𝗱𝗼𝘀. the agreement: part two.

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Capítulo 2
El acuerdo: segunda parte.

Yacía en el medio de la sala de estar de mi casa siendo atosigada por mi familia, se están discutiendo de una esquina a la otra, mientras que yo estoy sentada en el cómodo sillón de color negro que mi madre ha pedido hace un mes cuando estuvo haciendo la renovación de la casa, hablar de la renovación me recuerda a la escena vergonzosa que mis padres han tenido, debido a que mi papá pidió sillones y muebles de color rosado, para mí era su color favorito. Empero, las palabras de mi madre, quien se quedó en el siglo pasado, le reprochó que ese color no era «muy de machito». Así que hubo una gran disputa sobre qué los colores no tenían género. Sacando ese tema de lado, ahora la pelea era porque había terminado mi relación de casi tres años con el hijo mayor de Los Hwang, algunos se preguntarán: «¿Por qué? Sí pudiste aguantar dos años, ¿qué costaba una más?», pero mi decisión fue porque supe la verdad detrás de esa relación, y como siempre, mi madre tenía algo que ver en eso.


¿Que si lo amaba? ¡Por supuesto que sí! Sin duda, lo amaba. Pero descubrir que él estaba al tanto de lo que nuestros padres habían planeado, y que yo era la única que fue mantenida en la oscuridad, me hizo dudar de sus sentimientos hacia mí. Por eso, decidí cortar toda relación y comunicación con Hwang Inseo. Mi madre se enteró rápidamente de nuestra ruptura. No era de extrañar, considerando que ella fue parte del acuerdo con el padre de mi ahora exnovio.

Ambos estaban furiosos y organizaron una reunión para que los cuatro pudiéramos hablar sobre el problema. Sin embargo, las cosas no salieron como ellos esperaban. No fui nada amable en aquel restaurante donde el padre de mi exnovio nos citó. Empecé a alzar la voz, proclamando que nuestros padres nos habían «casado a la fuerza»

Esto hizo que todos los presentes nos miraran con asombro, y que mi madre me regañara. No obstante, lo bueno de todo esto es que dejé en claro que no iba a seguir jugando según sus reglas.

Mi madre se encontraba discutiendo con mi padre, que al parecer, tampoco sabía sobre lo que Min Sowon hacía con sus hijas, mientras veía como mi padre Myeong Seokjin se exaltaba moviendo sus brazos y gritaba señalando a mi madre, la cual está cruzada de brazos, mirando al suelo con desinterés, parecía no importarle nada lo que su esposo le está comentando, fue algo que irritó a mi padre.

En mi caso, quería irme de aquí, primero porque estaba llegando tarde a la universidad, recordando que mis profesores, aunque la mayoría sean pacifistas, no le gustaba nada la impuntualidad, por lo que me levanté, dispuesta en marchar con mi hermano, quien siempre me llevaba, solamente que apenas hice un movimiento muscular, mi madre, quien se supone que debería estar concentrada en las palabras de mi padre, me miró con sus ojos oscuros. Moviendo su cabeza en negación, como que si después de tener que oír por obligación las palabras de su esposo llegaría mi turno de tener que escucharla hablando sobre la familia, los negocios, que no hay que dejar mal parados a ambas familias, etc.

No obstante, no me interesó sus palabras o su mirada malévola que, directamente, tomé en mis manos mi bolso marrón, rodeando el sillón dispuesta en abandonar la sala, en donde se oían los gritos de las personas que me han dado la vida y no por elección. Una de mis hermanas mayores, exactamente hablando de Myeong Youngsun, se coloca frente a mí, impidiendo que pueda avanzar, era la copia exacta de nuestra madre, solo que en rubia, pero agradecí que mi hermano Donghyuck se posicionó atrás de ella, poniendo sus grandes manos en los hombros de Youngsun, para así, de un solo movimiento, correrla a su derecha, dejándome el paso libre, le dediqué una sonrisa en agradecimiento por eso.

Al salir de mi casa, vi el último modelo de auto de mi hermano Minhyuk esperándome. Parece que hoy Jooheon no podría llevarme a la universidad. Él y mi hermana Eunji eran los únicos que realmente se preocupaban por mí. Una vez que me subí a su flamante auto rojo, Minhyuk comenzó el viaje al establecimiento más caro de todo Seúl.

¿Tuve alguna vez la opción de elegir? Creo que el hecho de que mi madre elija incluso a mis futuros novios responde a esa pregunta.

Min Sowon no es una madre tan terrible como parecía, simplemente tomaba decisiones desafortunadas. Como casarse con mi padre, por ejemplo. Todos nosotros, sus hijos, conocíamos la verdad: solo se han casado porque mi madre se había quedado embarazada de Wanhee. Desde aquel momento, decidieron casarse y formar una familia, lo que resultó en una sucesión de hijos. Pero mi padre era demasiado para Sowon, en eso todos estábamos de acuerdo. Fueron novios en el instituto, no obstante, en la universidad, mi padre descubrió su verdadera identidad, o más bien, su orientación sexual. Sin embargo, cuando los padres de mi madre se enteraron de esto, las cosas se volvieron oscuras. Obligaron a su hija a casarse, lo que efectivamente ató a mi padre a mi madre, y en el proceso, dejaron atrás al hombre que mi papá amaba en ese entonces.

Pienso que estábamos seguros de que Sowon no era mala, sino que mis abuelos la hicieron de aquella manera, juraba que no la estaría defendiendo si no fuese que una noche la encontré embriagada llorando, fue en ese momento en que me comentó todo lo que sé ahora, estoy segura de que mi mamá ama a mi padre, solamente que el sentimiento no es mutuo.

Saliendo de mi ensimismamiento, me di cuenta de que ya estoy caminando por el patio delantero de la universidad. Los alumnos están dispersos por todas partes, tanto dentro como fuera del edificio. Algunos charlaban animadamente con sus amigos, otros con sus parejas, como si nada malo estuviera sucediendo en sus vidas.

Por supuesto, así es como se comportaban la mayoría de los herederos de los padres adinerados de la ciudad. Fingían que no tenían problemas, que todo era más que perfecto, que sus parejas no los engañaban. Vivían bien, porque tenían autos de lujo, ropa de marcas como Gucci, Louis Vuitton, Chanel, y otras que prefiero no mencionar. Pero aun así, hay que recordar que somos humanos y tenemos los mismos problemas.

Al menos, las vidas de los descendientes de las familias millonarias nunca estaban bien, porque nuestros padres nos agotaban al 100%. Entre que caminaba por los pasillos, en busca de mi hermana, que se supone que debería de estar en sus clases, puedo encontrarme al adolescente que no quería ver siquiera en figurita, su padre como mi mamá nos están presionando para que solucionemos nuestros problemas «románticos». Juraba que él sí era capaz de hacer todo lo que su familia le diga, mientras que yo no era nada sumisa ante mis padres, al menos hacerle caso a mi mamá, quien era una demente.

Puedo oír una parte de la charla que estaba teniendo con sus amigos, donde dejaba muy en claro que yo volvería a estar con él, algo que llamó mi atención y a la vez causó mi gracia, eso nunca más iba a suceder, no de nuevo. Creo que ahora que lo analizo mejor, el hijo mayor de Los Hwang me habrá puesto los cuernos a más no poder.


—¿Minha?

Giré mi cabeza al oír la voz de Eunji, se encontraba con un nuevo look ahora su cabello era de un color celeste yendo al azul y en su ceja izquierda hay un piercing, recordando que también tenía uno en el ombligo que se podía ver, tenía una blusa blanca corta. A veces me preguntaba por qué podíamos venir así a la universidad cuando en nuestra casa o en algunos eventos sociales que tenemos no podíamos vestirnos de esa manera, salí de mis pensamientos notando que mi hermana mayor está mirándome con una sonrisa y una mueca de confusión a la misma vez.

Supongo que para ella no era nada raro que me encuentre a escondidas, oyendo conversaciones que no me deberían de interesar en lo absoluto.

—¿Qué dijo papá sobre escuchar conversaciones que no te incumben?

Ante eso, solté una risa nerviosa.

Eunji era la única hermana a la que consideraba como mi mejor amiga, a la que podía contarle absolutamente todo. No importaba si se trataba de chicos, problemas íntimos, realmente cuando decía que podía contar con ella, lo decía en serio. Lo mismo sucedía con mi hermana, ya que ambas nos considerábamos unidas, a pesar de que ella sí tenía amigos y un mejor amigo, que era como yo la veía. El tema de las amistades siempre había sido complicado para mí.

Además de no ser buena socializando, me costaba mantener a las personas en mi vida. Tenía un carácter un poco especial, una forma de ser que no siempre era bien recibida. Al principio, un psicólogo intentó ayudarme con eso, pero no tuvo mucho éxito. Recuerdo que mi primera mejor amiga hablaba mal de mí a mis espaldas, y solo sentía envidia de lo que yo tenía. Quizás nunca quise verla de esa manera porque creía que realmente me quería como yo la quería. Sin embargo, logré alejarme de ella.

Fue en el tercer año del instituto cuando encontré a una nueva chica con la que me uní mucho, pero las cosas comenzaron a empeorar en el sexto año. Se volvió distante conmigo, y llegué a pensar que el problema era mío. Al final, descubrí que el problema no era mío, sino de ella, que no sabía cómo tener amigos. Siempre traté de protegerla, sabía que no estaba bien emocionalmente. Pero supongo que uno no siempre debe entrometerse en la vida de sus amigos, porque quizás en el intento termines saliendo lastimado.

Luego de esas dos amistades que salieron fallando, no logré confiar en las personas, con decir que el hijo mayor de Los Hwang fue mi tercer novio, después de años sin tener uno y quien es muy probable que también rompiera mi corazón, es decir mucho, así que desde entonces solo me dedico a estudiar y disfrutar de mi familia. Aunque a veces sí cometo errores que a veces salen muy mal, por eso mismo mis hermanos como mi hermana Eunji, están detrás de mí cada vez que desaparezco de la nada por la noche.

En este momento, me encuentro entrando al salón donde pasaré una hora escuchando a la profesora hablar sobre cómo diferenciar las telas y los colores que podrían quedar bien en una sala de estar, ya que estoy estudiando Diseño de Interiores. Agradecí que esa hora pasó volando. Ahora estoy guardando los materiales que traje para esa clase. Abandoné el salón, dispuesta a ir a la cafetería. Sin embargo, una silueta masculina frente a mí lo impidió.

¿Acaso no dejaría de hacer esto? Entiendo que soy un poco baja de estatura, pero es molesto cuando las personas se aprovechan de ello. En mi opinión, eso simplemente les hace parecer como si tuvieran el poder, pero no saben que las personas de baja estatura solemos ser un poco agresivas.

—Dispones de sesenta segundos para despejar mi camino, si no quieres sentir mi rodilla entre tus piernas, Hwang.

—Siempre tan poética, Myeong.—replicó él.

—Uno. Dos. Tres. Cuatro...

—Eres insoportable, pequeña...—murmuró, apartándose de mi camino y dejándome pasar.—¿Podríamos conversar? Realmente deseo resolver nuestra situación.

—Mmm... Prefiero que no. La realidad es que no tengo el menor interés en resolver nada, porque por algo terminamos.—respondí.—Además, ahora hay una nueva persona en mi vida.

Mi exnovio comenzó a reírse de mi noticia, puedo decir que hasta a mí me resultó cómica la situación, aunque no podía permitirme reírme o quedaría como una completa tonta. Así que lo miré seriamente, para que entendiera que estaba hablando muy en serio. Sin embargo, y como era de esperarse de él, no me creyó. Decidí alejarme de su presencia, caminando a pasos acelerados en busca de alguien que pudiera hacerme este favor.

Fue entonces cuando recordé al vecino de mi hermano que vivía enfrente de su departamento. Digamos que él y yo habíamos forjado una gran amistad. Bueno, eso sucedió después de que accidentalmente me golpeara en la cabeza con su pelota de baloncesto en medio del parque de Gangnam. Recuerdo que ese día juré por mi vida que asesinaría con mis propias manos a Seo Changbin, saliendo de mi momento de venganza hacia uno de los hijos de los amigos de mis padres, comienzo a caminar, yendo en su búsqueda, seguro estará en el gimnasio en donde la mayoría de los basquetbolistas juegan en la universidad.

Bajé al segundo piso con la mente en blanco, porque si no estuviese allí, ¿dónde más podría buscarlo? Y recordé a su mejor amigo con el cual vive, también es parte del equipo de básquetbol, así que fui para el segundo piso con una sonrisa enorme, pero la voz del recién nombrado llama mi atención a lo que me siento en las gradas, oyendo la conversación que está teniendo con alguien más.

—¿La cuota...? Qué mierda, Minnie. ¿Quieres qué hable...?

No, Chan hyung. Lo menos que quiero es dar lástima a la administración o a tu madre misma, no es lo que quiero, menos lo que necesito en este momento, solo quiero conseguir un buen trabajo o no lo sé, algo que me sirva para que no me saquen de la universidad. Es lo único que me importa en este momento, así que discúlpame si no voy al juego de hoy.

Una enorme sonrisa de satisfacción va a mi rostro, ya tenía a la persona que podría ayudarme, abandoné las escaleras, echando un ojo a mi derecha, donde puedo ver a mi futura víctima. Decidí por esperarlo en el pasillo ancho de la universidad, sentada en las barandillas en las cuales la mayoría se encontraba sentada o acostadas, sacando eso de parte, puedo ver como aquel chico con el cual se hallaba hablando hace un momento atrás con Chan, está caminando por el pasillo. Parecía estar triste, su mirada iba del suelo a la puerta de salida, creo que mi propuesta podría beneficiarnos a ambos. Apenas lo veo acercarse, tiro de la correa de su bolso negro, que estaba decorado con algunos pins, para acercarlo a mí. Él, por instinto supongo, coloca sus manos a mis costados para no caer sobre mí. Al ver su rostro, puedo percibir su confusión y a la vez su sorpresa.

—Ayúdame y te ayudo.

Desde que comencé con la idea de que ese desconocido me ayudase a colocar mi plan en marcha, en mi cabeza había una duda y el temor de que mi exnovio sepa sobre mi gran plan, tengo que admitir que siquiera le estoy dando la atención suficiente al chico que se encontraba aún delante mío, debido a que veía cómo mi ex se encaminaba a nosotros, de alguna forma, logré dejar en ridículo a Hwang Inseo. Ni siquiera me di cuenta de que terminé fuera de la universidad con mi mano entrelazada con la del chico, abandonando el establecimiento, al parecer, el chico se dio cuenta de eso, que soltó su mano de la mía, todavía con esa cara de frustración.

—¿Pero si vas a ayudarme?

Observé cómo el chico soltó un bufido y se alejó de mí. ¡Demonios! ¿Y ahora qué debería hacer? No tuve más opción que pasar las horas completas de la carrera que estaba cursando, con la mente perdida, pensando en quién podría reemplazar al chico que solo me ayudó en una ocasión con mi exnovio. No obstante, Inseo no era tonto, aunque su cara lo sugería.

Creo que deberé convencer al chico de hace un momento para que me ayude. A las cinco de la tarde me encontraba caminando con los hombros pesados por el parque, puedo asegurar de que las personas que me están mirando en este momento pensarán que mal me habrá hecho alguien, porque estoy más que segura de que estaba dando lástima y como si fuese el peor día de mi vida, el viento comenzó a hacerse presente, las hojas de los árboles se movían al compás del viento, algunas yacían en el suelo y el mal tiempo se hizo notar. Exhale un largo bufido, no podía ser que estas cosas me estén pasando a mí en este instante, encima ninguno de mis hermanos podrían venir a buscarme, comienzo a caminar cada vez más rápido, lo menos que quiero y lo menos que necesitaba, era mojarme y enfermarme, algunas pensarán «es solo agua», pero el agua de la lluvia de Corea no era la misma, la lluvia era helada, por eso mismo la mayoría que pasa pocos minutos en la lluvia logra enfermarse.

—No me jodas...

Susurré con ganas de ponerme a llorar ahí mismo, entre más pasos daba, más ganas de llorar tenía, evidentemente que no le gané a la lluvia, porque comenzó a lloviznar, aunque era mejor que no lloviese con todo. Caminé durante unos 15 minutos más hasta llegar a una esquina, donde se suponía que debía girar para llegar a las casas. La mayoría de ellas eran de estructuras muy rústicas pero elegantes. Sin embargo, la lluvia comenzó a caer rápidamente, por lo que tuve que detenerme en esa misma esquina, en la cual hay unos árboles que protegían del agua, no es recomendable quedarse debajo de un árbol, pero no quería mojarme.

Y no era la única que lo había pensado, porque ahora mismo tenía a un hombre observándome con esos ojos brillantes que me indicaban que estaba triste. Y como si eso fuera poco, su cara seria me dio a entender que él y yo teníamos un acuerdo.

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