió un sonido y acercó los pequeños tableros más a ellos, a modo de seguridad.

—Y mamá dijo que no lograría nada si no iba a la universidad —sonrió con autosuficiencia la castaña.

Adds soltó una pequeña risa, ligeramente relajada al ver que aparentemente ya no corrían peligro.

   En ese preciso momento la nave fue soltada al espacio exterior logrando que por el brusco movimiento todos sintieran un revoloteo en sus estómagos.

—¿Esto va en control automático? —cuestionó Ethan.

—No veo ningún control —comentó Ray.

—Cuidado. Nos disparan —dió aviso John.

—¿Cómo sabrías eso? —preguntó Sara confundida.

   Al segundo de realizar tal pregunta, un impacto dió en la nave, provocando que esta se remeciera, dando a entender que sí se encontraban bajo ataque. Seguido un nuevo golpe dió en la nave y en su interior chispas comenzaron a saltar dando a entender que estaba siendo dañada.

—¡Debemos hallar el modo de dirigirla o no aguantaremos! —ordenó Oliver.

—No me digas, genio. Que si no lo dices ni cuenta nos damos —ironizó Adds.

Antes de que pudieran recibir otro golpe sintieron cómo la nave era elevada y posteriormente absorbida. Por suerte se trataba de la Waverider y no otra nave alienígena.

—Este lugar es increíble —alucinó Adds observando con atención el interior de la nave de las Leyendas.

—Gracias por salvarnos —escuchó decir a Oliver.

—No hay problema —le restó importancia Nate.

—Excepto por lo problemas —musitó Ray.

—¿Cómo cuáles? —inquirió Ethan cruzado de brazos.

   Resultaba que el equipo había sido capturado para reunir información. Y al parecer existía algún tipo de arma poderosa creada por los Dominadores, la cual iba en curso directo a la tierra.

   En esos momento Adds solo quería arrojarse en su cama y dormir mil años. Mentiría si dijera que su vida nunca antes se había visto tan complicada, porque sabía que no era así.

— ϟ —

EN CUANTO ADDS BAJÓ DE LA NAVE de las Leyendas una de las primeras personas que vió fue a Cisco, quien no dudó en estrecharla en sus brazos para luego regañarla a ella e Ethan por haber sido tan estúpidos para dejarse absorber por alienígenas. A unos pasos de ella vió a cierto velocista, quien tampoco dudó a la hora de correr hacia ella, alzándola en un abrazo.

—¿Estás bien? —inquirió Barry, procurando por el estado físico de Adds.

—Lo estoy, o por lo menos lo estaré —asintió con una pequeña sonrisa, aferrándose a él—. ¿Tú estás bien? —cuestionó separándose solo unos centímetro para observarle.

—Claro, sí —respondió reteniendo las ganas de decirle que en esos instantes estaba a la perfección solo porque ella estaba ahí con él.

Ambos sonrieron, para luego reincorporarse al equipo mientras se dirigían al interior del hangar.

—No puedo creer que escaparon de una nave alienígena —alucinó Cisco—. La clave es «Nave alienígena» Tengo preguntas.

—Pueden esperar —interrumpió Oliver—. ¿Cuál es nuestro estado?

—Nada desde que los Dominadores nos visitaron para jugar con nuestras mentes.

—¿Por qué? —inquirió Nate.

—¿Qué tal si intentaban ponernos unos contra otros para obtener información? —propuso Ray.

—Tiene sentido —murmuró Adds.

—Si, ojalá nos mandaran solo un cuestionario —articuló Felicity.

—Bueno, los meta-humanos amenazan su invasión —remarcó Kara—. Tendría sentido que conocieran a sus enemigos.

   En aquel momento, Adds dejó de prestar atención a todo lo que el equipo hablaba. Tomó asiento mientras de paso intentaba despejar su mente por solo un segundo. Lo único que podía pensar en esos momentos, era en aquello dicho por la ilusión de Niara. Incluso muerta la heredera del trono sombrío la perseguía. Aunque después de todo debido a ella era la caza que la Liga de las Sombras había orquestado.

   Malditos alienígenas y sus inducciones. ¿No podían simplemente marcharse y dejarlos en paz para que ella pudiera concentrarse en cómo no ser acabada por la Liga y evitar que esta acabara con su familia?

—Adds —la mirada de ella se enfocó en Barry, quien estaba hincado frente a ella—. ¿Estás segura de que estás bien?

—Sí, sí —asintió rápidamente—. Es solo que, ya sabes... cómo sea —negó—. ¿Dónde están los chicos? —cuestionó al notar la ausencia de algunos de sus amigos.

—Felicity y Cisco fueron con Nate. Harán un viaje para secuestrar a uno de los alienígenas presentes en la batalla de Redmon, Oregón del 1951 —explicó el velocista.

—Eso suena genial.

—Tal vez aún puedas alcanzarlos —señaló Barry.

—No. En definitiva paso de esta —se apresuró a decir con una sonrisa—. ¿Qué hay de los demás?

—Se están preparando. La nueva presidenta quiere vernos —le comentó—. ¿Vienes?

   La mirada de Adds se enfocó en a las espaldas de Barry observando esta vez a la alienígena aliada, quien parecía bastante frustrada a unos cuantos metros de ellos.

—¿Por qué Kara está enojada? —cuestionó fijando su mirada en la verdosa de Barry.

—Bueno, puede que Oliver le haya dicho que se quedará aquí —titubeó mientras hablaba.

—¿Están conscientes de que ella es nuestra mejor arma? —el velocista asintió—. ¿Y no piensas hacer nada?

—¿Qué quieres que haga?

—Se supone que eres nuestro líder, y se supone que debes elegir lo mejor para el equipo. Kara es lo mejor para el equipo —remarcó.

—Adds...

—¿Sabes qué? No importa —negó poniéndose de pie—. Creí que de verdad liderarías por tu cuenta Barry. Y pensé que serías distinto teniendo en cuenta las circunstancias —tras eso comenzó a caminar lejos de él.

—¿A dónde vas? —le detuvo Barry—. ¿No vendrás?

—No —negó—. Me quedaré aquí a hacerle compañía a la chica por quien fuiste a otra tierra exclusivamente a pedir ayuda para esto, pero a quien ahora dejas fuera del grupo —recordó—. Además no creo que me necesiten, porque de necesitar realmente ayuda llevarían a Supergirl ¿No?

   Y sin más se dió la vuelta nuevamente y caminó hasta la heroína de tierra 38.

—Kara, hola —saludó Adds con una sonrisa.

—Adds, creí que irías con ellos —señaló Kara.

—Nah, ellos pueden solos —aseguró.

—¿Estás segura?

—De no ser así, te habrían llevado—comentó—. Oliver puede ser un idiota aveces, al igual que Barry —habló luego de unos minutos—. Pero no lo hacen con malas intenciones.

—Lo sé. Es solo que no entiendo porque desconfía de mí.

—No hay una razón en concreta —guardó silencio unos segundos—. Bueno, en realidad a pasado por mucho, y muchas veces no sabe diferenciar entre quien confiar y quien no —explicó—. De igual forma, suele ser así con todos.

—¿Sí?

—La primera vez que lo conocí... Bueno en realidad cuando con Barry nos enteramos de que él era Arrow, antes de nuestros poderes y todo eso, Oliver casi nos mata —confesó.

—¿En serio? —cuestionó Kara sorprendida.

—Sí —rió asintiendo—. Es una larga historia en realidad, nos metimos en ese lío por Barry —recordó—. Pero ganamos buenos amigos.

La alienígena sonrió.

—Entonces... —murmuró la Kriptoniana desviándose del tema principal—. La ultima vez que vi a Barry creí que las cosas iban bien entre ustedes —mencionó Kara.

—Lo iban —asintió con una mueca—. Pero es un poco más que complicado.

—Tenemos tiempo de sobra —le recordó ella—. Soy toda oídos.

   Adds lo pensó unos segundos, pero finalmente se decidió por hablar con ella. Por lo que tras aproximadamente una hora contándole a Kara absolutamente todos sus problemas amorosos —agregando otra persona a la lista de quienes sabían de sus problemas—, la Kriptoniana le observaba mientras intentaba tomar lo más importante de todo lo que Adds le habían comentado.

—Entonces en la línea anterior tú moriste y cuando Barry viajó en el tiempo estabas viva, pero tú no sabías que estabas muerta ya que nunca moriste aquí, si no que tu relación con Barry terminó luego de que su padre muriera. Él te dijo cosas horribles y luego intentó salir con la que era tu mejor amiga. Oh y también te echó de los laboratorios.

—Algo como eso —asintió Adds con una mueca en sus labios.

—Bueno, es complicado.

—Lo sé —murmuró Adds.

—No, me refiero a que es complicado captar todo lo que me dijiste —se corrigió Kara—. Pero me parece bastante simple lo demás. Si se aman deberían volver. Es así de simple, Adds.

—Pero él me mintió, y probablemente lo sigue haciendo.

—Todos guardamos secretos y mentimos —remarcó Supergirl—. Y él lo hizo con el propósito e intención de protegerte.

—Sí, pero si me hubiera dicho la verdad desde un principio las cosas serían distintas.

—¿Y por qué no pueden ser distintas ahora? —propuso Kara—. De nada sirve vivir en el pasado junto al hubiera.

   Adds le observó fijamente procesando todo. Si bien llevaba tiempo pensando las cosas —y con tiempo se refería a los últimos cuatro días en sus cortos tiempos libres—, ella sabía que había conciliación. Solo esperaba que cuando tuviera el valor de dar el siguiente paso no fuera muy tarde. Y probablemente por eso no había dado aún el siguiente paso, porque tenía miedo de que fuera demasiado tarde. Claro, sumado al hecho de que se encontraban en medio de una guerra con alienígenas.

—¿Entonces en tu tierra son solo tú y tu primo?

—Si. Pero él cuida de Metrópolis —comentó—. En mi ciudad soy sólo yo y mí hermana, además de una asociación secreta llamada DEO.

—Genial, son como Shield.

—¿Shield? —inquirió confundida.

Adds volvió a abrir su boca sorprendida e indignada a la vez.

—Estoy bromeando —rió la Kriptoniana—. Si conozco a Marvel y sus cómics.

—Gracias a Dios, te juro que estuve a punto de golpearte —suspiró con una sonrisa divertida.

—No dudo de eso —sonrió Kara.

   Adds guardó silencio unos segundos, observando con detenimiento a Kara, mientras sentía cada partícula palpable del ambiente.

—¿Qué? ¿Tengo algo en el rostro? —preguntó tocándose el área con sus manos.

—No —negó Adds—. Es solo que... luces un poco, decepcionada o triste, pero no es debido a lo ocurrido con Oliver.

   Kara abrió su boca sorprendida, mientras se preguntaba como demonios había visto eso.

—Algo me dice que no soy la única con problemas amorosos.

—Bueno... —balbuceó Kara—. Está este chico... Mon-El...

   Y así fue como ambas terminaron contando sus penas amorosas. Ambas habían tomado una confianza increíble con la otra, y les gustaba.

—Deberías tomar tu propio consejo —opinó Adds—. Las personas cambian, y sí, tal vez Mon-El si sea un idiota, pero tal vez no tenía malas intenciones y sí tenía verdaderos sentimientos.

—¿Eso crees?

—Aveces las personas vivimos con una coraza que demuestra lo que solíamos ser, en un intento de que no lastimen a nuestro nuevo y verdadero yo —comentó—. Dale tiempo al chico de explicarte todo, e intenta comprender su punto.

   Kara suspiró y le sonrió. Su mirada se desvió hasta algún punto del hangar.

—Al parecer están de vuelta—mencionó, señalando al equipo a lo lejos.

   Ambas heroínas se dedicaron una última sonrisa, para finalmente acercarse al grupo de héroes frente ellos.

   Una cosa que confundió a ambas, pero sobre todo a Adds fue los rostros frustrados y preocupados de todos, sumándole las emociones que habían en el entorno.

—¿Qué ocurre? —cuestionó llamando la atención de todos.

   Todos conocían a Adds, y sabían cómo reaccionaría a tal suceso, sobretodo tratándose de Barry. Sin embargo se vieron incapaces de decir la situación principal, por lo que optaron por algo un poco más fácil de digerir.

—Hay naves de Dominadores por todo el mundo, incluyendo Central City —explicó Dig.

—Bueno la tregua del Agente Secreto fue en vano —murmuró Ray.

—¿Qué tregua? —preguntó esta vez Kara.

—¿Alguien puede explicarnos que demonios está pasando? —pidió Adds, sintiendo el nerviosismo recorrerle de pies a cabeza.

—Barry se entregará a los Dominadores —habló finalmente Sara tras soltar un suspiro.

—Y no es algo que se discutirá —se pronunció el mencionado, llegando junto al equipo.

Adds observó a todos atónita, por un momento esperando a que aclararan que lo dicho se trataba de una maldita broma.

—Me entrego a los Dominadores y ellos dejan en paz al mundo —siguió hablando el velocista—. Es simple.

—No, no es simple —negó Felicity.

—Barry no importa lo que hayas hecho. No puedes hacer esto —articuló John por su parte.

   Adds sentía que en cualquier momento entraría en un colapso. Intentaba pronunciarse pero las palabras parecían atorarse antes de siquiera abrir su boca para hablar.

—Ha sido un honor muchas con todos ustedes —comentó Barry ignorando todo lo anteriormente dicho por sus amigos—. Ahora depende de ustedes mantener a salvo nuestro hogar —y sin más él se dió la vuelta dispuesto a alejarse de ahí y entregarse.

   Finalmente Adds pareció salir de su trance, por lo que dió un paso al frente, con firmeza y determinación.

—No —negó—. Esto no tiene sentido.

—Adds... —Barry intentó detener su protesta.

—¡No! —alzó su voz—. ¡Tú vas a escucharme Bartholomew Henry Allen! —exclamó nuevamente mientras caminaba tres pasos hacia él señalándole con su mano—. No vas a hacer esto...

—Adds...

—¡Qué te calles! —volvió a exclamar—. Cometiste un error, sí. Cómo todos aquí solemos hacer porque somos estúpidos humanos que no saben hacer otra cosa más que equivocarse —remarcó—. Y sí, sé que estás dispuesto a hacer todo esto, porque harías lo que fuera por salvar a quienes amas, pero no debes hacerlo ahora mismo. Y sí también eres un idiota y un terco —Barry suspiró—. Pero eres mí idiota y mí terco, y yo no te dejaré salir de este maldito hangar para que te entregues a esos estúpidos alienígenas. E intenta desafiarme porque te mataré con mis propias manos.

   El velocista le observó en silencio por unos segundos, incluso se encontraba sorprendido. La vió respirar agitadamente, probablemente a causa del enojo y por lo rápido que había hablado. E incluso se emocionó. Pero no podía simplemente ceder ante lo que ella le pedía, no podía hacerlo si quería mantenerla a ella, su familia y amigos a salvo.

—Lo siento, Adds —negó él, dándose la vuelta para salir de ahí.

—No irás a ninguna parte, Barry —repitió levantando una pared de fuego, cerrándole el paso—. Ya te lo dije, Bartholomew, no te dejaré ir a ninguna parte.

El velocista se detuvo nuevamente y soltó una pequeña risa.

—Sin ofender, Adds ¿Pero tú y cuántos más me detendrán? —cuestionó dándose la vuelta para mirarle.

   Todos dieron un paso adelante hasta la posición de la rubia, sorprendiendo así al velocista.

—Puedo hacerlo sola... pero, ¿Te gusta este equipo, Rayito? —cuestionó con burla.

—Escucha, rojo —habló Mick—. No me agradas, pero cuando tienes una tripulación recibes un golpe por el resto.

—No sabía que Mick tenía cerebro para decir algo como aquello —musitó Ethan con burla.

—Eso es bastante inspirador —Barry sonrió levemente—. Bueno, hasta el momento en que Mick nos comparó con criminales —opinó caminando hasta ellos.

   Ethan disimuladamente empujó de Adds, indicándole que fuera por el velocista. Y ella así lo hizo.

—No estas solo, Barry —aseguró quedando frente a él—. Aunque pueda estar odiándote y maldiciéndote algún día, lo cual en realidad a ocurrido bastante seguido los últimos meses —bromeó haciendo que él riera—. Hice una promesa, y planeó cumplirla con gusto.

   Ambos sonrieron, hasta que alguien en el fondo gritó:

—¡Ya bésense!

   Probablemente había sido Ethan junto a Cisco. Y aquello logró hacer reír a todo el equipo, al igual que logró que todos los presente comenzaran a animarles de la misma forma.

—Chicos... —intentó detener Barry—. No...

—Cállate y bésame, estúpido —Adds murmuró divertida, tomándole del cuello del traje, para luego juntar sus labios con los de él.

   Los gritos de todos se escucharon de fondo, haciendo que ambos se separaran riendo. Adds le sonrió a Barry por última vez antes de darse la vuelta mirando al equipo.

—Muy bien amigos —habló ella—. ¡Vamos a patear traseros alienígenas! —animó—. Excepto el de Kara —se detuvo a aclarar—. Ese trasero hay que cuidarlo.

—¡Chicos! —Jax llegó interrumpiendo—. ¿Vieron la nave que esta sobre Central City?

—Se está abriendo —informó Sara a la par.

—Bien, tal vez hagamos más daño que bien, pero esta es nuestra oportunidad de averiguarlo —comentó Nate.

Todos asintieron de acuerdo.

—Aquí vamos —musitó Oliver.

Todos fueron a prepararse. Adds por su parte solo se quedó ahí de pie sin saber que demonios hacer.

—Adds —llamó Barry deteniéndose a su lado.

—¿Sí? —cuestionó observando brevemente cómo todo el equipo se organizaba, para luego observarle a él—. Mira, sé que debemos hablar —se adelantó a decir—. Y sé que probablemente esto del beso te haya dejado más confundido —Barry asintió—. Te prometo que hablaremos y todo tendrá una explicación, y solución —guardó silencio un segundo—. Si me dieran un dolar por cada vez que te he dicho esto sería millonaria —suspiró frustrada consigo misma—. Lo que quiero decir es que...

—No necesitas repetirlo, entiendo perfectamente. No hemos tenido tiempo — asintió Barry—. ¿Pero estamos bien? —inquirió retorciendo sus dedos en nerviosismo.

   Adds le sonrió con un poco de diversión y coqueteo, y se acercó más a él.

—Tendrás que esperar hasta el fin de la invasión para averiguarlo —murmuró por lo bajo.

   Barry le sonrió, y Adds finalmente se separó comenzando a caminar en dirección al resto del equipo.

   Ahora les quedaba dar su máximo esfuerzo, porque la verdadera lucha había comenzado.








— ϟ —








NO, NO ES
Tom Holland, pero no sabía que nombre usar para este personaje sin contexto, así que... Tom.

En el próximo capítulo terminamos con el crossover, y luego la historia tomara un rumbo distinto o algo así, idk

En fin, si ven algún error o alguna inconsistencia no duden en decírmelo, ya que el capítulo lleva más de una semana aquí y hasta hoy recordé que era día legal de actualización y estoy tan estresada con la escuela que no he tenido tiempo de darle un repaso.


[editado: 26/03/2022]

─𝙨𝙥𝙞𝙙𝙚𝙮𝙜𝙡𝙤𝙬

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