⛓️Chapter seventy!

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Jimin regresó a la ciudad y lo hizo sosteniendo la mano de su esposo.

Se formó una caravana completa donde todos los ejércitos participaron encabezados por sus líderes. Los estandartes se elevaron, en compañía de los tambores y las trompetas que anunciaban a cada persona la victoria absoluta que habían obtenido.

Todo el pueblo salió de los búnkeres que los mantuvo protegidos durante la cruenta batalla. Salieron a las calles entonando canciones antiguas de la historia del clan y gritando a viva voz la victoria que se alzó sobre ellos, y que tomó más significado cuando la cabeza del líder de los rebeldes desfiló frente a sus ojos.

"¡Larga vida al líder Park y su esposo el general Min!"

La misma oración fue gritada por multitudes completas, las mismas que reverenciaron la presencia del líder que los defendió a costa de sangre y del lobo legendario que protegió la vida de ese líder.

"¡Larga vida al comandante y sus generales!"

"¡Larga vida al sucesor Kim!"

"¡Larga vida al líder Wang!"

Marcharon dispuestos a dar la vida por su pueblo, marcharon con la frente en alto y la necesidad de justicia alimentando sus fuerzas; derramaron su sangre en el campo de batalla y defendieron como verdaderas fieras sus ideales, sus derechos y sus sueños.

Probablemente no fuesen héroes con magia extraordinaria, pero eran hombres y mujeres valientes que dieron frente a la traición y se alzaron entre escombros de destrucción para ver renacer esas tierras en una nueva época de paz.

Los pasos de Jimin se detuvieron cuando se encontró frente al palacio del poder. Estaba intacto, hermoso y majestuoso; una sonrisa nació de sus labios, al mismo tiempo que los latidos de su corazón se aceleraban al darse cuenta de un detalle importante.

Esa sería la primera vez que entraría a la residencia cargada de historia tomando la mano del hombre que amaba, otorgándole a Yoongi el derecho que le perteneció desde un principio.

Afianzó el agarre que tenía en la mano del alfa, la llevó hasta sus labios y besó el dorso. Se encontró con los ojos dorados que le profesaban amor y la infinita devoción que salía con creces, hasta lograr ramificarse por cada fibra de sus cuerpos que llevaban las huellas impresas de un amor que nació en la adversidad y que se fortaleció en los tiempos de guerra.

—Te amo, nene —susurró el omega, y no le dio tiempo al alfa para que respondiera, debido a que sus labios ansiosos buscaron a unirse con la boca de su esposo.

El beso que compartieron frente a toda la multitud fue ovacionado. Yoongi atrajo a su esposo y lo encerró entre sus brazos fuertes, devolvió las caricias que sellaron sus almas entrelazadas, y entonces supo que su felicidad estaba dando inicio.

Juntos ingresaron al palacio del poder como lo que eran: esposos y líderes de esas prósperas tierras.

La situación mejoró en los próximos días.

Hoseok regresó con el escuadrón intacto y acompañado de Kim Jennie. La omega fue recibida con todos los honores que su lealtad de hierro ganó, siendo reconocida entre los ejércitos y entre los líderes.

Jimin no pudo evitar abrazarla. Lo hizo como una muestra de agradecimiento, porque esa mujer fue leal al mandato de sus padres y mostró esa misma lealtad con él hasta en los momentos más sombríos.

Y con el regreso de la omega fue que el líder Park decidió darle un nuevo cargo. De ese día en adelante, Jennie sería su consejera personal, eliminando por completo la posibilidad de formar un nuevo grupo concejal.

También se llevó a cabo una ceremonia en honor a todos los valientes caídos.

Los generales y sus ejércitos mostraron una última muestra de respeto a la urna que protegía los restos de la general Hwasa, donde el estandarte de su ejército se alzó con orgullo y dignidad para ser acariciado por el viento lleno de libertad.

El comandante supremo y el sucesor fueron los encargados de dirigir la ceremonia, convirtiendo el acto en algo mucho más especial y significativo cuando los líderes religiosos tomaron parte importante.

La misma noche de la ceremonia, el comandante Kim SeokJin permaneció frente a la tumba del soldado NamJoon. En silencio, consumido en muchos pensamientos y palabras inconclusas que no se animó a decir en voz alta.

El líder del clan montañoso regresó a sus dominios en compañía de su comandante. La recuperación de Jackson fue lenta y segura, volviendo a sus tierras como el beta valiente que hizo honor a su palabra y a la alianza creada con el linaje Park.

Y, tan sólo algunas semanas después, Kim Taehyung estaba listo para convertirse en comandante supremo de ejércitos.

El omega Kim estaba de pie frente a su líder, el salón ceremonial y los invitados estaban listos para escuchar el juramento que el sucesor daría a Jimin, sellando una unión inquebrantable que mantendría la seguridad de la manada.

—Yo soy Kim Taehyung, el ultimo omega del linaje Kim que ha comandado los ejércitos durante los últimos años —inició el peliazul, con sus ojos puestos en la mirada orgullosa que Jimin le dedicaba—. ¡Juro lealtad eterna a mi líder absoluto, juro entregar mi sangre y mis fuerzas para defender nuestros ideales! Me convertiré en un comandante y en un protector digno de estas tierras, con la sabiduría otorgada por los dioses para saber liderar nuestras fuerzas armadas —hizo una pausa y concluyó—: ¡honor, valentía y fuerza! Honor por nuestros ancestros, valentía por nuestros hijos y fuerza por nuestro pueblo.

Taehyung hizo el saludo militar que el comandante dedicaba exclusivamente al líder. Llevó la mano derecha a la altura de su pecho donde la cerró en puño, permaneciendo erguido, mientras Jimin le colocaba la capa representativa de su nuevo cargo y SeokJin las medallas correspondientes.

—Ahora presento ante ustedes a Kim Taehyung, comandante supremo de los ejércitos —anunció el maestro de ceremonia.

El nuevo comandante giró para enfrentar a la multitud que representaba a todos los ejércitos. Los generales saludaron en una pulcra sincronía, y los soldados invitados les siguieron después, todos ellos demostrando el respeto ante su superior dentro de las fuerzas armadas.

Con esos acontecimientos que se celebraron en cada rincón del poderoso clan fue que Park Jimin en compañía de su esposo fueron creando leyes nuevas, abriendo sus puertas a la casta de los alfas con los mismos derechos y oportunidades de superación que tenían los omegas y los betas.

El emblema del líder cambió. Ahora el estandarte de color negro con dorado tenía a un lobo legendario dibujado en el centro, con el escudo antiguo del linaje Park impreso.

La nueva bandera se colocó en el palacio del poder y en todas las casas de la ciudad, con ello se abrió paso al cambio drástico donde dieron finalización a la esclavitud de los débiles, y donde la igualdad entre jerarquías se tomó con mayor respeto y seriedad.

Y fue así como la noticia recorrió a todas las manadas, tanto lejanas como vecinas. De esa forma todo el mundo se enteró que el clan Dacrontte ahora tenía a dos líderes que compartían el peso de liderar y tenían el mismo poder al momento de tomar decisiones.

Y uno de ellos era Min Yoongi, un alfa que comandó a un ejército de lobos, perteneciente a la primera casta creada por la deidad lunar, y el primero en convertirse en esposo de un omega puro con sangre de ancestros legendarios corriendo por sus venas.

Yoongi daba vueltas y vueltas en el mismo sitio, luego se detenía por un momento y volvía a retomar su andar descuidado y ansioso.

Tenía razones de peso para comportarse así. La primera era que su esposo había entrado en labor de parto hace un par de horas, la segunda era que no podía estar con él debido a que su comportamiento ansioso no ayudaría a Jimin, y la tercera era una explosión exacta del terror que sentía que le sucediera algo a su omega o a su cachorro.

—Quédate quieto —le gruñó RueSo—. Tu omega está pariendo a tu hijo y no le ayudas si tensas el lazo.

—No puedo quedarme quieto —gruñó Yoongi, mirando a su hermana—. Lo que quiero es estar con él.

—Ya lo intentaste y no funcionó —le recordó la alfa—. Joder Yoongi, tienes que controlarte.

El mencionado resopló frustrado, del otro lado de la habitación escuchaba varios sonidos y palabras amortiguadas que le ponían los vellos de punta. El reloj de pared parecía burlarse de él, el tiempo pasaba lentamente y Yoongi ya estaba entrando en un ataque crítico de ansiedad.

Taehyung lo miró tan nervioso que se apiadó de él. Se acercó con lentitud, manteniendo su mano entrelazada a la de un silencioso Jungkook que estaba ahí porque también quería conocer a su pequeño primo.

—Yoongi —llamó el omega Kim—. ¿Estás seguro que podrás controlarte ahí dentro? Recuerda que Jimin necesita apoyo, nada más que eso.

La voz suave del omega hizo que el alfa hundiera los hombros. Se apoyó en la pared más cercana y cerró los ojos por un momento, mientras pedía a una fuerza suprema que le permitiera soportar ese tiempo y que también tuviera la capacidad de calmarse.

Logró un pequeño avance porque sintió como el lazo se destensaba. Sonrió tenue, debido a ello pudo sentir las emociones alteradas de su omega, mas sabía que todo estaba resultando bien porque su unión así se lo afirmaba.

Finalmente y luego de una larga espera, la puerta de la habitación fue abierta por el médico que atendió al líder omega.

Yoongi lo abordó de inmediato, seguido de cerca por todos los demás que esperaban ansiosos por noticias.

—Felicidades, líder Min —habló el hombre de bata blanca con una sonrisa—. Es padre de un saludable varón.

—¿E-ellos están bien? —preguntó Yoongi, con sus ojitos brillantes y ansioso por entrar.

—El omega líder está cansado, pero todo salió bien —tranquilizó el hombre—. Puede pasar para que se reúna con ellos.

Yoongi recibió el abrazo de su hermana, las felicitaciones de un sonriente Taehyung y un ilusionado Jungkook. Se despidió de ellos con una sonrisa de lo más resplandeciente, para luego ingresar a la habitación donde su pequeña familia lo esperaba.

Ingresó en silencio, y la primera imagen que sus ojos captaron fue la de su esposo recostado en la cama, con un pequeño bulto de sábanas azules en brazos.

—Acércate —pidió Jimin con una sonrisa dulce que hacía desaparecer sus ojitos.

Yoongi dio pasos torpes que lo llevaron hasta la cama, se dejó caer de rodillas sobre el suelo, liberando muchas lágrimas cuando sus ojos pudieron ver unas manitos pequeñas y blanquitas que sobresalían de la manta.

El omega inclinó un poco al bebé para que su padre alfa pudiera conocerlo.

Ese momento exacto quedó grabado en la memoria de Yoongi. El pequeño tenía una piel tan blanca como la nieve, abundante cabello castaño oscuro, los ojitos permanecían cerrados, y una boca pequeña que estaba entreabierta la cual soltaba bostezos de vez en cuando.

—Su nombre es Haeun —susurró Jimin, haciendo contacto visual con su alfa—. Min Haeun.

Yoongi ahogó un jadeo al escuchar el apellido que acompañaría al nombre de su hijo. Su esposo ya le había hablado de su decisión, le dijo que su primogénito llevaría el apellido Min para que el linaje del alfa quedara impreso en la historia de las manadas, siendo el sucesor quien lo mostraría con orgullo al mundo.

—Nuestro hijo —murmuró Yoongi, totalmente embelesado en la imagen de su esposo cargando a su cachorro—. Omega, tenemos un bebé hermoso.

—Es el cachorro más hermoso —asintió Jimin con orgullo—. ¿Quieres cargarlo?

El alfa asintió muchas veces viéndose tierno e ilusionado. Jimin dejó a su hijo recién nacido en los brazos fuertes que lo protegieron, dedicándose a ver las emociones que cruzaron por el rostro de Yoongi, siendo esos ojos dorados incapaces de apartar la vista.

—Te amo tanto, hijo mío —murmuró el alfa con amor, para luego besar una de las manitas del bebé.

El cachorro aún dormido buscó más del contacto con su padre alfa. El calor protector lo cubrió por completo, logrando que un suspiro tierno abandonara sus labios pequeños, y que sus manitas se aferraran a la manta que lo mantenía calientito.

Yoongi devolvió el bebé a los brazos de su omega y con cuidado se acomodó en la cama. Jimin suspiró gustoso cuando el aroma de su esposo lo cubrió, como una segunda manta que le permitió dormir luego de tanto esfuerzo.

El alfa estuvo pendiente de sus dos tesoros. Besó la cabellera de su omega y lo abrazó con suavidad, costándole creer que esa felicidad y plenitud que sentía en el pecho era una realidad.

El omega que amaba y al único que amaría era su esposo.

Y ahora también se había convertido en padre de un cachorro por el que lucharía para mantener un mundo estable y seguro que le acompañara durante su crecimiento.

Esa fue una promesa sagrada que hizo ese mismo día y que se encargó de cumplir durante el resto de su vida.

Jimin tomó una profunda inhalación y luego abrió los ojos.

Se encontró con la majestuosidad del bosque y sus colores verdes, el gran túnel no había cambiado y el omega no sabía por qué, pero realmente le aliviaba comprobar que ese punto específico y hasta mágico continuaba intacto.

Sonrió cuando Yoongi se colocó a su lado, el alfa cargaba con su brazo derecho a su pequeño hijo, mientras que con el izquierdo se encargó de abrazar la cintura del omega.

—¿Recuerdas este lugar? —preguntó el omega.

El alfa hizo un sonido afirmativo, pero también respondió:

—Es el túnel de los amores dormidos.

Jimin asintió, se giró un poco para contemplar los ojitos curiosos del cachorro que miraban los grandes árboles, se inclinó y besó la frente de su hijo para luego caer en los labios de su esposo.

El beso que juntos crearon fue lento, cálido y perfecto. Los labios del omega acariciaron los del alfa, al mismo tiempo que sentía el tacto cálido del mayor sobre su cintura y el viento sacudiendo sus cabelleras.

Al culminar, ambos unieron sus frentes, refugiando entre sus cuerpos al pequeño bebé que los miraba desde abajo.

—He llegado a pensar que la historia del príncipe y el guerrero fue una premonición de lo que pasaría con nosotros y nuestro destino.

Las palabras de Yoongi era seguras y cargadas de romanticismo. Jimin lo miró a los ojos, soltando una risa pequeña para camuflar la timidez que llegó a presentarse en el propio rubor de sus mejillas.

—Tiene sentido —terminó diciendo—. Sólo que en nuestra historia un líder se enamoró de un general.

El alfa le besó la nariz antes de decir:

—No, un amo se enamoró de su esclavo, rompiendo todas las leyes de su propia manada para estar con él.

—Y no me arrepiento, incluso volvería a hacerlo las veces que fueran necesarias —aseguró Jimin con mirada altiva.

—Lo sé, esposo. Es por esa razón que siempre he sido tuyo.

El omega lo miró a los ojos, volviendo a perderse en el universo infinito y brillante que vivía en el dorado fundido que llenaba la mirada del hombre que amaba.

—¿Me amas, nene? —cuestionó con voz baja.

—Con toda mi vida, mi alma y mi propia existencia, amo —respondió Yoongi.

Fue entonces que volvieron a besarse, y ahí, en ese rincón mágico de bosque, Yoongi se entregó sumiso a su dueño.

Porque al final de todo eso era Jimin:

El dueño del alfa.










⛓️FIN⛓️













Aún queda el epílogo. 🫶🏻

⛓️Yoon~

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