Capítulo 9

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Llevaba una semana viniendo a visitarme. Todas las tardes, cuando salía de clases, pasaba por mi casa y me traía los apuntes.

Mi madrina decía que estaba siendo demasiado antipático porque lo recibía en la puerta y no lo invitaba a pasar, así que esa tarde quise sacudirme esa desconfianza que tenía encima de una vez por todas.

Estaba sentado en el comedor cuando escuché el sonido de la moto. Mi madrina había salido así que estaba solo en casa.

Salí al portón y allí estaba él, con su sonrisa radiante, el casco en la mano y la mochila colgada de un solo hombro.

—Hola, Antoni. ¿Cómo estás hoy?

—Mejor que ayer, supongo —contesté.

Él comenzó a revolver su mochila y yo lo interrumpí.

—Me di cuenta de que estoy siendo terriblemente grosero contigo así que... ¿Te gustaría pasar un rato?

Lo vi titubear, así que atiné a atajarme de inmediato.

—Si tienes algo que hacer está bien.

—¡No, no! No es eso. Yo solo... Bueno, no quiero que te veas en la obligación de hacerme pasar a tu casa.

Alcé una ceja.

—Créeme, no te invitaría a pasar si fuera una obligación.

Le abrí el portón y él entró con timidez.

No pude evitar volver a pensar que su fachada no combinaba en absoluto con su personalidad. Era como un enorme oso con alma de gatito.

—¿Quieres tomar algo? Tengo jugo de durazno, té, café...

—El jugo está bien —contestó.

Fui al refrigerador y mientras servía dos vasos de jugo, él revolvía su mochila para sacar los apuntes.

—¿Me estoy perdiendo de mucho? —Le pregunté, mientras le ofrecía el vaso de jugo.

—Nah, estamos trabajando más en conceptos, pero traté de sacar apuntes de todo para que los tengas.

—Oh, muchas gracias —contesté, mientras echaba un vistazo a los apuntes.

Las preguntas indiscretas seguían apareciendo en mi cabeza pero tenía miedo de volver a sonar grosero. Así que esta vez lo pensé muy bien y traté de medir mi tono para no obtener de nuevo esa cara de desconcierto.

—Oye... —Me aclaré la garganta, él me miró con atención—. ¿Por qué eres tan atento conmigo? Quiero decir... Apenas nos estamos conociendo y en realidad tú no tienes por qué.

Esperaba que su reacción fuera distinta. Esperaba que quizá se molestara o se ofendiera, pero él solo sonrió.

—Porque me caes muy bien, me pareces alguien interesante y quiero conocerte mejor. ¿Crees que es raro?

Solté una risa nerviosa.

—La verdad un poco, sí. Pero está bien. Supongo que es porque no estoy acostumbrado a tener amigos. O bueno... Compañeros.

—Podemos ser amigos si tú quieres.

Alcé una ceja. El pareció darse cuenta de mi sorpresa cuando vio la expresión en mi cara.

—Sí tu quieres... —repitió.

—Sí, quiero, claro que quiero —admití con un poco de vergüenza —. Tal vez suene un poco patético, pero yo no tengo amigos, así que tener uno suena bastante genial.

Él volvió a sonreír, y su sonrisa esta vez me resultó un poco más radiante.

—Me alegra ser el primero —contestó.

El tiempo se nos fue volando cuando nos pusimos a conversar. Charlamos mientras yo pasaba los apuntes de su cuadernola a la mía. Hablamos sobre la universidad, las materias, las expectativas que teníamos con respecto al año. Le apasionaba la filosofía tanto como a mí; se había esforzado bastante para poder terminar la secundaria y comenzar la universidad.

—Así que vas a cumplir veintidós.

—En unos meses, sí —contestó.

—Yo apenas llegué a los dieciocho el mes pasado. ¿Vives solo?

—Con mis abuelos y mis sobrinos—respondió él —. Digamos que la relación con mis padres es un poco... conflictiva. Mis abuelos maternos me criaron.

—Vaya. Lo siento. Creo que puedo llegar a comprenderlo de alguna forma. Mis papás murieron cuando yo tenía nueve y he vivido con mi madrina desde entonces.

—Ella parece genial, ¿no?

—Sí, es la mejor madrina-mamá sustituta del mundo. ¿Tus abuelos qué tal?

—Lo hacen bien. Me rescataron de la casa de mi madre cuando tenía doce. Mis padres tienen problemas con el alcohol y las drogas y peleaban bastante. Muchas veces me tocó ver cosas que un niño no debería ver, así que un buen día mis abuelos tomaron la decisión de sacarme de allí. Fue el mejor día de mi vida.

>>Tengo una hermana mayor y por desgracia ella repitió el patrón de mis padres. Tuvo dos hijos dentro de una relación extremadamente conflictiva, y mis abuelos terminaron haciéndose cargo de ellos también. Ellos son dos niños que apenas están conociendo el mundo. Es duro tener que decirles que su madre no es apta para cuidar de ellos.

Descubrir que teníamos tantas cosas en común fue una verdadera sorpresa. Incluso ese momento de complicidad que compartimos al saber que los dos teníamos un pasado tormentoso fue genial para mí. No sabía por qué Camilo se había animado a contarme algo tan privado, supongo que fue porque yo di el primer paso y también compartí algo íntimo con él.

—¿Por qué elegiste filosofía? —le pregunté de repente.

—Porque el mundo está lleno de incógnitas y hay mucha gente que quiere saber las respuestas. Aspiro a ser profesor y enseñarle a los niñitos tontos a pensar por sí mismos.

Ambos nos reímos.

También coincidíamos en eso.

—Al inicio yo... —Tragué saliva, y tomé un sorbo de jugo para que las palabras salieran mejor—. Bueno, me comporté como un idiota contigo, ¿sabes? Básicamente me causabas demasiada ansiedad. Digamos que estoy acostumbrado a que la gente sea un poco estúpida conmigo así que creí que tú también lo serías —solté una risita burlesca—. Por eso no tengo amigos. Siempre creo que todos se van a meter conmigo.

—Lo siento. Tal vez yo fui demasiado invasivo.

—No, no, para nada. Tú estás... Estás bien. Pero oye... ese "hola" estuvo bastante creepy, ¿sabes?

Él soltó una sonora carcajada

—Con este aspecto, ¿qué otra cosa podía hacer? No sabía cómo acercarme sin asustarte.

—Pues me asustaste. Pero está bien, me alegra que lo hayas hecho. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro