34

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Su mirada incrédula se clavaba en mí, sabía que Matías no podía creer que estaba allí, de nuevo junto a él, de mi lado, tampoco lo podía creer, era todo lo que había estado queriendo en todo ese tiempo, abrazarlo y besarlo, decirle lo mucho que lo amaba.

Caminamos a su casa, él me jalaba de las manos, yo aún intentaba recomponer la compostura y percatarme de que era real, si tan sólo supiera lo mucho que lo extrañé.

Me vi embobada mirando su silueta a sus espaldas, su cabello despeinado, de pronto se giró a observarme. No pude evitar el sonrojo al verme descubierta, pero me permitió apreciar la perfecta curvatura que se formaban en sus labios cuando sonreía y sus ojos brillaban, todo en él me encantaba.

No podía creer que aquel chico me tuviera como una lunática observándolo, mis ojos seguían sin creer lo que estaban apreciando *¡Dios! ¡Cómo lo amo!* pensaba mientras un suspiro se escabulló de mí, mi corazón aún latía fuerte, tan desenfrenadamente como nunca lo había hecho, prácticamente estaba babeando en esos momentos, pude confirmar así que todas esas sensaciones sólo eran provocadas por Matías, sólo él me hacía sentir de esa forma.

Antes de ingresar a su casa, lo jalé haciendo nula la pequeña separación entre nosotros, lo abracé porque sentía necesidad de hacerlo, también le arrebaté un beso intenso que a los pocos segundos fue correspondido siguiendo con la misma intensidad o, inclusive mucho más.

Con todo lo que aquel beso duró ya podía haberme hecho un buen bronceado en la piel estando allí afuera.

—Amo como me comes con tus besos, así como me devoras con tu mirada tan profunda —musitó Matías, muy cerca de mi oído haciéndome estremecer y soltar un leve jadeo.

—No lo puedo resistir —mencioné mirándolo de reojo mordiéndome los labios con desespero.

—Lamento que yo sea irresistible para ti —bromeó con una carcajada, el Matías bromista que me hacía reír seguía intacto.

—Lo eres —confesé dubitativa a besarlo o no, pero él se me adelantó.

Sus labios estaban algo hinchados por el beso anterior que nos dimos, pero no se cansaba de saborear con premura los míos.

Así me invitó a ingresar a su casa, me adentré con Matías que no soltaba mis manos entrelazando sus dedos a los míos, ambos nos sentamos en el sofá a seguir con la avalancha de nuestros besos profundos y desesperados.

— ¿Qué películas te gustaría ver?... ¿Una de romance quizás? —inquirió.

Ladeé mi cabeza en un gesto negativo, no es que no quisiera ver las películas, pero dudaba de que fuera capaz de poder verla teniéndolo cerca de mí, muy cerca como para alborotar mi interior.

—Mejor hablemos, quisiera saber todo sobre ti y de lo que hiciste sin mi presencia, será mucho más interesante que las películas que no las podré ver porque me pierdo en el brillo de tus ojos.

Esquivo a mis palabras, Matías suspiró para luego emprender marcha a sus deliciosos besos. Lo separé agitada minutos después, ese chico despertaba en mí sensaciones que no sabía que existieran, lo alejé llevándolo hacía atrás con mis manos en puño sujetando su camiseta, si no daba un alto a sus besos podía haberme quedado sin boca.

Estábamos sentados uno al lado del otro, yo mantenía mis pies descalzos sobre sus piernas rodeándolo, él los acariciaba suavemente mientras me contaba con lujos y detalles lo que fue de su vida luego de habernos alejado.

Me comentó varias cosas, sobre lo bien que le iba en el trabajo, todos estaban encantados por su buen desempeño, en el Instituto también le fue genial, la nota con un buen promedio, también me confesó que conoció a una chica, no duraron porque él lo arruinó mencionando mi nombre mientras la besaba.

Le conté además parte de mi vida que tuve que afrontar estando sin él, le conté sobre la amiga que conocí, sí, la niña de porcelana dura pero que a veces daba la impresión de que podía romperse, además le hablé sobre Jeremías, vi cómo cambiaba su actitud cuando le mencioné aquello, pero terminó por soltar un suspiro de alivio cuando le dije que lo dejé porque no paraba de pensar en él.

Y así nuestra charla se hiso extensa, es que era tan fácil hablar con Matías, contarle sobre todo sin temor a que me juzgara o que se aburriera de los largas que eran mis palabras.

Sin darnos cuenta la noche cayó de golpe, su madre llegó y nos descubrió entre risas, ella me recibió con un fuerte abrazo como saludo, me apretujó tan fuerte que con su gesto me hiso saber que ella también me extrañó.

Más tarde ingresamos en su coche para dirigiros a comprar la cena, no queríamos llamar y pedir, queríamos salir a disfrutar el aire fresco juntos, y como la vez que fuimos al cine la noche de nuestro primer beso, cantamos y bailamos en nuestros asientos cada canción, era simplemente liberador y cómodo.

— Hola, mi nombre es Martina ¿se les ofrece algo para cenar? —mencionó la joven que nos atendía.

—Sí, queremos tres hamburguesas con doble queso para llevar por favor —pidió Matías aferrándose de mi mano sin soltarla.

Luego de que la joven haya anotado en su libreta nuestro pedido, él acarició mis mejillas y luego mis labios.

— ¿Desean algo más? —preguntó Martina quien había despegado la vista de la libreta para dirigirlas a nosotros.

—Unos helados de chocolate con cobertura de dulce de leche y chispitas de colores por favor —lancé una sonrisa tímida como si fuera mucho lo que había pedido.

Pero en la tienda vendían también unos exquisitos helados que eran difíciles de negarlo, tanto como los cálidos besos de Matías.

—Si estás buscando algo más dulce que de ti, lamento informarte que no lo encontrarás, mi pequeña —insinuó estampando un beso sobre mi frente.

Regresamos a su casa con la comida en unas bolsas de plástico con el nombre de la tienda decoradas justo en el centro, ofrecimos a su madre la cena y todos lo disfrutamos juntos en el sofá observando un cómico programa de televisión que pasaban a esas horas.

—Después de mucho tiempo veo a mi hijo tan feliz, sonriente y enamorado, le hiciste mucha falta jovencita —confesó su madre lanzándole una mirada a Matías, él no pudo evitar el sonrojo emanando en sus mejillas.

—Es verdad, me hiciste mucha falta —admitió y acarició mi melena entrelazando sus dedos y perdiéndolas en ellas—. Te amo, mi pequeña.

—También te amo.

Eran las diez p.m. su madre se había retirado de la sala para ir a dormir a su habitación dejándonos solos a Matías y a mí.

Esa privacidad era tan relajante, nos sumimos en tiernos besos, él se aferraba a mi cintura y yo rodeaba su cuello con lunares, luego cesó para depositar su cabeza entre mi cuello, estando en esa zona me besaba provocando escalofríos por todo mi cuerpo, le daba mordidas y subía lentamente a mis labios.

Alejó sus labios de los míos, los suyos estaban notablemente inflamados y rojizos, me imaginé que los míos estaban similares, nuestras narices se tocaban y luego escuché un susurro:

—Quédate conmigo esta noche —me imploraba el chico de mi lado que acariciaba mi melena toda despeinada por el desenfreno de nuestras apasionadas muestras de amor.

—Sshhh —sisé tapando su boca con mi dedo índice—. No necesitas pedírmelo, además suena tentadora la idea de dormir en tus brazos y despertar a tu lado.

—No se diga más —mencionando eso, me cargó en sus brazos subiendo las escaleras hasta llegar a su habitación.

Medité unos momentos sobre cómo es que lograba cargar tanto tiempo con mi peso y más por poder subir las escaleras sin problemas, llegando a su habitación me depositó en su cama y me dejó allí para cerrar la puerta.

Se acercó a mí hasta situarse arriba mío, me devoró con sus besos, la intensidad aumentaba y sentía cómo su corazón se aceleraba al tenerme tan cerca, mi mente divagó cuando él bajó sus labios hasta mi cuello, me estremecía una vez más.

Lentamente me despojó de mi playera, lo observaba mientras se deslumbraba por apreciarme de esa manera, volvió a sus besos, llenándome poco a poco en cada rincón, iba desde mi boca, luego a mi cuello, bajaba hasta mi abdomen y volvía a subir.

La tensión se acaloraba bastante, lo acorralé con mis piernas haciendo más corta la cercanía entre él y yo, sentí un cosquilleó cuando me percaté de que su parte privada daba justo junto a la mía.

Me observaba para convencerse de que lo estaba disfrutando y para huir a tiempo por si quisiera darle una bofetada por lo que estaba haciendo, pero lo amaba y estaba dispuesta a todo, así como él por mí.

Lo deseaba más que nada, sus besos eran más intensos, húmedos, pero cálidos y con mucha ternura a la vez, una perfecta combinación que me encantaba tanto como Matías, las palabras de pronto huyeron, estaba prepara para que me hiciera suya, sin embargo, no lo hiso.

—Lamento parar justo ahora —su voz se notaba agitada, era evidente por todo la intensidad a la que todo iba—. Aún no lo creo correcto, no es que no quisiera, mi pequeña, sólo que quiero que te sientas segura.

—Lo estoy, sabes que te amo —mencioné para bajar dos líneas a la temperatura corporal emanando en mí.

—Te amo Liz, quiero hacerte sentir feliz, mucho más de lo que pudieras ser.

—Lo soy, tú me haces feliz —afiancé la mirada y deposité un beso en cada centímetro de su rostro—. Muy feliz —volví a recalcar para que nunca pudiera dudar de mis palabras.

—Te demostraré de todas las maneras posibles que te amo, no debemos apresurarnos por hacer el amor, miento si digo que no quisiera hacerlo, porque incendias cada rincón de mi piel que espera sentirte, pero tú me gustas y respeto esto que no sé si tenemos, pero me aseguraré que lo tengamos, soy todo tuyo y no necesitó demostrártelo de esa manera, hay varias formas más de demostrarte mi amor.

—Tranquilo, todo está bien —lo abracé fuertemente para protegerlo y que supiera que no estaba molesta con él—. Tienes razón, nos dejamos llevar por la intensidad y por lo que se supone que todo esto iba a parar.

—Te amo Liz, mi pequeña, mi todo —me devolvió un abrazo mucho más fuerte del que le había brindado—. Quiero hacer bien las cosas contigo. Mereces todo lo mejor.

—También te demostraré de otras maneras lo mucho que te amo, no solo en palabras, te amo, te amé y te seguiré amando Matías —me enrollé a su cuello con una mano y con la otra acaricié sus cabellos.

Esa noche caí dormida en sus brazos mientras él me acunaba refugiándome en ellos, fue lo más hermoso del mundo, nunca antes me imaginé que un día disfrutaría estar de esa forma con él.

En medio de la noche me desperté, lo vi al lado mío durmiendo como un niño, sus pestañas eran gruesas y largas, sus cachetes estaban rosados, antes de volver a dormir, velé por sus sueños, también por ese amor que cada segundo se incrementaba.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro