❄︎ | chapter 12: doom awaits...

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libro uno: venganza en la oscuridad
capítulo doce: la perdición aguarda...
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🚂 Frontera de la Sombra, afueras de Kribirsk, Ravka Oriental
⌛️ 1 día antes de la nueva ruina

LA PERDICIÓN LA ESPERABA con los brazos abiertos aunque Galina lo desconociera. Le respiraba en la nuca haciéndole cosquillas y le susurraba que debería haberse marchado mientras podía porque ahora no había escapatoria. Ya estaba atrapada y no le quedaba otra alternativa que dejar de luchar contra lo inevitable y enfrentar el destino que había elegido. Además de sus consecuencias.

—No me puedo subir a eso, va en contra de mi religión.

—Tú no tienes ninguna religión.

—Acabo de unirme a una, y no me deja subirme a trenes mortales.

Jesper amortiguó su risa al notar la mirada que les estaba echando Kaz, pero Galina jamás apartó sus ojos del pequeño tren escalofriante que le había provocado un ataque y que la hizo imaginar que se encontraba en un viaje hacia el infierno. El borde de la Sombra los recibía más atrás de la máquina, recordándoles la travesía que les esperaba si querían volver a Kerch, con los sonidos de los volcra advirtiéndoles que se mantuvieran alejados.

Los cuatro estaban acostados en el suelo detrás de una carreta abandonada vigilando el tren porque unos hombres con rifles habían llegado antes que ellos para examinarlo. Galina podría levantarse, prenderlos fuego para de paso destruir el tren y pretender que fue un error, pero Kaz le había ordenado que no hiciera nada.

—¿Cuántos hay? —preguntó Inej refiriéndose a la cantidad de hombres en la zona.

—Dos. En algún punto uno irá a informar a su superior lo que encontraron. Entonces iremos.

—No quiero ser de esos, Kaz, pero ¿seguro que puedes conducirlo? —le cuestionó Jesper al lado de Galina, quien también hacía caras sin estar muy convencida de ese plan. Inej era el único escudo que impedía que Kaz viera sus expresiones de duda.

—Sí. De camino a Kribirsk mientras tú estabas ocupado abrazando la carnada...

—Milo. El nombre de la cabra es Milo —le respondió Jesper con vehemencia, y al tener sus pistolas en las manos, Galina temía que se le escapara un disparo por sus idioteces.

—... yo memorizaba el ritmo de Arken.

—No es por ir en tu contra, pero Jes tiene razón. El sistema era complicado y el viaje fue caótico —intercedió Inej—. Nadie te culparía por no saber.

—Aparte yo no vuelvo a entrar a esa cosa si antes no me desmayan —añadió Galina girándose para mirarlo y encontrándose con sus ojos azules clavados en su rostro—. Y necesitamos la jurda, el carbón y el pesado de Jesper no se va a querer ir sin recuperar a la cabra esa.

El zemeni le dio un codazo haciendo un ruido de indignación.

—Sacando su rudeza, Gal tiene razón. No me iré sin Milo. Y con todo lo demás también tiene un punto.

—¿Gal? —exclamó Kaz frunciendo el ceño.

—Es ravkano, quiere decir "mejor amiga".

Galina le dio una patada conteniendo una risa.

—Mentira. Es como cuando pensaste que Inej y yo te decimos Jes porque significaba "amistad" en suli.

—¡Y eso es verdad!

—¡No! —exclamaron Inej y Galina al unísono.

—Créanme. Arken y yo pensamos de forma similar.

Ni siquiera un segundo después de que Kaz terminara de hablar, el tren explotó, destruyéndose por completo y matando a los dos hombres que habían ingresado a examinarlo. Galina se tapó la boca con la mano para que Kaz no viera su sonrisa de satisfacción, y con la otra apaciguo el fuego para que no se viera el humo a la distancia y alertara al resto de los soldados ravkanos.

—Muy pronto para apreciar la ironía, ¿no? —dijo Jesper, observando a los demás y cuando la rubia negó con la cabeza, susurró—. Sí, muy pronto.

—Eso lo hizo tu experto en demolición —se burló Galina conociendo la incansable necesidad de Jesper por tener alguien en el equipo que supiera explotar cosas.

—No eres divertida.

Otra cosa que no era divertida eran los pensamientos de Galina a pesar del esfuerzo que estaba haciendo para apaciguarlos. Desde que había decidido acceder al trato de Kaz y volver con ellos a Kerch, pensamientos sobre Darya le invadían el cerebro como tropas enemigas dispuestas a reclamarlo como suyo. Sabía que no había nada que pudiera hacer sobre su hermana ni sobre su verdadera identidad, al menos por ahora, pero pensar en irse de Ravka cuando tanto les había costado ir le causaba una leve opresión en el estómago. Darya se traía algo muy oscuro entre manos, eso lo sabía, y al mismo tiempo imaginársela cabalgando una nube de tormenta hacia Veztbrot para enfrentarse a los Vasilyev le aterraba. No tener memorias de ella no le impedía sentir la sangre que las unía y el amor con el que la había mirado...

Entre la venganza y la oscuridad que la rodeaba, Galina había sido la luminosa llama que guiaba a Darya hacia un camino alejado de la desolación. La amaba, amaba a una hermana que solo había tenido en brazos casi quince años atrás y para Galina eso era más amor que el que había recibido en toda su vida. Sin embargo, ya había hecho una promesa con otra persona que también significaba mucho para ella y no únicamente por una cuestión de sangre compartida como con Darya. Una familia podía formarse por experiencias compartidas y lazos inquebrantables, por extender una mano cuando el mundo en su lugar te apuntaba con su mejor arma. Aunque una parte de su corazón, la más sentimental, la que aún no había muerto en las garras de su dolor, la resintiera; Galina iba a partir con sus amigos.

Estaba segura de que ya llegaría el día en el que se uniría con los Starlington. Como si el destino lo hubiera escrito en las estrellas.

🎩 Habitación oeste, Posada Sankta Marya, Kribirsk, Ravka Oriental

GALINA JAMÁS SE HUBIERA imaginado que querría irse de Ravka lo antes posible. Habiendo llegado a Kribirsk hacía unas horas luego del fallido intento de escaparse en el tren, a la Inferni casi le da un paro cardíaco al ver a todo el pueblo empapelado con su rostro. Cientos de carteles colocados en postes, ventanas, puertas y hasta niños lo repartían, en el que un boceto bastante bueno de su cara le devolvía la mirada con un "BUSCADA" justo sobre su nuca. En ellos se leía que se la buscaba por órdenes de Ledi Zvezda y que de ser llevada al Pequeño Palacio en Os Alta se recibiría una gran recompensa.

Galina mentiría si no admitiera que se había robado uno para el recuerdo. Mas allá de eso, los cuatro se habían tenido que esconder en un callejón para que se disfrazara lo mejor que pudiera. Se había hecho un rodete y Jesper le prestó su sombrero para que también ocultara su color claro, se había atado el pañuelo que Kaz había robado para tapar su marca de nacimiento y cambió su postura para caminar con la cabeza baja hacia la posada en la que se quedarían por la noche. A Kaz no le había hecho mucha gracia tener que pagar un poco de más para que ignoraran a la figura jorobada detrás de ellos tres, y su mueca de desagrado solo se agrandó cuando el zemeni hizo un comentario sobre que le gustaría ser buscado.

—No dibujaron muy bien mi nariz —decía Galina acostada sobre su estómago en la cama superior de la marinera mientras observaba mejor el cartel.

Ya en la habitación, Kaz hizo un sonido que se asemejaba mucho al de un perro gruñendo. Inej había ido a intercambiar el poco dinero que les quedaba y a recolectar información que pudiera servirles para antes del viaje de regreso.

—Yo creo que estás igualita —la contradijo Jesper, apartándose de la ventana y observándola con una sonrisa—. Pero si no estás satisfecha con el artista, supongo que puedes ir a decirle a tu hermana que lo mate. Por su historial, es muy propensa a matar a las personas que la perturben aunque sea un poquito.

La Inferni colocó su mano sobre la que Jesper había puesto en su brazo y le quemó la piel hasta que el zemeni la soltó con un grito.

—Puedo matarlo yo misma, de eso no te preocupes.

Darya ya tenía demasiadas muertes por planear como para sumarle la de un incompetente dibujante. Galina le sonrió a su amigo como a todas sus víctimas antes de sacarle la vida y guardó el papel en su bolsillo justo cuando Inej entró como una sombra que no quería perturbar a la luz.

—El esquife sigue aquí. Los viajeros abajo se quejan. Debían cruzar esta mañana —les informó sin perder tiempo.

—Órdenes del General Negro —aseguró Kaz aceptando el dinero intercambiado que Inej le entregaba, lo último que les quedaba—. Planea cruzar en él, mañana.

—¿El General? ¿Es el mismo General que trató...? Ah, sí, matarnos —Jesper subió sus cejas para remarcar sus palabras, sin intentar esconder el miedo a que uno de sus famosos Cortes lo alcanzara—. ¿Ese?

—Tiene a la Invocadora del Sol.

—¿Cómo lo sabes? —quiso saber Galina con el ceño fruncido, sentándose en la cama con las piernas cruzadas y su característica postura rígida.

—No cruzaría la Sombra sin tener a la única persona que puede evitar que los volcra los ataquen.

—¿Este era tu plan desde el principio? —le cuestionó Inej cruzándose de brazos con un tono que rozaba el enojo—. ¿Que el General la encontrara para recuperarla?

—Mi plan es lograr cruzar la Sombra. No estamos listos para otra pelea.

Jesper se acercó para pararse junto a Inej, ambos enfrentando a Kaz y la avaricia que podría poseerlo en un chasquido. En cambio, Galina se mantuvo en su lugar, observando el rostro gélido de su amigo para tratar de discernir alguna de las emociones que atravesaban su cabeza. Si es que estas existían en verdad. Nada que ver con Inej, quien demostraba su descontento en su expresión, su forma de pararse y su inquebrantable devoción hacia la Invocadora del Sol.

—¿Entonces no vas a intentarlo de nuevo con Alina? ¿Y realmente estás dispuesto a dejar ir un millón de kruge?

Kaz se quedó callado por unos segundos y bajó la mirada, apartándola de Inej. A Galina le habría encantado agacharse para poder examinarlo, aunque fuera una tarea fútil considerando su rostro de hielo. Sabía que le costaba, no solo por el premio que se estaban perdiendo por no atrapar a Alina, sino por los problemas que les causaría al haber hecho el trato con Dressen. Saldrían de una catástrofe para zambullirse en otra, sin contar su propio problema con Saksa al no haber matado a Darya ni poseer la daga. Todos los caminos apuntaban a Ketterdam, pero eso no significaba que fueran fáciles de recorrer.

—Jesper, Galina y yo no podemos hacerlo sin ti —admitió levantando la mirada y conectándola con la de la suli para que comprobara que en verdad lo sentía.

—Vengo diciendo eso desde el primer día.

Kaz entornó los ojos ante el comentario de Jesper.

—Y has dejado clara tu opinión —continuó, aseverando su argumento.

—¿Lo único que quieres es cruzar la Sombra? —volvió a preguntar Inej, a lo que Kaz asintió como si hubieran puesto el peso del mundo sobre sus hombros.

—Al llegar a Novokribirsk es decisión tuya lo que harás después.

Inej miró a Jesper y Galina buscando una confirmación, un apoyo para creer que el Bastardo del Barril estaba yendo contra su naturaleza sin que nadie más que sus propias motivaciones lo impulsaran. Ambos asintieron y la rubia le guiñó un ojo, ya que al estar en la misma situación que su amiga entendía por lo que estaba pasando.

—Bueno —dijo Inej entonces, dando por terminado el tema.

Ante eso Kaz se puso de pie preparado para ponerse en acción y Galina lo imitó, bajándose de la cama con un salto digno de una bailarina como ella. Más que cayendo, las puntas de sus pies habían aterrizado en el viejo suelo de madera como si fueran el escenario de un teatro repleto de gente.

—Esperen —intervino Jesper levantando las manos para que todos se quedaran en sus sitios—. ¿Estamos hablando de abordar un esquife con gente que nos reconocerá? Gente a la que no le caemos muy bien.

—Tú fuiste el que dijo que quería ser buscado —repone Galina dándole una palmada en la espalda—. Pero es cierto que el Darkling estará allí. Y Alina. Y Darya.

—Tendremos que mimetizarnos —determinó Kaz con los engranajes de su cabeza moviéndose a máxima velocidad—. ¿Quién más estaba en el esquife?

—Algunos de la fiesta de invierno. Dignatarios de Kerch y Novyi Zem camino a casa.

—Aún más chances de que me reconozcan —murmuró la rubia ante la información dada por Inej, lamentando no haberse puesto un velo o una máscara para que su rostro no quedara en la memoria de nadie.

—Nadie te reconocerá. La persona que vieron en la fiesta de invierno no será la misma con la que se cruzarán mañana. Aparte ahora son la audiencia de un nuevo espectáculo de luces, estarán ocupados con eso —los ojos de Kaz se mantuvieron unos segundos en Galina, analizando todas las características que podrían delatarla y asintió como si ya lo hubiera solucionado. Luego se enfocó en Jesper, para darle un puntazo final al tejido de su plan—. Jesper, ¿cuánto te gustó hacer de un guardia zemeni?

Así era como un cerebro maquiavélico formulaba un plan en menos de dos minutos. Para alegría de Galina, ella debería quedarse encerrada en la habitación de la posada hasta que se marcharan ya que sería peligroso que la descubrieran porque aunque no la atraparan, el aviso de su ubicación podría llegarle a Darya. Por lo que se acomodó en una silla con las piernas sobre la mesa e Inej le alcanzó una bandeja llena de tazas de café antes de que los tres se marcharan. A pesar de la sonrisa que les mostró mientras se cerraba la puerta, Galina estuvo toda la tarde tomando de su bebida favorita intentando entibiar su corazón helado por el miedo de lo que ocurriría mañana. El broche de las vitsaniki la observaba desde al lado de una taza, con la estrella del norte apuntando hacia cualquier sitio menos al que estaba yendo.

Si Darya la llegaba a descubrir todo estaba acabado. Ledi Zvezda lucharía con sus vendavales más violentos para tener a su hermana de regreso y Galina no sabía qué podría hacer para evitarlo. Se había querido escapar de esa posibilidad y ahora estaba a un paso en falso de caer de bruces contra ella.

Sus amigos volvieron cuando ya no se oían ruidos en la posada, la noche había caído y su cometido les había salido a la perfección. Dejaron inconscientes a los dignatario de Novyi Zem y les robaron la ropa y los documentos para que se pudieran hacer pasar por ellos. Recién ahí Galina salió de su sosiego y escarbó entre el cúmulo de prendas para buscar alguna que fuera medianamente de su talla y agrado.

—Te ves bien —halagó Inej a Jesper con una sonrisa, por lo que Galina lo miró intentando no poner los ojos en blanco.

Jesper se estaba observando en el espejo mientras se acomodaba un traje rojo y azul que era digno de él por lo llamativo que era. En cambio, Galina tuvo que conformarse con unos ropajes de criada de color crema que por lo menos le servirían para esconderse mejor.

—Oh, me veo más que bien.

—Modifiqué sus documentos —dijo Kaz sentado en la mesa con todos los papeles—. Deberían servirnos para pasar los controles y subir al esquife.

Le dio los documentos correspondientes a cada uno y Galina soltó una risa, tentada a darle un golpe en la cabeza, pero por supuesto que no lo hizo. Gracias a sus modificaciones, su nuevo nombre sería nada más ni nada menos que Eleni. Es que era un cuervo resentido, no sabía por qué se sorprendía.

—Nadie creerá que soy tan viejo —se quejó Jesper leyendo el suyo con el ceño fruncido.

—Sigue engañándote —se burló Kaz, y Galina sí que no pudo contener su carcajada ante la expresión indignada del zemeni.

¿Cómo podría abandonar a sus amigos? ¿Al grupo de personas que la habían recibido sin haber hecho nada para merecerlo? Su libertad estaba en juego y Galina daría todo de sí para conseguirla con ayuda de Kaz, pero escaparse de la familia que la había acogido cuando se creía abandonada era inadmisible.

Verlaten significaba abandonada y ese había sido su apellido desde que el destino y la venganza la condujeron a las orillas de Ketterdam. Pero no era cierto. Jamás la habían dejado. Había una hermana que luchaba por ella del otro lado del mundo, otros dos hermanos que estaban perdidos y desprovistos de memorias igual que ella y sus padres habían muerto incapaces de proteger su legado de la irrefrenable ruina que los aguardaba. Galina había terminado en el infierno, pero no porque la hubieran abandonado. Nunca lo había sido, al menos no realmente. Cuando se sintió verdaderamente sola, que nada la salvaría de las llamas que la consumían día tras día, cuando creyó que se convertiría en una pila de cenizas que el viento se llevaría; una mano enguantada apareció frente a sus ojos. Luego una sonrisa se asomó por sus labios al tener enfrente a un chico zemeni que jugaba con unas pistolas. Y la soledad se marchó cuando una suli vestida con cuchillos la obligó a tomar la habitación a su lado, para que todas las noches cada vez que tuviera una pesadilla pudiera ir a buscarla.

Galina tendría una familia incluso si no fuera una Starlington, y con cualquier apellido que tuviera sabía que ellos no la abandonarían. Así que ella tampoco los dejaría a ellos. No aunque todas las luces de las estrellas iluminaran hacia sus espaldas. Galina seguiría adelante, persiguiendo la oscura noche con el batir de las alas de los cuervos a su lado.

⛺️ Campamento cercano a la Sombra, Kribirsk, Ravka Oriental
🌑 Día de la nueva ruina

LA PERDICIÓN LAS ESPERABA con los brazos abiertos aunque Darya y Galina lo desconocieran. Por su lado, Fatua caminaba con la cabeza baja yendo directamente hacia la ruina, haciendo fila y acomodando sus guantes blancos cada unos cortos segundos solo para ocultar su nerviosismo. Alterar su postura para aparentar sumisión y que no le vieran el rostro le enervaba, pero eso era lo que tenía que hacer para ocultarse de los carteles que anunciaban su búsqueda y captura, y para aparentar ser la criada fjerdana que Kaz había falsificado en sus documentos robados. Además, los lentes de contacto que el cuervo había sacado de debajo de su manga le molestaban, pero se los tuvo que colocar para que sus ojos se vieran azules y ayudara más a su identidad fjerdana. Una sonrisa para nada amigable cruzó los labios al imaginarse a Darya viéndola ahora. Lo menos que haría sería arrancarle los ojos.

En la fila para mostrar sus documentos y subir al esquife, Galina estaba última detrás de sus amigos, esperando pasar desapercibida. Jesper, fingiendo ser el dignatario de Novyi Zem, fue el que entregó los papeles para que el hombre que los controlaba comprobara su autenticidad. O mejor dicho, creyera las modificaciones de Kaz.

—Lo sé. Me veo increíble para mi edad —le dijo Jesper tocando el ala de su sombrero con una sonrisa galante.

—A mí me pareciste más viejo —el hombre le devolvió los papeles y Jesper se rió, conteniéndose para no reaccionar de más.

Galina también tuvo que disimular la risa, tapando su cara con la mano pretendiendo que arreglaba su cabello recogido oculto debajo de un gran pañuelo crema. Este combinaba con uno más pequeño que se había atado al cuello porque el dorado que le había dado Kaz era demasiado llamativo y lujoso como para que una criada lo tuviera.

Al fin pudieron pasar sin ningún inconveniente y bajaron aún más las cabezas para que nadie pudiera reconocerlos los viera. Solo la volvieron levantar al notar que las personas delante de ellos se frenaban para observar algo a sus espaldas. Galina se giró tratando de no hacerlo tan evidente y avistó a Alina, el Darkling y a Darya ataviados con sus mejores galas dirigiéndose hacia el mismo sitio donde ellos estaban. El plan era esconderse y que nadie los descubriera hasta que llegaran a Novokribirsk, pero no contaban con la presión que sentía Galina en el pecho. No es que la dejara sin aire, era algo mucho peor. Era como si una cuerda se hubiera atado a su corazón y una fuerza desconocida estuviera tirando para que se acercara a la única persona de la que debería alejarse. Ahora que se habían encontrado, la conexión que unía a Galina y Darya era más poderosa que nunca y lucharía contra cualquier impedimento por separarlas. Pero no era su tiempo aún y la Inferni se dio vuelta, pasando a sus amigos para subirse al esquife y que la oscuridad los absorbiera.

Ahora era Galina la que los lideraba, marcando un paso seguro hacia el fondo del esquife donde se encontraba la entrada hacia la parte inferior. No había pensado que sería tan difícil evadir a Darya, pero cómo no lo sería si algo místico en lo que hacía unos días no creía las empujaba para que colisionaran, para que formaran una contestación de estrellas perdidas.

—Galina —fue Inej quien llamó su atención, rozando su hombro con el de la rubia para que la mirara.

—Estoy bien —contestó al instante conociendo las preocupaciones que podrían asolar a su amiga—. Son estos estúpidos lentes de contacto. Me molestan. Y esta ropa pica.

—Cuando pasemos la Sombra podrás dejar de ser fjerdana —intervino Kaz analizando de pies a cabeza el disfraz de Galina con una ceja arqueada—. Hasta ese momento, piensa en la importancia de las máscaras para nuestro próxima golpe.

—Voy a quemar tus cejas.

—Hazlo ahora, porque en la Sombra los volcra te comerán.

—No me tientes, Brekker.

El intercambio le devolvió un poco de color a la palidez enfermiza que había adoptado Galina ante la aparición de Darya y una débil sonrisa se escurrió por sus labios. También llegó a notar esa mueca diabólica que hacía Kaz muy de vez en cuando, esa que rivalizaba con una sonrisa pero no llegaba a hacerlo. Esa que conseguía que en esas especiales ocasiones en las que sucedía se lo quedara mirando por unos segundos de más. Unos peligrosos segundos de más.

—¿La buena noticia? —dijo Jesper logrando que Galina apartara sus ojos de Kaz—. Es tan aterradora como la recordaba.

Porque más allá de lo terrorífica que fuera la visión de Ledi Zvezda caminando hacia ella o la extraña media sonrisa del Bastardo del Barril que la atraía como un barco perdido hacia la luz de un faro, la Sombra se erguía sobre ellos lista para engullirlos en su mortal oscuridad.

—Excepto que esta vez estamos totalmente expuestos —agregó Inej poniendo en palabras justo lo que Galina estaba pensando.

—Si hoy muero, y alguno de ustedes sobrevive, quiero el ataúd abierto —les pidió Jesper con su mano sobre una de sus pistolas.

—Para mi muerte, quemen mi cuerpo y tiren mis cenizas al mar.

Si había algo de lo que Galina estaba segura era que cuando muriera no quería que quedara nada de ella atrás. Solo cenizas, como siempre había sido. Una pila de su propia destrucción que fuera llevada hacia sitios donde las personas que la odiaban y habían querido usarla no pudieran alcanzarla nunca más.

—Nadie morirá hoy —declaró Kaz observando a sus cuervos con una seguridad que Galina dudaba que sintiera, pero necesitaba mostrarla para que los demás lo creyeran—. Sin llantos.

—Sin funerales —le respondieron los tres al unísono.

Esa frase era todo lo que necesitaban para decirse millones de cosas. Que lo que estaban a punto de hacer ponía en riesgo sus vidas, pero que no se abandonarían y se ayudarían para escapar de esta como de todas las demás, juntos. Como lo estarían hasta que eventualmente fueran vencidos, lo cual nunca pasaría mientras uno se mantuviera en pie. O, simplemente, significaba "buena suerte".

La necesitarían en el interior de la Sombra, que metro a metro se aproximaba más y más al esquife. Hasta que los devoró. Y Galina recibió el abrazo de la perdición.






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Se viene lo peor que le puede pasar a una chica: ver a su hermana mayor que la ama pero está planeando algo malévolo con un pelotudo aka el Darkling.

El próximo capítulo va a tener en simultaneo narración de Galina Y de Darya (la prota de Ultraviolence), y va a estar por demás potente. Como siempre les digo cuando se viene algo así: PREPÁRENSE‼️.

Love you at midnight, Vic
❤️❤️❤️

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