30

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El verano había terminado, era momento de comenzar mi último año en el Instituto, toda mi vida había querido terminar con la etapa lectiva y esa vez ya no lo quería.

Después ya nada sería lo mismo, las locuras con los compañeros, pese a que apenas los conocía pero llegaron a formar gran parte de mis vivencias, las reuniones para los trabajos en grupos que terminaban por conversaciones sobre cualquier tema menos el del que teníamos que estudiar, los profesores aguantando al grupito del fondo que eran los únicos que hacían reír a toda la clase con sus travesuras, las guerras con bolas de papel, hacer más insoportable la vida del profesor o profesora que no te soporta, las miles de llamadas de atención por ser "el peor curso", que nadie tuviera nada en común pero a la hora de organizar una salida todos se reunían olvidando diferencias y hablando hasta con quienes en todo el año no dialogábamos porque no le conocíamos, así nos dimos cuenta que era alguien muy gracioso o muy raro.

Extrañar hasta a los más insoportables, aquellos que hasta nos sacaban de nuestras casillas porque sí, extrañar divagar por esos rincones que fueron cómplices de charlas tan raras y de un sinfín de chismerío, darte cuenta que organizar una actividad para alguna excursión así fuera a la vuelta del Instituto era sumamente imposible y más, de que todos se pongan de acuerdo y varias otras cosas que no logran describir lo que se siente cuando sabes que todo eso acabará, sólo quedaran como gratos recuerdos.

Querremos volver a repetir ese último año, compartir más tiempo con las amistades en vez de quejarnos con el típico "espero terminar con mi último año" cuando te des cuenta, ya es tarde para arrepentirse de algo tan efímero y añoramos esa bella etapa que nos colmó de saberes, de diversión, de amistades que logró ser una familia más.

Y así, por todo eso que ya estaba consciente que sucedería no quería que ese año acabara, pero es parte de la vida, crecer y avanzar con lo que hemos aprendido, no: quedarnos a medio camino porque nos aferramos a algo que, lastimosamente tenemos que dejar ir.

Mi vida continuaba, por increíble que fuese, estaba de novia con el tal Jeremías, aún no sé cómo ni por qué, realmente me agradaba, era divertido y la pasábamos muy bien, mi padre lo aceptó porque, obvio era un "chico rico"

*Que cambio repentino cuando obtenemos lo que queremos* no lo decía por mí, sino por mi padre que lo aceptó por encajar con sus estereotipos. Se llevaban fenomenal y con más razón porque era hijo de su amigo de infancia ¡que genial! No me quejo, después de todo, por cierta parte, me gustaba... un poco.

Los meses pasaban llegando así al primer fin de semestre, en el Instituto me fue muy bien, aprobé todas las materias al igual que la pelirroja, mi vida amorosa iba normal, pero mis sentimientos por Matías nunca desaparecieron, sólo se mantuvieron escondidos en un pequeño cajón imaginario, esperando el momento en que sean liberados, los tenía muy bien guardados aunque, de día se mantenían descansando pero de noche me molestaban con recuerdos y volvía a llorar, volvía a extrañar.

— ¡Liz, espérame! —Anahí corría exhausta tras mío.

No noté que me seguía y detuve mis pasos en cuando la escuché después de quién sabe cuántos intentos.

—Perdona, no noté que me seguías.

—No mientas ardilla, se te nota que disfrutabas hacerme correr una maratón.

Ese instante creí que había olvidado ese horrible apodo, pero no fue así, se quitó los lentes para no empaparlos, esperó a que los latidos de su corazón normalizaran colocando sus brazos en su cintura y respirando agotada con unas pequeñas gotas de sudor escurriéndose por el sendero de sus mejillas.

—Venía distraída, ya me conoces y sabes que en ese estado es difícil que preste atención a lo que sucede a mí alrededor —aclaré. Seguí caminando en pasos lentos con la compañía de mi amiga.

—Unos meses más para que todo esto termine —miró al techo del Instituto queriendo lanzar una lágrima que la retuvo antes de que escapara—. ¿Ya has decidido qué carrera seguir luego de terminar?

—No, aún no, realmente no sé qué es lo que quiero ¿y tú, ya lo has pensado?

—Seguiré una carrera dentro del pueblo, me agrada este ambiente y decidí quedarme aquí, al igual que mis padres. Te gusta el arte, deberías probar por allí.

—Lo sé, extraño mis clases de violín, gracias a Matías aprendí a amarlo, así como a él, desde que me convenció he soñado con algún día poder ser una violinista aclamada.

—Es lo que Matías habría querido para ti, ardilla —me detuvo. Asentí porque tal vez tenía razón.

—No sé, ya veremos, aún falta el último semestre, luego están las vacaciones, todavía tengo bastante tiempo para pensar.

—Sólo espero que elijas lo mejor para ti y te sientas a gusto con tu decisión, has caso a tu corazón, escúchalo y ve por lo que él quiere, estoy segura que será lo mismo que tú deseas, no tengas miedo a experimentar, la vida es mejor si la tomas con atrevimiento, si no resulta, al menos lo habrás intentado y tendrás una nueva experiencia que contar ¡mi pequeña ardillita! —apretujó mis cachetes como si fueran de goma y los movía de un lado a otro ¡vaya que le encantaba hacerme eso!

En ocasiones me asustaban sus cambios repentinos, pasaba de ser frágil a espontánea, ya nada que no se sepa, pero aún no me acostumbraba.

Recostada en mi habitación, rememoraba las palabras de Anahí cual disco rayado repitiendo la misma frase, no tenía teléfono celular, mi laptop u otra cosa que me mantuviera comunicada, pero sí que mi abuela tenía un libro de recomendaciones.

¡Y encontré lo que buscaba!

Horas más tarde Jeremías vino a visitarme como todos los días y el resto es historia...

La noche se asomaba con su tapiz de estrellas titilantes y una vez más me atormentaban los recuerdos, mi vida con Matías era semejante a una novela de romance al cual todas quisieran un chico como él, a quién sea, no las culparía, tan fácil era encariñarse con él y difícil no amarlo como lo amé y lo sigo amando.

Temía que siga siendo así, no poder avanzar porque estaba enamorada y no lo podía olvidar para seguir una nueva vida, después de todo, no quería una nueva vida ¡quería a Matías conmigo!

Jeremías me gustaba, era un buen chico como en cierto momento lo comentó mi padre, era honesto, educado, muy romántico y detallista, salíamos mucho a pasar tiempo juntos, siempre me sorprendía con una que otra demostración de afecto, habíamos concretado que teníamos algo... estable.

Pero nada nunca es fácil —obvio—, pese a que me gustaba, aún estaba enamorada de Matías y por esa razón no quería seguir lastimando a Jeremías, no quería darle esperanzas conmigo porque aquello simplemente no funcionaría.

Todo mi ser pertenecía a Matías, le di todo de mí y ya no me quedaba nada para brindar a alguien más, me sentía muy culpable, mis intenciones no eran lastimar a nadie pero cuando me percaté ya fue demasiado tarde y había un corazón enamorado de por medio: el de Jeremías.

Esperaba el momento preciso y aclarar las cosas pero mientras más esperaba más difícil se ponía la cosa.

No quería ser odiada por nadie, pero si él lo haría, le daría la razón, admitiría mi culpa porque sí, lo era. No me merecía su amor tan noble y sincero, no era la indicada, debía hacérselo saber para no lastimarlo más de lo que pude haberlo hecho en ese tiempo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro