𝗖𝗔𝗧𝗢𝗥𝗖𝗘

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꒰ ❝CATORCEAVO CAPITULO❞ ꒱

Draco no dejaba de tocar y agitar sus manos con nerviosismo mientras se dirigia una vez más aquel día a la oficina del director. Dirigió una de sus manos hacia su corbata para aflojar el nudo, podía sentir el calor aumentar en su cuerpo, estaba inquieto y ansioso por saber la razón de Snape de citarlo en su oficina luego de la cena. ¿Y si se había enterado de algo? Ultimamente no habia practicado Oclumancia y todos sabían que Snape era el mejor en Legeremancia. 

—Tienes que relajarte, Draco —Le dice Lailah, mientras camina detrás de él por el pasillo—. No te pongas nervioso aún, no sabemos con exactitud qué es lo que Snape quiere decirte.

—Pero ya escuchaste lo que dijo: "Se lo que estás tramando" —Recitó el chico—. Es claro que ya sabe todo. No debí dejar de practicar Oclumancia. —Se quejó.

—¿Y qué si está enterado? Encontraremos la forma de solucionar el problema.

Draco había recordado un detalle importante, paro en seco y dio media vuelta para quedar cara a cara con Lailah.

—Tú —Dijo con un brillo en sus ojos—. Eres un ángel.

—¡Ay, Draco! Eres muy lindo al decir eso de mi. —Comento Lailah con burla.

—Sabes a que me refiero. Puedes ver a los ángeles y demonios de los demás, ¿no? —Lailah puso una mueca—. ¡Puedes decirme quién estaba acompañando a Snape en ese momento! Entonces sabré si estoy metida en problemas o no.

—En realidad... —Dijo Lailah, mientras pensaba en  una manera de salir de aquel problema sin decirle la verdad—. No pienso decirte, descubrelo por tu cuenta. —Y se puso en marcha, logrando que Draco dejara de hacer preguntas.

Llegaron hasta la gargola del tercer piso que ocultaba la entrada del despacho del director, esta vez dejo pasar a Draco sin necesidad de una contraseña, por lo que entró directamente a la escalera de caracol y al llegar a la puerta de entrada llamó un par de veces.

—Buenas tardes director —Saluda Draco de manera educada, adentrándose en el despacho—. Disculpe si le parezco grosero, pero ¿para que me necesita?

Snaper, quien se encontraba de pie frente a una de las ventanas del despacho, comenzó a acercarse hacia Draco.

—¿Draco, sabes conjurar un Patronus?

—¿Qué? —Preguntó Draco confundido, con el ceño fruncido.

—¿Sabes conjurar un Patronus? —Snape le repite la pregunta—. Un Patronus Corpóreo es uno de los hechizos más difíciles de aprender, pero muy util.  

De la punta de su varita de Snape salió una sombra plateada en forma de cierva. Aterrizó en el piso de la oficina, voló a través de ella, y escapó por la ventana.

— No sólo sirve protegerte de los dementores, también es una fuente confiable de comunicación, puedes ordenarles que le den un importante mensaje a otro mago o utilizarlos para guiar a otros por un buen camino.

Draco observó a Snape caminar por la oficina mientras su vista estaba perdida por donde el patronus había desaparecido, el rubio no estaba entendiendo nada.

—Eres un gran mago Draco, ¿por qué no lo intentas?

El chico no estaba seguro de intentarlo, veces anteriores había intentado realizar el hechizo, queriendo demostrar que era igual de buen mago que Harry Potter, pero había fracasado todos los intentos, sin lograr encontrar un recuerdo lo suficientemente feliz.

—La clave está en recordar algo que te haga feliz, que te haga sentir completo y libre de preocupaciones —Le informó Snape al advertir su vacilación—. Muchos tienen la mala creencia de pensar que solo debes recordar un buen recuerdo, pero no es necesario. Puede ser una cosa, una acción o una persona que cumpla con ese objetivo, hacerte feliz.

Draco levantó sus cejas en signo de asombro, no sabía aquello. Entonces pensó que tal vez sería una buena idea intentarlo, las cosas desde la última vez que había intentado conjurar un Patronus habían cambiado por completo, en esos tiempos entonces se sentía miserable y sin deseos de seguir con esa vida que llevaba. Pero luego, con la llegada de Lailah, todo había cambiado. Le echó un breve vistazo a la chica y sintió la seguridad de que podría hacerlo.

—Lo intentaré —Dijo Draco con determinación mientras sacaba la varita de su túnica—.Expecto Patronus.

Y de la punta de su varita surgió, no una nube heterogenea, sino un animal plateado, deslumbrante y cegador. Frunció el entrecejo tratando de distinguir lo que era. Era pequeño y se movía a su alrededor, alejándose de él por el despacho. El patronus dio media vuelta y se detuvo frente a Lailah. Era un escorpion.

—¡Lo hiciste! —Suelta Lailah con emoción.

—Lo hice. —Repite Draco, sin dejar de mirar su Patronus.

Snape suelta una sonrisa, que se podría confundir con una mueca.

—¿Sabes cuantos mortifagos pueden conjurar este hechizo, Draco? —El chico niega—. Solo dos, nosotros somos los únicos.

—¿Que significa eso, director?

Snape no le responde. En ese momento, Phineas Nigellus llega apresuradamente a su retrato, y comienza a hablar sin fijarse en que Snape no se encontraba solo.

—iSeñor director! iHan acampado en el Bosque de Dean! La sangre sucia...

—iNo emplee esa palabra! —Gruñe Snape.

—Está bien, la señorita Granger ha mencionado el sitio cuando abrió su bolso, y la he oído.

—¡Bien! ¡Muy bien! —Exclamó el retrato de Dumbledore detrás del sillón del director—. Y ahora, la espada, Severus! ¡No olvides que debe ser conseguida con fines nobles y superando condiciones adversas que requieran un gran valor, y que Harry no puede saber que eres tú quien la pone a su alcance! Si el Señor Tenebroso leyese la mente de Harry y los viera ayudándolo...

—Lo sé. —Repone Snape con aspereza. 

Se acerca a una de las repisas de la oficina y abre un pequeño cofre, del que Snape saca la espada de Gryffindor.

—Director Snape, ¿qué está pasando? —Habló Draco observando la extraña escena sin comprender—. Creí que la espada había sido movida a un lugar más seguro.

—Esa era una copia, la dupliqué antes de entregarla. Dumbledore me dijo que lo hiciera. —Le contesta Snape.

—¿Dumbledore? Pero él... —Entonces miró al retrato del ex director, quién lo estaba observando—. Por supuesto. Pero director, ¿por qué tiene que entregarle esa espada a Harry? ¿Por qué es tan importante? ¿Y por qué él no debe enterarse que usted se la entregó?

Snape le dirige una mueca al retrato de Dumbledore para luego volver a mirar a Draco, mientras empieza a ponerse una capa de viaje sobre la túnica—. Necesito que me acompañes a un lugar Draco. Solo tengo dos condiciones, primero seguirás todas mis instrucciones, y segundo, no haras ninguna pregunta ni abriras tu boca hasta volver al despacho. ¿Entendido?

—Desde luego. —Aceptó Draco, sin entender por completo la situación.

Snape hizo un gesto de varita y enseguida una capa de viaje apareció sobre Draco.

—Vámonos, no hay tiempo que perder.

Snape pone una mano sobre el hombro de Draco, y sin un previo aviso, ambos se aparecen en un hermoso bosque nevado. El bosque está en completo silencio y no parece haber nadie más allí en ese lugar. Draco sigue por detrás a Snape mientras observa el bosque, buscando signos de vida, pero además de animales nocturnos no encuentra nada más.

La noche oscuridad de la noche era tan profunda que apenas podían distinguir los árboles a su alrededor. Caminaron unos cuantos minutos a través de la oscuridad del bosque hasta llegar a un claro donde había una pequeña y congelada charca. El profesor Snape le hizo una seña para que no se acercara, era peligroso si había demasiado peso sobre la superficie de hielo.

Draco observó al director Snape arrodillarse en el centro de la charca mientras que deshacía parte de la superficie, dejando caer la espada de Godric Gryffindor en ella.

Según lo que había escuchado de la conversación entre Snape y Dumbledore en su oficina, la espada solo podía ser conseguida superando condiciones adversas que requerian de gran valor, y Draco no dudaba que para entrar a un lago congelado se necesitaba de gran valor. Snape volvió a congelar la superficie de la charca por completo y se reincorporo, dirigiéndose una vez más al bosque y moviendo su varita, haciendo aparecer una brillante luz plateada, la cierva plateada galopó a través de los árboles con su brillante luz de luna y deslumbrante.

Snape y Draco siguieron de manera sigilosa a la cierva mientras buscaban rastros de magia para detectar a Harry o Hermione, siempre escondidos tras los árboles y borrando sus pisadas con magia, esperando. Cuando encuentran el lugar en el que están refugiados, se ocultan tras los frondosos árboles y esperan a que alguno de los dos vean a la cierva.

Entonces, sin previo aviso, Harry Potter apareció frente a la cierva, había salido de las protecciones mágicas en las que estaba y miraba a la criatura maravillado, como si la conociera de antes, como si la hubiera visto en un pasado. El chico tenía un aspecto demacrado, sea lo que sea que hubiera estado haciendo los últimos meses había deteriorado su aspecto.

—No te vayas —Suplicó Harry con la voz ronca cuando la cierva comienza a alejarse—. ¡Vuelve!

La criatura continúa alejándose con parsimonia entre los árboles, a la misma vez que Snape y Draco se alejan. Dirigieron a Harry hacia lo profundo del bosque, adentrándose más y más, el chico caminaba rápidamente para poder atrapar a la cierva. El director Snape se queda quieto en un sitio donde podían guiar a Harry hasta el lago sin tener la necesidad de moverse, Draco se detiene a su lado. La cierva a la orden de Snape, se detiene, gira una vez más su hermosa cabeza hacia Harry, que echa a correr y una vez que están frente a frente desaparece.

Estaba ya enfrente del lago, ahora quedaba que Harry se diera cuenta de que la espada estaba ahí. Con la luz de su varita ilumina sus alrededores, buscando algo sin darse cuenta aún de la charca congelada. Draco comenzó a frustrarse cuando minutos después el chico aún no caía en cuenta de que la espada estaba a unos metros de él.

Entonces, cerca de ellos, escucharon un leve murmullo, no pudieron definir de qué se trataba.

—Quédate aquí. —Le ordenó Snape, mientras se alejaba para buscar el origen del ruido.

Cuando Snape desapareció de su vista, Draco busco a Lailah con la mirada, la chica estaba a su lado mirando expectante a Harry. Un ardor en la boca de su estómago le indicó lo mal que eso lo hizo sentir, que ella estuviera mirando a otro chico que no fuera él, no le gustaba.

Volviendo a concentrarse en Potter, cuando volteó para mirarlo notó que se acercaba al lago con cuidado y por la expresión que en su cara, había visto la espada. Se dejó caer de rodillas en la orilla y se quedó mirando fijamente el hielo, hasta que apunta con la varita el lago y murmura:

—Accio espada.

Y obviamente no pasa nada, Draco pensó que era un idiota por intentar ese hechizo tan básico. Al ver que no ocurre nada, Harry se levanta de la orilla y con dedos temblorosos va quitándose las diversas capas de ropa que lleva. Draco abrió los ojos con sorpresa y mira de reojo a Lailah, quien no había apartado su vista, entonces se apresura en moverse e interponer su cuerpo entre Lailah y la vista de la charca.

—No lo veas. —Murmuró Draco, con sus mejillas sonrojadas.

Lailah observó al rubio por unos instantes con confusión, y cuando comprendió lo que sucedía resopló por la nariz con gracia.

—Eres un celoso. —Se limitó a responder la chica, con una sonrisa de diversión.

El hielo se raja con un sonido semejante a un balazo y resuena en el silencio, entonces escuchan el ruido de alguien sumergiéndose en el agua. Draco vuelve a mirar hacia la Charca, Harry había desaparecido de la escena, indicando que se encontraba bajo el agua.

El chico tarda un buen rato en salir, entonces aparece Ron Weasley de la nada y se mete en el lago, sacando a Potter y a la espada. Justo en ese momento Snape vuelve junto a Draco.

—¿Estás loco o qué? —Le reprocha Ron a Harry una vez que ha recuperado la conciencia—. ¿Por qué demonios no te has quitado esta cosa antes de meterte en agua?

Ron mantiene el brazo en alto y un collar bastante curioso oscilaba en su mano. Ambos chicos mantienen una conversación que es difícil de entender gracias a la distancia en la que se encuentran, entonces Snape decide que es hora de irse.

Ambos vuelven al despacho del director en Hogwarts luego de presenciar esa escena. Draco tiene demasiadas preguntas de lo que acaba de suceder pero antes de que pueda formularlas Snape le dirige la palabra, ahora se encontraba sentado en su escritorio.

—Se que debes tener muchas preguntas Draco, pero antes quiero explicarte algunas cosas, confiaré en ti —Le dijo Snape invitando a sentarse—. Dumbledore creyó necesaria tu ayuda, por esa razón te invité esta tarde.

Snape le cuenta una extraña historia, bastante personal, sobre su vida. Le explica que durante todos esos años en los que había estado siguiendo órdenes de Voldemort, en realidad solo estaba fingiendo, cuando estuvo todo el tiempo trabajando junto a Dumbledore. El hombre le había hecho un gran favor a Snape, el cúal no menciono y Draco tampoco preguntó por el, y esos últimos años le había estado devolviendo la ayuda que recibió.

—Yo, de hecho... —Comenzó a decir Draco— he estado dudando sobre estas creencias en las que siempre base mi vida, las que me enseñaron mis padres. Hubo algo que cambió mi vida hace unos meses y me ayudó a darme cuenta que todo lo que el Señor Tenebroso cree correcto, en realidad no lo es.

—Me alegra escuchar eso, joven Malfoy —Le habló el retrato de Dumbledore—.  Siempre supe que eras un buen chico, solo necesitabas algo de ayuda para demostrarlo. 

Draco no dice nada, baja la cabeza con vergüenza, no creía poder mirar a Dumbledore a los ojos luego de los sucesos del curso anterior. Cuando levanta la cabeza se dirige a Snape.

—¿Qué era ese objeto que Weasley tenía en su mano, ese collar? Parecía importante.

—Eso es algo que también desconozco, Dumbledore cree que no es necesario que sepamos de ello. —Contesta Snape.

 —Y es correcto, no es necesario que sepan de ello. Si en algún momento es inevitable que lo sepan, yo mismo se encargará de informarlos. Pero hasta el momento no lo es todo —Habla Dumbledore—. De ti, joven Malfoy, necesito que ayudes a los estudiantes de Hogwarts. Con los hermanos Carrow en el colegio los alumnos están en peligro, y tú tienes poder, puedes confrontarlos sin miedo. Quiero que ayudes al Ejército de Dumbledore y, si es necesario, los portegas a toda costa. ¿Puedo contar su ayuda?

—Sin ninguna duda, profesor. —Aceptó Draco sin dudar, sintiendose, por primera vez en mucho tiempo, valioso.

—Ya puedes volver a tu sala común —Lo despide Snape—. Pero recuerda que debes guardar el secreto, confiamos en que cumpliras con tu palabra.

Draco asiente y se levanta dirigiéndose a la salida del despacho con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Pero antes de salir Dumbledore agrega un comentario, que lo desconcierta por completo.

—Siempre supe que no estaba tan perdido, señor Malfoy, y que su ángel haya logrado guiarlo lo demuestra.











[ he cambiado mi user después de cuatro años, espero les guste tanto como a mi ]

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