2 King Cross Station

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Amelie y la Piedra Filosofal

Amelie salió de la tienda de Madame Malkin con dos túnicas en sus manos. A lo lejos divisó a su madre cargando una jaula, al mismo tiempo que su padre venía a su lado con una bolsa.

—Hola cariño, ¿Cómo te fue ahí dentro? —le preguntó su padre.

—Bien. —respondió— me cruce con Harry adentro, parece que es muy amable.

—No lo dudes lo saco de su madre, siempre tuvo un corazón enorme. —dijo recordando con una sonrisa— tu padre ya compró los libros y el caldero, según la lista lo único q falta es...

—El telescopio, las balanzas, las ampolletas y la varita. —recordó Amelie diciendo con emoción lo último.

—Oh bien, te acompañaremos hasta Ollivanders y nosotros iremos a comprar lo que falta.

—¿Crees que sea necesario amor? Digo, no quiero dejarla tanto tiempo sola. —Amelie se sintió afortunada del padre que le había tocado.

—Esta bien Tom, si hay un lugar seguro en Inglaterra es definitivamente este callejón. —dijo ella mirándolo con ternura.

—Si tu dices Jos, confío en ti. —replico y le dió un beso.

—Los amo, pero estoy muriendo por comprar mí varita.

Sus padres rieron.

Hablando caminaron hacia Ollivanders; cuando llegaron sus padres se despidieron y la dejaron en la puerta.

Cuando Amelie entro se asombro, miles de estantes llenos de cajas de varitas a su alrededor, y aunque no parecía haber nadie, ella podía sentir una presencia en el lugar.

—Veintiún centímetros, núcleo de pelo de unicornio y madera de algarrobo. —dijo una voz detrás del mostrador, haciendo que Amelie se sobresaltara.

—Lo lamento, ¿De que habla? —pregunto está confundida.

—La varita de tu madre por supuesto.

—Oh, según yo la varita de mí madre es de fibra de corazón de dragón. —respondió con tono extrañado.

—Ya veo...—el hombre se dio vuelta y empezó a buscar entre alacenas detras de el— eh, sí, está servirá dieciocho centímetros, núcleo de fibra de dragón y madera de acebo.

Al tocarla unas cien cajas volaron al rededor de ella.

—Cuanto lo siento señor Ollivander. —se disculpó dejando la varita en el mostrador.

—No hay nada de que preocuparse. —dijo calmado— han pasado cosas peores.

Luego de unas diez varitas con efecto negativo Amelie estaba cansada y hasta el señor Ollivander parecía estar de mal humor.

—Veamos. —fue lo último que escucho Amelie luego de que Ollivander se metiera en las trastienda; luego lo único que escuchaba era como cajas caían y la voz del hombre mascullando cosas como: “Ya probamos este núcleo no servirá”, “Esta madera no va con ella”, y así por otros quince minutos.

Elie vio como sus padres se paraban enfrente de la puerta de la tienda esperando a que ella saliera.

—¡Bien! —se escucho desde atrás— aquí la tengo, veinte centímetros, madera de encina de Avalon con núcleo de plumas de hipogrifo. —finalizo dejando la caja en el mostrador para que Amelie la tomara, pero justo antes de eso, el la tomo por la muñeca acercándola mucho a el— es una varita excepcionalmente rara y poderosa, se dice que solamente puede poseerse por alguien con un corazón puro. Su dueño gozará de una magia inmensa y una sabiduría ilimitada, tenga cuidado señorita Schmidt.

Eso solo puso más presión en ella.

Con miedo, tomo la varita, y sintió, por primera vez en esa tienda, como se volvía una con esa varita, un polvo azulado corrió a su al rededor como ventisca. Amelie no podía estar más feliz.

—Me parece que encontramos su varita. —dijo Ollivander con una sonrisa.

Amelie pago y salió del lugar con varita en mano, sentia que nunca la podría dejar de tocar.

—Uuh, parece que alguien consiguió varita.—dijo su madre feliz.

—Si, ahora podrá sacar un conejo del sombrero que nunca uso. —bromeó su padre.

—Siempre tan gracioso papá. —respondió entrecerrando los ojos con una sonrisa— ¿Podemos volver a casa? Estoy muy, muy muy. —alargo la u— cansada.

—Claro cariño, volvamos a casa. —dijo su madre tomando de la mano a Thomas y pasando un brazo por los hombros de su hija.

•••

Cuando estuvieron devuelta en casa, Amelie tomó todas sus compras y las subió a su habitación.

—Hola nena. —saludo a Rosie— no te veo desde la mañana, ¿Todo bien? —dijo y la acarició un poco.

Luego de tomar una ducha para relajarse, bajó a cenar y hablaron un poco de su día.

Hasta que finalmente Amelie se digno a preguntar:

—Mama, ¿Tu conociste a los padres de Harry? —pregunto de la nada, haciendo que su madre se atragantara con la comida.

—Eh, si cariño. —respondió tomando un
trago de agua— ¿Por qué? —Amelie se encogió de hombros.

—¿Eran cercanos? ¿Cómo eran?

—Bastante sí, eran muy buenos, oh ya hemos terminado todos de comer mejor junto los platos. —dijo en un claro esfuerzo de no querer hablar del tema.

De repente entre tantos platos que había tomado en sus manos, en la cocina se oyó como se rompía un plato.

Amelie se asustó.

—Elie, ¿Por qué no subes a tu cuarto? –dijo su padre apurado— yo iré a arroparte en unos minutos. —finalizo con una sonrisa y unos ojos que le rogaban que lo hiciera.

—Claro... —murmuro y subió rápidamente a su habitación. Realmente esperaba no haber dicho nada que hiciera sentir mal a su madre, ella era una de las personas más importantes de su vida, no toleraría lastimarla.

Unos minutos después entro su padre a su habitación, cerrando su puerta por detrás.
Amelie se incorporó rápidamente en su cama.

—¿Dije algo malo papá? —preguntó asustada.

—No cariño, claro que no. —dijo su padre sentándose en su cama— es solo que mamá les tenía mucho cariño a sus amigos, y ellos. —su padre pauso, pensando como decir esto delicadamente— ellos tuvieron que irse temprano, ¿Me entiendes? —le preguntó a Amelie, ella asintió— así que es normal que se ponga un poco emocional cuando los mencionamos.

—¿Entonces Harry está solo? —preguntó algo triste, le había parecido un buen niño y que hubiera crecido sin el amor parental con el que ella se crío, le dolió un poco.

—Pues, de cierta forma si y no hija, verás, los que nos dejan nunca lo hacen totalmente, siempre estarán aquí. —dijo y tocó el corazón de su hija— alguien me dijo eso hace mucho tiempo, y me temo que tenía razón.

—Voy a asegurarme de que Harry no se sienta solo en Hogwarts. —dijo segura.

Thomas sonrió ante la empatía de su hija.

—Me alegro cariño, ahora descansa. —dijo dejando un beso en su cabeza— mañana es un nuevo día.

—Adios papá, te amo.

•••

Al otro día todo parecía haber vuelto a la normalidad, ya que desde el jueves seis la dinámica había cambiado un poco.

—Buen día mamá. —saludo Amelie.

—Hola hija, ¿Dormiste bien?

—Sí, ¿Papá fue al trabajo? —pregunto al no verlo.

—Salió hace una o dos horas, últimamente está muy ocupado.

—Y no imagino cuánto, es domingo y el en la oficina. —dijo sorprendida.

Luego de un desayuno de pocas palabras, Elie subió a organizar su baúl, sabía muy bien que faltaba demasiado para el primero de septiembre (solamente habían pasado dos días de su cumpleaños), pero la ansiedad le estaba ganando.

—Yo al mío le puse un hechizo extensivo. —hablo su madre al ver que Amelie tenía problemas para cerrar su baúl.

—Me serviría bastante, —dijo resignada— ¿Me ayudas?

—Seguro cariño. —saco su varita y se acercó a ella— ¿Has decidido algún nombre? —le pregunto al ver la jaula de su lechuza.

—Aún no lo decido, pensaba en Lynx, por la constelación. —respondió.

—Oh, es lindo. —admitió su madre terminando el hechizo— ahora tendría que caber mucho más. —le dijo sonriendo.

—Gracias mamá.

Su madre se sentó contra el cabezal de su cama y palmeó a su lado.

Cuando Amelie se sentó a su lado Josie paso un brazo por sus hombros y habló.

—James y yo éramos muy unidos. —comenzó— desde que comenzamos Hogwarts hasta que terminamos. —sonrió con nostalgia— a el siempre le gustó Lily, la madre de Harry, y para mí disgusto me había obligado a hacerme su amiga. —recordó con gracia— claro, que luego de un tiempo descubrí que la pelirroja tenía un gran corazón y mente. —hizo una pequeña pausa— la última vez que los vi fue una semana antes de que ellos fueran asesinados, Harry y tu ya habían nacido, aunque nunca llegue a presentarte. —una lágrima rodó por su rostro— se que ayer estuve muy triste cuando preguntaste sobre ellos, pero fue simplemente por qué ver a Harry allí, me trajo tantos recuerdos. —solto una risa— realmente tiene los ojos de su madre.

Amelie la abrazo y se quedaron así un tiempo.

—No imaginó cuan difícil debe ser mamá, realmente lo siento. —le dijo.

—Esta bien corazón, luego de un tiempo lo sobrellevas. —dejo un beso en su frente y se levantó.

Unos segundos antes de que su madre saliera Amelie preguntó:

—¿Quién los mato mamá? —dijo con tristeza en su voz.

—Un mago tenebroso, Lord Voldemort. —Elie vio como su madre se tensaba al pronunciar su nombre— pero ya no hay que preocuparse por el, esta muerto. —hizo una pausa y dijo— date una ducha y ven abajo a cenar, tu padre debería estar por llegar.

Cuando su madre salió Amelie escucho las palabras que se decía, como afirmando a ella misma: «esta muerto»

•••

Los últimos veintidós días de julio pasaron volando.
Lo único que Amelie sabía era que ahora estaba parada en la puerta de su habitación, con Lynx y su baúl en mano despidiéndose de Rosie y de todas sus cosas.

—Como me encantaría llevarte conmigo Rosie. —le dijo un tanto triste a su mascota, la cual la miraba directamente— espero volver a casa para navidad bonita, hasta entonces nos vemos. —se agachó y le dio un abrazo, sí, definitivamente iba a llorar en el camino, como iba la extrañar.

—Elie, cariño vamos. —dijo su padre desde el final de la escalera— son las nueve, tenemos que estar allí a las once y el tráfico seguramente estará horrible. —le repitió, por quinta vez a su esposa, algo ansioso.

—Cálmate hombre, llegaremos bien. —contesto está tomando su mano— ahí está, al fin hija, creí que te tendría que buscar yo.

—Viene de familia mamá, no te quejes. —la miro con sus ojos entrecerrados— me ayudan a llevar esto al auto, pesa siete elefantes. —dijo dejando finalmente el baúl en el piso.

—Si, no hay problema cariño. —dijo su padre— ¿Me abres la puerta Josie por favor? —le pregunto a su esposa ya que el tenía ambas manos ocupadas.

Cuando al fin cargo el baúl en el auto, Josie tomo de los hombros a Amelie y la dirigió hacia el auto.

—Comienza la aventura cariño.

Subieron al auto y arrancaron hacia la estación de King Cross, para Amelie el viaje fue eterno, no sabía si por sus nervios o por su miedo (probablemente ambos).

—Cariño yo te amo pero si te sigues comiendo las uñas te las ato. —dijo su madre dándose vuelta en el asiento— no te preocupes todo saldrá bien y...

—¿Yo? ¿Preocupada? —le dijo con la voz un poco temblorosa— para nada mamá.

—Seguro cariño, ¿Thomas? —su esposo tarareo un mhm en forma de respuesta— puedes poner la radio.

—Claro Jos. —su padre encendió la radio y Amelie se relajo un poco, la música siempre tuvo ese efecto en ella y su madre lo sabía.

Cuando finalmente llegaron Amelie temblaba dentro del auto.

—Cariño, como la bajaremos del auto así. —le pregunto Josie a Tom al ver a su hija.

Bajandola. —respondió el con simpleza abriendo la puerta— cariño, se que estás muy nerviosa pero créeme que cuando pongas un pie en la plataforma todos tus nervios quedarán atrás.

Amelie le creyó.

•••

Amelie no debería haberle creído.

En estos momentos se encontraba a nada de la entrada a la plataforma nueve y tres cuartos, como deseaba tener un lugar para vomitar cerca.

De repente, escucho la voz de su madre.

—Oh hola Harry. —dijo su madre al ver al niño.

—Hola señora Schmidt. —saludó algo tímido.

—Nada de señora Harry, dime Josie. —lo tomo de un hombro— ¿Nervioso?

—Bastante. —respondió ya más sonriente— no tengo idea de cómo pasar a la plataforma.

—Es simple Harry. —le comenzó a explicar Thomas— pon tu carrito en dirección a ese muro. —Harry lo hizo— y ahora simplemente corres.

—No te estrelles Potter. —bromeó Amelie tratando de olvidar sus nervios.

—Espero que no. —le sonrió este.

Amelie vio como Harry corrió hacia el muro con confianza.

—Tu turno hija. —le dijo su madre.

—¿Vienen conmigo? —les pregunto Amelie a sus padres.

—¡Claro que sí! —respondieron al unísono

Cuando cruzaron Amelie quedó fascinada con la vista tan cercana del Expreso Hogwarts.

—Ay cariño, te extrañare muchísimo. —le dijo su madre mientras la abrazaba— prométeme que no harás ninguna travesura. —advirtió mientras la señalaba con el dedo.

—Una o dos no estarían tan mal. —dijo su padre con sus ojos cristalizados— mí niña se irá. —solto un sollozo y se abalanzó sobre Elie— te extrañare mucho cucaracha.

—Yo más papá, a ambos. —les dijo mientras se acercaba a abrazarlos— trataré de escribirles diario con  Lynx. —su madre sonrió al escuchar el nombre que si hija había decidido— iré a buscar lugar. —aviso tomando su baúl.

—¿Puedes con eso cariño? Te puedo ayudar. —le dijo su padre al ver cómo a  Amelie le costaba mover el baúl.

—Tranquilo papá, yo puedo. —comenzo a caminar pero antes de estar muy lejos se volteó— ¡Los amo!

—¡Nosotros a ti!

Con mucho esfuerzo, Amelie subió el baúl dentro del tren. Cuando al fin estuvo dentro, se dedicó a buscar un compartimento vacío.

—Disculpa, ¿Puedo sentarme aquí? —le pregunto a un pelirrojo que estaba solo— el resto del tren está lleno.

—Claro. —cuando Amelie entro pensó en como poner su baúl arriba del asiento.

Mientras tanto, Harry se detuvo en ese mismo compartimento para preguntar si se podía sentar allí también, claro que Ron (aterrado por sentarse con una chica a solas) le dijo que sí.

—¿Necesitan ayuda con eso? —les pregunto Ron algo apretado en la esquina del asiento — parece que sus baúles están muy pesados.

—Un poco de ayuda no vendría mal. — sonrió Harry.

Ron se estiró lo que más podía fuera por las ventana.

—¡Eh! ¡Fred! ¡George! Necesito ayuda con algo. —grito el pelirrojo hacía afuera.

Unos segundos más tardes dos niños idénticos se encontraban enfrente de ellos.

—¿Qué sucede Ronnie? —preguntaron los que parecían ser sus hermanos.

—¿Podrían subir los baúles de mis amigos? —les dijo Ron de mala gana por el apodo.

Amelie dejo su baúl en manos de los gemelos y tomo asiento al lado de la ventana.

—Gracias... —Elie dudo un poco al no reconocerlos.

—Fred. —uno de los gemelos hizo una reverencia.

—Y George. —complemento el otro.

En ese momento un niño apareció en el compartimento.

—¡Fred! ¡George! —dijo este agitado— vengan, Lee tiene una araña enorme. —avisó y salió disparando de nuevo.

—Suena interesante Georgi. —este asintió con la cabeza.

—Nos retiramos, un placer ayudar a los amigos de Ron. —Fred sonrió y salió.

—Adios Ron, Harry. —se dio vuelta hacia Amelie— señorita. —le sonrió y salió detrás de su hermano.

Hubo un pequeño silencio hasta que Ron habló.

—¿De verdad tienes la... —le pregunto a Harry con su dedo señalado su frente.

—¿La cicatriz? Sí. —con su mano corrió su cabello y se mostró una cicatriz en forma de rayo. Amelie la vio con asombro.

—Increíble. —contesto este y se recostó en el asiento— ¿Cómo te llamas? —pregunto mirando hacia la chica.

—Amelie, Amelie Schmidt. —le contesto con una sonrisa— ¿Y tú?

—Ron Weasley. —sonrió también.

—¿Esos eran tu hermanos? — le preguntó con curiosidad.

—Si, lamentablemente lo son.

—A mí me hubiera gustado tener hermanos magos ¿Cuántos hermanos tienes? —pregunto  Harry.

—Cinco. —corrigió Ron. Por alguna razón parecía deprimido— soy el sexto en nuestra familia que va a asistir a Hogwarts. Podrías decir que tengo la vara muy alta. Bill y Charlie ya han terminado. Bill era delegado de clase y Charlie era capitán de quidditch. —tomo aire antes de continuar— ahora Percy es prefecto. Fred y George son muy revoltosos, pero a pesar de eso sacan muy buenas notas y todos los consideran muy divertidos. Todos esperan que me vaya tan bien como a los otros, pero si lo hago tampoco será gran cosa, porque ellos ya lo hicieron primero. Además, nunca tienes nada nuevo, con cinco hermanos. Me dieron la túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la vieja rata de Percy

—Wow, esos son muchos hermanos. —dijo Amelie sorprendida— yo soy hija única, no puedo pensar en tener que compartir a mis padres, mucho menos mis cosas —termino con una risa contagiando a los otros— ¿No te hartas de ellos nunca?

Ron rió.

—Te acostumbras, créeme.

Luego de unos minutos de haber partido, una señora regordeta apareció por la puerta del compartimento con un carrito.

—¿Desean algo niños? —pregunto con una sonrisa.

Ron susurró algo sobre el almuerzo que apenas pudo escuchar, mientras que Harry saco un monedero y compro la mitad de las cosas del carrito.

—Pueden comer si quieren, no voy a terminar todo esto solo. —les dijo sonriente a ambos.

—Gracias Harry. —dijo Amelie tomando una varita de regaliz— toma. —le dijo extendiendole diez galeones— yo iba a comprar, pero me ganaste. —le sonrió.

—No puedo aceptarlo. —dijo Harry tomando su mano y alejandola.

—Potter si no tomas aunque sea cinco galeones te hechizare. —amenazo ella.

Harry asustado acepto las cinco monedas.
Ron, al parecer no había estado escuchando nada y se lo veía muy concentrado con su rata.

—George me enseñó un hechizo. —dijo de repente— se supone que puede volver a la rata amarilla. —mirando a sus amigos saco su varita, decidido a hacer el conjuro.

En ese momento una niña entro a su compartimento.

—¿Disculpen alguien a visto un sapo? Un chico lo está buscando desesperado. —al ver la cara de desconcierto de los tres volvió a hablar, cambiando completamente el tema— ¿Amelie? —pregunto al reconocer a la chica que había golpeado en el centro comercial— no puedo creer que estés aquí. —le dijo con emoción.

—Hola Hermione. —le saludo con una sonrisa— ¿Todo bien?

—Nunca estuve mejor. —Hermione le sonrió y volteo a ver a Harry— ¡caracoles hervidos! —exclamo— tu eres Harry Potter.

—Hola. —le dijo algo avergonzado.

Hermione le dedico una sonrisa.

—Oh, estabas por hacer magia, bueno vale la pena verlo. —dijo y se sentó en la esquina del asiento de Ron.

—Eh... Sí claro. —aclaro su garganta y habló — Rayo de sol, margaritas, vuelvan amarilla a esta tonta ratita. —un leve destello de luz amarilla salió de la varita— esos dos. —dijo enojado— me enseñaron un conjuro falso.

Amelie y Harry contenían una risa.

—Eso fue... decepcionante. —dijo Elie con gracia.

—Ciertamente. —complemento Harry sonriente.

—Yo se un hechizo, he estado practicando un poco en mí casa. —Hermione tomó su varita y la apunto hacía los anteojos de Harry— Oculus Reparo. —hizo un movimiento y de repente los anteojos de Harry estaban arreglados.

—Vaya. —dijo Harry quitándose los lentes para observarlos— muchas gracias —dudo un segundo su nombre— Hermione.

—Un placer Harry. —se levantó y caminó hasta la puerta— nos vemos Amelie. —le dijo con una sonrisa.

—Hasta luego Herms. —la nombrada sonrió por el apodo y salió por la puerta.

—No me agrada. —dijo Ron de repente— es muy presumida, y habla demasiado.

Amelie un tanto ofendida respondió.

—Pues a mí me agrada, y sabe hacer hechizos. —le contesto cortante.

—Auch. —dijo Harry riendo.

Al cabo de unos segundos los tres estaban carcajeandose y comiendo dulces.

Luego de una hora en la que estuvieron hablando y comiendo, Amelie se sentía pesada y le dolía un poco el estómago.

Malditos nervios, penso ella tocándose la panza al mismo tiempo que comenzaba a mover la pierna rápidamente.

—Amelie. —la llamo Harry y está lo miro— ¿Estás bien? Pareces nerviosa.

—Lo estoy, pero nada fuera de lo normal. —le respondió con una media sonrisa.

—¿Por qué no duermes un poco? —le aconsejo— yo te despertaré cuando lleguemos.

—Bien. —dijo con una sonrisa y estirándose— te molesta si me acuesto en tu hombro, no quiero terminar con dolor de cuello. —bromeó sonriente.

—Claro.

Amelie se acostó y luego de uno o dos minutos se durmió.

—¿Me perdí de algo? —le pregunto Ron a Harry cuando volvía del baño.

—Tenia sueño y quería estar más cómoda. —dijo con una sonrisa a su amigo.

•••

Amelie sintió como alguien la despertaba.

—Amelie. —escucho la que parecía ser la voz de Harry— Amelie —la llamo con tono de tranquilidad— estamos por llegar, tienes que ir a cambiarte.

Amelie jadeo mientras se enderezaba.

—¿Tanto dormí? —pregunto estirándose.

—Tus ronquidos se escuchaban desde el otro lado del tren. —le dijo Ron con diversión.

—Que gracioso eres Weasley. —respondió con una sonrisa— iré a cambiarme. —tomo su ropa y antes de salir vio su reflejo en la puerta— demonios, parece que un tornado paso por mí cabeza.

Ambos chicos soltaron un pequeño jadeo algo nerviosos.

—Ya regreso. —avisó Amelie a sus amigos.

Elie camino por el pasillo del tren hasta encontrar los baños o un lugar para cambiarse; luego de caminar un tiempo se detuvo a preguntar dónde estaban.

Se detuvo enfrente de un compartimento que estaba ocupado por alumnos mayores.

—Disculpen, ¿Tienen alguna idea de dónde están los baños? —preguntó con una sonrisa a uno de los chicos que tenía más cerca.

—Claro, dos vagones más adelante a la izquierda. —sonrió este.

—Oh, gracias. —cuando salió hizo dos pasos y sintió una mano en su hombro, se giró rápidamente.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunto el chico con el que recién había hablado.

—Amelie Schmidt. —le contesto con una media sonrisa, el chico hizo una cara de sorpresa— ¿Tan raro es mí nombre?

—No, no, lo siento. —se excusó con una sonrisa— es que te veía familiar a alguien. —el chico extendió su mano y le dedico una sonrisa— Cedric Diggory, un placer.

Amelie tomó su mano.

—Digo lo mismo Cedric. —le dedico una sonrisa— bien, nos vemos en Hogwarts.

—Nos vemos, Amelie.

•••

Amelie bajo del tren con el corazón en la boca, tenía a sus dos nuevos amigos al lado pero eso no quitaba que estuviera nerviosa.

—Respira Amelie, estás más nerviosa que yo. —le dijo Ron en un susurro.

Amelie levanto una ceja, ya que el pelirrojo estaba igual o peor que ella.

—¡Los de primer año por aquí! —dijo una figura enorme abriéndose paso por los árboles— ¡Primer año siganme! —cuando llego a la luz de la estación se lo distinguió mejor.

—¡Hagrid! —dijo Harry feliz de ver un rostro familiar.

—Hola Harry. —le saludo con una sonrisa— hola Amelie.

—Hola Hagrid. —saludo igualmente, ese hombre le caía muy bien.

Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Amelie  pensó que debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados, lo único que podía distinguir era el cabello pelirrojo de su amigo, y los reflejos de los anteojos de Harry.

Nadie hablaba mucho. Neville, el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.

—En un segundo, tendrán la primera vista de Hogwarts. —exclamó Hagrid por encima del hombro— justo al doblar esta curva.

Se produjo un fuerte ¡ooooooh!

El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro.

En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo
el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.

Amelie no podía creer lo que veía, sabía que era enorme gracias a su madre, pero verlo en persona era otra historia.

—¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Amelie y Harry subieron a uno, seguidos por Ron y Hermione.

—¿Ya subieron todos? —continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo— ¡Bien! ¡ADELANTE!

Amelie sintió como el bote comenzó a andar, una leve brisa fresca movía su cabello, trato de cubrirse con el cuello de la túnica pero al seguir sintiendo frío se escondió un poco detrás de Harry.

—¡Ay por dios! —susurro Amelie emocionada, se estaban acercando al enorme castillo que desde el lago solo se veía más imponente.

La voz de Hagrid la devolvió a la realidad.

—¡Bajen las cabezas! —aviso este, parecían estar pasando por un agujero subterráneo que conducía hacia el castillo— ¡Ey tu! ¿Ese no es tu sapo? —pregunto al niño que Amelie asoció con el de más temprano.

—¡Trevor! —grito emocionado tomando su sapo— gracias. —murmuro.

Con que ahí estaba el sapo, pensó Amelie.

Elie bajo del bote con ayuda de Harry, y cuando estaban subiendo por una escalera de piedra quedó al lado de Hermione.

—¿Cómo te sientes? —le pregunto Hermione con clara emoción.

—Como si fuera a vomitar en cualquier momento, pero muy emocionada. —le respondió sonriente.

Caminaron un poco más hasta que Hagrid frenó enfrente de una enorme puerta de madera y toco dos veces.

Amelie tomó el brazo de Hermione (la cual se pego un poco a ella) y entraron.

La boca de Amelie se abrió.

—Wow... —dijo mirando a su al rededor asombrada.

AY HOLIS
yes bitch I'm back
¿cómo van ustedes todo bien?
Espero q si
na q capítulo q me clave hoy dios mio, tarde banda en publicarlo pero estoy en época de clase y bueno está jodido
De todas maneras me está yendo bastante bien, y espero q a ustedes también.
Tengan un lindo día y no se olviden de votar y comentar, abrazoooooo


Recuento de palabras: 4284

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