⛓Chapter thirteen!

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La noche había envuelto cada rincón del bosque, y en una de las grandes mansiones las luces fueron encendidas para mitigar la capa densa y oscura que se había formado con su llegada.

Los colores dorados de los candelabros hacían una combinación sublime con la mirada del alfa. Jimin perdió la cuenta de todo el tiempo que pasó mirándole, mientras el castaño parecía importarle más la herida de su hombro.

—No duele —afirmó el omega, su voz saliendo suave y atrayente.

Nunca había sido observado de la forma en la que su juguete lo hacía, y para Jimin era extraño. Desde pequeño fue privado de toda muestra de compasión, cada vez que cayó al suelo su padre no le ayudó a levantarse, solamente le lanzó miradas frívolas que decían: "no seas débil y levántate" siendo cruel si se tomaba en cuenta el llanto de un cachorro que en ese tiempo no comprendía por qué su progenitor no le ayudaba a curar sus heridas.

Por supuesto que con el tiempo lo fue comprendiendo, y ahora agradecía el carácter que tuvo su padre para educarlo, pues lo forjó con las bases sólidas que se necesitaban para liderar y no dejarse dominar por nadie.

Un toque suave y delicado lo llevó de regreso al mundo real, ese donde se encontraba sentado en su cama y Yoongi arrodillado en medio de sus piernas, mientras continuaba rozando la venda que cubría su herida con suma delicadeza.

—Está herido —dijo el alfa, arrugando el rostro en una mueca que Jimin no supo interpretar.

El omega suspiró. —No debiste venir aquí.

Aunque Jimin sabía que sería inevitable para el alfa no correr a sus brazos al sentirlo en peligro. Era un instinto primitivo que se activaba una vez el juguete conseguía un dueño; sin embargo, ese instinto era mucho más fuerte y poderoso en Yoongi al ser un alfa legendario.

—¿L-le molesta que esté aquí, amo? —inquirió y su voz se vio afectada por la duda y temor de haber hecho algo mal.

El pelinegro maldijo en su mente. No quería escuchar tartamudear a su juguete, mucho menos si era por su culpa. A sus ojos Yoongi era un alfa de linaje, con la apariencia perfecta para robar la atención de todo aquel que lo mirase y la mirada llena de verdad y profundidad que envolvía con facilidad.

Sus ojos fueron guiados al collar que adornaba el cuello pálido y la cadena que colgaba, sintiendo una sonrisa nacer en sus labios al verlo allí, metido entre sus piernas.

—Eres una tentación para mí, nene —susurró, mientras sus manos tomaban la cadena para acercar el rostro del alfa al suyo—. Una tentación que no había experimentado hasta que te vi por primera vez.

La mirada de Yoongi quedó en aquellos labios gruesos que se habían convertido en su mayor necesidad. Sintió como su cuerpo comenzaba a reaccionar cuando su dueño le acarició el cuello y los hombros desnudos, de manera suave y firme a la vez, con esas dosis perfectas para enloquecerlo y mantenerlo sumiso a sus pies.

—Vivo y siento por mi amo —confesó el alfa, su respiración acelerada cuando el aliento del omega le acarició los párpados.

Jimin acarició la mejilla izquierda del alfa con la propia, inmediatamente Yoongi respondió a esas caricias ya que comenzó a restregarse contra la mejilla del omega de forma necesitada, a la vez que sus manos apretaban con fuerza las sábanas de la cama.

—Tócame —ordenó Jimin, mientras su lengua lamía cerca del oído contrario.

Las manos de Yoongi tomaron la cintura pequeña del omega con posesión, los dedos largos escarbaron encima de la piel tersa hasta tocar cada porción que ardía bajo su tacto, delineando cada centímetro que podía y embriagándose de los aromas fuertes que su amo desprendía.

El omega jadeó cuando en un movimiento brusco ocasionado por su juguete su cuerpo se agitó hacia adelante, provocando que su pecho se juntara con el del alfa, ambos sintiendo sus pieles desnudas y sus pezones rozarse hasta quedar completamente endurecidos.

En ese mismo instante las manos del alfa se colocaron en los muslos gruesos del omega. Yoongi lo levantó con suma facilidad, haciendo que el menor enrollara sus piernas alrededor de la cintura ajena y que sus respiraciones agitadas volvieran a combinarse.

Sus miradas se encontraron a escasos centímetros, y la excitación y deseos reprimidos estaban en un punto amenazante de explosión.

—¿Qué buscas, alfa? —indagó, con sus labios casi rozando los contrarios en una tortura exquisita que tenía a Yoongi temblando en anticipación.

El mayor ajustó el agarre que tenía en el omega, su entrepierna endurecida quedó puesta en el trasero que la presionaba, así que por reflejo el alfa comenzó a moverlo de arriba hacia abajo para crear mayor fricción entre sus cuerpos que comenzaban a acumular sudor.

—Quiero ser suyo —respondió Yoongi, y luego escondió la nariz en el cuello de su dueño para tomar profundas inhalaciones de aquel aroma que lo hacía caer doblegado sin el mayor esfuerzo.

Esa declaración formó un caos en la mente de Jimin. Los instintos puros de su omega despertaron para llevar a cabo la súplica en la voz de su juguete, ansiando probar cada rincón a su disposición y marcarlo como suyo.

—Bájame y acuéstate en la cama —dijo sobre el oído contrario.

El alfa obedeció de forma inmediata. Soltó el cuerpo que sostenía y sin hacer preguntas se acostó sobre la gran cama, mirando desde su lugar los próximos movimientos del omega.

Jimin rodeó la cama y tomó en sus manos la cadena que llevaba su juguete, con velocidad la ajustó a la cabecera para inmovilizar al alfa, guiñándole un ojo cuando los ojos de Yoongi brillaron de expectación.

El menor volvió a su lugar y con suma lentitud desabrochó los pantalones de su juguete y posteriormente los fue bajando hasta revelar unos bóxers negros que mostraban con tentación el miembro grande y erecto que le esperaba del otro lado de la tela.

El omega tiró los pantalones hacia algún lado de la habitación. Sus manos tocaron los tobillos del mayor y crearon un camino de ascenso por las piernas y muslos contrarios, deteniéndose en el inicio de los bóxers para mirarlo una vez más.

Sin decir palabras Jimin se inclinó sobre el cuerpo que tenía en su cama, sus labios se posicionaron en la pierna derecha del alfa, donde comenzó a mordisquear y dejar una serie de succiones que marcaban con rapidez la blancura de la piel, despertando más necesidad en el omega por aumentar la intensidad de sus caricias.

Los labios gruesos recorrieron los muslos fuertes y compuestos de piel virgen hasta marcarlos por completo. Jimin se entregó a sus deseos y mordió por todos lados, sin reprimirse en ningún momento y adorando escuchar los jadeos roncos que salían de la boca de su juguete.

—Tu piel es exquisita, nene —confirmó el omega, admirando los puntos rojos que había dibujado en ambos muslos y piernas.

Los latidos en Yoongi aumentaron cuando el omega se sentó a horcajadas sobre su miembro erguido. Gruñó sin contención cuando las caderas contrarias comenzaron a frotarse sin ninguna vergüenza, aumentando el deleite en el alfa al ver cómo su amo abría la boca para expulsar gemidos bajos que llegaban directamente a la sangre de su pene adolorido.

Jimin tomó las manos del alfa y las guió a sus propios pezones, provocando un jadeo más en el mayor.

—Tócame sin miedo, explora mi cuerpo y conócelo —cada palabra que Jimin decía quedaba grabada con fuego en la mente del alfa—. Porque es el único que tocarás y probarás en toda tu vida.

Los dedos de Yoongi presionaron los pezones contrarios, se maravilló ante las sensaciones que llenaron su cuerpo y el calor abrazador que le estremeció cuando su mirada nuevamente se encontró con la del pelinegro.

El omega se recostó encima del cuerpo más grande y sus labios nuevamente se concentraron en marcar la piel de su juguete. En esa ocasión combinó besos húmedos que sellaron el pecho contrario el cual subía y bajaba de forma violenta, respondiendo hasta el mínimo roce que Jimin creaba.

—Amo —pronunció el mayor con voz ahogada, mientras sus manos presionaban la piel ajena.

El menor sonrió ladino y con travesura creciente susurró:

—Toca mi trasero para que sientas lo grande que es.

Las manos de Yoongi se dirigieron con rapidez hacia ese lugar, lo hizo con tanta necesidad que Jimin estaba seguro que su juguete estaba desesperado por hacerlo, pero antes necesitaba escuchar la petición.

El omega gimió gustoso cuando sintió como su trasero era apretado con tanta fuerza que su cuerpo se sacudió de forma inevitable, mandando más sensaciones electrizantes a cada fibra que lo componía, y enloqueciéndole cada vez más.

—¿Te gusta mi culo, alfa? —preguntó, con sus manos apoyadas a cada lado de la cabeza contraria.

—Sí —respondió Yoongi, continuando con su labor de apretar los glúteos que difícilmente cabían en sus manos.

—Es bastante grande —dijo Jimin y luego susurró—: tócalo por dentro de mi pijama, quiero sentirte.

El mayor se mordió el labio inferior para no gemir tan alto. Sus manos se internaron en el elástico del pantalón que el omega llevaba puesto, mientras sus dedos se encargaban de sentir el encaje de la ropa interior hasta hacerle tirar de ella con sutileza.

—¿Te gusta? —inquirió Jimin, con sus labios sobre el oído derecho de su juguete.

—Me gusta... demasiado —respondió entre gruñidos que demostraban la pérdida lenta del control.

El menor sonrió complacido. Levantó la mirada para encontrar aquellos ojos que le gustaban, pero no contaba con la traición de su mismo omega que, en lugar de ver los ojos contrarios, lo instó a mirar los labios finos que estaban húmedos y entreabiertos.

Delgados y uniformes, con un tono rojizo que resecó la garganta de Jimin en un deseo que creía inexistente.

El pelinegro acunó las mejillas contrarias con delicadeza, admirando el rubor que se apoderó de ellas cuando poco a poco fue acercando su rostro.

—Eres precioso, Yoongi —susurró, mientras era guiado por sus deseos de probar los labios ajenos.

El corazón del alfa se detuvo por un momento, pues nunca había tenido una cercanía tan íntima como la que estaba sufriendo en esos momentos.

Y no sabía cómo reaccionar, porque diosa..., su amo realmente pensaba besarlo.

Fue así que el alfa decidió cerrar los ojos y tan sólo esperar. Ese simple gesto provocó una sonrisa en el menor, animándole a continuar y no pensar tanto las cosas.

Sin embargo, el toque ansiado por ambos nunca llegó.

La puerta de la habitación fue tocada de forma insistente, provocando que el momento íntimo que fue creado alrededor de ambos se rompiera de forma abrupta.

Los pensamientos de Jimin volvieron a su lugar. Rápidamente se incorporó y salió de la cama, buscando a su alrededor una camiseta y colocándosela con velocidad para ir a abrir la puerta con una mirada de muerte por haber sido interrumpido.

Del otro lado se encontró con uno de sus betas encargados de la seguridad. El hombre ni siquiera era capaz de verle a los ojos, ya que sabía exactamente el tipo de situación en la que el sucesor se encontraba, misma que se vio forzado a interrumpir.

—¿Qué pasa? —demandó saber, irritándose todavía más por el silencio prolongado.

—El líder le espera en su despacho —informó el beta.

Jimin frunció el ceño. —¿A esta hora?

—Parece ser importante, señor.

El omega soltó un suspiro, tratando de controlar su creciente mal humor y por supuesto que fallando en el intento.

—Dile que estaré en diez minutos.

Cerró la puerta y caminó hasta la cama donde un confundido Yoongi le esperaba. En silencio desató la cadena de la cabecera de madera y permitió que el alfa se incorporara en lo que él buscaba unos pantalones de mezclilla y una camiseta.

—¿Ocurre algo, amo? —preguntó el alfa, mirando atento al pelinegro.

—Es lo que averiguaré —dijo, y cuando estuvo listo se volvió hacia el mayor—. Tendremos que dejarlo para otro día, nene.

El castaño sonrió y asintió. —Sí, amo.

—Puedes quedarte aquí si quieres —le dijo Jimin sorprendiéndolo—. Tengo que reunirme con mi padre y no sé a qué hora regrese.

—Me quedaré aquí —aseguró Yoongi.

El omega se acercó y depositó un beso en la frente de su juguete, mientras sus manos dejaban sutiles caricias en las mejillas que se encargaría de morder en días próximos.

—Bien, entonces intenta dormir.

Salió de la habitación con paso rápido hasta llegar al despacho donde le esperaba el líder, y mientras caminaba su mente ya tenía las dos posibles razones que tenían a Park YoonWoo en su residencia a esas horas.

Uno: una convocatoria de emergencia con el consejo de la manada.

Dos: una misión delicada que no podía esperar por más tiempo.

















Sólo diré que... aún no es momento de desvirgar al bebé alfa. 👍

Falta un acontecimiento importante y luego entenderán por qué. 😈

Muchas gracias por leer. 🥰


Yoon~

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