Capítulo 11

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Jimin se había quedado de pie en su portal con la mirada perdida en el infinito, por más que intentaba moverse, sus propios pensamientos lo encadenaban. La tristeza dolorosamente tatuada en el rostro de Jungkook como resultado de sus acciones, le habían arrebatado la ecuanimidad. ¿Qué era esa opresión en su pecho? ¿Por qué no podía respirar?... Sabía la respuesta: esa persona, a pesar de todo, siempre trató de hacerlo feliz. Si fue una mentira, no llegó a recordarlo en ese instante. Se sentía culpable por hacerlo sufrir, eso era todo lo que le preocupaba. Parecía que permanecería en la nada, pero volvió en sus sentidos cuando Jeon salió de su campo visual, pues acababa de abrir la puerta y entrar.

—No te vayas... No me mires así... Yo... —susurró.

Los pies que hasta ese preciso instante habían estado renuentes a moverse, bloqueados por su subconsciente, estaban ahora en la entrada de la morada del azabache. No podía encontrar una explicación para sus acciones, se suponía que entre los dos no había nada, de eso intentó convencerse. Ni el mismo sabía por qué se encontraba allí; por más que se dispuso a irse, ahí estaban sus pies nuevamente, impidiéndoselo.

«Qué estoy haciendo, tengo que regresar... Él saldrá y no sabré como... explicar qué hago aquí. ¡Muévanse, piernas!». No hubo reacción.

Su lucha interna continuó por algunos minutos y, antes de obtener su victoria, la parálisis se incrementó. Frente a él estaba el dueño de sus pensamientos, observándolo con detenimiento.

—Jimin.

Las cadenas que arrebataban su libertad desaparecieron con solo una palabra pronunciada por esa voz que tanto amaba. Sin embargo, los inútiles intentos de huida anteriores no aparecieron nuevamente en su cerebro.

—¡Jeon, no es lo que crees! Yo solo..., no lo sé. Me sorprendí, pero no es como si te odiara. No te pongas así, por favor, no puedo soportar verte así, mucho menos sabiendo que fui yo quien lo provocó.

Ya no estaban en la entrada, Jungkook tuvo que ir retrocediendo ante el avance decidido de esos ojos color miel, que acababan de colocarse a una distancia peligrosa, una que incluso le permitía sentir su aliento y el embriagador y ligeramente dulce aroma de sus cabellos.

—Ehh... Ahh. —No supo cómo continuar—. Ni siquiera preguntaste quién era él, ¿ves cuándo me besan y no te importa? ¿Tan superficial era lo que sentías por mí? —«Cállate, Jimin, estás cavando tu propia tumba», eran sus propios pensamientos, que no conseguían dar una explicación lógica a sus palabras.

¿Qué significaba eso? Jungkook no pudo impedir que una diminuta sonrisa se dibujara en sus labios. Su razón le gritaba que hiciera mayor el espacio entre ellos, pero los centímetros se volvieron milímetros y estos a su vez se convirtieron en un beso, en cuestión de segundos. El sicario estaba convencido de que ese no era el desenlace correcto para su primer encuentro después de semanas. La resolución de Jimin se tambaleó y él la empujó para que cayera cuando sus labios hicieron contacto. Tenía que detenerse; era peligroso, siempre lo había sido y conociendo la envergadura que podrían alcanzar los encargos que aceptó Bangtan, lo era aún más.

Todos esos argumentos racionales rondaban su cabeza, pero el contacto no hacía más que arraigarse. Jimin se le aferraba con fuerza del cuello mientras él le apretaba el agarre en la cintura, ese que había empleado para convertir en cero la anterior separación. Esos deliciosos labios, que pensó jamás volver a probar gracias al oscuro destino con el que cargaba, se adueñaban del interior de su boca, explorando cada rincón con suma añoranza y nostalgia, pero, más que nada... con deseo.

Se separaron con la respiración entrecortada. Jungkook pensó que era la ocasión adecuada para detenerse, antes de que fuera incapaz de controlarse, mas sus planes se desmoronaron. Jimin estaba totalmente sonrojado, sus labios hinchados y ligeramente entreabiertos, con su mirada pidiendo más, perdida por el placer.

Jeon tragó saliva y respiró profundo.

—¿Qué estás haciéndome?... —dijo, agitado—. ¡Al diablo todo, maldita sea! —Lo alzó en brazos y lo llevó al sofá de la sala. La puerta se había cerrado sola minutos atrás, hubiera lamentado tener que detenerse por tener que hacerlo.

Recostados en el mueble, las manos de Jungkook recorrían cada segmento de la anatomía debajo de la camisa de su acompañante, que se estremecía de placer entre sus brazos. Jimin no había olvidado su guardia en el hospital, sabía que debía irse. Las circunstancias no debieron llevar a esa situación. Él fue quien terminó todo; supo desde el primer momento que algo le sabía extraño en su decisión y la identidad de ese "algo" la estaba confirmando nuevamente: no sabía cómo estar sin él. Pero ya no le importaba nada. Estaba claro que las decisiones importantes y serias no debían tomarse con el juicio nublado por el placer; solo imaginar lo que vendría después de ese beso con sabor a pasión pura, hizo que todo le valiera un bledo.

Jimin introdujo sus manos debajo de la prenda superior de Jeon, deslizándose por toda la longitud de aquella amplia y bien trabajada espalda, fue descendiendo paulatinamente hasta llegar al borde de su pantalón, pero cuando trató de continuar hasta los glúteos, un objeto, cuya textura solo conocía por lo que había visto en películas, se lo impidió; al sostenerlo, sintió como el cuerpo de Jungkook se tensó. Sus labios se separaron, lo tomó por ambas muñecas, colocándoselas por encima de la cabeza y la fuerza del agarre hizo que soltara el arma que sujetó sin querer. La mueca de dolor hizo que el menor lo soltara, se apartara inmediatamente y se quedara con su mirada fija en él, sin saber cómo reaccionar.

«¿Qué se supone que esperaba, qué era lo que deseaba?», pensaba el médico mientras sostenía sus muñecas y miraba el piso, tratando de contener las lágrimas.

Jungkook intentó decirle algo, pero el castaño se puso de pie lo más rápido que sus nervios le permitieron, acomodó regularmente sus prendas y corrió a la salida, cerrando la puerta tras él. Jeon solo pudo verlo marcharse. Las palabras se quedaron atascadas en su garganta, no encontró las correctas para pronunciar. Golpeó los cojines con frustración e impotencia, empezaba a maldecir los reflejos que había agudizado y la técnica perfeccionada a lo largo de toda su vida.

La guardia en el hospital transcurría sin contratiempos hasta el momento, nada de accidentes o grandes emergencias y Jimin lo agradecía, no se sentía en condiciones de centrar demasiado su atención en nada. No terminaba de comprender por qué se había ido así. ¿Era por recapacitar sobre la tontería que estuvo a punto de hacer? ¿Por recordar en el peor momento, y de la peor manera, sobre el trabajo de Jungkook? ¿O era acaso por haber sentido otra vez... miedo?

Ya no sabía qué deseaba, terminó su relación por las mentiras y la falta de confianza, empero, esta vez, cuando estuvo entre esos brazos, sabía que no estaba con un empresario, ya conocía la verdad... Qué era entonces lo que buscaba, cuál era la respuesta que necesitaba obtener. Estaba claro que ese no era un empleo que alguien escogiera porque quisiera, seguramente hubo circunstancias que llevaron a ello; si las conociera..., si supiera el motivo..., sería más fácil comprender y reaccionar, a este paso, aunque hubiera intentado comenzar algo por segunda vez, acabaría lastimando a su pareja por su determinación "a medias"...

—Jejeje —rio por lo bajo—. A fin de cuentas, cada que busco una solución, esta acaba dirigida a arreglar las cosas contigo... Haaaaa —suspiró—. Parece que te amo más de lo que yo mismo pensaba. Ya basta de engañarme. Quiero conocer tu verdad y aceptarte por completo... Solo quiero estar a tu lado... ¿Por qué no fui capaz de hacer este análisis antes? —Culminó su monólogo en la soledad de su oficina y regresó al trabajo con expresión determinada.

Jungkook había regresado a "Dark-nest", el sencillo menester de recoger su arma en casa se había convertido en una total locura. Sus pensamientos no se estabilizaban; pero los temas abordados por Hoseok, que compartió la información obtenida de BangPD y Jin, lo hicieron centrarse en el actual problema. ¿Qué rayos estaba pasando con Corea?

—La situación está más descontrolada y avanzada de lo que pensábamos —comenzó su explicación—. Kang era el más descuidado de todos, Lee Byungseok ha sabido moverse con mayor sigilo y, en esta ocasión, hay muchos involucrados.

—¿A qué te refieres, Hoseok? —cuestionó Yoongi.

—Esta vez el personal de su empresa está implicado —contestó, serio.

—Esto es un problema, no podemos simplemente matarlos a todos —añadió Namjoon—. No todos estarán inmersos en el mismo nivel. Ese tipo de investigación corresponde a la policía y al departamento de seguridad pública.

—Exactamente —prosiguió Taehyung—. Tendremos que infiltrarnos con doble propósito: deshacernos del cabecilla y obtener los datos que prueben la corrupción del resto del personal.

—¿Qué tan avanzada va esa obtención de información? —preguntó Jungkook.

—Podría ir mejor. —Hobi, frustrado por lo poco que consiguieron, fue quien le dio la respuesta—. Hemos logrado obtener los planos del edificio y los horarios de Byungseok, gracias a V. He preparado un plan que nos permita infiltrarnos para cumplir nuestro objetivo, pero...

—¿Pero?

—Por más que traté de sacar desde fuera las pruebas que implican al personal y la empresa, no lo logré —completó la idea el hacker del equipo—. Hay que hackear directamente desde un ordenador en el interior del edificio.

—¿Ni siquiera alguien con tus habilidades ha podido, Tae? —intervino Jungkook, asombrado—. ¿Qué posibilidades de éxito tenemos si lo haces desde dentro?

—100%

—¿Tan seguro estás? —Su mejor amigo alzó las cejas repetidas veces.

—Juro por toda mi colección de trajes de Victoria Secret que así es. Bastante tuve con no poder hacerlo desde fuera. Una vez allí, déjenmelo a mí —concluyó, con mirada segura.

—Así se habla, Taehyung. Contamos contigo, entonces —agregó Suga, satisfecho.

—¿Qué tan grande es el problema hasta ahora, J-Hope? —prosiguió Namjoon.

—El tráfico no parece haber comenzado, pero hay varios locales para la prostitución, tanto de mujeres como hombres y, también... —hizo una pausa—, niños.

—¡¿Cómo?! —Todos se pusieron de pie y contestaron indignados a la vez.

—Son los menos, pero tengo certeza de la existencia de casos. He investigado por mi cuenta, hay algunas informaciones que no vienen en el informe de BangPD-nim. Sin embargo, las obtuve de fuentes confiables.

—¿"Informaciones"? ¿Es que hay más, Hoseok? —intuyó Yoongi, dudando si quería escuchar el resto.

—Por desgracia, así es. Hay algunas muchachas que han desaparecido en los últimos meses, tienen algún tipo de relación con Bungseok, pero me dijo Tae que esa información también tendremos que obtenerla allí, él no logró encontrar nada relacionado con ello en su búsqueda... No quiero pensar en lo peor, pero...

—De nada sirve sugestionarnos desde ahora, lo que debemos hacer no cambia. Una vez que tengamos las pruebas, nos preocuparemos por ello —sentenció Jungkook—. ¿Cuándo estará listo todo para poder entrar en acción?

—En tres días. Es un gran edificio, pero nos infiltraremos lo más sigilosamente posible. Reunir lo necesario y planificar nuestra entrada no debe demorar más de eso.

—En ese caso, pongámonos manos a la obra, tenemos que deshacernos de esta plaga. —Todos asintieron a las palabras de su líder, prosiguiendo los preparativos.

A miles de quilómetros, en alguna parte de Mongolia, un hombre de traje entró en las oficinas del que parecía ser su superior, luego de anunciar su llegada.

—Señor Jahangir, hemos encontrado la información que deseaba confirmar.

—Déjala sobre mi escritorio y retírate. —Sonrió con malicia un hombre que aparentaba pasar de sesenta años, al cual le faltaba un ojo.

—Entendido. Con permiso. —Colocó el dispositivo USB en la mesa y se retiró.

Cuando estuvo solo, la sutil sonrisa se convirtió en una carcajada triunfal:

—JAJAJAJA, esto es increíble —decía mientras ojeaba el informe en su laptop—. Tal y como lo supuse: Bangtan está en Corea. Solo era necesaria una provocación para que salieras a la luz, Asura, o tal vez deba llamarte Sr. Jeon; ya no queda ni la sombra del asesino coreano que hizo resonar su nombre por todo el Oriente Medio... —decía burlón y satisfecho en su monólogo.

»Pensé que con la muerte de tu esposa aprenderías la lección, pero, al parecer, hay mucha diversión para mí todavía, JAJAJA. Pagarás caro todo lo que me hiciste... y para ello me encargaré de que tú y todos tus seres queridos, incluso tu amado país, sufran las consecuencias; empezando por tu hijo... Te recordaré una vez más que nadie escapa de Black Hound —concluyó, con expresión seria, mezclada con locura y obsesión.

Acaba de hacer su aparición el last boss, buajajaja XD. Vamos a ver cómo les va a los chicos con todo esto.

Por otra parte, les informo que planeo establecer día fijo de publicación semanalmente con esta historia, una vez más. Por ahora, será cada martes (como antes); si hubiese algún cambio, les aviso.

Me gustaría que le den una mirada a lo que acabo de publicar a continuación de este capítulo: "Sorteo". Es una pequeña dinámica que quiero hacer con ustedes en esta historia. Las aclaraciones de en qué consiste las podrán leer allá.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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