Capítulo 13

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Yonji salió de la choza con más dudas de las que había entrado. Sanji lo siguió mientras se rascaba la cabeza. 

-¿Qué quería decir con eso de que debemos traer a la verdadera Yukia? -le preguntó el peliverde a su hermano mientras volvían al castillo. 

-Todavía no lo tengo claro -le respondió el rubio a la vez que se recogía el pelo y encendía otro cigarro. 

Siguieron andando en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. 

Se despidieron al llegar al castillo, y Yonji decidió ir a preguntarle directamente a Yukia. No había acabado de entender bien aquello que le había explicado el viejo. 

Llegó a su habitación y abrió la puerta con cuidado, asomando primero la cabeza, siendo incapaz de contener una sonrisa al ver a su esposa dormida. 

Entró y cerró la puerta. Se acercó a Yukia en silencio y se tumbó a su lado, dejando escapar un suspiro pesado. 

Justo cuando iba a mover una mano para acariciarle el cabello, ella se movió y dejó al descubierto parte de su vientre bajo, que se había destapado debido al vestido que llevaba. Yonji volvió a taparla antes de que la imagen hiciese efecto en su entrepierna y volvió a sentir ese peso en el corazón que lo atormentaba. 

¿Desde cuándo se había vuelto tan cobarde que no era capaz de decirle la simple verdad? 

Porque la verdad nunca es simple, nunca. Porque decirle la verdad a alguien que quieres nunca es fácil, nadie dijo que lo fuera. Porque la verdad duele, porque tiene espinas que causan heridas en el corazón. 

Y desgraciadamente, Yonji se acababa de dar cuenta de todo lo que conllevaba querer a alguien. 

********************

Me despierto con un intenso dolor en el vientre. Aprieto los párpados con fuerza y respiro hondo, intentando controlar la molestia. 

Abro los ojos y me sorprende ver a Yonji sentado en el borde de la cama, dejándome ver su espalda desnuda. Alargo una mano y la dejo lentamente sobre su piel, causando que pegue un pequeño salto y se gire asustado. 

Al verme despierta, sonríe y se tumba a mi lado. 

-¿Has dormido bien? -me pregunta, y yo asiento. Me acaricia la cara y sonrío-. Me alegro. 

-¿Tú no has dormido? -él niega-. Se te ve cansado. 

-Nunca estaré cansado para ti. 

Mi corazón, por alguna razón que desconozco, late con más fuerza al escucharlo, y mi única reacción es abrazarlo con fuerza. Él me corresponde incluso más fuerte, logrando que así note el latir constante de su corazón. 

Acaricio su pecho y alzo la mirada para que mis ojos se encuentren con los suyos, causando que ambos corazones palpiten con violencia, como si quisieran demostrar así que el sentimiento es mutuo y que podemos jactarnos de amarnos con jodida locura. 

Acuna mis mejillas para acercarme a él y me roba un pequeño beso, provocándome aún más mariposas de las que sentía ya. 

-Lo único que le pido a la vida es que nunca se apague esto que siento cuando estás a mi lado -me susurra mientras me acaricia el rostro con una suavidad que me deja sin palabras. 

Nos quedamos un rato abrazados, y justo cuando voy a hablar, me doy cuenta que su respiración es pausada y tranquila. Se ha quedado dormido. 

Sonrío y le acaricio el pelo, que comienza a caer desordenadamente. Balbucea cosas ininteligibles. 

-Yukia, yo... -alzo la mirada al escuchar mi nombre, pero sigue dormido-. No me hagas esto, tú no, por favor. 

El dolor en mi vientre da un latigazo, recordándome que sigue ahí. 

-Vuelve, te necesito -sigue hablando, pero necesito concentrarme en obviar el dolor, que sigue en aumento. 

Casi podría decir que va en sintonía con sus palabras. 

-Voy a sacarte de allí, te lo juro -el dolor se ha extendido hasta el pecho, y se me está haciendo complicado respirar. 

La cabeza empieza a darme vueltas y necesito cerrar los ojos con fuerza. Dejo escapar un gemido de dolor y me aprieto las sienes, intentando mitigar el dolor de alguna manera. 

Quiero gritar. 

-No permitiré que sigas siendo una sirena, al menos mientras yo viva. 

El dolor se hace tan insoportable que abro la boca para gritar, y siento como si hubiera explotado en miles de pedazos. 

Después, sólo silencio. 

*****************************

Yonji se despertó sobresaltado al notar frío a su lado. Se frotó los ojos confundido, al no ver a Yukia a su lado. 

Recordaba haberse quedado dormido abrazado a ella, y se habría dado cuenta si hubiera intentado salir de la cama. 

Se levantó y se asomó al cuarto de baño, que estaba completamente vacío. 

Un mal presentimiento se apoderó de su corazón. 

Se pudo la camisa y los zapatos corriendo y salió a buscarla. 

Buscó en todos los salones y en los alrededores del castillo, llamándola a voz en grito y sintiendo que su corazón le llevaba advirtiendo desde que salió de aquella choza. 

Fue en busca de su hermana. Quizá ella supiera dónde estaba. 

-Reiju, ¿has visto a Yukia? -le preguntó jadeando. Ella negó-. Mierda. 

Preguntó a cada habitante del castillo, excepto a su padre, si conocía el paradero de su esposa. 

-Ichiji, no encuentro a Yukia -en un último acto de desesperación, le preguntó a su hermano mayor. Este se encogió de hombros, y cuando iba  airse, el pelirrojo lo llamó. 

-Quizás se haya largado -le dijo sin mucho tacto. Yonji lo miró sin entender-. Piénsalo bien. Ella no era feliz aquí, tú debías saberlo. Probablemente se haya ido de vuelta con su padre y con sus antiguos amoríos. De todos modos no debe importarte mucho, padre puede conseguirte a alguna mejor. La verdad es que ella no es que fuese para tirar cohetes. 

Yonji agarró a su  hermano por el cuello de la camisa y lo lanzó contra la pared más próxima con rabia, causando un fuerte boquete. 

-No vuelvas a hablar como si la conocieras, grandísimo cabrón -le espetó antes de patearle la cara. 

La ira lo consumía, y sus golpes, tan rápidos que su hermano no los venía venir, lo demostraban. 

Cuando se cansó de pegarle, salió del cuarto y fue en busca de su última esperanza, Sanji. 

Lo encontró dando un paseo por la orilla del lago que había cerca del castillo, acompañado de Pudding. Lo tomó de un brazo y se lo llevó consigo sin mediar palabra. 

Al estar bastantes alejados, Sanji se soltó y lo miró con una ceja enarcada. 

-Yukia ha desaparecido -le dijo sin más. Sanji abrió los ojos como platos. 

-¿Recuerdas lo que nos dijo el viejo? -le preguntó el rubio, y para Yonji fue como si empezara a caer en un abismo. 

-Dime que no es verdad -le pidió el peliverde, y su hermano negó. 

Yonji se dejó caer al suelo y se tapó la cara sollozando. Sanji se puso a su lado y le abrazó. 

-No pude salvarla de sí misma, Sanji -le dijo en un susurro ahogado-. ¿Qué mierda hago ahora? 

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