Chocolates y Recuerdos

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Autor: Iizuu_

Anime: Haikyū!!

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Los chocolates le recordaban a Iwaizumi.

Esto podría resultar ser algo sin sentido, más cuando cualquier persona que conociera a Oikawa sabía que Iwaizumi era alguien con quien tuvo una relación en el pasado, y que en la actualidad, había cortado cualquier tipo de comunicación con él.

Incluso había logrado no mencionarlo en las pláticas familiares y en las de sus amigos, esto por su propio bien. Sus conocidos sabían que pronunciar el nombre «Iwaizumi» iba a tener un efecto negativo. Esto se debía principalmente a los recuerdos que tenían de Oikawa cuando un día llegó a casa con mucha tranquilidad y dijo que ya no tenía novio, preguntarle el motivo fue un error porque se la pasó hablando sobre lo raro que fue terminar. No entendía si hizo algo mal, le echaba la culpa por hacerse el misterioso, por no ser honesto, por romperle el corazón y por hacerle sentir cosas que ni el voleibol y ni una chica habían logrado.

No hacía falta decir que estaba actuando muy dramático, hasta había días en los que prefería quedarse encerrado en su habitación pensando sobre las cosas que pasaron antes con tal de encontrar el motivo por el cual la relación terminó, luego se rendía y fingía que ya lo había olvidado.

Oikawa tenía un revoltijo de emociones en ese momento que fue superando con el paso del tiempo, uno de sus amigos le dio la idea del contacto cero, esto le sirvió aunque eso no significaba que no tuviera ganas de mandarle un montón de mensajes que no enviaba. Así fue hasta que pudo eliminar su número de celular y trataba de ya no pensar en Iwaizumi. Claro que cuando estaba en los entrenamientos de voleibol e iba de camino a la universidad, se preguntaba qué habría sido de su vida. La última vez que lo vio fue en el día de su salida de la preparatoria, habían pasado años de eso.

La ventaja era que no decía en voz alta cuando tenía ganas de ver a Iwaizumi, se ganaría una reprimenda si lo hacía.

En la actualidad estaba ocupado en otras cosas que parecía como si nunca hubiera conocido a alguien de nombre «Hajime Iwaizumi». Bueno, eso era hasta hoy. Oikawa se preguntaba sobre lo que habían en esos chocolates vendidos exclusivamente en San Valentín como para que su nombre hubiera pasado por su mente, él nunca le dio chocolates.

Para intentar despejar su mente y concentrarse en otra cosa, revisó los diferentes chocolates rellenos que vendían, se veían deliciosos. Algunos le recordaban a los que sus compañeras les regalaban al chico que les gustaba, la marca la conocía tan bien porque también recibió unos bajo el motivo de "amistad". En vez de preguntarse sobre los motivos detrás, Oikawa les agradecía con una sonrisa capaz de hacerlas gritar o de dejarlas sin habla, algunas veces podía imaginarlas con corazones en sus ojos. Esto sucedía en los entrenamientos, por lo que era común que Iwaizumi se enojara con él por estar distraído cuando estaba ocupado en cosas más importantes que coquetear.

En ese entonces, todavía él seguía siendo su mejor amigo. Sin embargo, si quería seguir enfocado en su propia vida, lo mejor era ya no pensar en Iwaizumi por el más mínimo detalle... No, acababa de encontrar una explicación: tal vez nunca lo superó y quería fingir que sí.

Estaba molesto.

Con tal de calmar la molestia que crecía en él, tomó la caja de chocolates rellenos de cereza. Lo hizo sin importarle que ahora llevaba mucho tiempo sin iniciar una relación, por lo que preocuparse por los regalos de San Valentín no era necesario, y también recordó que no había una regla que especificara que los dulces, peluches, rosas y globos fueran algo que solo podrían disfrutar las personas con pareja.

Metió la caja en la canasta que llevaba en su brazo y empezó a caminar por el supermercado para ir directo a la zona de shampoo. Ver las cosas que vendían por el 14 de febrero y por pensar en la persona que no debía, le hizo olvidar el motivo real por el que había llegado.

Decidirse por uno fue algo que le tomó tiempo, se fue guiando de las imágenes y descripciones para elegir.

—¿Oikawa?

Quería fingir que no escuchó nada. Esto no era porque un desconocido le había hablado, sino porque conocía a la perfección esa voz, aunque hubieran pasado años desde la última vez que lo vio.

Eso era porque había memorizado su voz. Era capaz de escucharla en su cabeza, se quedó grabada de una forma tan profunda. Ya se estaba convenciendo a sí mismo de que nunca lo olvidó por completo, aún cuando él mismo dijo que "ya pasó página" y que se propuso a seguir con su vida.

En este momento estaba en un dilema, uno en el ya quería llevar a cabo el plan de fingir que no escuchó nada y el otro quería escuchar lo que tenía que decir, esto se debía porque estaba seguro que si pasaba de largo se iba a arrepentir. No iba a poder estar tranquilo por tratar de adivinar lo que pudo haberle dicho, así que dando una respiración profunda, se volteó para buscarlo con la mirada.

Iwaizumi no estaba lejos de él. En todo el rato que Oikawa se quedó pensando qué hacer, él no se había movido. Algo que tenía que mencionar era que seguía igual a como lo recordaba. Si estuviera en medio de una multitud, lo podría reconocer, él sería la primera persona que vería.

—Iwa-chan.

Lo dijo en un susurro. Ese era el apodo que utilizaba desde siempre para llamarlo, como que era algo parte de su personalidad, se había acostumbrado.

—No esperaba verte aquí.

¿Qué se supone que se tiene que decir cuando te reencuentras con la persona que menos esperabas en un supermercado? Esa era la pregunta que Oikawa estaba teniendo en su cabeza, no sabía qué decir, ni dónde mirar. Esto podía resultar muy raro cuando él siempre tenía un tema de conversación.

—Ni yo...

No terminó la frase. De lo que estaba seguro era que los dos coincidieron en algo y era que no esperaban verse de nuevo. Él se sentía nervioso, se preguntaba de qué hablar con la persona con quién tuviste una relación en el pasado. Todo esto parecía tratarse de un escenario cruel creado por Cupido, ¿acaso todavía podía darse cuenta de que entre los dos había amor? Quería hallar una respuesta y a la misma vez no porque no sabía si iba a ser capaz de soportar la verdad.

Ante el silencio que había entre los dos, Oikawa se quedó congelado en su lugar cuando Iwaizumi se acercó a él para asomarse y ver lo que llevaba.

—¿Los chocolates son para tu novia?

«Novia». ¿Le creería si le dijera que desde que terminaron ya no quiso volver a enamorarse? El hecho de romper significó que en su corazón fue colocado un candado que seguía sin abrirse, le gustaba conocer personas; pero no se imaginaba a sí mismo en una relación.

—No, son para mí —respondió, seguía sin mirarlo. Con tal de salir pronto de la situación, tomó el primer shampoo y lo dejó en la canasta.

—Recuerdo que querías probar los de cereza —dijo, luego miró a Oikawa. En el rostro de Iwaizumi había una pequeña sonrisa—. Te quejabas de por qué siempre recibías chocolates rellenos de avellana, yo me aburría y te decía que los podías comprar tú.

Se sentía avergonzado. Se quería alejar para taparse la cara con las manos. No esperaba que siguiera recordando esas conversaciones, pero se sentía bien. Era la muestra de que siempre le ponía atención, aún cuando algunas veces pensaba que Iwaizumi se quería alejar para ya no escucharlo. Con eso volvió a preguntarse sobre el motivo que lo llevó a terminar la relación. Tal vez dejó de sentirse cómodo, ya no lo quería o prefería que volvieran a ser amigos. Lo último no podía ser porque dejar de ser novios significó romper toda comunicación.

—Nunca me regalaste chocolates.

—Porque te dije que me parecía algo tonto, ¿por qué esperar al 14 de febrero para demostrar lo que sentía por ti?

Sonrió. Incluso cuando dijo "sentía" no le hizo ponerse triste, más bien la nostalgia era el sentimiento que apareció en él. No respondió, empezó a caminar hacia la sección del supermercado que tenía mercancía relacionada al 14 de febrero. Se trataba del primer lugar en el que estaba Oikawa.

Sobre que nunca recibió chocolates de él no lo dijo como un reclamo, solo como algo que recordaba de su relación. No estaba molesto con Iwaizumi, entendía su opinión de que el amor hacia alguien se demostraba todos los días.

—Extrañaba hablar contigo... —confesó una vez que lo vio cerca y no terminó la frase cuando lo vio sujetando un pequeño oso de peluche con un corazón que decía "I love you".

Aparte de que no terminó de hablar, no obtuvo una respuesta debido a que sus miradas coincidieron, él todavía no soltaba al oso. Oikawa estaba sorprendido. Este era un digno momento en el que quería sacar su celular, tomar una foto y enviarla a dos de sus amigos bajo el texto "Iwa-chan sí tiene su lado tierno". Claro que la descripción era en broma, en el tiempo que anduvieron, ya sabía de la existencia de su lado romántico.

—¿Qué más querías decirme?

Dejó el peluche sobre el estante y siguió viendo los diferentes chocolates y osos.

—Lo olvidé, es que ver a Iwa-chan con un oso de peluche me dejó sin palabras.

No dudaba de la sonrisa que debía tener en este momento. Lo dijo con tanta confianza, con mucha familiaridad, como si esta no se tratara de la primera vez que lo veía en años. Parecía como si se hubiera transportado a su tiempo de preparatoria. En especial, en el día que decidieron ser más que amigos. Sin embargo, no tardó en regresar a la realidad ante la mirada fría de Iwaizumi. Si su intención era intimidarlo o borrar la sonrisa del rostro, no lo logró.

—¿Te gustan esos osos, Oikawa?

—¿Por qué la pregunta?

—Solo me dio curiosidad.

—No te voy a responder eso.

«Y mucho menos cuando me acabo de reencontrar contigo». Aparte, se conocían desde que eran pequeños y crecieron juntos, así que ya tenía que conocer la respuesta.

—¿Entonces prefieres unos chocolates?

Oikawa se preguntaba si no había escuchado mal. No había ningún motivo, además, no estaba seguro si era correcto hacer lo que estaba pensando con una persona a la que volvía a ver.

—¿Qué?

—Creo que la caja de chocolates con relleno de tres sabores estará bien.

—Espera. —No entendía qué estaba haciendo Iwaizumi, él seguía analizando los distintos sabores—. Dijiste que no te gustaba hacer regalos por el 14 de febrero.

—Por hoy, ignora lo que dije, Tooru.

Él le tendió la caja de chocolates. Oikawa estaba dudosa sobre si aceptar, no sabía el motivo por el cambio repentino en su actitud, pero los tomó con su mano temblorosa. El haber escuchado su nombre saliendo de su boca contribuyó a que no pudiera concentrarse, le gustó la sensación que le invadió. Pudo hacer que la nostalgia cambiara para revivir el sentimiento dulce que solo sentía con Iwaizumi.

—G-gracias —murmuró y los dejó dentro de la canasta—. ¿Tú...Tú no quieres algo?

—Quiero que puedas perdonar todo el daño que te hice.

Se quedó sin habla. No podía creer lo que acababa de escuchar, cuando lo miró a la cara se dio cuenta del arrepentimiento. Lo estaba diciendo en serio.

—No me dijiste por qué querías terminar.

Iwaizumi miró hacia otro lado. Oikawa pensó en la posibilidad de que ahora tendría una respuesta a lo que siempre se ha preguntado desde hace tiempo.

—Porque no estaba seguro si podía ser un buen novio para ti.

Se quedaron en silencio. Lo que se podía escuchar era el sonido del movimiento de las ruedas de los carritos, de las cajas y de las personas que estaban hablando entre ellas.

—Lo fuiste, sabes que me gustaba pasar tiempo contigo —respondió, mirando a Iwaizumi—. Y ahora que nos volvemos a ver... creo que nunca te dejé de querer.

Sobre si darle una segunda oportunidad a Iwaizumi era algo que tenía que pensar, pero se sentía bien de por fin saber el motivo por el que lo terminó. Él estaba sorprendido, si sus manos hubieran seguido sujetando el oso de peluche, habría terminado en el suelo. Lo conocía bien como para saber que algo así era muy probable.

—¿No vas a comprar más cosas? —preguntó, señalando la canasta.

«Qué manera de arruinar el ambiente» pensó Oikawa. No se iba a quejar, a lo mejor quería procesar lo que dijo antes de responder. Con esa idea, caminó hacia las cajas para pagar las dos cosas que compró, los chocolates rellenos de tres sabores. Ahora que lo pensaba, eso era lo único que llevaba Iwaizumi, ¿entró solo para ver o había olvidado lo que iba a comprar originalmente? No sabía, la primera opción tenía más lógica.

Cuando salieron del supermercado, Iwaizumi le entregó los chocolates.

—Feliz día de San Valentín, Tooru —dijo, lo que lo tomó de sorpresa fue que después lo abrazó.

Eso era muy raro, pero no hizo nada para alejarlo porque le gustaba todo lo que le hacía sentir. Qué increíble que solo un reencuentro tuviera la capacidad para revivir todos los momentos que tuvieron juntos, por eso fue que no lo apartó, estaba sonriendo.

—Gracias, Iwa-chan.

Se separaron. Oikawa seguía con la sonrisa en su rostro, cuando lo miró de reojo, vio que también se veía con mucha alegría.

—¿Puedes pasarme tu número?

En vez de preguntarle si había borrado su número, prefirió sacar su celular y decirlo.

—¿Me extrañaste tanto que ahora quieres salir otra vez?

Al hacer la pregunta, volvió a sonreír. Escuchó como chasqueó la lengua. Se trataba de ese tipo de cosas que le gustaba decir solo porque se le hacía gracioso como se molestaba

—Es para que me cuentes qué tal te ha ido.

—En ese caso, esperaré tu mensaje.

—Me hizo feliz verte de nuevo.

«Eso es lo que tengo que decir yo», aunque no fue algo que le diera mucha importancia por saber que el sentimiento era el mismo. Pudo haberle dicho un "te quiero», pero como apenas lo veía, prefirió guardar sus palabras. No dudaba que más adelante las podría decir.

—Feliz día, Iwa-chan.

Oikawa fue quien inició el abrazo esta vez. Se alegraba de no haberse ido cuando escuchó su voz, encontró el motivo por el que los chocolates le recordaban a él. 

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