Capítulo 14: ¿Qué está pasando contigo, Airelle?

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❝ Can I go where you go? Can we always be this close forever and ever? ❞

Ren.

—Mamá, ya te he dicho que no. —Me cubrí el rostro por la vergüenza.

—Pero también me has dicho que tienes una cita con él hoy. —Alzó una ceja—. ¿Con qué versión me tengo que quedar, Ren-Ren?

—La cita es porque por mi culpa le están arruinando la reputación, mami —expliqué por quinta vez.

—Hay maneras más sencillas de arreglar la reputación de alguien. —Se cruzó de brazos.

—Ah, ¿sí?

Ella asintió y comenzó a enumerar:

—Puedes subir una foto de él alimentando gatos en la calle, o mejor aún, adoptando uno; también podéis venir al hospital para cantarle a los niños enfermos... Ellos lo disfrutarían mucho.

—Airy ya tiene un hurón y, siendo sinceros, no parece ser un gran amante de los niños. Es del tipo de persona que tiene la apariencia de querer darle una patada a uno cuando se lo encuentra —revelé.

—¿Acaso es un imbécil? —Frunció el ceño.

—Puede ser —admití.

—Y yo pensando que en estos dos años soltero habrías reflexionado para encontrar a alguien decente —suspiró ella de broma.

—¡Mamá! —le reproché entre risas.

—Deja que vea a Tomi y lo sabremos.

—Mamá, ¿puedes ya olvidar eso?

—¿Cómo voy a hacerlo cuando es la habilidad más útil que he visto en la vida? "El detector de imbéciles".

—¡Que le mordiese el culo a Calvin cuando lo vio no lo hace un detector de imbéciles! —reí.

—Bueno, pero no fue solo a Calvin... A tus otros exnovios...

—Mamá, Tomi detesta a todos y ya.

—Mentira, a mí me ama.

—Porque eres mi mami —resoplé.

—Bueno, que al Airy ese no lo apruebo.

—¿Y a Nick sí? —ironicé.

—Nick es rubio.

—¿Y?

—Me gustan los rubios.

—¡Mamá! —carcajeé.

—Además, es buen chico y me trató bien en esa cena que tuvimos hace años. ¿No tenía tu edad?

—Si no me gusta Airy, menos me gustará Nick —suspiré.

—¿Y eso? No he visto a ese tal Airy, pero de lo que me has hablado y por cómo me lo has descrito... No te acerques mucho a él, sobre todo por esa personalidad manipuladora suya.

—Sorprendentemente, no es tan manipulador.

—Te extorsionó, Ren.

—Lo sé, pero aparte de eso, no me habla mucho, excepto para ser un imbécil.

Ella hizo la típica expresión de "lo sabía".

—Ten cuidado con él, ¿vale?

—Sí, mamá —dije finalmente—. Me voy, te mando un mensaje cuando llegue a casa.

Ella asintió.

—Diviértete mucho en la feria. La próxima vez, vamos nosotros dos juntos, ¿vale?

—Sí, mami.

Dejé un beso en su mejilla y agarré mi bolsa de tela para irme. Llamé a Lilian, quien me recogió a las puertas del hospital. Ella también me dio una charla.

—Ese idiota de Caleb tenía que ser —se quejó nada más me senté en el asiento del copiloto.

—Guau, ¿y esa agresividad? —sonreí, divertido.

—Si su niñato se comportara como es debido, no tendrías tantos problemas y no tendrías que ir a esa cita con el idiota ese —bufó.

A Lilian no le caía bien Airy, ni siquiera un poco.

—En realidad, lo sugerí yo.

—¡Me da igual! El idiota sigue siendo Caleb.

—Pero ¿vosotros dos no estabais liados?

Ella me dedicó una mirada de odio que me calló la boca al instante.

—Fue un error de borracha novata —se justificó.

—Te comprendo, también me ha pasado —solté sin querer.

Mierda.

Ella frenó de golpe en un semáforo rojo.

—¿Qué has dicho? ¿Con quién? ¡Ren, ya te he dicho que tengas cuidado! No puedes acostarte con cualquiera.

Desvié la mirada, sintiéndome como un niño al que habían descubierto comiendo dulces sin permiso.

—Esto... —Me rasqué la nuca con nerviosismo—. Ya sabes, en la fiesta de Nick pasaron cosas.

—¿¡Te acostaste con el hijo del director Blish!?

—¿Qué? ¡No! Mejor me callo, esta historia se está tergiversando demasiado.

—Ren, espero que no haya sido con cualquier idiota.

Sorbí mi nariz.

—No ha sido con "cualquier idiota", solo ha sido con un idiota —tosí.

—Dime que ninguno de tus exnovios —suplicó.

—Ninguno de ellos —afirmé.

—Bien —suspiró de alivio—. Espero no tener que enterarme de quién es.

—No pasará, tranquila —reí por lo bajo.

Al menos, Airy no parecía tener intención de decir nada.

Miré mi teléfono, entrando al chat que tenía con él, mandándole un mensaje preguntándole si ya había salido de su casa, pero no me respondió. Ni siquiera veinte minutos después, cuando llegamos al edificio de Blish Records y subimos hasta el último piso.

Me pareció extraño, pues por lo general, él siempre contestaba rápido.

—Voy a llamar a Joshua para que os acompañe, ¿vale? Espérame en el ascensor cuando os juntéis —comentó Lilian.

—Vale, voy a buscarlo al estudio —avisé.

No iba a decirle que no me contestaba los mensajes porque, seguramente, eso la haría estallar de furia con Airelle.

Toqué varias veces la puerta del estudio, pero nadie contestó. Entré, abriendo poco a poco la puerta para asomarme.

Airy me había dado permiso previo para irrumpir la sala cuando quisiera si él o quien estuviera dentro no contestaba, así que, bajo esa premisa, me acerqué al centro de la habitación.

Él se encontraba allí, con la guitarra en mano y los cascos puestos. Sin embargo, no estaba componiendo.

Me agaché, observándolo dormir. Hasta parecía ser una persona normal en esta situación.

Su pecho subía y bajaba lentamente, mientras la brisa otoñal entraba por la ventana abierta. Llevaba su típica sudadera y pantalones cargo anchos, además de sus desgastadas zapatillas negras.

Siempre utilizaba las mismas, aunque parecieran estar a punto de romperse al siguiente paso que diera. Me preguntaba por qué no las cambiaba; quizá tenían un valor sentimental desconocido para mí, por eso, no se lo iba a preguntar.

Yo también tenía prendas con mucho valor en mi armario. No las utilizaba debido a que ya no eran de mi talla o porque ya no eran de mi estilo.

Una lágrima se deslizó por su mejilla, sorprendiéndome.

¿Estás teniendo un sueño triste, Airelle?

Aparté la guitarra y le quité con cuidado los cascos, susurrando su nombre varias veces, con la esperanza de despertarlo, pero ni siquiera se inmutó. 

Acerqué mi mano a su mejilla, limpiando esa solitaria lágrima con mis dedos. Entonces, él se inclinó ligeramente hacia mi mano.

Su piel era suave y estaba fría; Airy siempre estaba frío, daba igual la cantidad de calefacción o ropa que llevase.

—Airelle —pronuncié con lentitud.

Tampoco reaccionó.

¿Qué tan profundo estás durmiendo?

Acerqué mi otra mano a su otra mejilla, pero antes de siquiera tocarlo, él me derribó con fuerza y me atrapó contra el suelo, subiéndose encima de mí. Sujetó mis muñecas con fuerza, respirando agitadamente.

—Hola —sonreí con inocencia.

—No me toques —advirtió.

—Lo siento, es que no despertabas. —Hice un puchero.

Él soltó mis brazos, pero no se apartó de encima. Se revolvió el pelo con fuerza.

—¿Qué hora es?

—Las nueve menos algo —respondí.

Asintió lentamente, levantándose por fin.

Yo me senté, observando en silencio cómo dejaba la guitarra en su lugar y se acercaba a la mini nevera que tenían para echarse un vaso de agua.

—¿Tenemos que ir ya a la feria? —preguntó.

—Esa era la idea.

—Vale, ¿vamos?

Me levanté del suelo, sacudiéndome el polvo de la ropa y lo seguí.

—¿Tanto odias que te toque? —Intenté bromear para romper la tensión del aire.

—Odio el contacto físico en general.

—En la fiesta no decías lo mismo.

Él frunció el ceño.

—Te recuerdo que los dos estábamos hasta arriba de alcohol —dijo—. Si no, no te hubiera tocado.

Auch.

Abrí la boca con sorpresa.

—Que sepas que mucha gente hubiera deseado estar en tu lugar.

—¿Te refieres a los acosadores sexuales de nuestros jefes? —Rodó los ojos.

Me detuve antes de salir.

—¿Qué cojones te pasa, Airelle?

—¿A mí? Nada.

—Entonces, ¿por qué coño estás siendo tan malo?

—¿Malo? —Alzó una ceja.

—Mira, puedo entender que lo de nuestra noche fue un error y todo eso, pero no hacía falta que dijeras el resto que le ha seguido. No comprendo por qué tú sí puedes bromear sobre esa noche y cuando lo hago yo, sueltas algo tan repugnante.

Él destensó sus hombros y relajó su mirada.

—Perdón —musitó.

—Y una mierda, eres un imbécil.

Salí, chocando mi hombro contra el suyo, pero me paró, sujetándome por el brazo y acorralándome contra la pared. Cerró la puerta, dejándome sin salida.

—Lo siento —repitió—. He sido un idiota.

—¿Tú crees?

—Lo siento —volvió a decir.

—Es que, no entiendo por qué a veces eres un imbécil y otras te comportas como un ser humano decente. —Mis ojos se cristalizaron.

—Yo tampoco lo sé —confesó—. Estoy teniendo un mal día.

—No es excusa para tratar mal al resto —dijimos al unísono.

—Y si lo sabes, ¿por qué mierda no te lo aplicas? —cuestioné.

—No lo sé —admitió, apoyando su cabeza sobre mi hombro—. Ha sido un día de mierda, apenas he dormido y cuando lo he hecho, he tenido una pesadilla horrible y lo he cargado sobre ti. Perdón.

Inspiré profundamente, sintiéndome algo culpable.

—¿Quieres hablar?

—No —musitó.

—¿Un abracito?

Entonces, se separó unos centímetros para mirar mi expresión. Al ver que lo decía en serio, asintió como un niño pequeño, pasando sus brazos por mi cintura. Yo rodeé su cuello con los míos y apreté con fuerza.

—Lo siento —murmuró de nuevo—. No volveré a comportarme así.

—Me lo vas a tener que compensar —bromeé.

—Con lo que quieras.

—¿De verdad? Esa es una frase peligrosa.

—Sí, y tampoco volveré a tener esta actitud —prometió.

—No sé por qué, pero no te creo.

—De verdad. Y lo de la noche que tuvimos, lo único de lo que me arrepiento es de que estuviéramos borrachos. —Agitó la cabeza—. Hubiera preferido que estuviéramos totalmente conscientes.

Contuve el aire, sorprendido.

Él se alejó y abrió la puerta, saliendo por ella sin dejarme contestar.

—Espera, Airelle.

Lo seguí torpemente.

No pude seguir el tema porque nos encontramos de frente a Lilian, quien estaba echando humo por las orejas.

—Llegas tarde —acusó al pelinegro.

—Mis disculpas —replicó él.

Lilian rodó los ojos, mostrándole su desagrado abiertamente. Sin embargo, a Airy pareció importarle poco, por no decir nada.

—Os llevaré a la feria y volveré a medianoche para recogeros. No quiero más drama en esas horas en las que estéis juntos. Os acompañará Joshua, el guardaespaldas personal de Ren —le explicó.

—Vale —contestó con indiferencia.

—Si le haces algo a Ren, no solo me aseguraré de joderte la carrera sino de echarte a patadas de Blish Records, ¿entendido? —amenazó ella.

—Sí.

Lilian en realidad era como una hermana mayor para mí, por eso, me protegía tanto. Ella fue quien me acompañó desde que comencé a trabajar para Blish Records y estaba acostumbrada a tratar con todos los imbéciles con los que me había involucrado.

—No te hará nada —lo tranquilicé.

—Ya.

¿Cómo puedes haber dicho algo como lo de antes y quedarte tan tranquilo?

Airy y yo nos sentamos en los asientos traseros mientras que Joshua y Lilian iban delante. El viaje fue silencioso e incómodo, pero llegamos a salvo.

Había una larguísima e infinita fila que salía de la taquilla principal de la feria.

—Os he conseguido las entradas VIP por la web, así que podéis entrar sin hacer esa cola infernal. —Lilian nos entregó tres hojas con un código impreso—. Joshua te cuidará las cosas, así que, puedes estar tranquilo, Ren.

Me sonrió reconfortantemente antes de mirar mal a Airy.

—¿Alguna amenaza más o me puedo ir ya? —cuestionó él.

—Si le tocas un solo pelo, estás muerto.

Asintió lentamente antes de seguirme.

Lilian se fue con el coche pocos segundos después, dejándonos a solas con Josh, quien tenía la orden de mantenerse a unos tres metros de distancia de nosotros.

—Creo que me odia —apuntó Airy.

—Un poco —reí.

—¿A dónde quieres ir primero?

Me encogí de hombros, sin saber qué decir.

Nos acercamos a la taquilla VIP, la cual estaba al lado de la común. No había nadie cruzando por esta. Cuando la gente nos vio, comencé a escuchar cuchicheos y los flashes de las cámaras.

Era extraño, pero sonreí, ignorando la situación.

Nos dejaron pasar sin mucho problema y comenzamos a dar vueltas. No iba a mostrar delante de Airy lo mucho que me emocionaba estar en la feria.

Probablemente, harían más de tres años desde la última vez que había venido.

—¿Y si vamos a la montaña rusa? —Él no se negó, así que extendí mi mano en busca de la suya, recordando a último momento lo que me había dicho en el estudio y lo que dijo Tyler—. ¿Me das tu manita?

Él dudó antes de tomarme la mano.

Sonreí felizmente, arrastrándolo hasta la fila de la atracción, no sin antes dejarle mis pertenencias a Josh. Airy no llevaba nada, ni siquiera el teléfono.

—Pareces un niño pequeño —señaló el pelinegro, divertido.

—Perdón por estar feliz, viejo amargado. —Le saqué la lengua.

Él solo sonrió en respuesta.

Entonces, me preguntaba qué tipo de pesadilla podía haber tenido Airy para hacerlo llorar. Él no parecía alguien que tuviese miedo de nada.

A los pocos minutos, nos subimos juntos a uno de los vagones. Cuando ni siquiera había comenzado a moverse, me puse nervioso, viendo la altura a la que iba. Estaba pareciéndome mala idea de la nada.

Airy solo estaba sentado con los brazos cruzados, bostezando.

—Para cuando comience la atracción, ya me habré muerto —bufó.

Reí con nerviosismo.

—¿No tienes miedo?

—¿De esto? ¿Por qué lo tendría?

—¿Has visto la altura y velocidad a la que iban antes?

—¿Acaso tú tienes miedo, Ren-Ren? —inquirió.

Asentí.

—¿Y si nos bajamos?

Él comenzó a carcajear.

—¿Se te pasará si te doy la manita? —dijo burlonamente.

Abrí la boca y la cerré.

—Ahora no te puedes echar hacia atrás —declaré, entrelazando nuestras manos.

Él se sorprendió, pero no la apartó.

Segundos después, la bocina que alertaba el comienzo sonó.

Solté un chillido y me encogí en mi sitio cuando las vagonetas empezaron a moverse por el carril.

—No nos vamos a morir —me consoló Airy.

—Muchas gracias, Airelle, ahora tengo un nuevo miedo —resoplé. Él rió—. Pues no sé qué te hace tanta gracia...

Ni siquiera pude terminar la frase porque llegamos a la primera bajada. Mis gritos fueron opacados por las del resto de pasajeros, junto a la risa burlona de Airy.

Lo que pareció una eternidad fue en realidad un trayecto de menos de dos minutos.

—Eso ha estado bien —comentó el pelinegro, bajando por las escaleras de salida mientras se revolvía el cabello.

Yo me quedé de pie, con las piernas temblando.

—¿Q-qué mierda te pasa, Airelle? —titubeé, sin poder caminar correctamente.

¿Lo peor de todo? Yo había sugerido montarme en la montaña rusa.

—Eso debería preguntarte yo a ti. —Me ofreció su mano, la cual sujeté para bajar con su ayuda.

Joshua nos estaba esperando en la parte delantera de la máquina.

—Casi me da algo —lloriqueé.

—Si sabes que no puedes, ¿por qué dices de subirte?

Sorbí mi nariz, abultando mi labio inferior.

—En mi defensa, no pensé que sería así.

Él alzó ambas cejas.

—No voy a opinar.

—No lo hagas, porque ahora te toca a ti elegir.

—¿A mí?

—Sí, vamos intercalando.

Él sonrió.

—¿Crees poder acompañarme?

—Obviamente. —Levanté el mentón con orgullo, aunque me arrepentí cuando lo vi señalar el "360º extremo".

—¿Seguro? —insistió.

—Claramente —disimulé.

No fue una buena idea.

Venir a la feria con Airy no fue una buena idea.

No solo porque nos montamos en todas las atracciones con un cartel de "extremo", sino porque encima, estábamos compitiendo como si fuéramos niños pequeños: si yo elegía una mala atracción, Airy escogía una aún peor.

Para las once de la noche, a mí ni siquiera me quedaban fuerzas. Mi pobre corazón me estaba recriminando por todas las estúpidas decisiones que había tomado.

—¿Te encuentras bien, Ren-Ren? —preguntó Airy mientras se comía su helado con felicidad.

—Eres un idiota —suspiré, echando la cabeza atrás.

Nos habíamos sentado en uno de los bancos libres del parque, el cual estaba aún más lleno que antes por la hora. Estaba repleto de parejas.

—Ha estado bien, Ren.

—¿Eh?

—La cita —aclaró—. Me ha arreglado el día.

Sonreí, satisfecho.

—Me alegra. Yo también me he divertido. Es bueno saber que no siempre eres un idiota.

—Ya te he pedido perdón mil veces. —Hizo un puchero.

—No me has compensado aún. —Le saqué la lengua.

—¿Y cómo quieres que lo haga?

Fingí pensármelo mientras analizaba nuestro alrededor, hasta que vi una caseta en donde daban premios por explotar globos.

—Consígueme ese peluche gigante de gato.

Él hizo una mueca de asco nada disimulada.

—¿Para qué querrías algo así?

—Para dormir, obviamente.

—¿Un gato salchicha gigante?

—Oye —le reclamé entre risas—, es un gato alargado, no uno salchicha.

Él levantó ambas cejas.

—Si eso quieres. —Mostró media sonrisa.

Me levanté, emocionado. Se me pasó el mareo al instante y tiré de Airy por su sudadera para llevarlo al puesto. Tenía claro que, posiblemente, no conseguiría el peluche porque el juego estaba trucado, pero al menos nos llevábamos la experiencia.

—Una partida —le pedí al dependiente, dándole el dinero que costaba.

—Qué estafa —masculló Airy por lo bajo, haciéndome reír.

—No digas eso.

—¿Acaso miento?

Negué con la cabeza.

—Tómalo como una experiencia, Airelle.

Él volvió a hacer una mueca.

—¿No debería pagarlo yo? —preguntó.

Agité la mano.

—Dije que yo pagaba la cita.

Él asintió lentamente.

—La próxima vez la pago yo.

—¿Próxima vez? —Abrí mucho los ojos.

—No me gusta sentir que te debo algo.

—No me debes nada, idiota, yo me ofrecí.

—Y ahora me estoy ofreciendo yo.

—Lo que quieras, tonto —cedí, sonrojándome.

Debía admitir que otra cita con Airelle no sonaba tan mal, sobre todo si iba como esta.

—¿Solo quieres el gato? —inquirió como si no fuera nada.

Asentí.

El dependiente mostró una sonrisa de suficiencia disimulada, lo que me molestó un poco. Era obvio que el juego estaba trucado, aunque no significaba que fuese imposible de ganar.

Los globos apenas sobresalían de los huecos en los que estaban metidos, por lo que, para explotarlos había que tener mucha puntería.

Airy tiró el primer dardo, dándole a uno de los globos centrales y más fáciles de apuntar. Luego le siguió el que estaba al lado. Cerré los ojos cuando lanzó el tercero, decepcionado por no escuchar la explosión.

Sin embargo, me lo esperaba.

Abrí los ojos y le acaricié el brazo a Airy.

—La próxima vez será —lo consolé, a lo que él frunció el ceño.

—¿Acaso quieres otro?

—¿Qué? ¿De qué hablas...? —Miré al panel, viendo que había tres huecos vacíos.

Abrí la boca, impresionado.

—Espera, ¿pensabas que había perdido? —Fingió ofenderse.

—¡Es que el juego está obviamente trucado! ¿Cómo lo has conseguido?

—Eso, ¿cómo lo has conseguido? —me imitó el dependiente.

—He practicado muchos deportes en donde se necesitaba tener una puntería impecable. —Se encogió de hombros—. Tengo una agudeza visual superior al promedio.

—Ah, y lo dices como si nada.

—¿Es algo de lo que deba estar presumiendo?

Me relamí los labios.

—Nunca te entenderé.

—No tienes que hacerlo.

—Olvídalo —suspiré—. Si puedes ganar, quiero también a la llama gigante —sonreí con inocencia, sacando otro billete.

Él sonrió.

—Vale.

Cuando por fin nos entregaron los premios, el señor lo hizo refunfuñando. No parecía hacerle gracia que nos hubiéramos llevado dos de los premios más grandes de su caseta.

No me importó mucho pues, técnicamente, había admitido que estaba trucado por la reacción que había tenido. Mientras yo abrazaba al gato gigante, Airy sujetó la llama.

—Estoy feliz, por fin tengo un peluche.

—¿No tienes más en tu casa?

—No es lo mismo comprar uno que ganarlo en la feria. —Hice un puchero.

—Ah, bueno —rió por lo bajo—. Pues me alegra, supongo.

—Sí, muchas gracias, Airelle. ¿Puedo abrazarte? —Lo abracé cuando me dio el visto bueno, alegre—. Y tú, ¿quieres algo a cambio?

—No necesito nada. —Sin embargo, sus tripas rugieron.

—Pero sí comer. —Le ofrecí mi mano, la cual no dudó en agarrar, y lo guie a la zona en donde se hallaban todos los puestos de comida—. Puedes escoger el que quieras, de todas formas, pago yo.

—¿Seguro?

Asentí.

—Lo que quieras.

De todo lo que pudo elegir, Airy se fue por lo más sencillo: una hamburguesa y una botella de agua. Yo en cambio, compré un gofre con chocolate.

Nos sentamos juntos en el suelo, junto a muchas otras personas más, pues no quedaban ni mesas ni bancos libres.

Airy se quitó la sudadera y la puso debajo de mí.

—Puedes sentarte aquí.

Fruncí el ceño.

—¿Tú siendo tan caballeroso? Es extraño.

—Tu ropa no se ve precisamente barata, Ren —señaló.

Me miré a mí mismo, recordando que llevaba ropa de marca. No estaba acostumbrado a hacerlo, pero había pensado que era buena idea arreglarme para la ocasión.

—No la he comprado yo. Me la han regalado.

—Bueno, pero mi sudadera ya está sucia.

—Airy —le reproché.

—Siéntate encima, anda.

Hice una mueca de desagrado, pero obedecí.

—Lilian viene a por nosotros ahora. Dice que me mandará un mensaje —informé.

—Qué bien —murmuró.

—¿Te cae mal?

—No, pero yo a ella sí.

—No te voy a mentir, pero sí. —Agaché la cabeza, dándole un gran bocado a mi gofre.

—Tranquilo, no hacía falta que me lo dijeras para que lo supiera. —Esbozó media sonrisa antes de ofrecerme una servilleta.

—¿Para qué...?

Él se señaló la mejilla derecha, pero no tenía nada.

—Tu mejilla —indicó.

Agarró la servilleta que me había dado y me limpió él.

Sentí mis mejillas y orejas arder de la vergüenza.

—Ups —musité, a lo que él soltó una carcajada genuina—. No te burles de mí, Airelle.

—No sé de qué hablas —rió con más fuerza.

—Airelle, idiota. —Le lancé el peluche de gato, el cual agarró antes de que le diera.

Me sonrojé aún más, desviando la mirada.

Idiota, definitivamente, él era un idiota.

—Vas a necesitar más que un peluche de gato para hacerme daño.

—Te odio —declaré.

—No te lo crees ni tú.

—Aléjate de mí. —Me crucé de brazos.

—No quiero.

¿Por qué estaba haciendo tanto calor en pleno octubre?

Le di otro bocado a mi gofre, enfurruñado.

—Que sepas que, estás desinvitado a mi cumpleaños.

—Ah, ¿en serio? —sonrió burlonamente.

—No, mentira. Quiero mi regalo de cumpleaños, así que tienes que venir.

—Auch, el interés.

—Al menos lo admito —repetí su propia frase.

Él carcajeó.

Sentí los latidos de mi corazón agitarse.

¿Por qué?

Mi vientre también cosquilleó.

—¿Quieres? —Me ofreció de su hamburguesa.

—Es tuya.

—¿Y? ¿Por algo te estoy ofreciendo?

Asentí lentamente, dándole un bocado y devolviéndosela. Entonces, también le ofrecí de mi gofre, pero a diferencia de mí, él no lo tomó y lo mordió directamente desde mi mano.

—Está rico —murmuré.

—El gofre también —dijo él.

Poco después, ambos nos acabamos nuestra comida y nos quedamos en silencio.

Con Airy apenas tenía temas de conversación si no eran de él molestándome o similares. Me había dado cuenta de que apenas lo conocía y que nunca contaba nada de él, aparte de esas bromas de mal gusto que hacía.

—¿Qué tal Mya? —intenté romper el hielo.

—Debe estar con su novio viendo películas con la manta encima —contestó casualmente.

—Ah, eso es bueno.

—Supongo.

—¿Y tú qué harás cuando llegues a casa?

Él dejó de observar el cielo y me miró directamente a mí.

—¿Dormir?

Me sonrojé de nuevo. ¿Podía dejar de avergonzarme a mí mismo de una forma tan penosa? Gracias.

Siempre parecía perder la lógica a su lado.

—Bueno, qué sé yo, quizá te pondrías a componer o algo así.

—No compongo en casa —rió.

—¿Y eso?

—No me gusta hacerlo.

—¿Por qué?

—No me gusta que me escuchen componer.

Abracé mis piernas contra mi pecho.

—Pero siempre me dejas escucharte cuando voy al estudio.

—Es distinto —aclaró.

—¿Por qué?

—No lo sé.

—Nunca sabes nada —resoplé.

—Esa es la gracia de vivir.

—No comencemos con cosas filosóficas.

Él sonrió.

—Contigo las cosas siempre son distintas —confesó al fin.

—Ah, ¿sí?

—¿Sabes que pensaba que eras un amargado, ingenuo y falso?

Abrí la boca.

—¿Auch?

—Ya me he dado cuenta de que no es verdad, tranquilo.

—Eso no quita que me duela. —Me puse la mano contra el pecho, fingiendo estar dolido.

—Perdón —carcajeó—. Al final, eres un buen amigo y buena compañía.

—¿Al fin me consideras un amigo?

—Supongo, ¿tú no?

—Yo sí. —Le saqué la lengua.

—Me alegro —dijo con honestidad. No supe qué responder—. Tienes algo.

Acercó su mano a mi cuello; el roce de su piel contra la mía se sintió electrificante.

Se inclinó ligeramente mientras jugueteaba con un mechón de mi cabello y, cuando pensé que me iba a besar, se alejó repentinamente con una hoja de un árbol en la mano.

Hace frío.

Tosí, avergonzado. Mi cara debía estar roja de nuevo.

Agradecí a Lilian cuando me salvó de tener que decir algo al respecto porque mi teléfono sonó.

—Gracias —mascullé—. Al parecer nos tenemos que ir.

Me levanté torpemente.

Airy asintió, recogiendo su sudadera y los envoltorios que habíamos estado usando, tirándolos a las papeleras de reciclaje.

Agitó la prenda antes de ponérsela de nuevo.

—Te sigo.

Caminamos en silencio, teniendo a Joshua detrás de nosotros. De la nada, me sentía más consciente de nuestro alrededor, con toda la gente que iba y venía, susurrando entre sí.

Era cierto. Esta no era una cita normal, no, solo estábamos aparentando.

Me mordí el labio hasta que nos encontramos a Lilian, quien nos estaba esperando en un lugar poco alejado de la entrada principal de la feria.

Me senté de nuevo junto a Airy, abrazando con fuerza a mi peluche de gatito. Entre los dos, se encontraba la llama.

—¿Qué tal? —preguntó ella.

—Nos lo hemos pasado bien.

—Me alegra —sonrió, arrancando el coche.

Pidió la dirección de la casa de Airy, mostrando un claro desinterés. No tardamos mucho en llegar.

—Buenas noches —musité.

—Buenas noches. —Él esbozó media sonrisa—. Ha sido una agradable velada.

—Lo mismo digo.

—Nos vemos mañana en el rodaje.

—Nos vemos. —Asentí.

Dudé, pero antes de que se bajara, me apoyé sobre los asientos, inclinándome hacia él para dejar un beso en su mejilla.

Él se relamió los labios.

—¿Y eso?

—¿Un premio? —respondí con duda.

Soltó una carcajada.

—Hasta luego, Ren-Ren.

—Hasta luego, Airelle.

Lilian y Joshua se miraron entre los dos, compartiendo una mirada que no pude descifrar. No dijeron nada y me llevaron a casa.

Me despedí y entré a mi apartamento, dejando los peluches sobre mi cama. Me tumbé, cubriéndome la cara.

¿Qué está pasando contigo, Airelle?

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Actualicé :D, en realidad me lo pidieron y programé el capítulo. Espero que os guste.

Sinceramente, necesitaba algo feliz entre estos dos, porque el capítulo anterior ya me destrozó lo suficiente. Los siguientes dos o tres capítulos también son felices c:

Y bueno, nuestro Ren-Ren bien inocente sin poder decir qué es lo que pasa asldhjasld. (Este slow-burn se me está yendo de las manos. Att: alguien que ya ha escrito los siguientes capítulos).

Además, ya sabréis que cuando pasa algo feliz en mis novelas, a menos que sea el final, le sigue algo triste, ¿no? Os aviso desde ya para que os dé tiempo a mentalizaros.

También para aclarar dudas, el capítulo anterior fue como un flashback de Airy con el que está justo soñando en este capítulo. Si habéis leído otras de mis novelas, ya sabéis que me encanta, no solo mezclar universos, sino conectar capítulos y ciertas escenas entre sí.

Ahora me da mucha pena Airy porque le cae mal a todo el mundo que rodea a Ren KJHSDKJA, aunque en otros lugares lo amen. No os preocupéis, es mi niño favorito, bueno, son mis niños favoritos, así que tocó mimarlos cuando finalice el drama. Por cierto, aquí comienza otro arco de la novela. Casi todos acaban al mismo tiempo, aunque empiecen en distintos momentos.

Eso sería todo, viva la felicidad, viva el amor, viva ¿Rairy o Airen? 

Yo debería estar estudiando y ando actualizando, no puede ser.

Besitos de media mañana.

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