𝗗𝗜𝗘𝗖𝗜𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

꒰ ❝DIECISIETEAVO CAPITULO❞ ꒱

Mientras giraba en la oscuridad Draco pudo dar un último vistazo al salón con las figuras inmóviles de su padre y su tía, sintiendo una extraña sensación de presión en la boca de su estómago que no se debía al traslado que su cuerpo estaba sufriendo. El chico sentía un poco de preocupación por lo que podría pasarles a sus familiares.

Unos segundos después el grupo golpeó tierra sólida y el aire ensalitrado invadió sus fosas nasales. El rubio perdió el equilibrio y cayó de rodilla al suelo, sintiendo la tela de su pantalón humedecerse mientras un leve mareo se hacía presente, no lograba orientarse por completo.

—¿Estás bien? —Le preguntó Lailah a su lado, colocándose en cuclillas para revisar el estado del chico.

—Sí, si... Estoy bien. —Murmuró Draco mientras levantaba la vista.

El cielo estaba oscuro pero parecía haber una casa de campo no muy lejos bajo el ancho y estrellado cielo, y creyó ver movimiento fuera.

—¿Dobby, es esto Shell Cottage? —Dijo Harry Potter a unos metros observando el lugar con detenimiento—. ¿Hemos venido al lugar adecuado, Dobby?

—Hemos venido al lugar correcto, Harry Potter —Le respondió el elfo doméstico—. Sus amigos fueron recibidos por el hermano de Ron Weasley.

La mano de su madre apareció frente a él, ofreciéndole ayuda para volver a ponerse de pie. Una vez incorporado miró a su alrededor. Después de un minuto supuso que habían llegado al lugar correcto, allí estaban Bill Weasley junto a Fleur Delacour, Dean Thomas y Luna Lovegood, se estaban acercando para reunirse con Harry, pero una vez notaron la presencia de los dos Malfoy a unos metros se pusieron a la defensiva, levantando sus varitas.

—¿Qué están haciendo ellos aquí? —Espetó Bill con molestia hacia Harry, su mano y varita temblaban por la rabia que estaba sintiendo.

—¡Bill, basta! ¡Espera! —Gritaba Harry mientras trataba de detener al mayor de los Weasley, pues este habia ido directamente hacia Draco.

El pelirrojo se encontraba presionando la punta de su varita contra el cuello del rubio, la cólera que estaba sintiendo parecía estar fuera de límite. Por otro lado, los Malfoy no habian hecho nada en su contra, Draco se había mantenido inmóvil y miraba a Bill directo a los ojos, sin expresión, mientras Narcissa se encontraba detrás de él, viéndose tan solemne como siempre.

—¡No hagas nada! —Le pidió Harry, al fin llegando a su lado.

—¿Por qué estas defendiéndolos? —Preguntó Bill, mirando por un par de segundos a Harry—. ¿Qué han hecho de bueno para ese beneficio?

—Nos salvó la vida —Dijo Harry para la sorpresa de todos—. Malfoy nos salvo la vida, a todos.

Bill pareció sufrir de una grave confusión, su ceño se contrajo repetidas veces y la presión de su mano pareció soltarse un poco, bajando unos centímetros su varita.

—¿Qué? ¿Él hizo qué?

Y por supuesto no era el único que creía haber escuchado mal las palabra de Harry. Dean Thomas y Fleur parecían tan confundidos como él, Luna no parecía estar prestando mucha atención.

—Es verdad, él nos salvó —Repitió Ron cuando volvió a la playa para ver que ocurría—. Bellatrix tenía a Hermione, iba a matarla... —El chico tuvo que respirar antes de seguir—. Malfoy se enfrentó a ella y la dejó inconsciente.

—También borró los recuerdos de todos los que quedaron allá, ninguno recordará que estuvimos allí.

Todos los presentes se habían quedado en silencio, procesando las palabras de Harry y Ron, sin creer que Draco Malfoy había hecho todo eso. Muy dificil para creer.

—Esta bien Harry, lo comprendo —Comenzó a decir Bill, mucho más calmado—. Pero los trajiste a mi casa, a mi hogar donde vivo con mi Fleur, mi esposa. Aún no confío en ellos, y si llegan a decir algo de nuestra ubicación ¿Quién crees que saldrá afectado de todo esto?

—Nos iremos —Declaró Draco de manera segura—. Es comprensible que no nos quieran aquí, no esperaba que nos recibieran con los brazos abiertos.

Harry miró al rubio como si hubiera perdido la cordura, pero él no se dejó llevar por su mirada y luego de sujetar el brazo de su madre ambos caminaron fuera de la orilla de la playa.

—Malfoy. —Lo llamó Harry, pero fue ignorado.

—¿Crees que irte es la mejor decisión? —Le preguntó Lailah a un lado, viéndose preocupada.

Draco negó levemente su cabeza en modo de respuesta, sabía que era una mala idea pero no tenía más opciones.

—¡Malfoy, no tienes a dónde ir! Tú y tu madre no estarán seguros en ninguna parte. —Le gritó nuevamente Harry, caminando hacia ellos.

—No las arreglaremos.

Entonces una inesperada tercera voz interrumpió la leve discusión de ambos chicos, Fleur Weasley también se había adelantado y se encontraba junto a Harry, observó por unos segundos a Draco y a Narcissa antes de hablar.

—Pueden quedarse aquí por un par de noches, mientras encuentran otro lugar seguro al cual trasladarse —Declaró la rubia con firmeza—. Harry les está dando una oportunidad, así que yo también lo haré.

Fleur no tardó en atender a sus huéspedes, de manera cálida les ofreció a todos entrar a tomar una taza de té caliente para subir un poco los ánimos. Dean, Luna y Dobby aceptaron con gusto, Harry y Ron fueron a asegurarse de que Hermione estuviera bien y Bill llevó al duende y a Ollivanders a las habitaciones para invitados. La familia Malfoy se quedó fuera por unos minutos más.

—Fuiste valiente el día de hoy, hijo. —Le dijo su madre, hablando por primera vez desde que escaparon de su Mansión.

—Yo no podía soportarlo más madre —Se disculpo Draco, haciendo un esfuerzo para no romperse frente a ella—. Durante los últimos meses han ocurrido muchas cosas que no podría explicarte, y cambié —Medito sus palabras unos segundos antes de corregirlas—. O creo que, mejor dicho, me di cuenta de lo que en realidad quería para mi vida. Y todo eso, todo en lo que mi padre nos arrastró, no era lo que deseaba. Nunca lo fue. Pero temía tanto decepcionarlo...

Narcissa se acercó a su hijo y rodeó su cuerpo en sus brazos, abrazándolo con todo el amor que podía expresar en ese momento. Apoyando su mentón en el hombro del chico y sintiendo una gran culpa por hacer que su hijo soportará todas aquellas situaciones, por no defenderlo lo suficiente cuando tuvo que hacerlo. Se sentía como una terrible madre en ese momento, y no sabía cómo arreglar aquello.

—Aún nos tenemos el uno al otro, y es todo lo que necesitamos para estar bien ¿si cariño? —Su madre le dejo un sonoro beso en su mejilla—. Vamos a superar esto, lo prometo.

Narcissa alargó su brazo y acarició el cabello del chico, con una leve sonrisa  en su rostro terminó por bajar la mano hasta su mejilla.

—Me ocuparé de todo, tengo una idea de quien podrá ayudarnos —Una brisa logro ponerle los pelos de punta a ambos y la mujer resguardo sus desnudas manos en los bolsillo de su túnica—. Vamos por esa taza de té caliente, te hará sentir mejor.

—Entra tu primero, iré en unos minutos.

El ruido de las tranquilas olas se esparcia por todo el exterior, no había otro ruido allí que interrumpiera aquel suave cántico. Era relajador, al igual que la vista que tenía frente a él, se podía observar el tranquilo mar, las olas se movían como brazos y formaban una espuma de color nácar. En el horizonte la oscura noche comenzaba a mezclarse con el océano, donde el reflejo plateado de la luna se reflejaba de manera desigual.

Sin embargo aquella relajante vista no concordaba con los sentimientos de Draco. Ni siquiera estaba seguro de lo que hacía allí afuera, sentado en una roca cuando debería estar acompañando a su madre.

—¿Cómo te sientes? —Hablo Lailah luego de unos largos minutos de completo silencio en los que el chico aprovecho para meditar todo lo ocurrido.

—No me arrepiento de nada —Le aseguro Draco, conectando sus miradas—. Esta es la primera vez que me siento tan bien luego de tomar una decisión, eso indica que fue la correcta.

Lailah le echó un corto vistazo a Draco, quién se encontraba inspeccionando el cielo estrellado de aquella noche e incluso había cerrado los ojos por un momentos, para aspirar y disfrutar del olor salino del aire.

—¿Y qué piensas sobre tu padre?

—He estado molesto con el por años y acabo de caer en cuenta de ello. Estoy resentido por todo lo que nos hizo a mi y a mi madre, si no fuera por él, todo sería muy diferente —Hablaba Draco con una clara molestia en su voz, mirando hacia el oscuro cielo—. Él debe, en algún momento, pagar por todos sus actos.

A la chica le hubiera gustado alargar su mano hasta la de Draco, darle un suave toque y luego convertirlo en un fuerte agarre, pero aquello era algo imposible.

En ese momento, a unos metros del lugar donde Draco se encontraban, Harry Potter y Ron Weasley se acercaban hacia él con un poco de incomodidad, sin realmente que decir cuando estuvieran frente a frente. Pero no tuvieron que pensar mucho, pues Draco fue quien tomó la iniciativa.

—¿Cómo está Granger?

—Mejor —Le respondió Ron—. Fleur se está ocupando de ella.

—Vamos adentro, está helado aquí afuera.

Draco no se opuso en lo absoluto y siguió a ambos chicos por detrás, en silencio mientras pensaba que mientras estuviera en aquella abarrotada casa, tendría pocas oportunidades para hablar con Lailah.

Dentro del hogar Fleur vestía un largo delantal blanco, de uno de sus bolsillos sobresalía una botella que reconoció como una Poción Crece-Huesos. Hermione estaba envuelta en un vestido prestado, pálida e inestable sobre sus pies y Ron la rodeó con un brazo cuando ella le alcanzó. Estaban todos sentados en la sala de estar cuando Draco entró al pequeño salón, su atención se concentró en Bill, que estaba hablando. El cuarto estaba pintado luminosamente, bonito, con un pequeño fuego de madera ardiendo brillantemente en la chimenea.

—Los he estado sacando a todos de la Madriguera —Explicaba Bill—. Los trasladé a la casa de Muriel. Los mortífagos saben ahora que Ron está contigo Harry, se limitaron a marcar a la familia... no te disculpes —Añadió al ver la expresión de Harry—. Siempre fue una cuestión de tiempo, Papá lleva meses diciéndolo. Somos la mayor familia de traidores de sangre que ha habido.

Draco no pudo evitar sentirse mal ante el comentario, y bajo la cabeza para mirar la punta de sus pies.

—Estoy aquí contigo, a tu lado, no lo olvides. —Escucho el murmuró de Lailah en su oreja.

Draco sonrío levemente cuando vio a Lailah sobre la punta de sus pies para llegar a su altura. Se alejó de la sala y caminó hacia la pequeña cocina, el fregadero bajo la ventana tenía vistas al océano. La chica se había sentado sobre la encimera que tenía a un lado y había comenzado a jugar con las gotas que caían del grifo, no miraba al chico directamente y parecía estar nerviosa.

—Ya no puedo seguir con esto —Reveló entonces la chica, levantando la mirada, unas lágrimas caían por sus mejillas—. Se que no es el momento Draco, pero no puedo más.

Draco se reincorporó con el ceño fruncido mientras la preocupación era visible en cada movimiento que hacía.

—¿A qué te refieres? —Preguntó, temeroso de escuchar su respuesta.

—Quiero decir que... por más que intenté superarlo, no pude lograr nada, esconder todo esto solo lo hace peor para mi, para ambos —Lailah de un salto bajó de la encimera y se puso frente a Draco—. Draco, estoy completamente enamorada de ti, y ya no me importa perder cada una de mis cualidades que me hacen un ángel, porque si tenemos la oportunidad de estar juntos estoy segura que podré ser alguien nueva, podré ser sólo Lailah.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro