❧ 20 ☙

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Una disculpa por no responder los comentarios del capítulo 18 y 19 el día que los subí. No me sentía bien anímicamente y no quería solo responder por compromiso, los quiero demasiado como para dar respuestas vagas o sin sentido. Algunos ya los respondí, y más tarde contestaré los de este capítulo tratando, (en vano sinceramente) de no dar spoilers. (Pero acá entre nos les cuento que pronto veremos a Mew como nunca en la historia Shhh...) Listo, nadie leyó nada... los dejó con el capítulo de hoy. 

Capítulo 20

Tenía cerca de cinco minutos despierto contemplando el apacible rostro de su marido. No tenía ni la más remota idea de porque había despertado en la cama envuelto en los fuertes pero cálidos brazos de Mew. Su último recuerdo era haber hecho el amor con el hombre que yacía dormido a su lado y ahora ambos cuerpos se acurrucaban entre los suaves edredones.

Se pegó más a su cuerpo y aun entre sueños, Mew lo estrechó pero no se despertó. Por lo general, el mayor no tenía problemas para levantarse por las mañanas, bastante con llamarlo una vez para que éste abriera los ojos y le diera la bienvenida a un nuevo día.

No obstante, Gulf imaginó que con todo lo que había pasado desde su encuentro después del rechazo, Mew debía encontrarse exhausto. Prácticamente su, ahora marido, se había encargado de todo. Mew había llevado sobre sus hombros la responsabilidad de todos los que lo rodeaban, especialmente de él. No solo su vida había dado un radical cambio de ciento ochenta grados, la del mayor también se había visto alterada.

Mew Suppasit era su tesoro personal. Lo mejor que le había pasado en la vida. La persona que había llenado de luz y felicidad su vida y el hombre que lo llenaba de amor a manos llenas. No podía pedirle nada más al destino salvo que le permitiese vivir muchos años a lado de su maravilloso esposo.

Con ternura besó el torso desnudo Mew, un gesto ya tan habitual para él que podría decirse era su favorito. Después, se deslizó de sus brazos con el debido cuidado para no despertarlo y cuando estuvo fuera de la cama sintió su cuerpo deliciosamente adolorido. Aquello era la inmejorable prueba de que ellos se pertenecían el uno al otro.

En el sillón de una sola pieza que se encontraba en la habitación estaba la camisa que Mew había usado el día anterior. Gulf caminó hasta ella y cubrió su desnudez deleitándose con el aroma varonil que aún estaba impregnado en la prenda. ¡Ojalá las historias que Mew le leía fueran reales! pensó. Entonces su marido sería un poderoso alfa protector y él, el omega elegido para amarlo y tener a sus cachorros.

Sonrió ante la línea en la que iban sus pensamientos. Después de lo que había pasado con William, Gulf pensó que jamás iba a volver a sonreír y que nunca nadie lo amaría. Pero ahora, ahora podía darse el lujo de imaginar cuan hermoso sería que el pudiera dar a luz a los hijos de Mew.

Con sigilo salió de la habitación y bajó las escaleras hasta la cocina. Cuando pasó por la sala se fijó en el reloj que adornaba la pared y se dio cuenta de que ya pasaban de las diez de la mañana. Él también se había despertado tarde, lo que significaba que ambos realmente estaban agotados.

Se adentró en la cocina con la firme idea de prepararle algo de comer a su marido y sorprenderlo en la cama con el mejor desayuno que hubiera probado en su vida. No obstante el sorprendido fue él cuando unos brazos lo rodearon por su cintura desde atrás.

- No vuelvas a dejarme solo en la cama cariño – se quejó el mayor con una actitud infantil que Gulf jamás había visto y que le causaba gracia.

- Estabas plácidamente dormido amor, no quise despertarte – Gulf recargó su espalda en el pecho de su marido disfrutando estar entre sus brazos una vez más – además solo vine a la cocina para prepararte el desayuno – añadió.

- Prométeme que jamás usarás esto en casa para hacer el desayuno – Mew se separó un poco de su cuerpo para señalar la erótica vestimenta del menor – me fascina mi camisa cubre tu hermoso cuerpo pero no pienso compartir con nadie esta maravilloso paisaje –

- ¡Mew! – golpeó su brazo con poca fuerza, aun se sentía algo avergonzado cuando Mew lo elogiaba y aunque sabía que las palabras del mayor eran verdaderas no podía evitar sonrojarse.

- Quizás olvidé mencionarte que... - Mew se acercó para rodearlo por la cintura con una mano mientras con la otra recorría su muslo – soy un hombre muy celoso –

Gulf lo miró sorprendido sin saber muy bien que decir. ¿Mew era celoso? ¿En serio? No lo hubiera esperado jamás. Mew aunque amable y bondadoso, siempre se mostraba seguro de sí mismo y con la absoluta confianza de que si él decía "enanos" todos se agachaban para obedecer sus órdenes.

- ¿Celoso? – preguntó el menor para asegurarse de que había escuchado bien.

- Sí, celoso – respondió Mew – no soy de hacer escándalo delante de las personas, pero si me pongo triste –

- Pero es que ni siquiera tendrías porque sentir celos Mew – dijo Gulf entre risas – yo solo te amo a ti y solo tengo ojos para ti, no hay hombre más guapo y amable que tú en el mundo que pueda llamar mi atención –

- ¿Tanto así me amas? – preguntó Mew sin soltar a Gulf.

- No, te amo mucho más – respondió el menor dándole un fugaz beso en los labios – así que puedes estar tranquilo, te voy amar toda mi vida – Mew enternecido por las palabras de su amado esposo besó su frente y lo soltó.

- Confío en ti cariño, pero no de los demás – afirmó el mayor – sé que habrá muchos hombre que admiren tu belleza y eso es algo que no puedo impedir, pero no pueden ir más allá de eso –

- ¿Pueden ver pero no tocar? – cuestionó Gulf sonriendo de oreja a oreja.

- Chico listo, pueden ver un poco pero no pueden tocar nada – confirmó Mew – así que solo porque estamos aquí solos puedes pasearte solo con mi camisa pero... -

- ¿Así que estamos solos, eh? – Gulf interrumpió a su marido y se acercó a él rodeándole el cuello con sus brazos.

- Muy solos – respondió el mayor correspondiendo al abrazo.

- Tal vez podamos dejar el desayuno para más tarde – propuso Gulf – de igual forma no tengo mucha hambre todavía –

La total entrega y confianza de Gulf hacía él lo conmovió. Realmente estaba temeroso de que en el plano sexual, su pequeño esposo no pudiera superar nunca el horrible trauma que había pasado con William, y no por razones egoístas, sino porque de no ser así, Gulf sufriría toda la vida.

A pesar de que en la noche habían unido sus cuerpos en uno solo, antes de desayunar volvieron a hacer el amor pero esta vez en la alfombra de la sala. Mew lo llevó cargando hasta ese lugar para que pudieran estar cómodos. La habitación estaba muy lejos y la cocina no era precisamente un buen lugar en donde pudieran recostarse cómodamente.

Se desnudaron con calma y sin prisa. Acariciaron sus cuerpos con suavidad y ternura. Se besaron una, dos, tres, cuatro veces y cuando la necesidad de respirar era imperiosa, sus bocas se separaban apenas un par de centímetros y volvían a empezar. No hubo una sola parte de su cuerpo que el otro no recorriera con cariño y pasión, por lo que no fue difícil llevar al momento cumbre en donde el placer explota en su interior y se exterioriza en una esencia blanquecina que Gulf libera entre sus cuerpos y Mew en el cálido interior de éste.

Luego de haberse entrega el uno al otro por segunda vez, ambos se quedaron acostados en la alfombra con Mew abrazando por detrás a Gulf con la finalidad de cubrir su cuerpo lo más posible. Nadie iba a verlos, pero el mayor se preocupaba de que intimidad que tenían en pareja no fuera a desvanecerse por nada del mundo.

- Este fue nuestro segundo lazo – comentó el menor mientras paseaba la yema de sus dedos por las exquisitas venas que sobresalían de las manos de su esposo.

- ¿Estás bien? – preguntó Mew para después besar la nuca de Gulf.

- Me siento increíble – respondió – y pensar que me perdí de esto desde aquella vez que te rechacé –

- No te lamentes amor, tal vez no era nuestro tiempo – dijo Mew para intentar reconfortarlo.

- Lo era, pero yo le di la espalda a mi destino creyendo que me iba a ir mejor y resultó que no, perdí algo muy importante para mí y aunque aún me duele, mi agonía me llevó a ti de vuelta Mew, el destino me dio otra oportunidad para estar contigo y no pienso desaprovecharla nunca – Gulf apretó la mano de Mew con fuerza – ayer me demostraste que no te importa mi pasado, entonces yo también tengo que dejarlo atrás, nunca más le daré a William la importancia que no tiene, porque tú me has enseñado que nuestro amor es mucho más grande que eso –

Se hizo un largo silencio en el que Gulf se preocupó. ¿Habría hecho mal al mencionar nuevamente a William? se preguntó el menor, sin embargo se giró rápidamente cuando escuchó los sollozos de Mew.

- ¿Por qué lloras amor? – preguntó el menor preocupado llorando a su marido por primera vez.

- Estoy tan orgulloso de ti cariño – susurró Mew entre lágrimas mientras acariciaba dulcemente su mejilla – mi corazón llora de alegría al saber que pude hacer algo para que aquel dolor que tanto atormentaba tu alma disminuyera un poco – en ese momento Gulf tomó la mano de Mew y la llevó a su boca para besar sus nudillos.

- Tú no has hecho "algo", tú lo has hecho todo por mí – aclaró el menor – si hay alguien en la vida que me ha salvado una y otra vez ese eres tú, nadie más – volvió a besar su mano esta vez dejando sus labios mucho más tiempo – no olvides que tú eres el sol y yo el girasol al darme luz me das vida –

***

Sus días en aquella hermosa cabaña habían sido maravillosos. Habían tenido la oportunidad de pasar un tiempo juntos sin ningún problema o preocupación que arruinara su estancia en aquel espléndido lugar del que Gulf inevitablemente se había enamorado. En realidad, Alemania se había ganado su corazón desde el momento en el que pisó su suelo. Quería a Londres, pero Berlín lo había cautivado.

Luego de diez días disfrutándose mutuamente en todos los sentidos. Debían volver a enfrentar sus problemas. Primero regresaron a la casa de Damian y su familia para pasar su último día con ellos y a la mañana siguiente partir a Londres.

- ¡Bienvenidos! – gritó Jahzzel en cuanto los vio bajar del carruaje. Matthew también corrió hacia ellos tirándose a los brazos de su tío Mew.

- Los extrañé mucho tío Mew – dijo el menor tratando de bajarse de los brazos del mayor para correr abrazar a Gulf.

- Que bueno que viniste otra vez príncipe Gulf – le habían dicho a Matthew que sus tíos habían tenido que regresar a su casa unos días para que no quisiera ir con ellos a la cabaña de los abuelos. Todavía era muy pequeño el motivo por el cual Mew y Gulf habían ido solos a ese lugar.

- Prometí que volveríamos pronto a verte – respondió Gulf correspondiendo al abrazo de su sobrino.

- ¡Y lo cumpliste! – gritó el menor – deben quererte mucho en tu reino – exclamó con los ojos brillosos de orgullo. Gulf le regaló una sonrisa.

- Con que tu tío Mew me quiera mucho es suficiente para mí –

- Pero mi tío Mew no te quiere mucho, él te ama con todo su corazón, él mismo me lo dijo – aseguró Matthew.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y solo pudo volver su mirada a su marido. Mew sonreía mientras afirmaba con la cabeza las palabras que su sobrino había dicho. Y claro que lo amaba, Mew se lo demostraba a cada momento.

- ¿Estuvo todo bien con la cabaña? – preguntó Damian una vez que Matthew entró corriendo a la casa para adelantársele a los adultos.

- Es un lugar maravilloso, me gustaría regresar pronto y que ustedes nos acompañasen también – indicó Gulf.

- Programaremos su mantenimiento la próxima vez que nos visten para poder pasar unos días allá, nosotros también amamos ese lugar – afirmó Jahzzel - ¿Qué les parece que mientras ustedes dos encantadores hermanos Suppasit hablan de negocios en el despacho, Matthew, Gulf y yo vamos de compras? –

- No podría estar más de acuerdo con la idea – indicó Damian.

- Iremos al centro de Berlín para que Gulf pueda conocer más y si le gusta algo lo lleve de recuerdo a Londres – comentó alegremente la mujer.

A Gulf le entusiasmaba la idea, aunque iba a negar que le hubiese gustado que su marido fuera con él. Sin embargo, estaba consciente de que él no tenía dinero y sinceramente hasta ese momento no se había preocupado por ello. Pero Mew se le acercó con una sonrisa en los labios y lo besó dulcemente mientras sacaba una bolsita con florines dentro.

- Puedes comprar lo que quieras cariño – susurró en su oído.

- Pero... - iba a protestar pero Mew colocó un dedo en su boca.

- Ahora eres mi esposo y con mayor razón todo lo que tengo es tuyo también, no hemos tenido la oportunidad de comprarte muchas cosas así que compra todo lo que necesites amor, por favor –

- ¿De verdad? – Gulf se encontraba un poco inseguro.

- Jahzzel te llevará a una casa de cambio para que los florines lo cambien a marcos, la moneda que de usa aquí – explicó Mew – te aseguro que será suficiente cariño no te preocupes por eso –

- No lo digo en ese sentido Mew, solo que... - se acercó a su esposo para que sus cuñados no lo escucharan – me da un poco de pena que... me des dinero –

- ¿Por qué habrías de tener pena? – preguntó el mayor extrañado – eres mi marido Gulf, es normal que tenga que darte dinero, sabes perfectamente que todo lo que me pertenece es tuyo, mi vida incluida – el menor sonrió.

- No te enojes conmigo, es que... todo es tan nuevo para mí – el menor bajo la mirada.

- Mírame amor, jamás podría enojarme contigo – acarició su mejilla – ahora vayan, y diviértete amor, recuerda que pueden mirar... -

- Pero nunca tocar – Gulf terminó la frase con una sonrisa al recordar que su esposo era un poco celoso.

Mientras que Jahzzel, Matthew y Gulf partían rumbo al centro de Berlín, Mew y Damian entraban a la casa para discutir sobre lo que había pasado en la ausencia de los recién casados.

- No me tienes buenas noticias ¿Cierto? – preguntó Mew cuando vio el semblante serio de su hermano nada más entrar al despacho.

- Realmente tampoco son malas – respondió Damian mientras le daba un sobre con varios papeles a Mew – Liam ha estado enviándome telegramas estos últimos días – continuo – la madre de Gulf se presentó el lunes en tu mansión acompañada de la policía, de William y un dos ministros de la corte real de Inglaterra –

- Al final cumplió con su amenaza – Mew arrugó los telegramas que Liam había enviado a su hermano.

- Sí, pero no tienes de que preocuparte, legalmente estás casado con Gulf, ni la misma reina podrá hacer algo para separarlos – dijo Damian dándole una palmada al hombro – lo único que me preocupa es que tengan que vivir en la misma ciudad que esos dos locos – comentó refiriéndose a Margaret y William.

- Tienes razón – Mew no había pensado en la posibilidad de cambiar su lugar de residencia – tal vez lo mejor para Gulf es que nos alejemos de ellos, no quiero siquiera pensar que le pueden hacer daño estando cerca de ellos –

. ¿Ves como no todo es malo? – preguntó Damian con una sonrisa – solo es engorroso pero cuenta conmigo para el trabajo sucio hermanito, tú eres demasiado bondadoso con las personas, no quiero que también resultes herido –

- No cuando se trata de Gulf – respondió el menor de los hermanos – y si alguien tiene que hacerle pagar a William, ese soy yo –

CONTINUARÁ...

Se vienen los problemas, pero el amor de nuestros chicos es más fuerte que cualquier cosa que intente dañarlos. 

Nos leemos en el siguiente capítulo. 

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