Capítulo 21

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Estaba en mi cuarto intentando que mi cerebro colaborara un poquito más conmigo y se concentrara en estudiar, pero estaba demasiado distraído. No conseguía enfocarme, no entendía nada de lo que estaba leyendo aunque lo repasara veinte veces. Así que me rendí. Retomaría el estudio cuando mi cabeza estuviera un poquito más libre. Por ahora todo lo que podía hacer era pensar en Camilo, y en las conclusiones que él había sacado después de mi absurdo ataque de celos.

Era evidente que yo tampoco sabía cómo gestionar este tipo de situaciones. Estuve un poco enojado ese día, pero ahora ni siquiera sabía bien cómo definir lo que me estaba pasando.

Mi madrina estaba en la heladería así que me tocaba quedarme solo en casa hasta las once de la noche. Usualmente, cuando ella no estaba, no me preocupaba tanto por cenar a ciertas horas. Digamos que aprovechaba para romper las reglas.

Me llevé el teléfono conmigo cuando salí hacia el comedor, y justo cuando lo estaba guardando en mi bolsillo, recibí un mensaje.

No volvió a responder, pero vi los dos tics azules indicando que había leído mi mensaje.

En cuestión de veinte minutos Camilo estaba estacionado en el portón de mi casa. Lo invité a pasar y en ese momento, noté que traía algo escondido dentro de su chaqueta de cuerina.

—Me encontré algo de camino hacia acá. No tengo idea de cómo cuidarlos.

Fruncí el entrecejo. Solo cuando él abrió la chaqueta comprendí de lo que estaba hablando.

Dos gatitos bebés. Eran tan pequeños que cabían perfectamente en la palma de mi mano.

—¿Qué te hace pensar que yo sé cómo cuidar gatitos? Nunca tuve uno.

—Busca en internet —sugirió él.

Así que, mientras yo buscaba en google "cómo cuidar a un gatito bebé" Camilo se quitaba la chaqueta para envolverlos en ella.

Descubrimos que había una fórmula especial bastante sencilla de hacer que sustituía la leche materna, también que había que frotarlos para que ellos hicieran sus necesidades porque eso era lo que su madre hacía.

—A ver, aquí dice que eches un poco de mantequilla, la yema de un huevo y la leche deslactosada. Pero solo tengo descremada.

—Bueno, por hoy creo que va a servir —comentó él.

Metimos todo en la licuadora y lo pusimos a batir, cuando estuvo listo, calentamos un poco en el microondas y con una cuchara pequeña —porque no teníamos otra cosa, y era demasiado tarde como para ir a una veterinaria por un biberón—, comenzamos a darles un poco de la fórmula.

—Bueno, em... —comencé, mientras fingía que estaba completamente concentrado en mi bebé gatito—. ¿Qué querías decirme?

—El otro día te fuiste sin despedirte y no hemos vuelto a hablar del tema, así que... Quería saber...

—Oh, eso —lo interrumpí—. Bueno, es que tú estabas hablando con Mariana, y ustedes... Bueno, parecían entretenidos conversando a solas en el salón, así que yo no quise entrometerme en eso. Además ya sabes que Mariana siente cosas por ti y tal vez tú...

Entonces, él esbozó una sonrisa.

—Te pusiste celoso —afirmó.

—¿Qué? —chasqueé la lengua—. No digas bobadas, Camilo. ¿Cómo me voy a poner celoso? A mí no me gusta Mariana.

—Pero yo no estaba hablando de Mariana —contestó él.

¿Nunca les pasó que están teniendo una conversación con alguien sin entender bien lo que sucede hasta que esa persona dice algo que te obliga a hacer clic? Eso fue justo lo que me pasó en ese momento. Lo que a mí me estaba pasando era evidente, pero yo estuve todo el rato intentando enfocar mis sentimientos hacia el lado equivocado. No, no estaba celoso de Mariana, estaba celoso de Camilo, porque no quería que Mariana coqueteara con él.

—No, yo no... —Intenté explicarme pero comencé a tartamudear como un tonto, así que me detuve, solté un suspiro y retomé la conversación—. Tal vez, y solo tal vez me molestó un poco que Mariana quisiera acaparar tu atención. Porque yo fui tu amigo primero, luego llegó ella y resulta que se enamoró de ti.

Camilo volvió a sonreír, y yo me puse todavía más nervioso.

—A mí no me gusta Mariana. Me parece una chica muy linda y gentil, pero no me gusta, no me atrae de la manera que yo le atraigo a ella. Y por si te interesa saberlo, estábamos hablando del examen.

—Su lenguaje corporal decía otra cosa —ataqué.

—Bueno, sinceramente no le presté atención a su lenguaje corporal. Estábamos hablando de que nos vamos a juntar en mi casa para estudiar. También van a ir los chicos, antes de que pienses que estaremos solo ella y yo encerrados en mi habitación teniendo sexo o algo así.

—Si fuera el caso no tendría por qué interesarme. O sea, ustedes dos son adultos.

—Mariana no me gusta —repitió, en el mismo tono de voz calmado que usó antes.

—Ya me lo dijiste.

—Te lo seguiré diciendo hasta que ya no estés enojado conmigo.

—No estoy enojado contigo. Ni siquiera estoy enojado, estoy...

—Celoso —dijo él.

—Sí, celoso —repetí—. Pero ya se me pasará. Recuerda que soy bastante novato en esto de tener amigos y además soy muy inseguro, y siempre tengo miedo de que mis amigos me desplacen. No me prestes demasiada atención. Además si algún día quieres tener una pareja no puedo ponerme así, ¿verdad?

Y nuevamente vi su sonrisa, pero esta vez algo había cambiado. Era una sonrisa pícara, una que quiso enviarme un mensaje que en ese momento yo no terminé de entender. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro