Capítulo 12

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STEVEN 

Y así es como mi querido medio hermano me deja la tarea más dura, aunque también la más obvia: yo no puedo subir al cielo, al menos... es algo poco probable. En cambio estoy acá, conduciendo para ir a ver a la familia de Emma. Deben estar devastados. Y mientras Owen va haciéndose el héroe para rescatarla, yo tengo que poner mi corazón duro para contarle la verdad a unos frágiles humanos que deberían estar lejos del tema.  

Soy consciente de que ésto es una locura, una locura tan lógica que no podría desafiar. Ellos tienen derecho a saber en qué situación está Emma. No digo que los deje más tranquilos... pero son sus padres a pesar de todo, deben saber la verdad.

En este momento desearía tener un par de alas y ser un ángel para llegar más rápido, sin tráfico, sin cargar gasolina... Mi vida sería un poco más fácil... Mientras conduzco mi mente se va hacia otro sitio; hacia uno que no conozco, en el que se encuentra la única chica que amé. 

No dejo de pensar en ella, en cómo estará, en qué le estarán haciendo. Esas y muchas más preguntas parecen consumirme como fuego. Necesito saber algo. Y ya no está mi padre para poder ponerme en contacto con Emmanuel. 

Josha...

Puede que haya cometido sus errores, pero conmigo siempre fue un héroe. Era mi ídolo... No puedo creer que no esté más... Simplemente me niego. 

Seguro Julie nos entregó esa vez. Estoy profundamente convencido que fue ésa.

Me las pagará. Realmente lo hará.

Pero por ahora, primero a cumplir la misión. Así como hice desde mi nacimiento.


Camino silenciosamente hasta la puerta de la casa de Emma, parece lúgubre, triste.  No tiene ese encanto hogareño que siempre poseía el lugar. Es como si hubiese sido rodeada por un halo de melancolía, y sé claramente por qué motivo. Una pérdida, sin siquiera saber qué pasó, puede causar una melancolía insoportable. Me muerdo el labio mirando aquella entrada... Recuerdo cuántas veces vi a Emma salir de allí, riéndose, feliz y normal. Cuando ella vivía una vida que realmente merecía... Ésto simplemente no lo merece. 

No tenía que aceptar su destino...

En eso coincido con Owen... Sí, raro. De todas formas, estamos hasta el cuello para retirarnos del round. No podemos lanzar una toalla, ni mucho menos quedar inconscientes. Debemos mantenernos en movimiento. Siempre moviéndonos. ¿Hubiera sido así de todos modos? Seguro. 

Aunque probablemente estaría más preparada... si Owen no hubiera interferido entre nosotros. Mi padre y yo le hubiéramos enseñado todo lo que sabíamos. Y no habrían más en la mira. 

El que Owen ya no esté con los suyos es un problema para todos, no simplemente para él mismo.

Aproximo mi mano hacia el timbre y, vacilante, toco el botón que lo hace sonar, esperando que saliera alguien de la casa. Sé que están dentro, puedo sentir sus presencias —un don heredado de los ángeles, claro está—, pero no hay sonidos ahí, como si una gran depresión se hubiese llevado cualquier tipo de ruido...

Tal vez, el que se enteren de la verdad no sea tan malo... después de todo. 

Eliana, la madre humana de Emma, se asoma por la puerta. Tiene ojeras oscuras y los labios apretados. Podría jurar que ha envejecido en estos meses... no tiene el brillo en su mirada, no tiene color en la piel. Ella me estudia atentamente, entrecerrando los ojos, hasta que decide que es hora de hablar, y suelta un suspiro frustrada.

—¿Sí? —me pregunta un poco dudosa. 

—Hola —miro hacia ambos lados—. Mire... —Vaya... ¿cómo comenzar?—. Sé que tiene muchas dudas, miedos... Y en este momento no puedo responder preguntas... Es peligroso aquí... ¿Puedo pasar a por una taza de té?

Ella pestañea como si no diera crédito a las palabras sin sentido que desbordaron de mi boca. Creo que de entrada, ya la cagué. Vaya mierda.

Seguro así se siente ser Owen siempre.

—¿Disculpa joven? ¿De qué me habla? Yo... no tengo tiempo para bromas —la voz de Eliana sale casi como un susurro. Débil, cansada... Y lo suficientemente confundida como para no cerrarle la puerta a un adolescente que ha tirado palabras sueltas por la boca sin significado aparente.

—Lo siento, estoy nervioso —le digo con completa sinceridad—. Soy Steven, pero eso no es importante... Sé dónde está Emma, su hija. Sé qué le pasó y quiero contarles la verdad —la señora suelta un grito ahogado y abre bien grande los ojos cuando pronuncio el nombre de Emma. Su semblante se contrae y un atisbo de lágrimas aparece a la vista. Ella menea la cabeza como despejando sus ideas, que ya deben estar muy abrumadas.

 —¿Tienes que ver con su desaparición? —me cuestiona, y por primera vez veo un filo en su mirada, como tan dispuesta a atacarme al deseo de recuperar a su hija. —¿Qué quieres a cambio de esa información? —niego ante esa palabra y sonrío apesadumbrado. 

El pensamiento de Eliana no está mal. ¿Acaso alguien desconocido no pediría retribución por la información? Sin embargo, no es lo que necesito yo. Ni pensé jamás. Siento como se me acaloran las mejillas, sintiéndome vulnerable bajo la vigía de la señora.

—No, no —muevo mi cabeza—. Soy amigo de ella —y quisiera ser más, pero mejor ese pensamiento lo guardo para mí mismo—, y realmente sé dónde está, pero antes de empezar a contarle, verdaderamente no puedo hacerlo aquí, prometo que soy buena persona —hago una sonrisa como para recalcar ese hecho.

—¿Cómo era tu nombre? 

—Soy Steven... Steven Liv.

Sus ojos parecen saltar de órbita y achicarse al mismo tiempo. Muy confuso. Me quedo algo nervioso después de aquella reacción. 

—¿Tienes algo que ver con el novio de mi hija? —pregunta otra vez con un débil murmuro.

Suspiro, sabiendo hacia donde va. Lo trágico de portar el mismo apellido del novio de la chica que siempre me gustó, que particularmente es mi medio hermano. 

—Me guste o no, sí. Soy su medio hermano. 

—Uhm... No sé si eres de fiar... Pero intentaré creer que sí, eh. Esto... ¿puedes pasar? —ella se pone nerviosa con cada palabra que dice.

—Soy de fiar, lo prometo. E intentaré responder sus preguntas... Son bastantes, y no tienes que excusarte de ese hecho. Es normal... Siento todo lo que están pasando.

—Ya, cariño —me dice—. Estamos muy tristes, pero que hayas venido probablemente sea un milagro.

Ojalá que sí.



Siempre quise entrar a la sala de estar de  Emma de forma oficial. Siempre quise sentarme en el sillón marrón del salón con ella tomada de mi mano, y que enfrente de nosotros estuvieran sus padres. Que me presentara a ellos pronunciando mi nombre como lo hace con el de Owen, que todos tuviéramos una sonrisa. Y después de eso, ir adónde sea y besarle los labios, sólo los labios, por horas, sin cansarme jamás de su sabor.

Tal vez siempre pedí mucho más de lo que jamás tendría.

En cambio ahora estoy en su sala, presentándome solo, diciendo que sé dónde está su hija desaparecida. Nadie sonríe, nadie pronuncia mi nombre con dulzura, ni tampoco están esos besos que una vez soñé.

Mi estómago se contrae, es mucha la tensión.

Daniel, el padre humano de Emma, me mira con recelo. Mattie está durmiendo, puedo sentirlo en su cuarto, recuperando su energía.

—¿Y bien? —dice Daniel, para que yo empiece a hablar.

—Lo de Emma es complejo... —comienzo, pero me trabo. ¿Cómo decirles? ¿Su hija no es solamente humana? ¿Un ángel malvado quiere acabarla? ¿Cómo? Sin embargo me las arreglo para preguntarles: —¿Creen en los milagros?

Eliana asiente; Daniel, en cambio, no dice nada.

—Emma nació cuando yo no podía tener hijos... Creo que sí creo. ¿Pero es importa? ¿Hablar de milagros cuando mi hija está desaparecida? ¿Qué pasa con ella? ¿Se escapó con tu hermano? ¿Está bien? ¿Tiene ropa? ¿Podemos verle? —las lágrimas comienzan a saltar por el rostro de Eliana y su voz se quiebra notablemente. 

—Tiene que ver... En realidad no debería contarles esto... pero es lo mejor. Owen también lo piensa...

—¡Yo sabía! ¡Ustedes la secuestraron! —me acusa.

Uh... En parte se podría decir que sí, pero... ¿cuenta si confieso eso como también que ella estaba atrayendo a los otros vengadores que la buscaban hacia donde estaba su familia?  Creo que sería adelantarme a los hechos.

Sacudo mi cabeza. —Aunque deteste a Owen, él no es el malo. Nosotros estamos encargados de proteger a Emma de quienes la secuestraron. Ella no escapó, es más difícil que eso.

Eliana pone sus manos tapándole los ojos y suelta un sollozo que Daniel intenta calmar.

 —¿Entonces sí la tienen secuestrada? 

—Sí... Pero mejor empiezo por el principio... Seguro les va a parecer una locura, pero es cierto. Todo ésto es cierto.

—Emma no es simplemente humana. ¿Han notado que la dejaban de lado las personas de su edad durante todos sus años de vida? —asienten—. Bien, es porque ella directamente no es solamente una humana. Ella es hija de tres naturalezas: la demoníaca, la angelical y la humana. —Espero unos segundos, creyendo que me cortarán el diálogo, pero al ver que no, sigo. —Los chicos de su edad, los humanos en general, sentían algo raro cerca de ella, era una cuestión de energía. Les provocaba desconfianza. Ella es una híbrida.

—Pero es nuestra hija... Joder, ¡nació de mí!

—Antes de nacer, en sus primeros meses de formación, estuvo con Aeraki, su madre ángel. Y Hunter, su padre demonio, la quiso proteger, buscando a alguien que cuidara de ella... Ellos estaban siendo buscados porque está prohibido para los demonios y los ángeles estar juntos. Emma nació de allí. Ellos escaparon a la Tierra y buscaron a una familia donde ella creciera feliz. Los encontraron a ustedes, y Emma adoptó también la naturaleza humana... —después de decir todo eso rápidamente, suelto un suspiro—. ¿Se entiende? —y antes de que me contesten, decido continuar con mi parloteo—. Ella fue buscada desde antes de nacer, y los ángeles Conservadores quieren matarla para restaurar el supuesto equilibrio entre las especies que no se mezclan. Emma estuvo entrenando todo este tiempo para defenderse y aprender a controlar sus naturalezas... Y hace dos días fue capturada. Owen realmente está enamorado de ella, y fue al Cielo en su búsqueda.

Daniel y Eliana me miran. 

Sus ojos se abren bien grandes. 

—¿Qué insinúas?  —me pregunta Daniel.

—El cielo sí existe, y Owen es un ángel... 

—¡¿Qué?! —gritan ambos.

—¿Tú qué eres? ¿Un ángel también? —tiembla la voz de Eliana.

—Soy un Nephilim, un nacido de una humana y un ángel. Compartimos padre con Owen. Nuestro padre era el encargado de cuidar de Emma, murió mientras nos escapábamos.

Aunque Owen no consideró nunca a Josha como padre, al menos, hace un buen tiempo.

—Emma está en el Cielo ahora, pero la salvaremos. Ella... ha querido comunicarse con ustedes durante un largo tiempo, todos los días te aseguro que pensaba en ustedes... Pero si ella estaba cerca de ustedes, se verían en riesgo, podrían ser vistos como el talón de Aquiles de Emma, y eso sería desastroso. Lo mejor que podía hacer Emma era mantenerse alejada, aunque no fue fácil para ella.

Eliana se para de repente. —Creo que... esto es demasiado. ¿Emma no es nuestra hija?

—Lo es —Eliana la tuvo hasta que nació, y la criaron ellos. ¿Cómo no podría ser su hija?

—Pero tiene otros padres —agrega Daniel, haciendo una afirmación.

—Ellos murieron, fueron asesinados luego de salvar a su hija.

Daniel mira a Eliana, que se ha puesto completamente pálida... más de lo que ya estaba. La rodea con su brazo suavemente y la acerca más hacia él. Me miran con los ojos atentos hasta que termino de contarles sobre Aeraki y Hunter, sobre Owen y nuestra familia... Contarles todo lo que necesitaban saber, e irme sin una palabra más que un no le cuenten a nadie, tengan cuidado.

—No sabemos si creerlo...  —me dice finalmente Eliana, antes de salir.

 —Realmente es difícil de creer. Gracias, de todas formas —agrega Daniel antes de cerrar la puerta.

Siento como si hubiese roto más reglas, se supone que los humanos no pueden saber de nosotros. Que enloquecerían por saber que no son los únicos seres inteligentes sobre la Tierra... O no tanto sobre la Tierra. Pero ¿ya qué más da? Ahora ya lo conocen, el problema queda en ellos de creer en mis palabras o no... Suena descabellado. Seguro que terminarán convenciéndose de que son mentiras, puras imaginaciones. O tal vez decidan creer para tener algún tipo de esperanza, de recurso. De algo.

Salgo de la casa de Emma y respiro, como si una carga bajara desde mis hombros. Sin que sus padres se den cuenta, me adentro a su dormitorio sigilosamente luego de saltar por el tejado, entrando por la puerta del fondo cuando ellos ya están dormidos. No es que la puerta estuviera abierta, pero yo tengo una copia de sus llaves escondidas bajo una baldosa suelta. Es un milagro que no las hayan descubierto aún... O tal vez es un escondite muy bueno. Puede sonar acosador el que tenga las llaves, pero no son mías... bueno, por ahí ahora sí; eran de Josha, y él las tenía porque podían ser útiles. 

Lo que yo haré ahora sí será acosador.

Entrar a su habitación me produce una descarga de emociones. Sí que he estado acá, pero ahora es diferente. Parece no haber sido abierta hace tiempo... Incluso como si todo estuviera tal cual como Emma lo había dejado. 

Encontrar de fotos de ella... sonriendo, feliz, y sobretodo ignorante de su verdadera situación, me hace querer romper algo, cualquier cosa. No fue nada justo que a ella le tocara vivir ésto, joder. 

Me siento sobre su cama, que aún conserva un tenue aroma a ella y suspiro con frustración. Cómo me hubiese gustado vivir una vida normal a mí también, con Emma.

¿Y lo peor de todo? Lo peor es sentir que, incluso en ese caso, su corazón no me pertenecería. Como si un cristal me dividiera de ella... Un cristal inquebrantable. 

Me despejo de mis ideas, es mejor irme de acá. No están seguros conmigo en casa. En realidad, ¿quién está seguro? Nadie. Pero si me llegan a encontrar aquí, podría ser perjudicial para ellos, y sumamente para Emma.

Desaparezco entre las sombras con dolor en demasía, como si tuviera una daga de cristal en mi pecho.


¡HOLAAAA! Bien, ¿creen que los padres lo crean? 

Hace tanto que no aparecían... Creo que tendrán dolor de cabeza luego de todo eso, lo crean o no.

¡Tengo planes con respecto a Steve! Pero los contaré más adelante, y viendo cómo va todo. 

Con eso y un beso, ¡me despido honeys! 

¡LOS AMO!

-Bri. :)


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