𝗰𝘂𝗮𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼. goodbye korea.

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Capítulo 45
Adiós, Corea.

Pasó media hora en el momento en que me mudé con mi papá en su nuevo departamento, todo se encontraba entre cajas, muebles a medio sacar, sin embargo, nos miramos sonrientes debido a que comenzaríamos a movernos para ordenar el departamento. No obstante, desde que nos mudamos tenía muchísimas ganas de pedirle disculpas por todo el show que monté en la fiesta de navidad, pero no podía, no me daba la cara para hacerlo. Al amanecer del tercer día, el señor Namjoon y su hijo aparecieron en nuestro umbral, dispuestos a ayudarnos a poner en orden nuestra nueva vivienda.

Este sería nuestro hogar temporal hasta que papá decidiera comprar una casa propia. Sin embargo, en medio del caos de la mudanza, mientras desempaquetaba algunas fotografías de una caja para colocarlas sobre la repisa de la chimenea en la sala de estar, me topé con una foto de la familia. En ese instante, me fue imposible continuar.

—Papá...

—¿Sí, Minha?—contestó, sacando la cabeza de la cocina para verme.—¿Qué sucede?

—Discúlpame.

Seokjin arruga su entrecejo.

En eso, puedo observar que la familia Yang dejan de hacer lo suyo para prestarme atención. Entre que yo seguía viendo el retrato de la bella familia que habíamos tenido.

—También quiero pedirte disculpas a ti, Namjoon-nim.—lo miré. El cual tenía un jarrón muy decorativo en sus manos.—No debí de decir esas cosas en la fiesta de navidad, no era mi deber que se enteren de su preferencia sexual y de que ustedes se aman.

Ambos hombres mayores se echan una mirada, empero, esos dos dejan todo lo que estaban haciendo para empezar a caminar hasta donde yo me encontraba. Mi papá me saca la fotografía de mis manos a verla, puedo observar una sonrisa en su cara, solamente que me dirigió la mirada nuevamente. Dándome a entender que debía de parar de una vez por todas.

—Minha, no digas eso.

—Nos hiciste un favor, cariño.—dijo mi papá.

—Nosotros nunca lo hubiésemos podido hacer sin tu ayuda. Sí, estuvo mal la forma en que lo has hecho, no lo voy a negar—movió sus cejas—. Pero hiciste algo que nadie, ni siquiera nosotros, hubiésemos hecho.

—Hiciste un buen trabajo, cariño.

—Pero, papá... Arruine a la familia.

—Myeong Minha, no quiero volver a escucharte nunca más decir esa gran mentira. Tu madre es una idiota por hacerte creer eso, nunca fue tu culpa, ni la de tus hermanos, la culpa solo es de tu madre y mía.

—No debes de culparte.

—Jamás debí de soportar tanto por ustedes, por lo que dirán las personas o cualquier excusa que hemos puesto en el trayecto del matrimonio, pero necesito darte las gracias por hacer algo que Namjoon y yo no pudimos.

—Gracias, Minha.

Simplemente, les sonreí.

Porque necesitaba escuchar esas palabras para no pensar que Min Sowon tenía razón en todas sus palabras, sobre que yo había arruinado a la familia, no obstante, después de ese momento hemos terminado de ordenar el departamento. Además de que llegó Wanhee con Soojin para dejarme mis pertenencias que no he podido traer en el instante de la pelea que tuvimos con mi madre.

Parecía que mi vida había pasado en un abrir y cerrar de ojos, y no entendía cómo todo cambió tanto. La última vez que vi a Min Sowon fue el día en que me abofeteó. Después de eso, me mudé con mi padre a su nuevo departamento en el centro de la ciudad. A los pocos meses, Namjoon y su hijo se unieron a nosotros. Para mi sorpresa, la convivencia con Jeongin no fue tan mala. Nos hicimos buenos amigos en poco tiempo, y me confesó que se arrepentía de haberme coqueteado, ya que ahora nos veíamos más como hermanos.

Enero llegó en un suspiro.

El 10 de enero, conocí al famoso Minho, de quien había escuchado hablar una vez. Resultó ser mi hermano gemelo. También descubrí su parte de la historia. Ha vivido con su padre toda su vida hasta que este falleció cuando él tenía 14 años. Desde entonces, vivió con su tío, el hermano de su padre, que resultó ser el hombre que visitó la casa de Min Sowon.


—Al menos es bueno saber que no estaré solo.—opinó Minho, movía sus piernas en el aire. Debido a que estábamos sentados en la azotea del edificio.

—Siempre que pueda estaré para ti.

—Gracias, pero déjame decirte que me agradas. Cuando supe de ti no pensé que eso sería así.

—¿Por qué lo dices?—pregunté, mordisqueando el kimchi que habíamos llevado a la azotea.

—Te ves muy fresa.

Al escuchar cómo me llamó, un recuerdo surgió en mi mente de forma inmediata. Sentí como si nadie en el mundo me hubiera llamado de esa manera antes, aunque no era cierto. Muchas personas me han dado apodos similares, pero ninguno lo decía de la forma en que lo hacía Kim Seungmin.

El simple hecho de recordarlo me llenaba de temor.

—¡Qué grosero!—golpeé su hombro, logrando su risa.

—Fuera de broma, me gusta saber que tengo una hermana. Me agradas mucho, Minha.

Le sonreí, transmitiéndole que sentía lo mismo por él. Era reconfortante saber que tenía un hermano de mi edad, alguien que tal vez podría entenderme de una manera que mis otros hermanos nunca pudieron. Días después, descubrí que Minho era el mejor amigo de Han Jisung, lo que explicaba su mudanza a Seúl. Durante el tiempo que pasamos juntos, nos conocimos mucho más. Descubrí varias cosas sobre él y, de igual manera, Lee Minho aprendió cosas sobre mí.

Cuando dijimos que queríamos conocernos, lo decíamos en serio. Incluso llegó a conocer la fortaleza que tuve que reunir para hacer que Min Sowon comprendiera las cosas de una vez por todas. Sin embargo, decidí dejar esa historia en mi pasado. Era algo de lo que ya no quería recordar más. Necesitaba retomar mi vida, empezar de cero, conocer a nuevas personas. Quizás, esa sería la única forma de finalmente encontrar la felicidad.

Por eso tomé esa decisión.

Una decisión muy importante.

—¿Estás segura de hacer esto, Minha?

—Hyung, es un nuevo futuro para ella.

—Namjoon-nim tiene razón, papá.

Seokjin suspiró, acercándose a mi cuerpo para que nos podamos unir en un abrazo cálido y de padre e hija. Detrás de él estaban algunos de mis amigos y mis medios hermanos.

—Cuídate. Quiero que me cuentes todo lo que estás haciendo en el día, pero más que nada, cuando llegues a tu destino, ¿oíste? Dime que sí.—advirtió.

—Papá...

—Déjame despedirme también.

—Sí, papá. Lo haré.

En ese momento, Seokjin depositó un suave beso en mi frente, dando paso a las despedidas del resto. Chan se acercó a mí, su expresión tierna y cómica me llenó de cariño. Sin más, me envolvió en sus grandes y fuertes brazos.

—Sé que estarás bien, que encontrarás tu felicidad y paz en California. Siempre sé feliz, Minha-ssi. Y recuerda, cuando decidas volver a Seúl, tendrás un amigo aquí. ¿De acuerdo?—dijo, rompiendo el abrazo.


—Muchísimas gracias, Channie.

Después de despedirme de las personas que me han acompañado al aeropuerto, tuve que partir. No puedo negar que, mientras subía por las escaleras eléctricas, albergaba la esperanza de que Kim Seungmin, el chico del que estoy perdidamente enamorada, apareciera de repente en el aeropuerto, y protagonizáramos una escena digna de las películas más románticas.

Pero eso no sucedió.

11:30 a.m
California, Los Ángeles

Las diecinueve horas y media de viaje fueron las peores que he experimentado. No imaginé que saltaría de un avión a otro, de un autobús a otro. Creo que después de esto, no querré viajar de nuevo en mucho tiempo. Tras pedir un taxi para que me llevara a la universidad de diseño más prestigiosa de Los Ángeles, le envié un mensaje a mi padre para informarle que ya había llegado al país y que me dirigía al campus de la universidad.


A mi llegada, tuve que escuchar a una de las administradoras del campus hablarme sobre las reglas, la educación de la carrera, los horarios y otras cosas que, en ese momento, no me interesaban en absoluto. Tras escucharla, me dirigí a los edificios residenciales donde viviría durante mi estancia. Afortunadamente, solo me quedaba un año más para terminar esta carrera que no me gustaba.

No era lo que quería.

Pero me daría trabajo.

Pasé mi tarjeta para abrir la puerta del edificio y me dirigí al ascensor. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, me encontré con un largo pasillo lleno de puertas numeradas. Mi habitación era la número 08. Al entrar, hallé un pequeño pasillo que conducía a una habitación con una cama de una plaza y media, una mesita de noche con una linda lámpara, un escritorio para estudiar y un tocador con grandes luces a los lados. Al principio del pasillo hay un baño y un pequeño armario.

Todo era hermoso.

Era todo lo que necesitaba.

Dejé mis maletas a un lado y comencé a guardar mis cosas en el armario. Después de unos 10 a 15 minutos, terminé de ordenar mis cosas. Luego, salí de la habitación y recorrí el pasillo hasta encontrar la puerta que llevaba a la cocina del edificio, donde viviría hasta el próximo año. Al ingresar, vi a un chico de espaldas, con el cabello largo y rubio. Una de las administradoras del lugar me ha informado que la cocina era compartida con todos los estudiantes que vivían en el edificio del campus, por lo que nos veríamos a menudo a partir de ahora.

—¿Hola?

El chico se volteó, ambos nos miramos con una gran sorpresa. Debido a que era muy posible a que vengamos del mismo lugar. No obstante, él me sonríe amigablemente, estirando su mano para que nos saludemos, sin quitar la sonrisa de su linda cara.

—¿Eres nueva? Un gusto, soy Sam.

—¿Eres americano?—estrechamos las manos.—Minha Myeong, un gusto.

—Corea del Sur, ¿tú...?

—También.

—Entonces, puedes decirme Hwang Hyunjin. Es todo un placer conocerte, Minha.

Le sonreí amigablemente, agradecida de tener a alguien que provenía del mismo lugar que yo y que entendía mi cultura. Además, en los días que conocí a Hyunjin, descubrí que era muy popular entre los estudiantes del edificio y de la universidad, lo que me hizo pensar que podría ser de gran ayuda.

Y así fue.


13:40 p.m

Tres meses después

Abrí los ojos, consciente de que probablemente mis compañeras de carrera me estaban odiando en ese momento. ¿Por qué? Habíamos acordado encontrarnos hace media hora en uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad para celebrar el cumpleaños de una de las chicas. Pero me había quedado dormida debido a la noche tardía que tuve. Apenas tuve tiempo de correr al baño para lavar mi cara adormilada cuando escuché el sonido de alguien golpeando la puerta.

Después de lavarme la cara, fui a abrir.

Pero al abrir la puerta, me llevé la sorpresa de ver a una de mis nuevas amigas. Me miraba con los brazos cruzados y una expresión de disgusto en su rostro, ya que no había llegado a tiempo al restaurante y ha venido a buscarme. Sin embargo, su malhumor se desvaneció cuando entró en la habitación y vio los maquillajes que había traído de Corea, regalos de una de mis hermanas para que no olvidara mi lugar de origen.

Youngsun podía ser molesta.

A veces.


NOTA, 2022.

¿PREPARADOS PARA EL FINAL?
Porque el próximo capítulo sería el epílogo de la historia, en realidad, este iba a ser el final, solamente, que no me gustó que haya terminado con “ cuarenta y cuatro ” kdkdkd

¡NOS VEMOS EN EL EPÍLOGO!

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