𝐀́𝐧𝐠𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐥𝐮𝐧𝐚.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Nunca supe cuán cansado estaba hasta esta noche.

El cansancio es tan grande como los monstruos que había bajo mi cama, los segundos se vuelven eternos y pesados, la vaga idea de rezar para que éste día termine es tentadora. La vista se me vuelve nublosa por las lágrimas que fluyen en un llanto silencioso y sin cesar, como un río o las suaves corrientes del atrayente lago frente a nosotros.

He de admitir que estaba un poco mareado, mis mejillas mojadas brillan gracias a la brillante luz de la luna, al igual que las del que está a mi lado mientras el dulce sabor del vodka.

El cielo, las estrellas y cualquier ser que esté por arriba de nosotros son testigos de dos tontos enamorados, tan lamentables que sumergen su tristeza en medio de la nada, con dolor notorio, pero aún acompañados de sonrisas escandalosas llenas de eco. Torpes, jóvenes y un poco absurdas, muy fuera de lugar. Estoy seguro que, quien sea que nos pueda escuchar de lejos, pensará que más de un pequeño grupo de personas celebran o algo por el estilo. Cuando la realidad es todo lo contrario.

El lienzo negro con puntos blancos es mi techo una vez me recuesto sobre el césped. No me importa si mi ropa se ensucia de tierra, de cualquier manera, mis padres encontrarán una razón para regañarme.

Algunas hebras verdes logran tocar mi cuerpo al colarse por mi ropa, el aire fresco impacta sobre mi rostro junto a una fresca humedad al estar cerca del agua, está fría, pero a su vez es cálida sobre mi piel sonrojada. No sabría explicarlo con facilidad, es como... una caricia de consuelo. Me insinuaba permanecer allí por mucho más tiempo, pero no podíamos al notar que la madrugada se nos iba de las manos.

Vuelvo a enfocar mis ojos en las nubes grises – se perdió en algún punto – y rápidamente pensé en Dios, en cómo debía de estar riéndose de nosotros, rodeado de pulcros y bondadosos ángeles siendo tan... perfectos. Lejanos a este mundano mundo, de mí, de una persona tan asquerosa como yo.

—Taehyung, ¿dónde está nuestro ángel? — pregunté en un susurro.

No es sorpresa que muchos crean en ángeles de la guarda. Alguien que velaría por nuestra seguridad y bienestar, un cuento popular que se les contaba a los niños antes de ir a dormir, un ser maravilloso que vendría a nuestro rescate al final de cada día para hacerlo un poco más llevadero.

Un relato donde los únicos que tenían oportunidad de que se vuelva realidad eran quienes se comportaban bien y acataban las órdenes de sus padres, o eso era lo que decían cuando me lo contaron, quienes ahora mismo no querían verme ni en pintura.

Me miró aún con una sonrisa ladina, gateando hasta posicionarse a mi lado con ojos brillosos por las lágrimas. Se acurrucó a mi lado, abrazándome en busca de un poco de calor ante la noche un poco gélida y se dispuso a jugar con mis labios por un momento.

—¿Crees que, allá arriba, uno esté dispuesto a salvarnos?

La superficie era un poco incómoda, pero eso no impidió que nos encontremos inmóviles a la espera de que algo rompa el silencio incoloro que se ha formado por estar perdido en el mar oscuro de nuestros pensamientos. Se aproxima a mi rostro y aprovecho en despejar algunos mechones cafés de su frente, dando un beso en la zona con delicadeza.

—No creo en ellos.

—¿No? — volvió a negar — ¿Por qué?

No hubo respuesta en el momento, se tomó el tiempo de respirar profundo y ver la misma dirección que yo, el oscuro cielo con destellos blancos hermosos, así como la persona que tengo a mi lado

—Antes lo hacía, pero no he sentido que alguien más que tú se preocupa por mí. Están tardando mucho en aparecer.

—Tal vez tengan cosas que hacer.

Nos encontrábamos en un bosque lejano de Seúl, la camioneta del padre de Taehyung descansaba a unos cuantos metros de nosotros y, el hecho de llegar hasta aquí, se podría considerar como un verdadero milagro al ser que, sumando a nuestra casi nula experiencia manejando, mi llanto y el temblor de mi cuerpo me dificultaban tomar correctamente el volante.

Con pequeños bolsos al hombro emprendimos el pequeño viaje que no duró más de una hora, la adrenalina por llevarnos sin permiso el auto y haber robado un par de botellas de la colección de mi madre se mezclaba con nuestra angustia, provocándonos una risa sarcástica que sólo nos hacía parecer un par de desquiciados cansados de ellos mismos y de la gente a su alrededor.

Esa noche no estaba planeada, no creíamos que las emociones serían tan fuertes como para dejarnos completamente mareados, cosa que empeoró cuando empezamos a tomar en silencio con el ruido de luciérnagas de fondo. El alcohol nos dio la oportunidad de sentirnos más ligeros, con dejar fluir todo el océano de miseria que escondíamos dentro de nosotros sin ningún juzgamiento, después de algunas semanas, puedo decir que sentía la libertad en su máximo esplendor y, maldición, era algo que necesitaba en demasía.

También empacamos comida, misma que desapareció en cuestión de segundos tras dejarla a la vista. Dábamos la apariencia de una pareja en una cita un poco extraña, lo cual no era del todo mentira. Pero esto parecía más una despedida, un amargo adiós y me preocupa el hecho de no saber quién se irá o se quedará.

—Puedo ser tu ángel — murmuré. Dejó soltar unas lágrimas al momento de cerrar sus ojos y suspirar —. Déjame serlo, prometo hacerte feliz.

—Tonto — mis labios formaron un puchero ante lo dicho, desapareciéndose al momento en que busqué esconderme en la curvatura de su cuello —. Ya me haces feliz.

Es increíble y atemorizante cómo unas simples palabras pueden ocasionar tanto en una persona. Lo que dice, provoca calidez en mi corazón y me siento afortunado de tenerlo a mi lado, sólo me hace querer estar con él hasta que dé mi último suspiro.

Sin embargo, estoy consciente que, así como existen palabras y frases que denotan amor, también hay otras que son capaces de quebrar tu alma, poco a poco hasta convertirte en polvo.

No sé en qué momento se nos ocurrió que, declarar nuestros sentimientos hacia nuestras respectivas familias, sería buena idea. Puesto a que eso ocasionó una oleada de malos tratos e insultos impropio de un hogar. Nunca se me pasó por la cabeza esa reacción, no cuando mis padres siempre mostraron cariño a lo largo de mi corta vida y, junto a los progenitores de Taehyung, se veían contentos de la supuesta amistad que teníamos.

Nos echaron la culpa por haber destruido un hogar, llamándonos de todas las maneras posibles al decir abiertamente que nos enamoramos mutuamente y somos felices con ello.

Los cuatro adultos llegaron hasta ponerse de acuerdo de distanciarnos, cegados de sus creencias e ideales, lo suficiente para no ver el daño que hacían en sus hijos, aprovechando que las vacaciones de fin de año escolar se asomaban. No sólo aguantamos sus fuertes voces en gritos de muchas discusiones, uno que otro golpe y rasguño se vio involucrado en esas cuatro semanas de separación.

Era... triste y cómica la manera en la que veía a la gente pasar por mi casa, siendo felices o aparentando serlo. Mientras yo aún no comprendía qué estaba mal en mí.

Hablar con Taehyung después de varios días se sintió como un rayo de luz en medio de la neblina, fue gracias a un descuido de mi madre que logré tomar su celular y llamar, así armamos este pequeño y frágil plan para nada, siendo temerosos de que los demonios de nuestro infierno vuelvan a encontrarnos, no sabía qué hacer al terminar la noche.

Y, sinceramente, eso me asustaban.

—¿Estamos siendo codiciosos? — volvió a sentarse, invitándome a imitar su acción — ¿Lo estamos siendo al querer ser felices?

—No lo sé — admití en voz baja, sintiendo impotencia al no encontrar una respuesta correcta —. ¿Tal vez? ¿Es codicioso querer dejar de sentir mi corazón ahogándose?

Repentinamente me vi rodeado entre sus brazos, su delgado cuerpo estuvo encima del mío a la par que nuestros labios bailaban en un compás calmado, un tacto suave que amaba con todas mis fuerzas. Nos separamos en un momento para poder respirar y sus grandes manos acunaron mi rostro con ternura, logrando percibir más su angustia desde que llegamos al lugar.

—Por favor... no me dejes solo.

—Nunca lo haré. — respondí de inmediato, mi cuerpo empezaba a temblar por el llanto.

—D-Duele mucho...

El odio de muchos se convierte en las pesadillas de otros y el miedo de estos, en la oportunidad de ellos. Mi cuerpo estaba desistiendo, cansado totalmente de mi alrededor y de mi mente, siendo incapaz de librarme de alguno de ellos. Ya estaba hecho y decidido, el vaso se había rebasado con agua y no había nadie para que limpiara el desastre que ocasionaron.

El tiempo se estaba acabando, mi sufrimiento acabaría en un abrir y cerrar de ojos, era algo inevitable a estas alturas. A mi parecer, era más apetecible un descanso eterno a una misma mierda donde soy juzgado y discriminado por mis gustos, cansado de tratos injustos con la excusa de terceros que este será el estilo de vida que me tocará a donde sea que vaya.

¿Para qué seguir con la carrera si igual estaré alcanzando la meta? Sólo estoy tomando un atajo para llegar más rápido a esta.

Empecé a moverme de un lugar a otro con delicadeza mientras tarareaba una suave melodía, como una canción de cuna triste. Sequé sus lágrimas sin poder contener las mías y abracé su cuerpo para que dejara de temblar aun cuando el mío estaba igual. Trataba de calmar a Taehyung, pero era inservible, no podía hacerlo ni conmigo mismo, así que me pregunto si alguien podrá hacerlo, si alguien podrá cuidarnos.

Esta situación me parecía irreal todavía, era sorprendentemente espeluznante cómo todo cambió de la noche a la mañana, cómo el vaso rebasó su límite por una insignificante gota de agua. Una película en colores opacos, donde dos personas se encontraban perdidas en un navío de la costa con un viento feroz, con agua a su alrededor que, al tocarla, estar confundidos al darse cuenta que sólo era un espejismo para verse en un desierto azul sin compañía.

¿Es el mar? ¿El desierto? ¿Es esperanza? ¿Es desesperación? ¿Es real? ¿Es falso?

—¿Podemos escapar? — la voz gruesa del castaño me sacó de mis pensamientos, me veía con cierto temor, algo confuso — Podríamos escapar, desaparecernos. Irnos lejos de aquí.

—¿A dónde? — reí sin poder deducir si era por el alcohol o por su propuesta llena de gracia.

—En algún lugar deben querer recibirnos...

Escondí mi rostro en su pecho, recibiendo automática caricias en mi nuca. Pensé en lo que dijo y mi corazón no pudo estar más de acuerdo, pero eso sonaba muy fantasioso.

—¿Crees que nuestros ángeles nos quieran con ellos? — lo miré con duda, tragó grueso y apartó de mi rostro algunos mechones negros que habían caído. Luego miró al cielo y se quedó callado por un momento, tiempo en el que procesaba lo que me había comentado — ¿Crees que nuestros ángeles estén en el cielo? —

—No creo que seamos bienvenidos en el cielo.

Alcé un poco mi cabeza, topándome de inmediato con la gran esfera que brillaba a sus espaldas. Imitó mi acción, dándose vuelta, siendo atraído por el satélite natural que nos acompañaba en aquella noche. Se puso de pie y caminó hasta la orilla del lago, le seguí con lentitud hasta posarme a su lado.

—La luna está hermosa.

Un sonrojo se posó en sus mejillas, mismas que apreté con suavidad y cuidado de no lastimarlas.

—Te amo — dijo y se acurrucó a mi lado, rodeé mi cintura con sus manos, dándome permiso a que casi cubriera su cuerpo con el mío —. Quiero ir hacia allá — soltó de repente y miré con el ceño fruncido cuando apuntó con su índice a la nada —. Quiero ir a la luna.

—¿De qué estás hablando? — cuestioné, sorprendiéndome ante su respuesta.

—¿No te parece que está triste? — confundido, volví a mirar la dicha, sin notar algún cambio — Está rodeada de estrellas, pero sola al no relacionarse con ellas. Es valiente al brillar de esa manera estando en completa melancolía. Así como nosotros.

—Pero nosotros no brillamos como ella lo hace, no soy lo suficientemente valiente para hacerlo.

—Estar aquí conmigo te hace valiente.

Me dejó con la palabra en la boca al regresarse hasta la camioneta, su paso era poco apresurado. Me mantuve a su lado, expectante a lo que pensaba hacer con la mochila que trajo, una vez vació las envolturas de frituras que ingerimos, se agachó para tomar algunas piedras e introducirlas en el bolso.

—No te voy a pedir que vengas conmigo, Jungkook. Tampoco te voy a obligar — no se detuvo hasta que casi no pudo mantenerse de pie con todo lo que traía consigo. Desconozco si se sentía ebrio o sobrio —. Pero yo iré a la luna, sé que seré bienvenido allá.

Estando completamente cegado por la falta de libertad y el anhelo de amar, empezó a caminar hacia el lago, viéndolo expectante sin saber muy bien qué hacer aparte de quedarme como un simple espectador. Algunos de sus cabellos brillaban por la luz que recibía y escuché una maldición fuerte cuando notó que el agua estaba fría.

—¿En serio lo vas a hacer?

—Sólo quiero ser feliz.

Y yo también lo quería. Maldición que tenía ese afán.

—¿Cómo sabes que serás feliz allá? — pregunté mientras agarraba mi bolso y también lo llené de piedras.

—¡Puede que mi ángel esté esperándonos! — su fuerte risa estuvo fuera de lugar por completo, pero en ese momento no era como si estuviéramos pensando con claridad. Antes de llegar a su lado, bebí un poco más de la botella para dársela y bebió gustoso, aun mostrando sus dientes — ¡Y puede que el tuyo también!

—Tienes razón... Puede que todo este tiempo han estado en la luna, esperando por nosotros.

—Por eso no han venido por nosotros. Porque nosotros debemos ir hasta ellos

La botella se vio lanzada a lejos de nosotros en la tierra, avanzamos con las manos entrelazadas sin mirar atrás. El agua nos consumía de poco a poco hasta que nos detuvimos cuando nuestros cuellos se vieron escondidos bajo esta manta gélida de emociones. Volvimos a conectar miradas y no hizo falta decir algo para romper aquel ambiente y escena única que habíamos creado.

Ya no había momento para arrepentimientos. En ese instante sólo fuimos él y yo, olvidándonos del rechazo que recibimos y del destino que ese Dios nos escribió.

Sé que él me ama y sé que él sabe que lo amo.

Así que, bastó un solo paso para que las leves corrientes nos permitan realizar un viaje mágico hacia la luna donde, como Taehyung había dicho, nuestros ángeles nos recibirían con los brazos abiertos, comprendiendo que no teníamos lugar en la tierra, ni en el cielo y no merecíamos el infierno.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro