Capítulo 21

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Tres días bastaron para que Seúl se convirtiera en una Odisea. Era la primera vez que esa clase de negocios ilícitos salían a la luz con tal fuerza, más que nada, involucrando a los que el país consideraba los pilares de su economía. Los medios eran un caos, la población estaba preocupada y sin saber en quién depositar su confianza.

A pesar de todos los problemas más generales, había cierto médico que tenía una montaña de trabajo con la cual lidiar, al tiempo que trataba de reorganizar sus horarios para poder pasar cada noche cuidando de su novio; pero eso no era todo.

El tono de su propio celular lo hizo sobresaltarse, era ya la tercera vez en el día que entraba un mensaje desde un mismo número a su bandeja. Suspiró con hastío y miró la pantalla.

Jimin, ¿por qué sigues empeñado en ignorarme? Las preguntas no harán más que continuar acumulándose. ¿Quién era ese tipo violento que me encontré en tu casa la semana pasada? ¿Dónde te has estado quedando a dormir? Creo que merezco una explicación... Sé que no debí besarte así, pero entiende que ya no me puedo contener más. Contesta mis llamadas, por favor.

Maldijo a su ex por enésima vez por haberle estado enviando el mismo SMS diez veces por día durante la última semana, así como por llamarlo en incontables ocasiones hasta el punto de que le dolieran sus dedos de colgarle. Colocó su celular boca abajo en la mesa, pero inmediatamente después comenzó a sonar, esa fue la gota que derramó el vaso.

—¡Ya te dejé más que claro que no tengo nada que hablar contigo! ¡Deja de molestar de una vez, imbécil! —gritó.

—Lo lamento, no sabía que era un mal momento para llamar —dijo una voz ecuánime, pero que se notaba algo sorprendida por lo que había escuchado.

Jimin reconocía esa voz. Alejó el teléfono de su rostro y cuando se encendió la pantalla, pudo observar el nombre de Seokjin encima del conteo del tiempo.

—Maldición, esto me pasa por contestar sin ver quién es —susurró para sí.

—Si estás ocupado, puedo volver a comunicarme más tarde. —Escuchó decir tenuemente desde el celular mientras aún lo sostenía en su mano, por lo que lo acercó a su rostro.

—¡No, para nada! ¡No se preocupe, Jin-hyung! —Se rascó la nuca nervioso—. En qué puedo ayudarle.

—Aproveché para llamarte porque creo que tenemos una conversación pendiente... Hemos estado algo ocupados y seguramente seguiremos así por varios días más. Creí que podríamos quedar en una fecha para encontrarnos en algún momento; la próxima semana, quizás. —Su voz era algo dudosa.

El doctor comprendió rápidamente a qué se refería. Desde su primer encuentro con Seokjin, pudo ver que era un hombre con gran sentido del deber y la responsabilidad, seguramente se sentía responsable de alguna manera por todo lo ocurrido, cuando no era necesario que así fuese. A pesar de comunicarse fundamentalmente por correo electrónico o llamadas telefónicas, había llegado a considerarlo un buen amigo; deseaba aclarar las cosas con él.

—Por supuesto, no hay problema. ¿Qué le parece el próximo jueves? —respondió con voz alegre y su mejor sonrisa.

—Perfecto. Espero estar libre para esa fecha —agregó aliviado de escuchar el tono afable de siempre—. ¿Qué tal un almuerzo en el nuevo restaurante frente a la estación? Dicen que sirven buenos platillos y excelente vino.

—Por mí perfecto. De hecho, me causaba bastante curiosidad ese local.

—Haré la reservación y te escribiré con la hora precisa en cuanto la sepa.

Terminaron de ultimar detalles y se despidieron, quedando ambos con la consciencia un poco más tranquila.

Había transcurrido ya una semana desde la cirugía de Jungkook, en un par de días más se podrían retirar las suturas. Gracias a los cuidados recibidos y a los medicamentos y ungüentos para acelerar la cicatrización, solo bastaría poco más de un mes para una completa recuperación, eso era motivo de gran felicidad para el joven médico, muchos fueron los desvelos cada noche, preocupado por posibles recaídas o complicaciones, pero ya comenzaba a ver luz al final del túnel.

La persecución de Jiyeon, quien se dio a la fuga luego de ver como se le acabaron las opciones y no le aguardaba más que la cárcel, tenía ocupada no solo a la policía, sino también a Bangtan. No habían logrado determinar todos los puntos de descarga y almacenamiento de las drogas, ni siquiera tenían información acerca de la composición de la misma, al parecer era una nueva creación que mezclaba elementos bastante peligrosos.

Tanto ajetreo hizo que V, confiado por la aparente tranquilidad, fuera posponiendo inconscientemente el traslado de Nochu a otro lugar; había comenzado a creer, erróneamente, que esa clínica era un lugar seguro.

Jahangir había cambiado su perspectiva con el paso de los días, decidió abandonar la idea de ubicar pacientes ocultos en los hospitales y centros de salud que estaban prestando servicios; en lugar de eso, probó suerte en las pequeñas clínicas particulares que se encontraban cerradas, eran lugares donde se podía encontrar el material necesario y no habría testigos. No consiguió ninguna pista contundente que posibilitara ubicarlos con exactitud, pero, en vez de continuar perdiendo el valioso tiempo investigando solo a distancia, ordenó a sus subordinados en Corea contratar personal, incluso de la mafia de ser necesario, para que se distribuyeran y revisaran cada uno de esos locales y, en caso de encontrarlos, enviaran evidencia.

Jungkook, pensando prepararse una ligera merienda antes de dormir, se disponía a salir de la habitación y dirigirse a la cocina, ubicada en el lado derecho de la clínica, sin imaginar aún que estaba siendo observado por unos delincuentes de mala muerte contratados por su enemigo.

—Hermano, hermano, acaba de encenderse una luz y parece haber alguien, su silueta se distingue desde aquí —decía uno de los dos hombres que observaban hacia la casa desde el otro lado de la carretera.

—Sí, ya lo veo, pero desde aquí no puedo identificar si es el mismo del retrato que nos dieron, tendremos que acercarnos más, o tal vez debamos esperar a que se duerma para poder entrar —respondió el otro, que parecía ser el mayor de los dos.

—Pero, pero, pero...

—¿Pero, qué?

—Es que según nos dijeron cuando nos contrataron, es un hombre sumamente peligroso. ¿Qué pasa si nos descubre y nos mata? —argumentó asustado.

—¡No seas cobarde! —lo reprendió—. En los datos que nos dieron también dice que está herido, ¿lo olvidaste? Incluso nos dijeron que solo necesitaban una foto para corroborar su identidad, que no lo matáramos. Si fuera tan peligroso nos dirían que cuidáramos nuestro pellejo, no el suyo. Solo quieren ser ellos los que se queden con la gloria de eliminarlo.

—Entonces, ¿está tan débil que ni siquiera supone una amenaza?

—Eso mismo, solo será entrar y salir. —Sonrió con malicia—. Pero, en caso de que nos descubriera; aunque la orden sea solo fotografiarlo, tendríamos que actuar en defensa propia.

—¿No se supone que entraríamos encubiertos? Hermano, por favor, es peligroso. Podríamos morir —lloriqueó.

—¡Cállate ya, cobarde! ¡Por eso detesto a los novatos! En la mafia, tu fortaleza es reconocida si derrotas a un rival poderoso, si este estuvo en condiciones de defenderse o no, es algo que nadie sabrá, porque... Tú no lo dirás, ¿verdad? —le preguntó con mirada amenazadora.

El menor tragó en seco.

—Jejeje, claro que no —dijo asustado y desviando la mirada.

—Qué bueno que entiendes y aprendes rápido. Ahora solo tenemos que esperar hasta que se acueste y la gloria será nuestra.

Jungkook no era tonto, llevaba demasiados años enfrentándose a sed de sangre muchísimo más aterradora y mejor oculta que esa dirigida hacia él en esos momentos. Los había percibido desde su llegada al portal. No sabía de quiénes se trataba, debía ser cauteloso, en su estado, una pelea sería contraproducente; sin embargo, esa podría ser una oportunidad irrepetible de obtener información valiosa. Si había algo que agradecía, era que Jimin estuviera de guardia en el hospital, así no se vería involucrado.

Los hombres entraron sigilosamente una hora después, solo para encontrarse con una emboscada en el interior. El mayor de los dos entró a la habitación, se acercó a la cama buscando un buen ángulo para verificar la identidad y, si se trataba de su objetivo, hacer la fotografía, pero allí solo había un colchón vacío. Jeon se paró por detrás de él y le apuntó con su arma en la espalda. El hombre alzó las manos, se volteó lentamente y se encontró frente a frente con una imagen enmascarada.

El otro joven, al ver la vida de su superior amenazada, lo llamó desde la entrada, haciendo que la atención de Jungkook se distrajera por un instante, suficiente para que el otro sujeto arremetiera contra él, le arrebatara la pistola y lo hiciera caer al suelo, retorciéndose. Intentó alcanzar el arma, pero uno de ellos lo pateó en el abdomen, provocándole una horrible sensación que se correspondía con una pequeña separación de los bordes de la herida, incrementando el dolor que experimentaba.

Los seres humanos, al igual que los animales salvajes, pueden llegar a actuar por instinto cuando se encuentran en situaciones excepcionales y sus sentidos les gritan: peligro, es como si una corriente eléctrica recorriera sus cuerpos, haciéndolos moverse por su cuenta, reaccionando de la manera idónea. Justamente eso fue experimentado por Nochu, que al ver a la persona frente a él acercarse a retirarle la máscara con un celular en la mano, sus pensamientos se aceleraron, llevándolo a la conclusión de que su identidad podría ser expuesta.

Lo siguiente que supo fue estar con la respiración agitada y sosteniéndose la herida para contener una pequeña hemorragia producida. Había sacado el cuchillo que llevaba en su muslo, lo había clavado en la carótida de su agresor y, al ver el otro corriendo hacia la pistola que su compañero acababa de dejar caer, arrancó el arma blanca que recién había usado para cortar la arteria de su contrincante y la lanzó justo al centro del cuello del otro, atravesándole la tráquea.

Se levantó tambaleante y revisó las pertenencias de los cadáveres en busca de alguna pista. Su deseo de dejarlos con vida no fue posible. La adrenalina había hecho lo suyo, era obvio; sin embargo, ahora comenzaba a pagar el precio. Su visión no se mantenía enfocaba, el sudor paulatinamente se apoderaba de su frente, comenzando a deslizarse por su sien y el dolor se multiplicaba por diez.

Con la inspección superficial de los cuerpos pudo percatarse de que no traían consigo nada que pudiera usar para llegar a los altos mandos, parecían estar al final de la cadena de mando, unos maleantes cualquiera; eso en parte lo tranquilizaba, mientras menor fuera la importancia del subordinado, más tiempo tardarían en percibir su ausencia y atar cabos. Sentía como si su conciencia estuviera a punto de desvanecerse,  pero no podía quedar inconsciente; no aún, debía notificar a Taehyung. Tomó el celular y con manos temblorosas marcó el número.

—¿Kook? Qué raro que llames, ¿necesitas algo? —preguntó Tae desde el otro lado de la línea. No hubo respuesta, lo que hizo un interruptor encenderse en su interior—. ¡Oye, Kook! ¡¿Qué pasa?! —Su preocupación iba en aumento.

—Tae… —expresó con dificultad—. Vinieron... a por mí. —Jadeaba tratando de informar—. Estoy... bien, pero...

La llamada se cortó tras eso, Taehyung colgó y salió a corriendo a toda velocidad de la estación de policía donde se encontraba para ir a socorrerlo. Escuchó las palabras "estoy bien", eran lo único que necesitaba; aunque por la debilidad que había en la voz, no le parecía que lo estuviese. Apartó ese pensamiento de su cabeza y se montó en su motocicleta. Si había algo más que escuchar, lo haría después.

Jungkook pestañaba una y otra vez, creyendo que la imagen de la persona que acababa de aparecer frente a él era una alucinación. Jimin, a quien suponía en su guardia en el Hospital, estaba estático y con la mirada recorriendo la habitación, asustado por las dos personas que yacían inertes alrededor, tratando de asimilar lo que sucedía.

¿Sentía miedo? ¡Por supuesto que sí! ¿A quién se lo podría negar? Por más que esas cosas se le hubiesen estado a punto de volver rutina en las últimas semanas, no era capaz de acostumbrarse; pero, más que toda esa escena que parecía sacada de una película de acción, lo que capturó su atención completamente fue Jungkook, que apenas podía mantenerse en pie, observándolo fijamente con expresión angustiada.

"¿Por qué estás aquí? ¡Es peligroso! ¡Huye!", esas eran algunas de las palabras que trató de pronunciar Nochu, pero ninguna de ellas abandonó sus labios. Dio un par de pasos inseguros al frente, mas el poco control que pensó tener sobre su cuerpo lo había dejado por completo, solo pudo ver a Jimin soltar sus pertenencias y correr hacia él; estaba quedándose inconsciente. Sintió el calor del cuerpo de su pareja, que lo estrechó entre sus brazos.

—Todo está bien, estoy a tu lado —susurró el castaño en su oído.

Esta vez no huiría, se había prometido defender con uñas y dientes la segunda oportunidad que se habían dado; aunque tuviera que cruzar a nado un mar de sangre para conseguirlo.

¡Holiwis! Espero hayan leído el anuncio que hice informando que esta semana solo habría un capítulo y sería hoy. Si no fue así, perdón por haberles hecho pensar que me había retrasado —en especial a quienes no me siguen, que no tenían como enterarse—.

En este capítulo se abrió nuevamente hilo para muchas cosas. Espero les haya gustado. La semana que viene debe volver a ser doble capítulo, pero no les garantizo nada. Cuando publique el del martes, les diré con claridad.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

¡ARMY! ¡STREAM A BUTTER!
ESTAMOS A POCAS HORAS.

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