CHAPTER I

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CHAPTER I

( for all souls! )

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LA PELIAZUL CAMINABA POR LOS CALLEJONES con sus aires de grandeza que nadie podría discutir. Por donde pasaba cada uno en su camino, ya sea niño, adulto o anciano, se alejaba; sabían perfectamente que debían hacerlo si querían salir ilesos, nadie quería meterse con ella, aún menos con su padre.

Sus pasos retumbaban en el pavimento, como si de bombas de guerra se tratara, dando una clara señal de su presencia.

Su llameante cabello azul, tan característico de su progenitor y heredado por ella, volaba por la fuerte brisa, pero ni esta podría alguna vez detener su ardor.

Sus penetrantes ojos escaneaban a cada uno, alertos a cualquier amenaza, aunque ella supiera que nadie se atrevería jamás, nunca bajaría la guardia. Eso era lo que la caracterizaba, siempre atenta a un golpe, a una traición. Después de todo, ya había cometido ese error en el pasado, martirizándose día y noche por aquel día que había sido tan débil de expresar sus sentimientos.

¡Oh, qué ingenua había sido!, si tan solo no hubiera abierto la boca, ahora su hermanita no le habría robado otra cosa más le pertenecía, y que de algún modo estaba destinado a ser.

La flama del odio hacia su hermanita se incrementaba con cada robo que hacía hacia su persona, y a través de los años este nunca se apagó, solo se alimentaba cada vez que veía aquellos colores juntos: violeta y azul, divirtiéndose por la Isla.

¡Cómo odiaba ver esas sonrisas juntas! ¡Ignorando totalmente el daño que le habían hecho!

Pero bueno, mejor mantener a aquellas personas tóxicas lejos de su vida.

Sus pasos la guiaron hacia el borde de la Isla, donde si daba tan solo un paso más, la barrera la devolvería a su lugar sin piedad, donde según Auradon pertenecía junto al resto de los villanos. Algo realmente ilógico, ya que eligieron a quienes ellos creían que debían estar aquí, sin un juicio justo. Porque si uno lo analiza la historia de su tan "amado" Rey Adam, él comenzó como uno de ellos, egoísta, narcisista, sádico; adjetivos que ellos les pusieron a los villanos. Gastón solamente quería salvar a Bella, pero al tener estos mismos rasgos e intentar matar a la Bestia, de quien Bella se había enamorado, él terminaba siendo el malo de la trágica historia.

La chica había tenido el placer de hablar con Gastón en persona, gracias a su hijo Gil. Él le contó toda la historia, la cual era realmente diferente a la de los amados Reyes, pero claro, la de ellos era la única verdadera. Nadie querría escuchar como el villano, en realidad, creía que salvaría a la chica de la cual se había enamorado de una temible bestia.

— ¡Señorita Agnys! — una chillona voz comenzó a llamarla, luego sumándose otra más grave y rasposa.

— ¿Qué quieren, Pánico y Pena? — suspiró cansada sin dejar de mirar hacia el sol proveniente de Auradon.

— Nuestro Señor requiere de su presencia.

— Por todas las almas, qué querrá ahora— murmuró para ella misma, antes de seguir a los dos diablillos que daban saltos sin parar, mientras giraban cada tanto para asegurarse de que está los siguiera.

Llegaron a la guarida de su padre y a lo que podría llamar hogar, mientras se adentraba cada vez más en las tinieblas, los ladridos de Cerbero resonaban con más ímpetu haciéndola rodar los ojos. Era molesto, pero a la vez una pena, que la tan amada mascota de la familia había sido confiscada por Auradon.

Se encontró con su padre acostado en su sillón, comiendo algo de lo que realmente no quería saber su procedencia; por otro lado, su hermano, quién a diferencia de ella había heredado el cabello de su madre, practicaba con su guitarra que él mismo había creado. Al verla llegar, ambos compartieron una mirada antes de que su padre la miraba con una sonrisa llena de misterio.

Agnys hizo un ruido de queja.

— Esa sonrisa no, por favor— bufó—. ¿Qué ocurre?

— ¿Cómo te sentirías si te dijera que fuiste elegida para ir a Auradon? — siguió sonriendo, mientras se levantaba de su lugar para acercarse a su hija.

— Disgustada, enojada y con unas extremas ganas de vomitar.

— ¡Muy bien, mi pequeña Flamita! — exclamó con una falsa emoción—. Junta tus cosas y lleva un balde para esas náuseas, irás a Auradon.

Ni el mismísimo Zeus hubiera estado preparado para la ira de Agnys, el cabello de la chica flameó con más intensidad y sin pensarlo comenzó a arrojarle objetos a su padre, mientras Pánico y Pena se escondían, y su hermano se reía. Lo que finalmente lo llevó a ser golpeado también. Hadie cansado por el golpe recibido, agarró un vaso de agua y lo vertió en la cabeza de su hermana apagando la llama de su enojo.

Ahora con la familia más tranquila, Hades le explicó a su hija la situación. El futuro Rey Ben, hijo de la Bella y la Bestia, sería coronado pronto y su primera proclama real era llevar a cinco hijos de los villanos a Auradon, para que formaran parte de un nuevo programa de reinstalación. Su padre no la dejó objetar, él realmente creía que esto sería una gran oportunidad para Agnys, su hija era cada vez más descontrolada y realmente quería que ella tuviera una buena vida, no la que tuvo que sufrir por sus errores.

Agnys aceptó a duras penas, pero sabía que ningún rayo de sol de Auradon se internaría a su oscuro corazón.




──── ⊰✩⊱ ────




— ¡Señorita Agnys!

— No otra vez...— susurró antes de girarse hacia los diablillos.

— Hicimos su maleta, señorita— dijo Pena extendiéndole la bolsa de basura negra llena de su ropa y objetos personales.

La chica rió antes de agacharse y darle a ambos un beso en sus cabezas.

— Voy a extrañarlos, chicos.

— Nosotros a usted, señorita— dijo Pánico viendo como esta se alejaba hacia la limusina—. ¿Estás seguro de que guardamos su cuaderno y lápices?

— No lo sé, tú te encargaste de eso.

— ¡No lo recuerdo! — comenzó a entrar en pánico, por algo su nombre era Pánico—. ¡Agnys nos hará trizas cuando se entere!

— Querrás decir, , se entera de ello.

— Claro que se va a ente...— se detuvo—. ¡Ah! Bien dicho, bicho.

— Muévanse— dijo la voz de Hadie, empujándolos para pasar entre ellos acercándose a su hermana—. Así que, por lo que veo, Mal y Evie van también. ¿Asustada, hermana?

— Más bien, extasiada— sonrió malévolamente hacia su hermano antes de unirse al grupo—. Al parecer dejarán entrar perros pulgosos en Auradon.

— ¡¿Perros, dónde?!— gritó Carlos asustado, provocando que Agnys dudara de su inteligencia.

— Hola, hermana— la saludó Mal cuando ésta se encontraba alejada de su grupo, la cual suspirando al ver que Agnys ponía su equipaje en el auto—. Veo que tú también vienes.

— Por desgracia— contestó cruzando sus brazos, mientras el resto del grupo entraba a la limusina, no sin antes de que Evie y ella compartieran una mirada, al igual que Mal y su madre que se encontraba en el balcón—. Oh, ya veo. Te dio una tarea, ¿cierto?

— ¿ padre te dio una? — preguntó dando una clara acentuación en "tú".

— Nah, él quiere que tenga una mejor vida, supongo que también quiere que me transforme en buena, ¿quién sabe?

— Bueno, yo sé perfectamente que eso no sucederá.

— Créeme pienso divertirme mucho, uva podrida.

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