Capítulo 7: No son celos.

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❝ Ooh, don't wanna cry but I break that way ❞

Vamos ganando.

Digo, era difícil no hacerlo teniendo al jugador más talentoso del equipo de fútbol.

Debido a que solo éramos 6, tuvimos que adaptar las posiciones. Mientras que Arley era el portero, Nix y yo estábamos de defensa, Ivy de lateral, Niss de mediocampista y delantero, y Airy en el banquillo porque no podía jugar al fútbol con la escayola.

Con estas posiciones y jugadores, el equipo contrario ni siquiera había podido pasar a nuestra mitad, porque Ivy no solo era buena en las matemáticas, sino que también era la capitana del equipo de fútbol femenino.

En resumen, no me había movido desde que había comenzado el partido y no me quejaba.

Agradecido de tenerlos en el equipo, porque a pesar de que no nos hubiésemos tenido que mover, ellos sí habían estado corriendo todo el rato.

Quedaban dos minutos de juego o algo así, por lo que si Nix, Arley y yo seguíamos defendiendo —haciendo nada— como habíamos hecho durante todo el partido, iríamos bien.

El silbato sonó de nuevo, era otro gol de Niss.

Mientras cada uno volvía a sus posiciones, Niss se acercó a nosotros, jadeando. Parecía completamente agotado.

—¿Alguno puede sustituirme? —Lo vi tragar saliva mientras se encorvaba y apoyaba sus manos sobre sus rodillas.

Su pecho subía y bajaba con rapidez.

—Para ser jugador de fútbol, tu resistencia es nula —bromeé.

Quién fue a hablar.

—Darling, él ha estado corriendo todo el rato y tú ni te has movido. —Nix alzó una ceja y se dirigió a Niss—. Yo te sustituyo.

Este, en respuesta, asintió y se sentó en la pista.

—¿Te encuentras bien? —le pregunté.

Volvió a asentir.

—Como dije, el fútbol no es lo mío. —Comenzó a toser.

Me acerqué a él, alarmado.

—Niss, estás pálido.

—Uhm, ¿preocupándote por mí? Qué adorable, Sunshine —Tomó mi mano y dejó un beso sobre el dorso.

La aparté, sonrojado y sorprendido por su actitud.

—¿Correr te quema las neuronas o qué? —Lo miré, asqueado—. ¿Sunshine? ¿Has tomado alguna sustancia psicotrópica antes?

Él se rió a carcajadas y se tumbó en el césped.

—Ver tu sonrisa siempre me acaba causando efectos adversos.

—Niss, ve al médico —le sugerí.

—¿Por? ¿Acaso no puedo alabarte?

—O vas al médico o dejas de tomar lo que sea que estés tomando, Nissiro —insistí.

—Ya paro. —Se levantó con un salto—. Me encuentro mejor.

—Menos mal, porque ya iba a llamar a emergencias.

—Me tratas fatal. —Hizo un puchero.

—Lo sé, es a propósito. —Me encogí de hombros.

Lo vi rodar los ojos mientras sonreía. Aproveché para mirar cómo se peinaba el cabello y echaba la cabeza hacia atrás, inspirando profundamente y recomponiéndose por completo.

Cuando el partido estaba por terminar, un choque entre Ivy y una chica del equipo contrario alertó a todo el mundo por lo fuerte que había sido.

Todos nos acercamos a ellas para ver qué tal estaban. Niss ayudó a Ivy a levantarse.

—Mierda, creo que me he torcido la muñeca —informó ella, mordiéndose el labio inferior y sujetando su brazo izquierdo.

—Déjame ver. —Niss presionó la zona afectada, causando que Ivy soltara un quejido—. Deberíamos ponerte un poco de hielo y una muñequera.

—Uhm. —Asintió y se giró a ver a la otra chica—. ¿Te encuentras bien?

—Oh, sí. Lo lamento, no he podido frenar a tiempo —se disculpó.

—No te preocupes, los accidentes ocurren. También deberías ir a que te revisaran la rodilla. —Señaló la zona, la cual había comenzado a sangrar.

Uno de los profesores llegó junto al enfermero de la escuela. Mientras este hacía su trabajo, los dos equipos con miembros heridos nos apartamos de las actividades.

Me senté en el banco en donde se encontraba Airy y después me siguió Arley, con él vino Nix.

—Eso ha sido fuerte. —Airy hizo una mueca.

—Esperemos que estén bien —suspiró Nix.

—Miremos el lado bueno, no ha sido muy grave —añadió Arley.

—Además, es Ivy, ella simplemente parece de otro planeta cuando se trata de dolor y heridas —bufó mi hermano—. La última vez se hizo un esguince en el tobillo y siguió corriendo solo para ganar el triatlón.

—¿Hay algo que no haga bien esa diosa? —gruñí.

—Creo que solo se le da mal cocinar platos normales —reveló Airy.

—¿Platos normales? —cuestioné.

—Ya sabes, toda comida que no sea postre.

—Encima es repostera —gimoteé.

A Niss le encantaban los dulces.

—Sí, hace delicias de muerte, te lo juro. Algún día le diré que te traiga.

—Bueno, yo sé escribir canciones —contesté.

—Esa también es una buena habilidad —comentó Nix.

—Sí, bro, algún día me puedes ayudar a hacerle una serenata de amor a Nix —rió Arley.

—No, gracias —replicó ella.

—Te voy a cobrar —respondí yo.

—Mira que sois aburridos —bufó—, pero ahora que no está Niss. Airy, ¿a ti te parece guapo?

Abrí mucho los ojos y lo pateé disimuladamente.

—¿A qué viene esa pregunta? —Este soltó una carcajada.

—Ehm, bueno, eh —balbuceó mi mejor amigo—. Tenemos una compañera de clase a la que Niss le parece extremadamente guapo, pero mucho, tipo, demasiado. Hasta babea cuando lo ve y no sé si soy yo el ciego, pero lo veo bastante normalito.

Mi hermano comenzó a desternillarse de la risa.

—Extremadamente guapo, ¿eh? Nunca había escuchado que lo describieran así —Se limpió una lágrima que había comenzado a deslizarse por su mejilla—. Bueno, depende de cada uno. A mí me parece bastante mono, pero no como lo describe tu amiga, aunque tengo entendido que, a muchas personas, Niss les parece súper guapo por cómo es.

—¿Eh? —solté yo.

—Básicamente, Niss no está mal físicamente, pero su personalidad hace que sea mucho más guapo —aclaró Nix.

—Gracias, Nix —sonreí—, pero no entiendo porque la conversación ha llegado hasta este punto.

—Comenzó Arley —lo acusó Airy.

—Ay, ya, solo era una cuestión que tenía. Esperemos que le vaya bien si es que se confiesa.

Agaché la cabeza, sintiendo su mirada clavarse en mi nuca.

—No es por arruinarle las ilusiones a tu amiga, pero a Niss ya le gusta alguien más.

Sentí mi corazón estrujarse.

—¿A Niss? ¿Gustarle alguien? Sorprendente. —Disimulé, tragándome todos los sentimientos que estaban floreciendo en mi pecho en ese instante—. ¿Conozco a la persona?

Él desvió la mirada.

—Yo no he dicho nada.

—Airy, no jodas, ahora sueltas todo —exigí.

—No debería haber dicho nada, se me ha escapado —silbó.

—Eres un cabrón —resoplé.

—¿Sabes quién es Marie? Pues es ella —susurró lo más bajito posible.

—¿¡Marie!? —exclamó Arley—. ¿Esa no es vuestra vecina y esa alumna superdotada?

Airy asintió lentamente.

—No le digáis que os lo he dicho. —Se mordió el labio inferior.

Después de eso, yo simplemente desconecté de la conversación.

¿Marie? Ella era la "nerd" del curso de Niss y Airy, o bueno, así la apodaron de cariño, porque no seguía ni la mitad de estereotipos que podríamos tener sobre los nerds.

Cada vez tenía menos posibilidades y más inseguridades. Perfecto.

Si Ivy era una diosa, ni qué decir de Marie.

Cuando Niss e Ivy volvieron, ella vino con una muñequera. Ambos se habían cambiado del uniforme deportivo al normal.

—El profesor me ha dicho que será mejor que lo dejemos por hoy —anunció el pelirrojo—. Tenemos a dos miembros lesionados.

—Mejor para nosotros —celebró mi mejor amigo—. Tendremos que ir a la cafetería a relajarnos, qué pena.

—¿Nos dejarán salir? —preguntó Nix.

—¿Con tres alumnos de último año acompañándonos? Claro que sí, porque vendréis, ¿verdad?

Niss esbozó media sonrisa y asintió.

Si seguía asintiendo así, se iba a romper el cuello.

—Iré a pedir permiso, je —indicó el rubio, acompañado de su novia.

—Yo iré a cambiarme. —Me despedí con un ademán y me encerré en los vestuarios—. Vaya mierda —solté, sabiendo que ya estaba solo.

Vale, admirar a Niss era divertido. Tenerlo cerca también.

Lo que no me hacía ni pizca de gracia eran los pensamientos intrusivos y los desagradables sentimientos que se generaban en mí cada vez que recordaba la situación en la que me encontraba.

Sabía que ilusionarme era problema mío, pero cada vez que él se acercaba, simplemente dejaba de pensar con claridad.

Definitivamente, odiaba el amor.

Me cambié lo más lento posible mientras suspiraba pesadamente. El grupo se encontraba esperándome en la puerta del instituto. Al acercarme, pude vislumbrar cómo mi mejor amigo estaba agitando una hoja de papel que suponía que era la autorización.

—¿Os importa que Marie se venga? —preguntó mi hermano, mirándonos a todos, sobre todo a Niss, quien estaba confuso, pero asintió. Pude ver cómo Airy le guiñaba el ojo y le daba un suave codazo.

—Lo que queráis —repliqué, comenzando a andar.

Ah, sí, qué bueno iba a ser tener que sonreír fingidamente mientras en realidad me quería morir por dentro.

—Yo ni he empezado a estudiar para el examen de Matemáticas, no me habléis de eso —lloriqueó Airy.

—Si necesitas ayuda, siempre puedes llamarme —ofreció Niss entre risas.

—¿Cómo podría? —contestó.

—Para eso están los amigos, Airy —agregó Marie.

—Sí, además, al resto tampoco nos vendría mal una sesión de estudio con el increíble Niss —sonrió Ivy.

—Vosotros hablando de Matemáticas Avanzadas y yo queriendo lanzarme de un puente porque el profesor nos ha mandado ejercicios de Trigonometría —se quejó Arley.

Todos parecían divertirse en la conversación. Y yo, yo llevaba cinco minutos revolviendo mi batido, soltando algún que otro comentario porque, que yo estuviera de mal humor, no era culpa de nadie, así que no tenía por qué tratarlos mal.

Sentí una patada bajo la mesa; era Nix, quien señalaba su teléfono que se encontraba en su regazo.

Saqué el mío y revisé nuestro chat grupal.

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Arley: Bro, relaja esas caras de asco que has puesto todo el rato.

Mya: ¿Caras de asco? Si no he hecho ninguna.

Nix: Arley, esa es su cara de siempre.

Arley: Ah, es cierto ajlkshdkajshdnalksj.

Mya: Cabrón.

Arley: Solo intentaba animarte :(.

Nix: Darling, creo que diciéndole eso, no vas a animarlo mucho.

Mya: No necesito que me animéis.

Arley: Eso dices, pero vamos, a mí no me haría mucha gracia que mi crush estuviera junto a su crush y otra persona que gusta de él.

Nix: Arley, no creo que le estés ayudando diciendo eso, ¿sabes?

Mya: ¿Qué importa? Tampoco es como si yo tuviese probabilidades, lol, prefiero que sea feliz.

Arley: ¿Sabes que "lol" significa "laugh out loud"?

Mya: Sí, lo sé, Arley.

Arley: Pues no te veo riendo.

Lo miré incrédulo mientras fruncía el ceño. Este me sonrió con inocencia y señaló de nuevo su teléfono.

Arley: Acabo de entender que ha sido sarcástico, perdón.

Nix: Por Dios, darling.

Solté un pesado suspiro, llamando la atención de Niss.

—¿Estás bien, Sunshine?

—¡Deja de llamarme, Sunshine! —espeté con más agresividad de la que quería. Abrió mucho los ojos, sorprendido por mi tono—. Lo siento, no quería elevar la voz.

Me disculpé al instante y apreté los labios.

—¿Un mal día?

—Sí —respondí cortantemente—, pero no os preocupéis, podéis seguir con vuestra conversación. No volveré a molestar.

Sonreí forzadamente.

—La cosa es que te unas a la conversación, Mya —indicó.

—No hace falta, estoy bien. Iré a pedir otra cosa. —Me levanté de la mesa y comencé a mirar las vitrinas.

—Buh.

Volví a saltar del susto.

—¿Qué mierda, Niss?

—Te he visto algo desanimado. —Se encogió de hombros—. ¿Te animarás si te invito a algo?

—No necesito nada —bufé.

—Entonces quita esa cara de odio. —Presionó su dedo índice contra mi entrecejo.

—No es de odio. —Sujeté su brazo y lo aparté con cuidado—. Estoy bien.

—Si eso es estar bien, entonces me veo en la obligación de enseñarte qué es estar bien de verdad.

Se acercó al mostrador sin dejarme responder y comenzó a pedirle cosas al camarero.

—Oye, Niss, yo solo quería un batido de mango.

—Ah, y un batido de mango —sonrió mientras sacaba su cartera.

—No necesito que lo pagues. —Intenté sujetarlo para evitar que sacara el dinero, pero entre que era más rápido y más fuerte, yo no pude hacerle frente.

—¡Niss! —le reclamé.

—Mya —repitió con burla.

—No necesito que hagas estas cosas por mí —resoplé.

Si sigues, acabaré con el corazón hecho pedazos.

—Oh, Sunshine, no dejaré de hacerlo hasta el día en el que me muera —rió—. Me gusta ver cómo sonríes después.

Mi cerebro me estaba gritando que no me dejase engatusar, mientras que mi corazón se estaba derritiendo lentamente por él.

—Mejor haz esas cosas para tu novia, o mejor aún, para Marie —solté sin quererlo.

Vale, quizá me había sentado mal que Airy me contara eso.

—¿Marie? —rió.

—Airy me ha dicho que te gusta Marie —revelé.

—¿Qué? ¿Por qué te ha contado eso? —Frunció el ceño sin dejar de sonreír.

—Surgió en la conversación. —Me encogí de hombros.

—Ya. Bueno, eso no me impide seguir haciendo estas cosas por ti —rió.

—No necesito que lo sigas haciendo —declaré.

—¿Por?

—Porque se lo puedes hacer a Ivy, ¡incluso a Marie! Déjame a mí en paz.

Apreté los labios, algo enfadado conmigo mismo.

No tenía por qué reaccionar así y, de hecho, tampoco sabía por qué lo hacía.

—¿Por qué te pones así? —Torció la boca.

—Porque tienes a Marie —contesté más relajado—, ¿no crees que puede malentenderlo?

—Si lo hace, solo hablaré con ella, ¿qué problema hay con eso?

—Olvídalo —resoplé.

—No quiero. Pareces estar obsesionado con Marie —sonrió—. ¿Acaso estás celoso de mí?

De ti no, de ella.

—No son celos —repliqué.

Cuando el camarero dejó la bandeja con los distintos postres sobre el mostrador, le agradecí y la tomé junto al batido de mango que había pedido Niss anteriormente.

—Lo que tú digas, Sunshine. —Se cruzó de brazos y acabó por cambiar el tema—. Los postres se ven tan deliciosos.

Ya ni siquiera iba a intentar insistir en el apodo que me había puesto. Además, tampoco me desagradaba tanto como había hecho parecer.

—Y tan peligrosos —suspiré.

—¿Peligrosos por qué?

—La cantidad de azúcar que tienen estas cosas, por no hablar de las calorías.

—Sunshine... —Me miró con preocupación.

—Solo era un pensamiento, Niss —me excusé—. A diferencia de ti, a mí no me gustan tanto los dulces.

Tragué saliva.

El comentario se me había escapado.

Él asintió, aún con desconfianza, pero dejó la conversación a un lado cuando volvimos a la mesa y dejamos los postres.

Miré mi bebida y se me escapó una pequeña sonrisa.

Sí, estaba feliz, pero al mismo tiempo, mi pecho dolía.

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