III - Capítulo XIX: Pendiente

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—¡No puedo creerlo! Tú aquí —exclamo de la felicidad y soltando a Minji.

—¡Sorpresa! Mina me había comentado sobre este viaje y me dije: ¿porqué no escaparme por un fin de semana? No me lo podía perder y pasar un tiempo divertido con ustedes —Minji se aparta, sonriendo con esa familiaridad de siempre.

Y es que, Minji y yo nos hemos relacionado desde que éramos bebés, compartimos secretos y aventuras desde que tenemos memoria y uso de razón.

De repente, me acordé de Jennie, quien estaba de pie a un lado, mirando la escena. En su rostro había algo, pero no supe identificar qué. ¿Tal vez solo está cansada? pensé. No fue hasta que Jennie me miró, entre cerrando los ojos de manera muy sutil, que recordé que nunca le mencioné a Minji de manera clara.

—Jennie —dije, girándome hacia ella. —Esta es Minji, una de mis mejores amigas. Hemos estado juntos desde siempre y...

Jennie entrecerró los ojos un poco más, como si estuviera evaluando algo, lo que hace que me bloquee por un momento y cuando y a continuar Jennie extendió su mano hacia Minji y dijo con tanta seguridad.

—Soy Jennie, su novia, un placer conocerte —sonríe de lado, una orgullosa.

Me congelo un poco por un segundo. Las palabras resonaban en mi cabeza, pero no entendía por qué las había dicho así, con tanta naturalidad.

—¡Encantada de conocerte, Jennie! —responde Minji con una sonrisa.

Todo parecía seguir como siempre, salvo que había algo en Jennie, algo en esa sonrisa suya, que no terminaba de encajar. No podía poner el dedo sobre qué exactamente, pero parecía distinta. Más distante, quizás. De inmediato pensé que Jennie estaba siguiendo su papel de novia falsa. Era lo lógico, ¿no? Después de todo, habíamos acordado este trato: fingir ser una pareja durante cuatro meses para cumplir con nuestros propios objetivos.

Me relajé un poco, asumiendo que solo estaba siendo cuidadosa. Claro, está siendo profesional. Está actuando su parte. Eso debía ser. Jennie siempre había sido increíblemente meticulosa con todo, y esto no sería la excepción. Yo, por mi parte, no me acostumbraba a este tipo de mentiras

La conversación entre Minji y yo fluyó como de costumbre, pero noté que Jennie estaba callada, mucho más de lo habitual. Cada vez que Minji decía algo gracioso Jennie solo sonreía de forma ligera, sin su habitual energía.

Tal vez está cansada, pensé de nuevo. Pero cada vez que la miraba, esa chispa en sus ojos me hacía pensar que tal vez había algo más. Lo más extraño era que, a pesar de todo, no se me ocurría nada fuera de lo normal. Estábamos siguiendo el trato, ¿no? Es solo el papel, eso es todo. Pues pensaba que Minji no sabía nada de nuestra relación falsa.

El tío de Mina entra en acción para decir que tenía la cena lista y casi corriendo fuimos a la parte del comedor. ¿Lo que nunca espere? Que Jennie se haya acercado a mi para agarrar mi mano, casi recostándonse de mi. Me bloqueo, pero a su vez trato de seguirle el paso. Aunque, a su vez se sentía tan bien.

Al llegar a la mesa, rápidamente Jennie me sienta a su lado, aún sosteniendo mi mano y la coloca debajo de la mesa. Su silla está pegada a la mía, mi mente daba vueltas y mi corazón latía más rápido. Trataba de concentrarme, estaba siguiendo su papel, solo eso.

Luego de unos minutos como siempre Minji tenía esa naturalidad de avivar la mesa compartiendo historias, y yo intentaba seguir el ritmo de la conversación. Jennie se mantenía algo callada, pero su presencia se hacía sentir de una manera extraña.

Minji contaba una historia divertida sobre algo que le sucedió en su trabajo, y mientras todas reían, Jennie se inclinó hacia más mí.

—¿Quieres un café, _____________? Antes de que nos traigan algo —Minji me mira.

—Claro, suena bien...

—Tienes que comer algo, cariño —Jennie comenta. —Llevas todo el día sin probar nada. No vas a sobrevivir solo con café.

Su tono era suave, pero lo más desconcertante fue que, justo después de decirlo, levantó su mano libre y me acarició la mejilla. Fue un gesto tan delicado, tan... ¿auténtico? Sentí un leve cosquilleo por el contacto, pero lo atribuí a lo inesperado de la situación. Jennie sonreía, pero había una preocupación en su mirada, como si realmente estuviera preocupada por mí.

—En serio, cariño. No quiero que te enfermes —añade, y aunque su tono seguía siendo suave.

De nuevo, mi corazón estaba como si corriera un maratón. Minji nos mira, sonriendo como si no hubiera notado nada fuera de lo común.

—¡Vaya, Jennie, eres muy atenta! Parece que _____________ tiene suerte de tenerte —Minji se ríe.

Jennie soltó una pequeña risa, pero sus ojos seguían fijos en los míos, y antes de soltarme la mano, apretó ligeramente mis dedos, como si quisiera asegurarse de que estaba bien.

—Bueno, alguien tiene que hacerlo —dijo, y aunque su tono era ligero, su gesto seguía resonando en mi cabeza.

Esto es parte del trato, me recordé. Jennie estaba siendo convincente, nada más. Pero esa caricia en la mejilla, la forma en que me había tomado la man por un momento, me hacía delirar.

Un aroma delicioso de los platillos llenó el comedor, interrumpiendo cualquier pensamiento que pudiera haber tenido. Los meseros colocaron en frente bandejas con una variedad impresionante de comida. Entre risas y bromas, nos empezamos a servir.

Minji, siempre entusiasta, me pasó un plato con algo que reconocí al instante: tteokbokki, uno de mis favoritos desde siempre.—Toma para ti, __________.

Asentí con una sonrisa, aunque aún sentía el calor de la mano de Jennie entrelazada con la mía. Mientras empezabamos a comer, ella soltó mi mano suavemente, como si no quisiera llamar la atención, pero me lanzó una mirada que me dejó con inquietud. Me observó por un segundo, como si intentara asegurarse de que realmente iba a comer. Y sin decir nada, comenzó a servirse en su plato.

La cena transcurría con las típicas conversaciones y risas, pero sentía algo en el ambiente. Nayeon puso tema de conversación y Minji se acoplaba a ella mientras Jennie se mantenía más callada de lo normal. Cada tanto, Minji hacía algún comentario gracioso que nos hacía reír, pero siempre que miraba de reojo a Jennie, la notaba algo distante, como si estuviera atrapada en sus propios pensamientos.

Mientras la cena continuaba y las conversaciones fluían, me estaba empezando a relajar, disfrutando del ambiente después de tantas horas en la carretera. La comida estaba deliciosa, y el cansancio poco a poco se desvanecía. De repente, en medio de una pausa en la conversación.

—Oye, ___________, traje mi baraja de Magic: The Gathering me dijo con una sonrisa traviesa—. Espero que podamos jugar después de la cena. Hace tanto que no jugamos, ¿no?

Mis ojos se iluminaron al instante. Hacía tiempo que no jugábamos una partida, y la idea me emocionaba más de lo que esperaba. Sentí un impulso de entusiasmo recorrerme.

—¡¿En serio?! ¡Eso sería genial! —exclamé, apenas conteniendo mi emoción. Casi podía imaginarme ya el duelo estratégico, las cartas en mis manos y la adrenalina de cada turno—. Hace mucho que no juego contigo.

—Pues prepárate que vas a perder —se ríe de mi, a lo que yo bufo con nuestra rivalidad de mentira.

Antes de que pudiera seguir adelante con mi entusiasmo, sentí una ligera tensión en el aire a mi izquierda. Al voltear, me encontré con Jennie mirándome, y su expresión me descolocó por completo. Había algo en su cara que no terminaba de entender, pero definitivamente no era la sonrisa relajada de siempre. Su mirada estaba un poco más estrecha, y su labio inferior formaba una pequeña mueca, como si estuviera a punto de decir algo, pero se contuviera, algo que no entendía.

Su expresión como la de un gatito molesto, rostro que ya había conocido cuando se enoja. Espera... ¿está enojada? ¿Pasó algo? Tenía esa mezcla de adorable pero claramente disgustada, lo que me deja con desconcierto.

—¿Pasa algo? —le hable por lo bajo.

—Nada, no me pasa nada —dijo Jennie, con un tono calmado, pero lo suficientemente afilado como para que notara que no era una simple observación.

—Um —mi mente daba vueltas al punto de estar caminando en un campo de cáscaras de huevo—. ¿Segura?

—Sí —dicta con una sonrisa que parecía forzada—. Muy segura.

—Bueno... si tú lo dices —dije y ella suelta un suspiro como si mis palabras le hubiesen hecho efecto, haciendo que me preocupe más.

En esos momentos me da con mirar a Rosé, quien me lanza una mirada como si me dijera: ¿Qué demonios está pasando? A lo que yo me encojo de los hombros levemente.

Terminamos de cenar y al levantarnos cada una decide que quería hacer antes de dormir. Irene y Jisoo querían irse a la habitación mientras que Nayeon y Yeji querían ir a la piscina. Yerim se emociona por la idea de la piscina que mira a Rosé para convencerla de ir también, como la gobernada que es acepta. Mina y Ryunjin deciden también ir a la piscina, porque sé que en el fondo Ryunjin quiere ver a mi hermana en bikini y Mina se le iluminan los ojos extrañamente cuando ve a Nayeon.

—Yo me iré a mi habitación —dice Jennie haciendo que la mire con preocupación.

—¿De verdad? ¿No quieres ir a la piscina con las chicas? O hacer una actividad antes de dormir —trataba de buscarle la vuelta, convencerla de que esto era un viaje para que se relajara.

—No, estoy muy cansada. Tuve prácticas, un examen en la mañana y un largo viaje como sabrás —se refería a nuestro viaje de seis horas, algo entendible.

—Oh, sí —digo y veo que ella se queda parada con los brazos cruzados, como si esperaba algo.

Así que decido inténtarlo de nuevo.

—¿Segura que además de estar cansada hay algo más? ¿Algo te molestó?

Jennie me miró de reojo, sin girar del todo la cabeza, con expresión fría.

—No me pasa nada —respondió con un tono seco, casi cortante, como si quisiera dejar claro que no estaba dispuesta a seguir hablando de eso.

Sin embargo, no podía dejarlo pasar tan fácilmente. Claramente le pasa algo, pensé, pero no quería presionarla. Sabía que Jennie podía ser muy reservada con sus emociones, pero esa frialdad repentina me dejó con confusiones. No era la Jennie que conocía o con la que me había acostumbrado a lidiar en nuestra dinámica.

—¿De verdad que no te pasa nada?—insistí, esperando que me dijera la verdad. Sentía que había algo más detrás de esa respuesta, algo que no quería compartir. Pero su rostro seguía inmutable, frío, como si quisiera cerrarse a cualquier tipo de conversación.

Jennie me miró directamente, sus ojos oscuros y serios, y repitió con firmeza:

—Te dije que no me pasa nada —desvía la mirada, como si la conversación hubiera terminado para ella—. Buenas noches y disfruta de tus partiditas de Magic.

Se gira para irse con Jisoo, quien estaba esperándola para irse juntas a la habitación que compartían. Me quedé allí, sin saber qué más decir. ¿Qué hice mal? No podía descifrar su comportamiento, y eso solo me hacía sentir con muchas ansias. No podía sacudirme la sensación de que había algo que se me estaba escapando, algo que no terminaba de comprender.

Nos instalamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podía escuchar las risas que venían de la piscina. El ambiente a nuestro alrededor era relajado, pero mi mente no estaba del todo en el juego.
Nos sentamos cerca de las ventanas, desde donde podíamos ver la piscina y escuchar las risas a lo lejos. Minji, siempre tan animada, sonrió mientras sacaba sus cartas y comenzaba a barajar.

—Te voy a ganar esta vez, Skywalker —dijo en broma, acomodándose en la silla frente a mí.

Sonreí débilmente, aunque mis pensamientos estaban en otra parte. Mientras colocaba mis cartas sobre la mesa, seguía dándole vueltas a lo que había pasado con Jennie. ¿Por qué estaba tan distante? Me lo había repetido mil veces, pero no lograba encontrar una respuesta. Quizás estaba cansada por el viaje, o tal vez había algo más que no me había dicho.

—¿______________ quieres empezar o? —preguntó Minji, sonriendo mientras barajaba su mazo de cartas.

—Sí, claro —respondo, aunque mi voz sonaba un poco distraída.

Minji levantó una ceja, pero no dijo nada al respecto, comenzando la partida. Mientras organizábamos nuestras cartas y tomábamos turnos. A pesar de la emoción inicial, sentía que mi mente estaba en otro lugar, lejos de la sala de actividades y el juego que tanto me gustaba.

Las risas de las chicas se oían a lo lejos desde la piscina. Era un sonido que normalmente me habría contagiado una sonrisa, pero esta vez no podía dejar de pensar en Jennie.

—Tierra llamando a ______________ —dijo Minji, sonriendo mientras barajaba su mazo de cartas—. ¿Todo bien?

La miré, con un poco de sorpresa por la pregunta, y traté de forzar una sonrisa.

—Sí, sí... todo bien.

Minji me miró con esa expresión que solo las personas cercanas tienen cuando saben que estás mintiendo.

—Ya te conozco, ______________. No tienes cara de estar 'bien'. ¿Es por Jennie, verdad?

Suspiro, sabiendo que no podía ocultarlo.

—Sí, es por ella —de nuevo suspiro—. Algo estaba raro con ella durante la cena, y no sé por qué. Le pregunté varias veces si estaba bien y solo me dijo que no le pasaba nada, pero... claramente algo no está bien.

Minji me observó por unos segundos antes de apoyar sus cartas sobre la mesa, tomando un tono más serio.

—Mira, no soy experta en relaciones, pero a veces las chicas no decimos lo que realmente sentimos, ya sabes, al menos no de inmediato. Quizá está esperando que te des cuenta de algo.

—¿De qué? —pregunté, con confusión—. No hice nada malo. Al menos, no que yo recuerde.

Minji se rió suavemente, como si lo que acababa de decir fuera una de las cosas más obvias del mundo. —Las relaciones no siempre se tratan de hacer algo malo. A veces se trata de lo que no haces. Quizá Jennie solo quiere que estés más pendiente de ella, especialmente si están aquí con más personas.

Fruncí el ceño, tratando de procesar lo que Minji me decía. Jennie siempre había sido independiente, fuerte, y no me daba la impresión de que buscara constantemente mi atención. Eso era muy obvio, su objetivo siempre es Lisa. ¿Pero yo? Quería hasta reírme de su comentario.

—¿Más pendiente? —pregunté, no entendiendo. Pero... hemos pasado tiempo todo el día —Minji me miró con una mezcla de paciencia y comprensión.

—Skywito, las chicas a veces solo queremos sentirnos especiales, que nuestra pareja esté atenta a los pequeños detalles, incluso cuando no lo decimos —Minji hizo una pausa, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado—. Bueno, quizá ella está esperando algo más de ti. No algo grandioso, pero... más atención, más conexión. O tal vez simplemente algo la tiene incómoda y no quiere decírtelo directamente.

—Pero si me lo dijera, podría hacer algo al respecto —respondí, con un poco de frustración—. ¿No se supone que la comunicación es importante?

Ya estaba empezando a sonar como si lo nuestro era real, como si de verdad fuese mi novia. No tan solo a sonar, si no a sentirlo.

—Sí, ____________. Pero también, aunque solo llevo dos horas de conocidas, interpreto que Jennie no es del tipo que va a soltar todo de una sola vez. Tal vez espera que le leas entre líneas. Quizás está esperando que, como su pareja... —Minji hizo una pausa y me observó atentamente—, tú seas más pro en saber cómo se siente.

—Tal vez tienes razón —admití finalmente, apoyando los codos en la mesa mientras observaba las cartas sin realmente verlas.

—Mira, ___________, si Jennie está molesta por algo, seguro que lo sabrás tarde o temprano. Quizá deberías intentar hablar con ella de manera más directa, pero sin presionarla. No siempre es fácil abrirse.

Asentí, aunque la idea de tener esa conversación me hacía sentir con incomodidad. Jennie no era alguien que compartiera sus emociones con facilidad, y yo no era exactamente alguien con experiencia en descifrar los pequeños matices de sus reacciones.

—¿Y si simplemente necesita tiempo? —sugirió Minji después de unos momentos de silencio—. A veces, es solo cuestión de esperar. No creo que sea nada grave, ____________. Ustedes dos siempre parecen llevarse bien.

La partida continuó, pero mi mente seguía atrapada en la inquietud. Aunque jugábamos y Minji intentaba bromear de vez en cuando para aligerar el ambiente, no podía sacarme a Jennie de la cabeza. Su rostro serio y distante seguía apareciendo en mi mente, recordándome que algo andaba mal, aunque no lograba entender qué.

Después de varios turnos, y con Minji claramente llevándome la delantera en la partida, ella volvió a romper el silencio.

—Seguro que va a ir bien, —dijo Minji, con esa confianza tranquila que siempre tenía—. Solo habla con ella cuando tengas la oportunidad. A veces, la mejor solución es simplemente preguntar.

Asentí, aunque sabía que no iba a ser tan sencillo. Hablar con Jennie sobre sus emociones era como navegar en un campo minado; un paso en falso, y todo podía explotar. Sin embargo, sabía que no podía seguir ignorando lo que estaba pasando.

Mientras Minji y yo continuábamos jugando, la sensación de incomodidad no se disipaba. El eco de las risas desde la piscina parecía lejano, mientras mis pensamientos permanecían anclados en Jennie, preguntándome qué estaba pasando por su mente y cómo podría arreglar las cosas.

El juego continuó, pero mi mente estaba en otro lado, perdida en pensamientos sobre Jennie, el trato y lo que realmente quería. Amarla era lo más doloroso que había sentido, pero al mismo tiempo, dejar de hacerlo parecía imposible.

Me quedé en silencio, considerando lo que había dicho. ¿Y si había algo más detrás de su actitud? ¿Algo que yo simplemente no estaba viendo?

—¿Qué debería hacer entonces? —pregunté finalmente, sintiendo la frustración crecer dentro de mí.

Minji sonrió ligeramente, como si hubiera estado esperando esa pregunta. —Puedes ir donde ella. Creo que si te acercas con algo... no sé, un detalle, tal vez logres romper esa barrera.

—¿Un detalle? ¿Qué tipo de detalle? —pregunté con confusión.

—Algo sencillo, ____________. No necesitas hacer una gran declaración ni nada dramático. Solo ve a la tienda del hotel, compra un helado o un dulce, lo que sea que le guste, y llévaselo. Demuestra que estás al pendiente de ella. A veces, los pequeños gestos hacen la diferencia.

La idea parecía... tan simple, pero al mismo tiempo, me hacía sentir con nervios. ¿Qué tal si no quería hablar conmigo? O peor aún, ¿y si había hecho algo sin darme cuenta que la había alejado? Minji notó mi indecisión y me dio una palmadita en el hombro.

—Vamos, Skywito. No es como si estuvieras pidiendo matrimonio. Es solo un helado.

Suspiré, pero finalmente asentí.

—Supongo que tienes razón. No tengo nada que perder.

—Exacto —dijo Minji, sonriendo—. Ahora, ve a por ese helado. En lo que yo miro mi baraja de nuevo.

Asiento como si me estuviese alistando para la misión más importante de mi vida. Me levanté de la mesa y me dirigí hacia la tienda del hotel. Mientras caminaba, las luces tenues del pasillo reflejaban mi confusión interna.

Al llegar a la tienda, me dirigí directamente al congelador, sabiendo exactamente lo que debía buscar. El helado de fresa con chispas de chocolate. No fue una elección al azar. Desde siempre, incluso antes de este trato, cuando apenas intercambiábamos unas pocas palabras, yo ya había notado sus gustos.

Cuando trabajaba en Reginalds, sirviendo malteadas, normalmente en la esquina de la tienda había un congelador de helados. Cada vez que ella venía, era lo que normalmente escogía cuando no quería malteada. Porque cada pequeño detalle sobre Jennie se había quedado grabado en mi mente, y su helado favorito no era la excepción. Era una de esas cosas que había observado desde lejos, en silencio, mientras intentaba no dejarme llevar por lo que sentía por ella.

Abrí la puerta del congelador, y mis dedos encontraron el envoltorio conocido. Tomé el helado de fresa con chispas de chocolate, el mismo que Jennie siempre pedía cuando salía con sus amigas, y que yo había fingido no notar. Pero ahora no estaba fingiendo. Sabía que este pequeño gesto, aunque insignificante, era mi manera de mostrarle que la conocía, que había estado prestando atención.

Al caminar hacia la caja, traté de imaginar cómo sería la conversación. ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo empezar sin sonar demasiado torpe? Quizá algo simple, como: "Te traje esto. Sé que es tu favorito." Eso podría romper el hielo, darme una excusa para verla y al menos saber si ya se sentía mejor.

Mientras pagaba, el helado en mi mano parecía una especie de ancla. Era solo un dulce, algo insignificante, pero al mismo tiempo, representaba mucho más. Había pasado años guardando esos sentimientos, observándola desde la distancia, sin atreverme a dar el primer paso. Y ahora, con el trato que teníamos, estaba más cerca de ella que nunca, pero también más con confusión.

El helado no era solo una excusa para hablar, era una pequeña ventana hacia los sentimientos que había estado ocultando.

Con el helado en la mano, me dirigí hacia su habitación, repasando mentalmente cómo iniciaría la conversación. Tal vez lo más difícil no era comprar el helado, sino enfrentarme a la posibilidad de que pudiese haberle hecho algo.

No tienes idea de qué le pasa, me repetía mientras me acercaba a la puerta. Me detuve por un segundo antes de tocar, respirando hondo. Esto es solo un detalle. Algo simple. Pero, en el fondo, era mucho más que eso. Quería demostrarle que estaba al pendiente de ella, que me importaba lo que estaba pasando, incluso si no entendía por completo su actitud. Que iba a seguir el consejo de Minji, a pesar de que en realidad no eramos nada.

Toqué suavemente. Unos segundos después, la puerta se abrió y Jisoo apareció del otro lado. Me dio una sonrisa pícara, esa típica expresión que siempre tenía cuando estaba a punto de hacer un comentario ingenioso.

—¿Qué haces aquí, Park? —preguntó, con un tono bromista—. ¿Vienes a espiar?

—Solo vine a dejarle esto a Jennie. ¿Está despierta? —negué con la cabeza, levantando el helado muy rápido.

Jisoo levantó una ceja, claramente entretenida.

—¿Helado a estas horas? Vaya, te estás esmerando —luego, miró hacia dentro de la habitación y me hizo un gesto con la mano—. Pasa, pasa. Está ahí, en la cama.

Entré en la habitación, tratando de no sentirme con incomodidad; Jennie estaba sentada en su cama, con el celular en la mano, pero cuando me vio entrar, su expresión cambió. Sus ojos pasaron del helado a mí, pero no dijo nada al principio, como si estuviera evaluando lo que estaba pasando.

—Te traje esto —dije, acercándome con una pequeña sonrisa—. Tu favorito. Fresa con chispas de chocolate.

Jennie me miró por unos segundos, y por un momento pensé que me iba a rechazar o que simplemente me diría que no tenía hambre. Pero en lugar de eso, tomó el helado sin decir nada, sus dedos rozando los míos de manera breve.

—Gracias —murmuró, abriendo la tapa del envase. Aunque su tono era bajo, noté un destello de sorpresa en su mirada—. ¿Pensaste en mi?

—Claro, claro que pienso en ti —dije, aunque no lo viera, tenía en el corazón en mano al decir esas palabras.

—Vaya, Park. Si no supiera que están fingiendo, juraría que realmente eres una buena pareja —Jisoo se rió suavemente desde la esquina de la habitación.

Jennie lanza una mirada rápida a Jisoo, y ella levantó las manos, simulando inocencia. —Está bien, está bien, me callo —con eso, salió de la habitación, dejándonos a solas.

Jennie seguía enfocada en el helado, pero yo podía sentir la tensión en el aire. Me senté en la silla frente a la cama, tratando de mantener las cosas casuales, pero el silencio era pesado.

—¿Estás bien? —le pregunté, rompiendo el hielo—. Te vi un poco... distante en la cena.

Jennie suspiró, tomando una cucharada de helado antes de contestar

—Solo estoy cansada. Han sido días largos.

—Lo sé — dije, asintiendo—. Pero si hay algo que te moleste, puedes decírmelo. Estoy aquí, ¿sabes? No tienes que guardártelo.

Ella se quedó en silencio, mirando el helado como si fuera más interesante de lo que realmente era. Algo en su expresión me decía que había más de lo que estaba diciendo, pero no iba a forzarla a hablar.

—Mañana iremos a la playa que queda cerca del hotel. ¿Quieres que mañana pase primero por tu habitación y luego desayunar?

Ella asiente rápido, como si la idea le hubiese agradado, eso me hace sentir mejor. No la forcé a que me dijera que le pasaba, simplemente hice lo que me aconsejo Minji.

Estar al pendiente de ella.

Quizá, por los días largos que ha tenido, eso era lo que necesitaba ¿no? Alguien que la entienda en esos momentos de estrés o cargas emocionales.

Sí, tal vez era eso lo que pasaba y su mal humor.

Por un momento, Jennie me observó en silencio, como si estuviera debatiéndose entre decirme algo o no. Luego bajó la vista nuevamente al helado y tomó otra cucharada.

—Lo siento, es que... —trataba de decir con voz baja, pero esta vez, su tono parecía más suave.

—Días largos, lo entiendo, si necesitas algo... estoy aquí —añadí, queriendo dejar claro que me preocupaba por ella.

Jennie asintió, y aunque no dijo mucho, había una leve relajación en sus hombros. No lo expresó abiertamente, pero de alguna manera, la idea de que me había tomado el tiempo para traerle algo que sabía que le gustaba, y que había venido solo para asegurarme de que estuviera bien, le provocó una pequeña satisfacción o eso creía.

—¿Te dejo descansar? —le pregunté al final, levantándome para no incomodarla más.

—Sí, um... gracias —dijo mirando el helado.

—No te preocupes, espero que lo hayas disfrutado —sonreí levemente antes de girarme hacia la puerta—. Buenas noches, Jennie, paso por ti mañana.

Mientras cerraba la puerta detrás de mí, me sentí un poco más en un estrado de tranquilidad. No había sido una gran conversación, pero al menos, sentía que había hecho algo por ella.

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¡Hola hola!

Espero que estén muy bien y que el capítulo de hoy les haya gustado.

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Con amor,

—Wonhos

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