No nos hemos visto desde que vino a mi casa, estamos siendo precavidos. Sólo nosotros sabemos cuánto riesgo corremos por el simple hecho de gustarnos. Mis padres sintieron una presencia en mi habitación y casi nos encuentran, pero Hunter fue rápido y salió justo a tiempo. Ellos están raros desde ese día tan crucial y no me atrevo a salir hasta que todo se calme.

Madre no deja de parlotear acerca de la boda y lo irresponsable que estoy siendo. Padre dice que debo aprender modales para estar con Theodel, y que últimamente en lugar de adquirirlos, los estoy perdiendo.

¿Por qué debo comportarme de una forma determinada para estar con alguien?

Son tan hipócritas, ellos no hacen nada más que entregarme a las manos del peor ser que conozco. ¡El que dice que los demonios son una amenaza! ¡El que los manda a matar! ¡El que nos hace sufrir esta condenada existencia!

Pero callo. Callo todo. ¿Por qué soy tan cobarde? ¿Por qué no puedo ser como ese ángel que se escapó hacia la libertad, a pesar de haber sido castigado? ¡Qué más da que luego mi nombre quede sucio! ¿Acaso importa? ¿Me hace una persona inferior el haberme enamorado de un demonio que vale mucho más la pena que muchos de los ángeles que conozco?

Con estos días de ausencia entre nosotros, me di cuenta de cuánto lo estoy necesitando, de cuándo me acostumbre a su mirada dulce y sus brazos fuertes que se sienten más mi casa que otra cosa. Y no sé si esto sea amor o no, pero se le parece.

Antes de pensarlo dos veces, abro la ventana de mi habitación, aparecen mis alas y emprendo vuelo a mitad de la noche, pidiendo por favor encontrarlo a él allí, en nuestro lugar.