Capítulo 7

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El sol se termina de poner y nos dirigimos al lugar donde tendrá lugar el banquete. Yonji y yo vamos en el carruaje que me trajo a mi hasta aquí, y el silencio que hay entre nosotros es incómodo. 

-Sabes... -habla y lo miro de reojo-. No sé cómo debes de sentirte ahora... 

-Si me vas a dar un intento de frase alentadora, mejor cállate -le espeto sin siquiera mirarlo-. ¿Para qué mierda voy a hacerle caso a un ser que ni sentimientos tiene? 

Se calla, y se lo agradezco. No estoy de humor para aguantar absolutamente nada. 

Nos callamos hasta que el carruaje se detiene. Hemos llegado. 

Yonji se baja primero y me tiende un brazo, como si pensara que voy a tomarle del brazo e ir sonriente hasta nuestra mesa. 

Pues te equivocas chaval. 

Me bajo sola y miro a mi alrededor. No sé cómo, pero han llegado todos en tiempo récord al sitio. Yonji me obliga a tomarle del brazo y me lleva casi a rastras a la mesa donde cenaremos y presidiremos el banquete. 

-Más te vale cambiar esa cara -me amenaza cuando nos sentamos-. No pienso aguantarla mucho más tiempo. 

-¿Qué piensas hacer al respecto? -lo miro sin pestañear y desafiante. 

Él se queda mudo, observándome perplejo. Le hago una peineta y miro al frente, donde veo a los invitados sentarse y charlar animadamente. 

Para cuando me doy cuenta, uno de los hermanos de Yonji se sienta a mi lado. Lo miro de reojo: tanto su traje como su cabello es de color rojo, además de llevar unas gafas de sol. Se gira y me mira con una sonrisa. 

-Soy Ichiji, encantado, cuñada -dice mientras sonríe ampliamente. 

-Lástima no poder decir lo mismo -le respondo seca. Él alza una ceja y acentúa su sonrisa. 

-Parece que le ha tocado una chica con mucho carácter -dice con una carcajada-. ¡Eh, Yonji!

El aludido se da la vuelta y se levanta para chocar los cinco con su hermano. 

-Te ha tocado una peligrosa, yo que tú me andaba con cuidado -le dice Ichiji. Yonji sonríe y le guiña el ojo. 

-Ya me encargaré yo de domarla -le suelta, y ambos sueltan una carcajada. 

Miro a Yonji con una ceja levantada, y sin decir nada le agarro la corbata y lo obligo a acercarlo a mí. Sostengo mi mirada con la suya, que parece no entender nada de lo que está pasando. 

-No si te domo yo antes -le escupo sin pensar mucho. 

Ichiji nos observa con la boca entreabierta, y no quita la vista de su hermano, quizá esperando a ver su reacción. 

-¿Se te ha comido la lengua el gato ahora? -vuelvo a hablarle, viendo cómo no sabe manejar la situación-. Y yo que te imaginaba tan seguro de ti mismo... Es verdad que las primeras impresiones no suelen corresponder con la realidad. 

Lo suelto y me siento, observando al frente y sonriendo bajo la mascarilla. Después de un pequeño lapsus, Yonji se sienta también y no me dirige la palabra en toda la comida. Mejor. 

La música comienza a sonar y es entonces cuando todas las miradas se centran en nosotros dos. Yonji se levanta y me mira mientras me tiende una mano. 

Venga, hagamos el teatro delante de los demás, el resto da igual. 

Nos dirigimos al centro de la pista con todas las miradas encima nuestra. Nos quedamos frente a frente, y él me toma de la cintura con firmeza. Yo le rodeo el cuello con los brazos, evitando mirarle a los ojos, y la música comienza a sonar. 

Damos vueltas por toda la pista. Él aguanta esa expresión de póker, mientras que yo me aguanto las ganas de llorar. Los recuerdos de mi vida anterior aparecen en mi mente, dejándome psicológicamente destrozada. 

Me veo a mí y a él, observando el atardecer juntos desde un tejado cualquiera. Recuerdo que nos reíamos de cualquier cosa, sintiéndonos felices y libres por unas pocas horas. Y lo que más me duele es recordar que ambos nos amábamos de todo corazón. 

Yonji alza una mano y me acaricia la mejilla, obligándome a mirarlo. 

Dios, qué ganas de llorar tengo. 

De repente, una frase de la canción se me graba en la cabeza. 

"¿Cómo pretendo no amarte de menos si te amé de más?"

Una lágrima se me escapa, delatándome, y Yonji abre los ojos sorprendido. Me limpia la lágrima y me abraza con más fuerza todavía. Apoyo mi cabeza en su pecho y suelto un suspiro. 

-Nos vamos en seguida -me susurra al oído y yo asiento. Sólo quiero irme de aquí y encerrarme a llorar en un rincón. 

La canción termina y Yonji saluda con una sonrisa radiante a los invitados para después agarrarme por la cintura y alzarme como princesa. Escondo la cabeza en su cuello y cruzamos el salón entre los gritos de "¡Vivan los novios!"

Me deja en el suelo cuando llegamos a la puerta de la habitación. Lo miro y él se rasca la nuca. 

-Debes descansar, ya hablamos mañana -y sin más, se aleja. 

Agacho la mirada y entro, dejando la ropa en el camino entre la puerta y la cama, y me tumbo en el colchón. Me acurruco y en cuanto noto la almohada tocar mi cabeza estallo. 

Siento mi pecho estremecerse y temblar bajo el peso que tengo por dentro. Lloro durante no sé cuánto tiempo, y al final me termino quedando dormida después de haber dejado empapada la almohada. 

******************

-¡Es tu esposa, y tienes que estar con ella! 

-¡Ella me odia! ¿Cómo voy a dormir con ella si sé que no me soporta?

Un silencio incómodo se estableció en el pasillo. Yonji miraba fijamente a su hermano mayor, que se acercó y le puso una mano en el hombro. 

-Mira Yonji, sé que nunca nos hemos llevado bien, pero hazlo. No por ti, sino por vuestra relación, y sobre todo por ella. Es perfectamente comprensible que te odie, así que intenta hacerle la vida más fácil. Y te puedo asegurar que si me haces caso será todo más sencillo. 

Yonji asintió y se obligó a darle una sonrisa. 

-Gracias, Sanji. 

Se dio la vuelta y se dirigió a la habitación en la que Yukia dormía. Suspiró y, armándose de valor, abrió con cuidado la puerta y entró. 

SE acercó de puntillas a la cama, prestando atención en no hacer ruido, y notó que su corazón dolía al ver a Yukia con los ojos hinchados y la almohada empapada. Suspiró y se quitó la chaqueta y los zapatos para acostarse a su lado. 

Se acercó y la abrazó. Ella, instintivamente, se acercó a él y se quedó apoyada en su pecho. Yonji se dio cuenta de la tranquilidad que comenzaba a sentir cuando ella se apoyó en él. Con una mano le acarició el pelo. 

"¿Qué me estás haciendo?" Se preguntó mientras se dejaba caer en las redes del sueño. 

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