25.

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Axel

Le doy otra vuelta al bolígrafo en mi mesa y ya he perdido la cuenta de las veces que he hecho esa simpleza.

No tengo concentración.

No puedo dejar de pensar en lo pálida que  Alessia se puso cuando me vio con Alexandra, la angustia, tantas emociones en sus ojos que me hicieron sentir peor de lo que me sentí aquella tarde en Nueva Zelanda.

Llevo dándole vueltas al asunto toda la noche. No dejo de pensar en ella y eso solo me hace querer ir a buscarla. Se suponía que sería una aventura pero estoy consciente que lo que vivimos a pesar de ser poco fue intenso. Que esté como un loco ratifica que las cosas fueron más allá de lo que pretendí y que me gusta más de lo normal. Desde Julia no me había interesado por otra mujer hasta que conocí a la italiana de ojos verdes que ha puesto todo patas arriba.

Miro mi celular, mis dedos pican, deseosos de ir hacia su contacto, pero se que ignorará mis llamadas como lo ha hecho todos estos días y no la juzgo, tiene todo el derecho de no querer saber nada de mí.

La pantalla de mi teléfono se prende y frunzo el ceño al ver el número de Gabriela, la vecina latina de Julia. No dudo en contestar.

—¿Aló? 

Buenas tardes, Axel querido, espero no estarte molestando en horario de trabajo.

No eres molestia, Gabriela. ¿Cómo has estado?

—Muy bien, gracias por preguntar, siempre tan educado.

Arrugo mis cejas ante la rapidez de sus palabras, actúa como si estuviese nerviosa.

—¿Ocurre algo?—no dudo en preguntar rápidamente.

—Axel no quiero que te alarmes ¿sí? Pero la niña Alexa está conmigo. ¿Puedes venir?

¿Le ha pasado algo a mi hija?—trato de no exaltarme pero evidentemente no puedo.

No no no—se apresura en contestar—Todo está bien, no te preocupes...

—Bien. Voy para allá.

Al colgar ni me molesto en quitarme la bata. Meto mi celular en el bolsillo de la misma y salgo a toda prisa del consultorio luego de tomar las llaves de mi coche.

—¿Doctor Powell?

La voz de Gretchen, mi nueva enfermera asistente llama mi atención, se levanta de inmediato de su buró.

—Necesito salir, es una emergencia de familia.

—Pero los pacientes...

La corto.

—Prometo volver en un par de minutos. Comienza haciendo el chequeo de rutina y explícales que tengo una emergencia con mi hija.

—S-si...está...bien—la joven tartamudea sin razón.

Asiento y salgo de inmediato del hospital.

(...)

Toco el timbre con desesperación y en menos de dos segundos me encuentro a José, el esposo de Gabriela. El mismo se apresura en hacerme pasar.

—Hola José—lo saludo cordialmente.—¿Qué fue lo que sucedió?

—Calma, hijo, la niña está bien, está en la cocina con Gabriela.

Asiento y me dirijo a toda prisa hacia la cocina, con José guiándome. Siento que puedo respirar cuando veo a mi pequeña sentada encima de la mesa del comedor comiendo un sándwich con la mexicana frente a ella diciéndole algo que al parecer la divierte mucho. 

—Cariño.

La llamo y sus ojos se iluminan al verme.

—¡Papito!

No dudo dos segundos en acercarme y estrecharla contra mí. El dulce olor de su cabello llega a mis fosas nasales y siento el alma volver a mi cuerpo. ¿Me estaré haciendo un viejo paranoico? Porque me he dado un susto tremendo.

Tomo su delgado rostro entre mis manos.

—¿Estás bien verdad?—ella asiente.

—¡Genial!. La tía Gaby me ha hecho un sándwich delicioso.

Sonrío al escucharla con tanta energía, miro a Gabriela quien sonríe al igual que yo.

—¿Quieres un café Axel?—ofrece amablemente José.

—No, gracias José, pero debo volver al hospital—deniego amablemente y él asiente levemente. Dirijo mi mirada hacia su esposa—¿Qué sucedió Gabriela? No estoy entendiendo nada. ¿Dónde está su madre?

—Tengo la costumbre de regar las plantas a las 7 en punto de la mañana, vi que Julia se fue para el trabajo pero no noté que llevara a Alexa consigo como algunas veces—asiento escuchándola atentamente, Gabriela baja la cabeza—Soy un poco metiche así que estuve atenta para ver si sentía movimiento en la casa, luego del mediodía me preocupé, pensé que no pero la niña Alexa si estaba dentro, sola—siento como un calor se apodera de mi cuerpo—Llamé para que me reconociera y así abriera la puerta, estaba temblando, Axel.

Mi mano se hace un puño el cual intento esconder, la rabia recorre mi cuerpo apoderándose de mis sentidos. Julia va a escucharme.

—Al parecer tenía mucha hambre, está devorando lo que le preparé—sonríe mirando a mi pequeña.

El aire llega con dificultad a mis pulmones y mi voz no quiere salir. Toco el cabello de mi pequeña y aclaro mi garganta para dirigirme hacia mi hija.

—Cariño—Alexandra me mira—¿Tu madre no te dijo nada al salir?

Niega.

—No, papito, se fue como de costumbre.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo de costumbre?

—Sí, siempre sale, es normal, solo que no dejó nada de comer.

Hago un esfuerzo sobre humano para no alterarme y hacer algo de lo que luego pueda arrepentirme.

—Está bien cariño. Ven, iremos con los abuelos—la levanto de la mesa para cargarla.—No sabes cuanto te agradezco lo que acabas de hacer Gabriela. Muchas gracias a ambos.

—Para nada hijo—ella sonríe y José toca su hombro.—Es un placer ayudar a esta hermosura—toca la mejilla de mi hija y esta sonríe abiertamente.

Asiento dándoles las gracias nuevamente y despidiéndome de ellos.

(...)

—¿No vas a llamarla?—duda mi padre

—No quiero saber de ella—demando enojado mientras observo a Alexandra jugar con mi madre.

—Hijo—me reprocha—Necesito que mantengas la calma y razones.

—¿Cómo quieres que reaccione, papá?—la furia vuelve a mí—La última vez que hablé con Julia le sentí un fuerte aliento etílico.—sus ojos se abren en sorpresa—Si está tomando de nuevo me va a escuchar.

—Con calma, Axel. No creo que Julia sea capaz de cometer el mismo error dos veces, es una mujer adulta.

Río amargamente.

—Se emborrachaba en período de lactancia, papá—bufo—Entendí que era la depresión post-parto, la apoyé, luché con ella y ¿qué vino después? Alexandra tenía dos años y Julia se vuelve a emborrachar, abandona a la niña y lo sigue haciendo y también...

Me paro en seco a mi mismo, tomo aire y me paso las manos por el rostro.

—¿Cariño estás bien?—escucho preguntar a mi madre.—Alexa, pequeña ¿qué sucede?

Me alarmo y corro hacia ellas. Me agacho a la altura de mi hija. Estaba temblando y sudando frío.

—Hija mírame—le pido y lo hace, sus ojos estaban cansados, examino con cuidado.

—¿Axel que le sucede?—pregunta mi mamá con desesperación.

—Vamos para el hospital—ordeno cargando a Alexandra en mis manos.

(...)

Suspiro una y otra vez mirando a mi hija durmiendo en la camilla y con el suero de hidratación pasando el medicamento que le puse por intravenosa. La falta de alimentación en su cuerpo produjo los sudores fríos, los temblores y el cansancio en sus ojos. Hiperventilo porque siento que el oxígeno no llega a mis pulmones de forma fácil, todo ha pasado muy rápido y relacionado con lo que más me importa en esta vida. ¿Cómo no me di cuenta? ¿Tan ausente estuve?

—¿Doctor Powell?—me llama con suavidad Gretchen—¿Se encuentra bien?—niego, es evidente que no estoy bien. La chica aclara su garganta luego de unos segundos—Sus padres están fuera esperándolo, quieren que les informe del estado de la pequeña.

—Quédate aquí Gretchen, iré a hablar con ellos—le pido y ella asiente frenéticamente.

Salgo del consultorio encontrándome a mis padres en los bancos de la pared de enfrente. Mamá está llorando y papá desconcertado, suspiro pesadamente porque yo tampoco estoy bien.

—Está dormida ahora, necesita...

—Se encuentra bien ¿verdad?—me corta mamá y asiento.

—¿Qué es lo que tiene?—pregunta mi padre.

—Li...

—¿Dónde está mi hija?—escucho una femenina voz provenir del pasillo. Julia corría hacia nosotros, la rabia me consume y tengo que controlarme para no agarrala del cuello porque sí, de eso tengo ganas en este momento.

—Vete de aquí—le ordeno rápidamente acercándome.—Si no quieres que se me olvide que fuiste mi mujer por años lo mejor será que te largues.

—Hijo tranquilo—mamá toca mi brazo—Yo le avisé lo creí correcto...

—Esto es tu culpa—le digo, poco me importa que estemos llamando la atención de los presentes—¿Qué clase de madre deja a su hija de casi seis años sola en la casa? ¿Desde cuándo lo haces, Julia?.

—Axel...—se echa a llorar.

—Alexandra tiene un ligero caso de desnutrición. ¿Sabes que significa? Que no la haz alimentado bien, que la haz abandonado como hace años atrás—baja la cabeza y comienza a sollozar—Reza para que a mi hija no le pase nada porque te juro por Dios que no la volverás a ver.

Sin decir nada, ni siquiera a mis padres, doy media vuelta y vuelvo al consultorio donde tengo a mi hija.

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Helloooooooooooo

Ay, que bello es estar de vuelta 🤧🤧🤧

Byebye escuela. Hello vacaciones.

Bueno para el que lea esto va esta notita 👺.

Axelito está enojado #Sedesatólabestiainterior

Escribir este capítulo se me hizo difícil...bueno...básicamente como todo jeje la falta de experiencia but este se me hizo máaaaas...así que PERDÓN por los errores y si lo encuentra muy corrido.

Besitos cibernéticos :)

   

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