Capítulo 35.

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A Jaehyun se le atoran las palabras en la garganta.

Sus ojos se abren de pura impresión mientras ve al chiquillo dormido entre sus brazos, con sus párpados cerrados y naricita rosada. Tiene la respiración lenta y ni siquiera parece estar lo suficientemente consciente como para formular lo que acaba de decir.

Baba. Es tan sencilla la palabra, pero por alguna razón le ha provocado un nudo en la garganta que le ha paralizado por completo.

Al alzar la mirada en busca de Doyoung, se encuentra con el rostro del omega con una expresión que parece indescifrable. Sus ojos se cruzan con los del alfa, sus párpados se notan perplejos, como si realmente estuviese demasiado perdido en lo que su cachorro acaba de decir.

—Jaehyun... —dice en una voz tan baja que es prácticamente inaudible. Sin embargo, Jaehyun alcanza a escucharlo por encima de los latidos fuertes de su corazón.

El alfa se aclara la garganta para salir de su ensoñación tan rápido como es capaz. Aterriza en un instante y es cuando siente sus piernas, sus brazos y el peso que hay sobre ellos.

—Voy a, a llevarlo con Nimbe. —Le comenta como muy cosa suya antes de comenzar a caminar hasta la habitación, ni siquiera se molesta en esperar una respuesta de parte del menor.

Como con la niña, Jaehyun deja a Kenai sobre las mantas, justo al lado de la cachorra, y no pasa demasiado hasta que el chiquillo encuentra la mano de Nimbe y la toma sin tener consciencia de ello.

Jaehyun deja salir un suspiro de cansancio. Se apresura a remover las cortinas moradas para que la luz de la tarde no moleste a los pequeños y deja la habitación después de besar la frente de ambos cachorros con serenidad —incluso los cubre muy bien con la manta y extiende el mosquitero para que ningún mosco les perturbe el sueño. Al salir hasta la sala de estar espera encontrarse con el omega justo en el mismo estado en el que lo dejó momentos atrás. Sin embargo, está vacía.

—Doyoung —Le llama con la voz lo suficientemente alta a través del departamento.

Va hasta la habitación principal sintiendo su pulso en sus oídos. Su mano tiembla un poco cuando toma el pomo y lo gira de inmediato. Cuando lanza un vistazo rápido, encuentra al omega sentado en la orilla de la cama con las manos unidas en su regazo, sin siquiera ser capaz de levantar la mirada para encontrarse con el alfa.

Él realmente se cuestiona si debería mencionar lo que acaba de pasar, no tiene idea de cómo se siente Doyoung al respecto, ni siquiera tiene manera de saber cómo se siente él mismo.

Aunque su corazón se siente agitado, sus manos se encuentran transpirando y su mente se quiere desviar a cada instante al momento exacto en el que escuchó al pequeño cachorro llamarlo de esa manera, él realmente solo necesita saber cómo se siente Doyoung al respecto. No quiere lucir preocupado o aludido, quiere mostrarse tan serio como siempre.

Sin embargo, en el fondo de su corazón hay un enorme revuelo.

—Jaehyun —Doyoung le llama. Sin darse cuenta, el alfa sale de su ensoñación.

—¿Sí? —responde casi de inmediato.

El omega se levanta en un parpadeo y camina hasta él. Se encuentran frente a frente, la mirada de Jaehyun apenas puede concentrarse en observar un solo detalle del rostro ajeno.

Doyoung tiene esta emoción en su rostro que Jaehyun no reconoce. Tiene sus cejas caídas y labios curvados ligeramente hacia abajo en una expresión que provoca que el corazón del alfa se encoja en su pecho. Luce pequeño, incluso cuando ni siquiera lo es realmente.

Jaehyun no puede evitar sonreír en un momento tan inoportuno como este. Corta la distancia que hay entre cada uno, toma al muchacho por la barbilla para alzar que termine alzando su mirada, y planta un beso en la frente de Doyoung cerrando sus ojos en el proceso porque el solo contacto le hace sentir reconfortado en un segundo.

—Yo... Lo siento —murmura Doyoung una vez más. Tiene sus ojitos cerrados y el rostro finalmente relajado, como si aquel suave beso hubiese logrado calmar su corazón en este ajetreo.

—¿Por qué?

El muchacho suspira. Sus cejas intentan unirse para arrugar su frente una vez más, sin embargo, parece que él mismo se corrige tan pronto como lo nota.

Abre sus párpados al mismo tiempo que alza su rostro, permitiendo que toda su expresión esté al descubierto. Es entonces que Doyoung, por primera vez, es consciente de esa pequeña diferencia de tamaño que existe entre ellos. El alfa, apenas un poco más alto, tiene en su mirada manchada de intriga por el silencio que hay entre ellos.

Jaehyun quiere ahogarse cuando en los ojos del omega encuentra lágrimas que están formándose, preparándose para salir.

—Porque, por Kenai. Lo que dijo...

Jaehyun sonríe, incluso deja salir una pequeña risa que captura por completo la atención del muchacho. El menor termina frunciendo sus cejas después de haberlo evitado durante un rato.

—No es nada —dice él, sus manos viajando hasta la cintura de Doyoung, donde decide quedarse.

—Pero fue imprudente.

El alfa chasquea su lengua con sus dientes y niega con la cabeza. Acerca a Doyoung un poco más a él tirando de su cuerpo y le mira fijamente a los orbes cuando habla.

—Es un cachorro —Su voz tan tranquila como él mismo puede mantenerla va en contraste con el apresurado latir de su corazón, como un ser independiente de él, se encuentra acelerado y Jaehyun ni siquiera puede entender el por qué—. Y no me molesta ni un poco que me llame de esa manera.

Doyoung sorbe su nariz con cuidado.

—¿No?

El hombre mayor niega con la cabeza y una sonrisa pequeña que nunca abandona su rostro.

—No, para nada. Prometí que te cuidaría, ¿no es así? Siempre que me lo permitas estaré con ustedes, amor. Que Kenai me llame de esa manera me hace sentir que estoy haciendo bien el trabajo.

Jaehyun tarda en darse cuenta del silencio ensordecedor que cae entre ambos. Doyoung no está sorbiendo su nariz y ha dejado escapar el labio que estaba mordiendo segundos atrás.

La mirada del muchacho parece detenerse en el rostro del mayor. Sus ojos se sienten vacíos y Jaehyun no puede encontrar aquella luz que tanto le gusta ver en ellos, en cambio solo se detiene frente a un océano roto, una sensación que definitivamente no le gusta.

En un instante la mirada del menor se ahoga en lágrimas, sin embargo, estas no se atreven a caer.

—Perdóname —Jaehyun se apresura a decir—. Yo...

Doyoung niega con la cabeza una y otra vez. Cierra sus ojos con fuerza cuando las manos del alfa toman su rostro y sus lágrimas finalmente marcan un camino en su piel.

—Perdóname tú a mi.

El hombre mayor frunce sus cejas tan rápido como entiende las palabras de Doyoung. Limpia su piel húmeda con sus pulgares y sonríe para intentar contagiarle de su tranquilidad una vez que esté abre sus párpados.

—No tengo nada que perdonarte, amor.

Lejos de ayudarle, parece que empeora todo. Doyoung rompe en un llanto que destroza el corazón del alfa.

Todo lo que Jaehyun puede hacer es envolverlo en un abrazo cálido. Desliza una de sus manos por la espalda del menor mientras sostiene su nuca con su mano libre. Intenta consolarlo de algo que él no tiene idea, pero de todas formas le arrulla lo mejor que puede para estabilizarlo.

—¿Por qué lloras? —murmura una pregunta tan baja como puede—. Quiero entenderte.

Doyoung sorbe su nariz como un cachorro pequeño, parece privado de aire incluso. Toma una bocanada larga con la que logra recuperar la estabilidad en un instante.

—Lamento mucho haber sido un mentiroso —murmura. No levanta su cabeza del hombro de Jaehyun ni parece tener intención alguna de hacerlo—. En serio, perdóname.

Jaehyun se siente desconcertado. Algunas veces —la mayor parte del tiempo, en realidad—, él tiene una batalla interna para intentar comprender al muchacho. Hay cierta necesidad en él que lo empuja a querer estudiarle, ver a través de sus ojos para comprender su comportamiento. Quiere conocer todo aquello que el muchacho tanto se empeña en ocultar.

Sin embargo, dentro de él también existe el temor de encontrar cosas con las que no se quiere enfrentar.

—No te entiendo, cariño.

El muchacho levanta su cabeza del lugar donde ha descansado durante este tiempo. Sorbe su nariz y finalmente eleva su mirada para encontrarse con la del alfa.

—Hay tantas cosas que te he ocultado y otras en las que te he mentido... —Doyoung sorbe su nariz. Baja la mirada rápidamente y se aferra con sus manos a la camiseta del hombre—. Kenai...

—Doyoung.

Jaehyun sabe que su voz se siente rasposa. Tiene esto en su pecho que solo indica algo malo. Alerta.

Se supone que debe estar en alerta, ¿por qué? Su corazón late rápido y siente sus venas taparse y su sangre dejar de fluir por su cuerpo. Es como si él mismo pudiese ser esa célula dentro de su piel.

—Kenai y tú tienen esa rara conexión y...

Sus cejas se unen en un instante, Doyoung se detiene de inmediato y el alfa niega con la cabeza.

—No es rara. —Jaehyun dice. No puede evitar sentir incomodidad.

—No, no lo es.

Jaehyun larga un suspiro antes de tomar el rostro del menor con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Yo acepto a Kenai, cariño. En serio lo hago. A veces solo quiero cuidarlos a ambos tanto como pueda, quiero que él también me acepte, ¿me entiendes?

Doyoung da un solo asentimiento, sus ojitos húmedos una vez más es lo que provoca un desequilibrio en las emociones del hombre mayor.

—Él te acepta.

—¿Lo hace?

Una vez más, el omega asiente.

—¿Tienes idea de por qué? —La pregunta es demasiado sencilla y Doyoung la pronuncia con precaución palpando su lengua.

Jaehyun quiere encogerse de hombros, o negar con la cabeza, o asentir, cualquier cosa. Incapaz de tomar el control de su propio cuerpo, su boca responde sin siquiera pedir permiso.

—Por ti, quizás...

El muchacho niega con la cabeza. Sus lágrimas se deslizan por su piel. Jaehyun piensa que seguramente le quema, puede imaginar como la gota penetra en sus poros y lastima al muchacho.

Eso, o no podría entender la razón de su llanto.

Doyoung solloza aferrándose a la camisa del hombre con la mirada baja.

—No, Jae... Kenai es, es tu cachorro también.

Jaehyun borra la expresión de su rostro de inmediato.

—¿Uhm?

El omega toma una bocanada de aire, completamente ajeno a las cejas fruncidas del hombre mayor, ajeno a su corazón acelerado, ajeno a sus manos transpirando, ajeno a lo que ha provocado en su interior.

—Él es tuyo, es tu cachorro. Tu... hijo.

Hay un silencio en medio de ambos que parece haberse construido en cuestión de segundos con el cemento más macizo que existe. Doyoung cierra sus párpados con cuidado y Jaehyun le ve controlar controlar la respiración.

Hay solo dos segundos entre cada inhalación y exhalación. Lo hace con tanta calma y Jaehyun sólo se pregunta cómo puede llevar el control si él mismo siente su propio corazón aumentar la velocidad de sus latidos con cada segundo que pasa.

Inhala.

Las palabras del omega se repiten rápidamente en su cabeza. Sin embargo, él no las entiende.

No puede encontrar el contenido de ellas. No puede entender el motivo de Doyoung. No puede entenderlo a él.

—Mírame —Jaehyun le dice con la voz apenas quebrada. Cuando el omega le obedece, Jaehyun ve el labio inferior del muchacho atrapado en sus dientes—. ¿Qué dijiste?

Las mejillas de Doyoung están teñidas de un tono carmesí agobiante. Su nariz enrojecida y apenas húmeda junto a sus ojos verdes casi dormidos le generan al hombre el peor de los malestares.

Es como si estuviera tan enfocado en el estado del muchacho que ni siquiera es capaz de entender el contexto en el que se encuentra. Ni siquiera puede —quizá tampoco se siente apto— enfrentarse a ello.

—Es... Es eso, Jaehyun —El omega responde al cabo de un instante eterno—. Kenai es tu hijo. Es nuestro y, y esa es la razón de esa relación que han desarrollado tan rápidamente y... Por eso me siento tan, tan culpable de que te reconozca como tal después de haberle mentido a mi bebé durante mucho tiempo.

Doyoung habla en voz baja, sin embargo, sus palabras ensordecen al hombre. Hay un intervalo de tiempo en el que un zumbido es lo único que llena cada espacio en su cabeza, incluso provoca que su visión no sea del todo clara porque en un instante no es capaz de reconocer al omega de pie frente a él.

Intenta tragar un poco de saliva solo para encontrarse con su cavidad completamente seca, como si su propio organismo se hubiera detenido.

—Yo...

Jaehyun detiene al muchacho, niega con la cabeza y da un paso atrás. Las lágrimas de Doyoung no se detienen ni por un segundo, pequeños sollozos apenas escuchándose en la habitación.

Doyoung no deja la prenda del alfa ni un segundo, atreviéndose a romper esa pequeña distancia que el mayor ha puesto entre ellos.

—Jae.

Para el hombre no hay ni un poco de sentido en lo que escucha. Es como haber sido lanzado una piscina de agua helada después de haber estado demasiado tiempo en el fresco aire tropical del exterior, nadie le ha advertido y por eso es que se siente ahogado una vez que entra. Asfixiado, traicionado y humillado.

Su corazón se ha detenido por un instante y casi puede sentir su respiración cortarse de inmediato.

—Lo siento, en serio.

Jaehyun parpadea, niega con la cabeza otra vez y toma las manos del muchacho en su cintura. Lo aparta de él sujetándolo desde sus muñecas, dejándolos a ambos en el aire marcando una distancia entre ellos.

—Detente, Doyoung. No te estoy entendiendo. ¿A qué te refieres...? Quiero decir, ¿puedes explicarme esto? ¿Por favor?

Hay un tinte de desesperación en su voz que no se molesta ni un poco en ocultar. En este instante no tiene idea de cómo salir de aquella habitación en su mente donde se ha sumergido, es como si estuviese funcionando de cualquier manera, menos de la correcta.

—Sí, yo, yo... —El omega cierra sus párpados por unos segundos demasiado largos para Jaehyun, y cuando lo observa una vez más, encuentra lágrimas nuevas en él—. ¿Recuerdas cuando... La primera vez? ¿Hace cuánto fue?

El hombre frunce el ceño, se concentra esta vez en las palabras del muchacho sin permitir que nada más en su mente lo haga irse. Entiende su pregunta, y después de pensar un poco en ello, pasa saliva por su garganta seca.

—Como, como cinco años, ¿sí?

Doyoung asiente con rapidez.

—Yo estaba por cumplir diecinueve años cuando te conocí, y en ese primer encuentro yo entré en celo durante la noche. ¿Lo recuerdas? —Jaehyun le confirma con varios asentimientos rápidos, por supuesto que lo hace—. Nunca, jamás imaginé que mi celo llegaría tan pronto, sobre todo porque estaba controlado y no fallaba, demasiado regular como para haber llegado en un momento tan... Inoportuno.

Hay una pausa que el muchacho usa para sorber su nariz, regular su respiración y evitar que los sollozos se interpongan entre él y todo lo que tiene para decir. Pero Jaehyun no tiene ánimos para esperar.

—Doyoung —llama su nombre solo para apresurarlo.

El omega vuelve a elevar su vista. A Jaehyun nunca en su vida le había dolido una mirada tanto como esta.

—Yo... Creo, yo creo que en algún instante olvidé tomar mis pastillas, porque las tomaba, ¿de acuerdo? Y no me malinterpretes, siempre me he cuidado el doble, ¿me entiendes? Siempre anticonceptivos y preservativos para evitar eso que... Terminó sucediendo.

Jaehyun decide permitir esos segundos de silencio.

Parece que el muchacho tiene más cosas que decir y él no tiene ninguna intención de interrumpirle, además, necesita ese instante para evitar entrar en especulaciones, entrenar su mente para no sacar conclusiones apresuradas y terminar teniendo un ataque cardíaco.

Doyoung intenta safarse del agarre de Jaehyun, pero el hombre solo ejerce más fuerza porque sí, lo quiere mantener a una pequeña distancia, pero no puede permitir perder el contacto con su cuerpo; lo único que lo mantiene consciente de que no está imaginando cosas.

—Mes y medio después de nuestro encuentro, comencé a sentirme diferente —Hay un sorbo de nariz en medio de sus palabras, una pausa corta que Jaehyun utiliza para tragar el nudo en su garganta que, al final, no desaparece—. De repente despertaba de madrugada con náuseas, me agotaba fácilmente con actividades que realizaba a diario. Incluso comenzaba a tener un flujo diferente.

Jaehyun parpadea quizá por primera vez desde que Doyoung arrojó aquella bomba.

—Estabas embarazado.

El muchacho intenta forzar una sonrisa, apenas eleva la comisura de sus labios y asiente con la cabeza. Su cabello se mueve un poco y un mechón cae en un lugar que no debería. Jaehyun realmente resiste el impulso de devolverlo a su lugar y, de paso, dejar un pequeño beso en su frente.

—Lo estaba —confirma—. Terminé con una prueba de embarazo positiva mientras Donghyuck se alistaba para ir a clases, y fue de las peores sensaciones que experimenté en mi vida.

Su corazón da un vuelco en su pecho cuando le escucha decir aquello. Está hablando de su hijo, de Kenai, él lo ama, entonces, ¿por qué habla de esa manera?

Él simplemente no puede entender.

—Doyoung...

Antes de que pudiese agregar algo más, el más joven lo detiene.

—Escucha, por favor —suplica con su voz roja y mocosa—. Fue agobiante en ese entonces. Teniendo diecinueve años recién cumplidos, Donghyuck por cumplir quince y finalmente había conseguido el permiso para ser su tutor legal, el pago del alquiler cerca, apenas estábamos teniendo un equilibrio en nuestras vidas después de tanto descontrol y... Ahora un embarazo. Fue demasiado para mí, y lo primero que hice fue llorar.

Jaehyun, sin darse cuenta, tiene una cantidad incontable de lágrimas esparciéndose por sus mejillas. Está llorando, indudablemente, y ni siquiera recuerda la última vez que se vio a sí mismo en ese estado.

Las palabras de Doyoung, lejos de calmarle sólo le provocan más, y más, y más, y más incertidumbre. Ahora entiende lo que le dice, ahora sí puede encontrar el contenido de sus palabras y procesarlas, y su cerebro solo genera preguntas que aún no pueden ser respondidas.

Jaehyun sorbe su nariz y eso parece ser suficiente para romper el corazón herido de Doyoung.

—Aunque estaba tan apretado, nunca pensé en interrumpir mi embarazo, ¿sabes? Claro que fue difícil de aceptar para mí, para Donghyuck. Fue terrorífico mudarnos de ciudad y volver a organizar nuestras vidas, replanear tantas cosas que tendrían que esperar porque venía alguien más, un ser humano a quien alimentar...

La voz del omega se apaga lentamente, hasta que finalmente no hay nada más que sollozos y la cabeza baja. Jaehyun quiere tomar su rostro y abrazarlo, besar su cabello y esperar todo el tiempo que sea necesario hasta que el muchacho se sienta capaz de hablar una vez más. Pero no puede.

En este momento no puede permitir que sus sentimientos dominen su necesidad de saciar su sed de respuestas.

Doyoung inhala hasta que su respiración le permite seguir. Su piel se encuentra roja en este instante y a Jaehyun le duele tanto que termina aflojando el agarre de sus manos para que el muchacho pueda limpiar su rostro. Sin embargo, no lo hace, y muy en el fondo el alfa se siente bien con eso porque no quiere dejar de sentir la calidez de su ser.

—Cuando vine a Seúl no supe más de ti, pero siempre estuve demasiado consciente de que tú me habías embarazado. Tú me dejaste en ese estado y yo, tan idiota, nunca pensé en contactarte o siquiera intentar saber más de ti.

La garganta de Jaehyun apenas está recuperando su humedad. El alfa cierra sus párpados, provocando que la última lágrima dibuje en su piel toda esa tristeza que siente en su interior, la rabia que viaja por sus venas y la culpa que late en su corazón.

De él escapa un sollozo que es la pura evidencia del dolor atascado en su alma. Se siente tan vulnerable que está seguro de que Doyoung, desde su lugar, puede ver una cantidad irrazonable de emociones que ni siquiera el mismo Jaehyun puede reconocer.

El muchacho intenta dar un paso adelante, más cerca, necesitando un poco más de contacto. Jaehyun no permite que su cuerpo se mueva, demasiado insistente en mantener esa barrera entre ambos, pero sin romper su contacto.

—Jaehyun, yo...

—¿Cómo...? —interrumpe—. ¿Cómo tú...? ¿De verdad?

Es así como las palabras se atoran en su garganta. Sabe que luce demasiado ridículo, con esa expresión en su rostro y mejillas húmedas, nariz enrojecida y labios tibios de la pura adrenalina que siente correr por sus venas.

Su dignidad por el suelo. Su corazón sin latir. Sus lágrimas quemándole la piel. Su alma entristecida. Jaehyun se ha convertido en un alfa roto en cuestión de segundos.

—Lo siento —Doyoung dice, su voz quebrada y una nueva ola de llanto apoderándose de él. El corazón de Jaehyun se encoge—. Lo siento, Jaehyun. Perdóname. Perdón, en serio, estoy tan arrepentido.

—¿Por qué lo ocultaste? —Jaehyun se las arregla para preguntar.

Doyoung tiene un puchero en sus labios, su mirada cristalina es la respuesta que el alfa necesita.

—No lo sé, Jae, yo estaba muy... Estaba desesperado en ese entonces—

—Ahora —interrumpe de inmediato—. ¿Por qué lo ocultaste ahora? ¿Por qué no me dijiste apenas te encontré? Me mentiste cuando te pregunté sobre eso. Yo te pregunté, Doyoung. Te pregunté.

El llanto es la única respuesta que obtiene, eso solo provoca que la piel de Jaehyun hierva de calor y una ola de molestia sacuda cada parte de su ser.

—No, no sé. Yo, en serio, Jaehyun, créeme. Estaba tan asustado, entonces y ahora.

Jaehyun chasquea sus dientes y, sin darse cuenta, ejerce presión en su agarre sobre las muñecas ajenas.

—Me... Jaehyun.

—Lo sentía aquí —apunta con su dedo índice en donde debería estar su corazón—. Cada vez que lo veía, cuando me llamaba por mi nombre, cuando reía conmigo, todo lo sentía aquí. Creí que era solo esa, no sé, ¿conexión? Quizás una conexión natural con el cachorro, pero no, Doyoung. Es mi hijo.

Doyoung asiente una vez.

—Lo es.

Otro sollozo viene del hombre y eso solo provoca que la estaca en el corazón de Doyoung se adentre un poco más.

—No me dijiste nunca. Cuidé de él, lo vi dormir, jugamos juntos y nunca, jamás... ¿En serio, nunca pensaste en decírmelo? Si Kenai no hubiese dicho aquello hoy, ¿alguna vez me dirías esto?

El omega todavía niega con la cabeza. Dios, que ha negado con la cabeza y Jaehyun solo puede cerrar los párpados para no terminar diciendo todo aquello que tiene atorado, lleno de rabia e ira.

—Me estás lastimando —murmura el más bajo.

Jaehyun parece ver con claridad por un instante. Deja libre las muñecas de Doyoung y ve algunos de sus dedos marcados en la piel blanquecina del omega. Le aparta lejos de él y deja caer sus párpados, abriéndolos sólo cuando percibe al muchacho acercarse.

—No, quédate ahí.

Doyoung jadea.

—Jaehyun... Déjame acercarme.

El hombre niega con la cabeza y un brazo estirado, marcando una verdadera distancia. Esta vez demasiado sólida.

—Que no —ante su mirada de cachorro, Jaehyun suelta un suspiro—. Déjame pensar, Doyoung. ¿Eres consciente de lo que acabas de decirme? ¿Me contarías en algún momento?

Un llanto llena la habitación cuando Doyoung en serio entiende aquel rechazo. Jaehyun le ha negado acercarse por primera vez y él no tiene idea de cómo lidiar con eso.

¿Es que acaso no puede cuidar nada que toque con sus manos?

—No lo sé...

Jaehyun suelta un bufido y niega con la cabeza. Lleva sus manos hacia su cabello y lo revuelve mientras da un par de pasos en círculo sin salir de su espacio. Ve a Doyoung limpiar sus lágrimas con el dorso de su mano inútilmente porque de inmediato las lágrimas vuelven a caer.

—¿Quién sabe, entonces? Si pasaban meses o años, ¿me mantendrías ajeno a todo esto? ¿Qué sentido tenía ocultarme algo así?

—No, yo... —El muchacho ve a su alrededor buscando por algo que no existe—. Creí que te aburrirías pronto y desaparecerías en unas semanas. Pero todo se tornó tan...serio.

—¿Y qué es diferente ahora, uhm? ¿Por qué me lo dices hoy, después de años?

—Porque realmente no quiero que me dejes. No quiero que te canses de mí y me abandones, te juro que no lo soportaría, Jaehyun. Ahora mismo solo quiero permanecer a tu lado, eres el único alfa con el que quiero compartir mi tiempo.

Hay un jadeo de parte del hombre. Escuchar a Doyoung decir aquello es algo que nunca había pasado por su mente.

Él luce tan vulnerable. Se ve tan agrietado. Para Jaehyun es casi imposible mantenerle la mirada siendo que puede ver cada hilo descosido de su alma, y cada retazo de tela se desprende lentamente.

—No te alejes de mí —solloza—. No me dejes solo. Lo siento, lo siento mucho. No me abandones ahora, no cuando finalmente soy tan feliz.

Una lluvia azota a Jaehyun. Hay tanto palabrerío saliendo de la boca del muchacho, mezclado con llanto, dolor y demasiada desesperación que provoca que el mismo alfa se inquiete en su lugar.

—Doyoung —llama en un tono de voz bajo.

Da un paso cerca, pero el omega no lo percibe.

—Perdóname, alfa. He sido egoísta y mentiroso, y ni siquiera lo mereces. Cuidaste de mi hijo sin pedir nada a cambio y yo... Lo siento mucho, no me dejes. Yo, yo te quiero, Jaehyun. Te quiero a mi lado, junto a Ken, te quiero en mi vida.

—Mírame.

—Te quiero a ti.

Sus palabras son todo lo que Jaehyun necesita para tomar su nuca y acercarlo a él. Lo abraza con una mano por la cadera y la otra dejando caricias en el inicio de su cabello, intentando tranquilizar los sollozos inquietos del omega.

—No te voy a dejar.

Doyoung solloza más fuerte. Se aferra a la prenda del hombre y deja descansar su mentón en el hombro ajeno.

—¿Me lo prometes? En-en serio, lo siento. Te prometo, no, te juro que no volveré a mentirte

—Lo prometo —responde Jaehyun de inmediato—. No te dejaré por nada del mundo, Doyoung. Ni hoy, ni mañana, ni nunca. Permaneceré a tu lado por el resto de nuestra existencia y no permitiré que nada más te haga daño, nunca.

La manera en la que el muchacho le abraza es suficiente para que Jaehyun calme los latidos de su corazón.

—Gracias.

Y pese a que tiene malestar en su alma, Jaehyun puede sentir la tranquilidad en el ambiente por el aroma que el muchacho deja salir.

Hay miel a su alrededor perforando en sus fosas nasales, penetrando en su interior y trayéndole calma. No pasa demasiado tiempo hasta que un aroma cítrico comienza a mezclarse con la dulzura de la miel, creando una danza en el aire con la que el alfa puede recuperar su respiración regular.

Es azahar, está seguro. Hay algo de almendra, apenas un poco, pero está allí.

Doyoung huele a miel con azahar y almendras.

—Te quiero. Eres mi omega, estoy seguro de eso —murmura antes de dejar un beso en su cabello. Toma el rostro del muchacho y le obliga a mirarlo, sonríe un poco y besa la nariz rojiza antes de continuar—. Este es solo un motivo más para mantenerte a mi lado. No quiero que te vayas, tu hi- nuestro hijo ahora nos tiene a ambos.

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