Capítulo 29

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Cuando las cosas comienzan a cerrarte después de haber tenido mil señales te sientes un poquito estúpido.

Al inicio creí que Camilo se iba a comportar diferente conmigo para intentar demostrarme que sus sentimientos eran reales, pero después de pasar noches enteras sin dormir llegué a la conclusión de que no hacía falta que él cambiara porque siempre fue bastante obvio con sus sentimientos, pero yo tenía la cabeza metida en mi trasero y no imaginé que él era atento conmigo porque estaba intentando que yo lo notara. Y al pensar en eso, sonaba tan extraño y tan ridículo que incluso parecía irreal. Pero también reflexioné sobre mis propias percepciones, y comprendí que dudar de los sentimientos de otra persona solo porque yo soy inseguro es una enorme falta de respeto.

Así que ahí estaba, sentado en la clase, completamente solo, comiéndome una barra de cereal mientras tenía mi propia clase de filosofía en privado. Y es que para mí todo ese asunto del amor y los sentimientos no era algo muy habitual. Sé que existen muchos tipos de amor, pero yo solo experimenté dos; el amor por mi familia y por mi gata Canela. Nunca supe cómo se sentía el amor romántico.

Escuché la puerta quejarse y cuando vi la figura de Camilo me atoré con un pedazo de cereal. Ahora me avergonzaba mucho más hacer el ridículo delante de Camilo, pero al destino no parecía importarle en absoluto.

—¿Estás bien? —preguntó mientras me sobaba la espalda.

Yo hice ademanes con las manos para intentar decirle que estaba bien, aunque el maldito pedazo de cereal no quería seguir su camino. Camilo me extendió una botella de agua que aparentemente acababa de comprar. Yo la abrí, bebí un generoso sorbo y cuando pude respirar, le dije:

—Gracias. Nunca más volveré a comer estas malditas barras.

Le extendí la botella y cuando él la tomó, nuestros dedos se rozaron. Fue algo estúpido, pero yo sentí un cosquilleo que se extendió por todo mi brazo. Me sentía como en esas películas románticas donde cualquier interacción entre los protagonistas genera una reacción. Durante toda mi vida creí que eso era demasiado ridículo para ser verdad, pero oh, sorpresa, lo estaba viviendo en carne propia.

—¿Qué estabas haciendo aquí solo? Estuvimos en la cafetería con los chicos. Te envié mensajes.

—Ah, sí, bueno, necesitaba un poco de tranquilidad. Tenía que pensar en algunas cosas y eso. Tengo el teléfono en la mochila.

—¿Quieres contarme? —Se sentó junto a mí en el pupitre.

—No sé, estaba pensando en... Ya sabes, todo eso.

Camilo alzó las cejas mientras sonreía.

—¿Todo eso? Te refieres a...

—Síp, sí, eso —dije antes de que él terminara.

—Bueno, ¿qué pensaste?

—Nada que te interese saber. Quiero decir... Nada que nos lleve a algún lado en realidad.

Él solo me observaba, con la mejilla apoyada en la palma de su mano. Sostenía una sonrisa extraña, como embobada, pero no me atrevía a decir que en realidad me parecía encantadora.

—Está bien. No pretendo invadir tus complejos pensamientos.

Abrió la botella, que había dejado sobre el pupitre, y cuando la estaba abriendo yo lo detuve.

—Oye, si quieres déjame esa botella y te compro una nueva.

Él alzó una ceja.

—¿Por qué?

—Bueno, porque yo tomé de ahí. Quiero decir, la compraste para ti y tuviste que darme un poco, y ahora están mis babas en el pico.

Entonces, él comenzó a reírse. Yo solo lo miraba con atención mientras él se carcajeaba en el pupitre. Al final, terminó por abrir la botella y beber un generoso sorbo.

—Bueno, acabo de tragarme tus babas. —Volvió a reírse cuando vio mi mueca de asco—. Yo no lo tomo de esa manera, solo repito tus palabras.

—¿Cómo se supone que lo tomas entonces?

—Como un beso indirecto.

Era evidente que estaba jugando conmigo, que solo había hecho una broma tonta, pero para mí, que no estaba acostumbrado a ese coqueteo disimulado, era algo muy embarazoso. De todas maneras no es que me hiciera sentir incómodo. Se sentía diferente, quizás suene extraño viniendo de mí, pero de pronto mi autoestima estaba elevada hasta las nubes. Quiero decir, no es solo que alguien estuviera coqueteando conmigo, sino que se trataba de un chico guapísimo, con mucho sex appeal. Sí, dije "sex appeal". Estuve investigando acerca de eso, y por qué podría llegar a atraerme una persona si en teoría a mí no me gustaban los chicos, y uno de los resultados fue ese, el famoso "sex appeal". Tal vez ese asunto no era más que una excusa para intentar solapar lo que estaba sintiendo. Me gustaba que Camilo coqueteara conmigo. Me gustaba que me prestara atención, que intentara hacerme sonreír y elevar mi autoestima. Y más me gustaba saber que de alguna manera muy curiosa, lo había conseguido. Aunque yo todavía no estaba seguro de lo que sentía. Si él me pidiera una respuesta en ese mismo momento, definitivamente no la tendría.

Todavía me seguía pareciendo algo muy loco que Camilo sintiera cosas por mí. Una parte de mí sentía que no tenía permitido que eso sucediera. Debía seguir cierto estándar para poder gustarle, y no solo eso, sino también para adquirir el derecho a decidir si yo correspondía ese sentimiento. Y ese pensamiento luchaba contra el positivismo y la autoestima que había logrado reunir.

—Antoni, ¿sigues ahí?

Pestañeé.

—Sí, sí. Yo estaba... Llevando a cabo una batalla campal entre mi yo negativo y mi yo empoderado.

—¿Y quién ganó?

Sonreí.

—Creo que ahora mismo me siento bastante bien, así que mi parte empoderada.

—Eso es genial, significa que estoy cumpliendo con lo que te dije que haría. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro