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Un apuesto joven trataba de disimular sus nervios bajo una fachada de superioridad. Dio un vistazo desinteresado sobre el reflejo de uno de los tantos espejos del lugar y dio el visto bueno a su apariencia.

Tomó uno de los mechones de su cabello, admirando las hebras rubias que caían a sus costados. Había sido una buena opción volver a su color natural durante un tiempo, agradecía haber siempre ocultado ese hecho de casi todo el mundo, aunque verse de esa manera le produjera cierta nostalgia.

Subió sus lentes negros y escondió su cabello debajo del gorro gris que llevaba, terminando de acomodar su disfraz.

Luego del golpe que acababa de dar, lo mejor era desaparecer del universo por un tiempo, después de todo, no muchos tienen el poder para desbancar a los mayores petroleros del mundo en un santiamén y salir como si nada.

Evitó que una mueca se formara en su rostro.

¡Todo había sido culpa de esos cerdos!

Geo oil era una empresa conformada por los hermanos Choi, que le habían contratado para infiltrarse de manera remota en la base de su competencia. Le habían proporcionado el acceso más que suficiente para que él se apropiara de toda su base de datos y pudiera acceder al apartado de negocios ilícitos que tenían en la DEEP WEB.

Además de ser una de las principales causas de la contaminación a nivel mundial, esos desgraciados comerciaban el trafico de armas ilegales y la trata de personas.

Si, justamente de esa oscura WEB le habían contratado, no por nada era el mejor hacker conocido en la historia, pero él no era nada parecido a todos los enfermos que podían encontrarse en esos lugares.

Kitty Gang causaba pavor en el medio en el que estaba acostumbrado a moverse, y disfrutaba de los gajes asociados a su trabajo.

Además que no se metía con la gente equivocada de forma directa, siempre calculaba bien su jugada antes de comenzar la partida y si iba a arruinar a alguien, se aseguraba de hacerlo para siempre.

No se creía una buena persona, ni tampoco se hacía la falsa ilusión de que podría solucionarle la vida a todo el mundo. Pero si podía aprovechar sus conocimientos para destruir algo de la maldad que existía, bienvenido sea.

Aviso de última hora: una de las empresas petroleras pertenecientes a la cadena de Geo Oil, acaba de explotar en su base de Itaewon — el joven sintió un escalofrío recorrerle al escuchar el anuncio de las pantallas del aeropuerto — No hubo víctimas fatales, ya que sorprendentemente se les había informado a los trabajadores que ese día habría desinfecciones por lo que no debían de asistir a sus puestos. Al parecer se trató de una falla técnica q...

El rubio dejó de escuchar, necesitaba apurarse. Miró la hora en su reloj de muñeca y se dirigió al pasillo con destino a Las Islas del Carmen.

Después de todo, nada mejor que esconderse a plena luz del día y que mejor que hacerlo en unas playas tan hermosas.

El sonido de su móvil le distrajo. Miró unos instantes la pantalla del aparato, dudando si contestar o no, ya que acababa de conseguir la línea. Tanto el número como el equipo se suponían que eran irrastreables, salvo para alguien tan bueno como...

— RM. — contestó, mientras se escuchó un silbido del otro lugar.

— Cielos, Kitty, pensé que tardarías más en darte cuenta quien era. — el rubio se llevó su mano al puente de su nariz. ¡Este maldito psicópata!

— ¡¿Qué demonios quieres?! — trató de que su voz sonara calma al pronunciar aquellas palabras.

— A ti... — Kitty suspiró — Y a tu hermoso culo balanceándose sobre mi.

La idea sonaba demasiado tentadora para el rubio, pero ese tren había pasado hace un largo tiempo.

— Sab-

— Antes de que me vengas con todo el cuento de que no soy yo— le interrumpió —, eras tú y que en realidad ambos sabemos que fuimos los dos y no funcionar juntos más que en la cama —hizo una pequeña pausa para luego agregar— con lo que estuvimos demasiado bien durante mucho tiempo... — Un pequeño silencio se instauró en la línea.

Era cierto, cuando Kitty no era Kitty.

Cuando tan solo se tenía a sí mismo en un mugroso orfanato.

Cuando tan solo era Park JiMin y no Choi JooSeon como indicaba su pasaporte falso, en ese momento cuando tampoco existía RM, sino Kim NamJoon...

Ambos se habían dado un apoyo sin igual, habían crecido juntos y hasta creyeron estar enamorados el uno del otro.

Fue un lindo sueño mientras duró.

JiMin con el tiempo había aprendido que estaba confundiendo gratitud, fraternidad y un buen sexo con algo como amor.

Se dio cuenta de que no amaba a NamJoon cuando le había descubierto con otro en la guarida que compartían. Eso fue más que suficiente para que Kitty armara sus maletas y se mudara a otro continente.

Park también aprendió que el Kim tampoco le quería lo suficiente cuando no le buscó luego de su ruptura. Luego de unos meses, habían vuelto a entablar su relación sin mezclar los tantos.

El rubio siempre le estaría agradecido al mayor por todo lo que había hecho por él, sino fuera por el Kim y su pasión por las máquinas y los sistemas, JiMin tampoco habría llegado tan lejos.

"RM & Kitty Gang"

Una dupla demasiado poderosa y a la que muchos le temían, aunque la realidad era que más de una vez les había tocado estar "enfrentados" gracias a sus clientes, puertas para adentro habían terminado organizando quien daría tal o cual golpe para mantener el rumor de la rivalidad entre ambos.

— Joon...

— No digas más, JiMinnie. Digas lo que digas, quédate con el hecho de que lo nuestro fue real y que te amé demasiado. — su corazón se estrujó al escuchar aquella verdad, sin saber que responder — No te llamaba para cursilerías, sino para avisarte que los Choi te tienen en la mira. — eso último lo trajo a la realidad.

— ¡Y con un demonio, NamJoon! — le recriminó — ¡Hubieras comenzado por ahí!

— ¡PUES PERDÓN POR MOLESTARTE CON MIS SENTIMIENTOS, PARK!

— Al demonio con ellos, Kim. — susurró. — ¡¿Estás trabajando con los subnormales esos?!

— Es por eso que todavía mantienes tu cabeza en el lugar. — mencionó — ¡¿Cómo se te ocurrió prender fuego la petrolera?! ¡¿Acaso estabas de coña?!

— ¡Me hicieron enojar!

Si, la parte de cerdos iba por el hecho de que había tenido el desagradable gusto de conocer a Choi SiWoon en una discoteca y él muy imbécil se había querido propasar consigo. Por suerte no fue nada que no se resolviera con una buena patada en la entrepierna, pero ese maldito había arruinado su outfit favorito, además de desperdiciar su precioso daiquiri.

Estaba claro que el empresario jamás se habría imaginado que ese sensual pelirrosa era el mismísimo Kitty y que este podría mandarle al diablo, pero ya que tenía el poder de destruirlo era una oportunidad demasiado jugosa de demostrarle que ni con todo su cochino dinero debería de obligar a alguien a posarse sobre sus pies.

Fue en ese momento que JiMin decidió que su noche estaba arruinada y con tan solo un par de clics no solo le había dejado en la bancarrota, sino que había donado gran parte de su fortuna hacia centros de asistencia a madres solteras y a víctimas de abusos.

— ¡Cielo santo! — se quejó el Kim — ¡Pero sí con vaciarles las cuentas era más que suficiente! — Park miró la inexistente mugre en sus uñas, ignorando los comentarios de su amigo. — Con esto realmente no puedo protegerte... — un pequeño dolor se instaló en su pecho.

— ¡Pues nadie te pidió que lo hagas!

— ¡¿Alguna vez dejarás esa actitud odiosa?! — Kitty podía imaginarse a NamJoon tirando de sus cabellos como lo hacía cada vez que se ofuscaba.

— ¡Tú eres el menos indicado para hablar de eso! — le replicó — ¡¿No quieres que te haga acordar que pasó con el pobre estúpido que quiso pretender al callejero ese?!

— ¡Ya te dije que no le digas callejero!

— Pues de ahí es donde viene, allí es donde trabaja tu esperanza, ¡¿O no?! — El tono burlón no se hizo esperar, logrando provocar a la persona del otro lado de la línea.

¿Con quién hablas, amor? — JiMin pudo reconocer la voz de otra persona y el entendimiento llegó.

— Oh... ¡¿Ya lo tienes metido entre tus piernas, nuevamente?! ¡¿Te lo llevaste a vivir a tu guarida, NamJoon?! — la rabia estaba llegando a su ser.

— JiMin y—

— No hace falta que digas nada — le interrumpió. — Puedo arreglármelas solo, gracias por haber avisado.

— JiMi—

— ¡No te necesito ni a ti ni a nadie! — tomó el envoltorio del caramelo que acababa de llevarse a la boca y lo acercó al micrófono del teléfono, provocando ruidos similares a interferencias.

— ¡Dios santo, Kitty! — Sabía que Park estaba molesto — ¡Solo espero que llegue alguien que pueda domesticar a la fiera que tienes adentro, maldita sea! — logró articular antes de que el rubio cortara la llamada.

— Si, pero que no te queden dudas de que no serás quien me domestique, imbécil. — declaró, para luego romper su móvil y desecharlo en uno de los cestos que estaba a su lado. — ¡ASH, HOMBRES!

Park JiMin ya tenía cubierta su buena cuota de inservibles como él los denominaba.

Primero NamJoon y su incapacidad para mantener relaciones socio afectivas a largo plazo, claro, siendo sincero él tampoco era material para ese tipo de cosas. Además que no creía en esas cosas del "amor para siempre" ni a nadie que siquiera le hiciera pensar que algo tan remotamente imposible podía existir.

Luego de su primera decepción amorosa, otros habían pasado por sus sábanas pero ninguno jamás habían podido calmar el calor que provenía en su interior.

Ni uno, ni dos, ni hasta tres compañeros ocasionales al mismo tiempo habían podido saciar su deseo, por lo que se había resignado a tener que recurrir a la autosatisfacción.

Después de todo, ninguno de sus juguetes a pilas le reclamaría atención, no le dejaría insatisfecho ni tampoco cortaría su ansiada libertad.

La frase "mejor solo que mal acompañado" encajaba perfectamente consigo, más cuando llevaba una doble vida tan peligrosa. Un paso en falso, una foto de su rostro que se subiera a cualquier red y estaría destruido. No podía arriesgar a nadie por algo que sabía que no llegaría a buen puerto.

Atención: pasajeros con destino 685, por favor de acercarse a mesa de entradas para registrarse — la voz del parlante le distrajo. Sin perder más tiempo, tomó su maleta y se dirigió al pasillo correspondiente.

Esa definitivamente era el llamado del destino tocando su puerta, ¿Quién era él para negarse?

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