Epílogo

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18 años despues

—¡Fred y George Weasley! ¡Compórtense!—regaño Angelina mientras caminaban por la estación de King Cross.

Frente a ella, dos chicos de catorce años con cabello rojo y ojos azules, dejaron de jugar y miraron con diversión a la mujer. Se trataba de Fred II, hijo de Angelina y George, y George II, hijo de Fred y Lilith. Como un dato curioso, ambos chicos habían nacido el mismo día, a la misma hora y era exactamente iguales.

—Pero...—dijo Fred II.

—...no estamos....—dijo George II.

—...haciendo...

—...nada.

—Que se lo crea quien no los conozca.—dijo Lilith colocándose junto a Angelina con el ceño fruncido. Los chicos se tensaron.—compórtense que ya estamos por llegar y no queremos llamar la atención de los muggles.

Sí había alguien en este mundo capaz de controlar a los Gemelos Weasley y a los primos Weasley, esa era Lilith Weasley. 

—Lastima, chicos.—dijeron Fred y George al mismo tiempo con una sonrisa.

Ambas familias continuaron caminando por King Cross, llamando la atención de algunas personas en el trayecto debido a los carritos de los tres estudiantes de Hogwarts. Al llegar al portal entre los andenes 9 y 10, uno a uno fueron pasando, llegando así frente al tren escarlata del Expreso de Hogwarts.

—¡Llegamos!—exclamo Fred con una sonrisa y miró al menor de sus hijos.—¿Emocionado por tu primer año, Theo?

—Me da igual.—dijo el niño encogiéndose de hombros con rostro indiferente.

—Eres igualito a tu madre.—Fred suspiro.

Theodore Weasley era la viva imagen de su madre y su tío, con cabello negro, piel blanca y los ojos de un verde grisáceo. Tenía once años y sería su primer año en Hogwarts, todos estaban seguros de que seguiría los pasos de su madre.

—¡Mamá!—llamó Fred II.—¿Querrás más a Theodore porque el va a quedar en Slytherin?—pregunto haciendo un puchero.

—Claro que no. Los quiero a ambos por igual.—respondió Lilith cruzándose de brazos.

—Eso significa que claramente va a preferirme.—dijo Theodore con una sonrisa de lado.

—¡Alto! ¡Alto!—Fred alzo las manos.—Quizá quedes en Gryffindor, hijo.

Lilith y Theodore sonrieron de lado, mirando con un brillo burlón en sus ojos al patriarca de la familia, quien suspiro y rodo los ojos.

—Sí, sí. Es obvio que será viborita, ya entendí.

—¡Theo!

Todos voltearon y vieron a Lilith y Alessia, las gemelas hijas de Blaise y Theodore. Ambos estaban casados y habían invertido una enorme suma de dinero para poder conseguir concebir hijos de manera mágica, así hasta que llegaron Lilith y Alessia, dos hermosas niñas de piel morena, cabello ondulado, ojos verde grisáceo y sonrisa coqueta.

—Hola, madrina.—dijeron ambas niñas al llegar hasta ellos, acompañadas de sus padres.

—Hola, chicas.—saludó Lilith con una pequeña sonrisa.

—Weasley.—sisearon Blaise y Theodore.

—Viboritas.—dijo Fred asintiendo a modo de saludo.

A pesar de los años, ninguno de los tres se llevaba particularmente bien, pero se saludaban. Incluso el día de la boda, Blaise había cargado a Lilith e intentado raptarla en un saco de papas para que no se casará con Fred mientras que Theodore le lanzaba las palomas a Fred en la cara, pero al final habían aprendido a tolerarse.

Lilith y Theodore seguían sin ser los hermanos más amorosos o los más comunicativos, pero ambos no habían dudado ni un segundo en poner el nombre del otro en sus hijos, como una manera de conmemorar a su persona.

—Cuídense y no se metan en muchos problemas.—pidió Lilith.

—No prometemos nada.—dijeron los jovenes Fred y George.

—Sí mamá/madrina.—dijeron Theodore y las gemelas.

Durante los siguientes diez minutos, se dedicaron a despedirse de sus hijos y desearles un buen año en Hogwarts. Theodore le prometió a su sobrino regalarle sus cosas de Slytherin si es que quedaba en su casa. Al final, Lilith observó con una sonrisa como sus hijos desaparecían en el tren en movimiento.

—Fred.—dijo Lilith.

—¿Sí, amor?—Fred la miró.

—Te amo.

—También te amo, señora Weasley.

Ambos se besaron con una sonrisa, sintiéndose felices y realizados. Lo tenían todo, un hermoso matrimonio y dos inteligentes hijos. La felicidad que la pareja irradiaba hizo sonreír a George y Angelina. Más al fondo, un grupo de adultos Slytherin contemplaba la escena en silencio.

—¿La hace feliz?—pregunto Draco con seriedad, mirando a Theodore.

—¿Qué no la ves?—dijo Theodore enarcando una ceja en alto.

Draco Malfoy contemplo a la pareja, quien ahora se sonreían con cariño, y este asintió.

—Es lo único que importa.—fue lo último que dijo.

(...)

En el Expreso de Hogwarts, Theodore se había separado de sus primos y hermano, sentándose en un compartimiento con Albus, el hijo de su tío Harry y Ginny. De repente, la puerta del compartimiento se abrió, mostrando a un chico de cabello rubio platinado y ojos grises.

—Hola...¿podría...?

—Claro, pasa.—dijo Albus y el chico se sentó.

—Soy Theo Weasley.

—Yo Albus Potter.

—Mi nombre es Scorpious Malfoy.

—Mucho gusto, Scorpious.—dijo Theodore y el nombrado sonrió sonrojado.

Y mientras el Expreso de Hogwarts avanzaba, los tres niños se conocían, haciéndose amigos. De esta manera, una nueva era comenzaba.



FIN


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