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El almuerzo termina y ella decide de último minuto ir al baño para darse cinco minutos más antes de tener que volver a clases. Está segura de que Bakugō preguntará algo respecto a su tarea juntos, pero no está lista para afrontarlo y no cree estarlo nunca. El contrario es un hombre demasiado complicado para una chica tan sencilla como ella.

Regresa al salón, dónde su profesor aún no ha llegado, lo que la hace suspirar de mínimo alivio de no ser regañada.

Cuando está por sentarse una voz la llama a su lado, la dirección que estratégicamente ha evitado mirar todo éste tiempo, la persona sentada justo detrás de su propio asiento.

—Oye, debemos ponernos de acuerdo para nuestra tarea. Pásame tu correo electrónico.

Él ni siquiera está preguntando o haciendo una petición educada, lo está exigiendo, con su tono seco y malhumorado.

—Al menos podrías decir por favor —musita mientras saca su celular; un modelo viejo con tapa de color rosa pastel, con un colgante de un pequeño brócoli en él.

La mirada de desagrado del rubio no pasa desapercibida para ella, pero decide ignorarlo por el bien de la convivencia de éste proyecto destinado al fracaso.

Ella lee rápidamente la dirección en su propio teléfono y luego recibe el celular de Bakugō, un modelo más actual de pantalla táctil, una funda dura naranja cubre el aparato, y escribe en el bloc de notas previamente abierto lo que le fue pedido.

El chico le da otra mirada de total disgusto cuando lee su correo electrónico, parece hacerle todo tipo de juicios sólo con la mirada, y ella se siente profundamente incómoda.

—Sé que detestas a todos, pero, ¿podrías dejar de mírame así? Es molesto —, ella dice con ligera firmeza.

Hay algo en la manera en que el rubio la mira, cómo si la odiara por el simple hecho de hacerle una petición de respeto humano mínimo, que la hace enojar.

Él es tan irrespetuoso y ella entiende perfectamente porque la mayoría de la clase prefieren ignorarlo. Pero a la vez; siente una pizca de pena por él, si no fuera un idiota absoluto al que es imposible llegar tendría más de tres amigos. Se voltea hacia donde su maestro está entrando y por un par de horas se olvida de la molestia que está justo tras de ella.

La última campana del día suena, anunciando que el día ha terminado, y que por hoy puede irse a casa. Se despide de sus amigo más cercanos, ya que todos ellos están en un club y van a quedarse hasta más tarde. En la salida del edificio se encuentra con Mina, Tsuyu y Hagakure, quiénes la saludan animadamente.

—Estábamos pensando en ir por un helado ahora, ¿te unes a nosotras? —Hagakure pregunta.

—Por supuesto —accede con gusto.
Le vendría más que bien una pequeña distracción ahora mismo ¿Y que mejor que pasarlo con sus amigas?

Las cuatro caminan por las calles; riendo y charlando.
Llegan a la heladería y todas ordenan, decidiendo sentarse en una mesa afuera del local, dónde el aire es fresco y pueden ver a las personas pasar.

¡Aaah!, Uraraka, realmente lamento que tengas que trabajar con Katsuki, él es tan... Bueno, tan él, ya sabes —la chica de cabello rosa hace un gesto de explicación a medias con la mano.

Claro que lo sabe. Él tiene una actitud horriblemente molesta.

—Aunque creo que a mí me tocó algo peor, porque trabajar con Iida será un castigo absoluto. Al menos estoy segura de que sacaré una buena nota.

Hagakure se ríe bajito de las conclusiones de Ashido, lo que también la hace sonreír un poco. Conoce a Iida y sabe el total dolor que puede ser lidiar con él a veces, especialmente cuando está demasiado centrado en algo (como en sacar una buena nota, por ejemplo), así que no puede abogar positivamente por su amigo aquí.

—Aunque estoy segura de que él no te dejará holgazanear cómo otra persona lo haría —dice Tsuyu.

Había una implicación en las palabras de la pelinegra que se estaba perdiendo aquí. ¿Quién sería ese alguien que dejaría a Mina tomar crédito de una tarea que no hizo?

Mina se puso totalmente roja, por su piel trigueña eso podría perderse un poco, pero era obvio que la chica estaba sonrojada y nerviosa ahora.

—¡Por su puesto que no!, ¿a qué te refieres con eso? —la chica de cabellos rizados exclamó, entre risas nerviosas.

—Oh, vamos, sabes de lo que Tsuyu está hablando —aportó Hagakure, dándole un pequeño empujón en el hombro a Mina.

—¿De qué están hablando? —decidió preguntar finalmente, aburrida de la confusión que esto le estaba generando.

—¡Yo le diré! —gritó Ashido, agitando las manos, aún con la cara roja, pero con una sonrisa radiante. —No diré quién, pero hay un chico que me gusta en nuestra clase y que yo le gusto y una vez —hizo énfasis en las dos palabras, cómo si estuviera aclarando un punto muy importante —me dejó salirme con la mía de no ayudar en una tarea.

A la castaña le confunde ésto, está segura de que nunca le permitiría eso a alguien, lo considera extraño e inadecuado.

Después de eso la charla se dirige hacia el tema común entre muchas chicas en etapa escolar: los chicos.

Tsuyu declara que por el momento no está interesada en nadie y que prefiere pasar el tiempo con amigos o estudiando para entrar a la universidad de sus sueños, mientras Hagakure y Mina hablan dulcemente cosas aleatorias de los chicos que les gustan, ella se queda al margen, haciendo comentarios de vez en cuando.

Le recuerda amargamente que el chico que le gusta la rechazó el verano pasado. No le gusta pensar en ello, pero es inevitable que los pensamientos lleguen en momentos cómo éstos.

Su sonrisa triste mientras le decía con vergüenza «lo siento, pero no te veo de la misma manera.»

—Uraraka, ¿estás bien? —, Hagakure pregunta tímidamente, haciéndola sobresaltar en su lugar y recordarle el instante en el que está.

—Sí, ya sabes parecidas ida hace un minuto, ¿en quién pensabas? —Mina pregunta con insinuación de que se trata de algo similar a lo que ellas estaban hablando hace un minuto, toda tono sugestivo y un movimiento de cejas que remarcaba sus pensamientos sobre lo que ella había estado pensando

—No, no es- —su teléfono suena en el momento correcto, interrumpiendo sus palabras. —Lo siento, pero tengo que irme —dice torpemente mientras de pone de pie.

Camina con algo de prisa por la calle, dispuesta a alejarse lo más posible de la situación anterior y llegando rápidamente a la estación de autobuses.

Se sienta en la banca, viendo con toda atención la calle frente suyo, su teléfono emite otro pitido de notificación y decide revisar qué es.

Tiene dos mensajes.

El más reciente es de Tsuyu, quién le dice que lamenta todo y que convencerá a Mina de dejar el tema morir, mientras el otro es de «King Xplosion Murder». Cosa que la hace reír ante la ridiculez y hace que el par de ancianas a su lado la miren raro y hablen cosas de ella. Pero no puede evitarlo, después de un momento tan incómodo; reír es justo lo que necesita.

En el mensaje no hay un saludo ni ninguna formalidad, únicamente está escrito «Mañana en mi casa. Nos iremos juntos después de la escuela.» Y si Mina leyera eso encontraría cientos de implicaciones inadecuadas, pero éste es Bakugō Katsuki, ese tipo no podría insinuarle nada aunque estuviera enamorado de ella.

Responde un malhumorado; «No tengo nada qué hacer, muchas gracias por preguntar. Nos vemos mañana.»

No recibe una respuesta, pero está segura de que el otro leyó su mensaje.

Su autobús llega y se sube para ir a casa. Por fin, después de un día agotador y lleno de varias incomodidades, puede tomarse un respiro y descansar.

Sólo aviso que no se acostumbren a los capítulos más largos jsjsjs

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