Capítulo 34: La perfidia temporal.

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❝ We'll never get free; lamb to the slaughter. What you gon' do when there's blood in the water? The price of your greed is your son and your daughter ❞

Airy.

Ver el amanecer en la playa o cerca del mar siempre había sonado bonito, incluso para mí, cuando nunca me había gustado la naturaleza, o el mundo. El ambiente se había transformado por completo. El viento parecía haber cambiado de dirección y las lágrimas habían humedecido mis mejillas, pero no me sentía miserable como de costumbre.

Era extraño, confuso, raro e inquietante, sin embargo, en ningún momento volvió a ser aterrador; ni la incertidumbre ni el futuro.

Sacudí mis pantalones y sudadera, llenos de tierra, hojas secas y pétalos marchitos arrastrados por la brisa.

—Eres un completo cabrón, Nissiro Walsh —suspiré, dejando escapar una risa irónica—. Feliz cumpleaños para mí, ¿no?

A partir de ese momento, mi vida seguiría adelante sin él y no tenía por qué ser algo malo.

—Te he echado de menos con todo lo que quedaba de mí, de lo que era. —Me agaché, apoyando mi frente contra la lápida—. Aun muerto, odio que siempre tengas la razón.

El corazón dejó de pesarme tanto, dejó de arrastrarme hacia el abismo. Solo me quedaba irme de verdad y deshacerme de la culpa que me había atrapado por tantos años. Lo que tiempo atrás se sentía como una misión imposible era en realidad una reja oxidada abierta de par en par y unas cadenas invisibles que yo mismo me había inventado.

—Nos vemos, Niss.

Solo fue necesario un paso y una mirada hacia atrás.

Al volver a mi apartamento, rebusqué en las esquinas más abandonadas de mi habitación hasta encontrar una caja llena de polvo en el fondo de mi armario. La contemplé en silencio antes de agarrarla y llevármela al edificio de Blish Records, sin abrirla.

—Hombre, Airy —me saludó Caleb—. Te ves...

—¿Como si me hubiera muerto y hubiera revivido en un mismo día?

—No lo hubiera dicho de esa forma, pero sí. Más o menos, ¿has estado asaltando tumbas o algo? —bromeó.

—Casi, pero no. —Me encogí de hombros—. He pasado la noche en un cementerio.

—¿Qué?

—Haciendo rituales satánicos, ya sabes, mis hobbies habituales. —El sarcasmo era notorio en cada palabra que salía de mi boca.

—¿Cómo que has pasado la noche en un cementerio, Airy? —Se sujetó el puente de la nariz—. Mira, olvídalo. ¿Me tengo que preocupar? ¿Llevas algo en esa polvorienta caja que necesite de mí para ocultar un crimen?

—Para tu fortuna, no he cometido ningún crimen. Estaba ordenando algunas cosas en casa.

—Ah, es bueno saberlo. —Me miró de arriba hacia abajo—. Eso explica por qué estás lleno de polvo.

Acto seguido, me ayudó a sacudir lo que había quedado pegado en mi ropa.

—Pareces desilusionado por el hecho de que no hubiera asaltado ningún cadáver —Ladeé la cabeza y cambié el peso de mi cuerpo de una pierna a la otra.

—Airy... —pronunció con un tono de regaño.

—Ya paro.

—Olvídalo, haz lo que quieras, solo porque hoy es tu cumpleaños.

—¿Te has acordado? Sorprendente.

—¿Tú has visto esa montaña de regalos? —Me miró con incredulidad—. Son todos para ti.

—¿Para mí? —Me acerqué, impresionado por la altura y tamaño de la torre.

—También te han llegado muchas cartas de apoyo. —Se cruzó de brazos—. No se ha confirmado quién era la persona a la que le había dado una sobredosis, pero viendo tu inactividad en las redes sociales, el descanso del grupo y muchas más cosas, han supuesto que eras tú.

—¿Soy trending topic otra vez?

—Esta vez por una buena cosa —afirmó—. Todos te están felicitando.

—Oh.

—Estaría bien que respondieras, digo.

—Vale, lo haré, gracias.

—Felicidades —murmuró finalmente, tendiéndome una pequeña cajita—. Tu regalo de cumpleaños.

—¿De quién?

—De mi madre —ironizó—. Pues mío, idiota.

—Ah, muchas gracias. —Agaché la cabeza.

—No es nada. Vete al estudio y cuídate, ¿vale?

—Sí, Caleb.

—Por cierto, ya te he mandado lo que me has pedido.

—Gracias.

—Deja de agradecer tanto, niñato. —Aprovechó para revolver mi cabello—. La gente te aprecia, Airy, y yo también. Todos en el grupo. Nunca pienses lo contrario.

Y entonces, se alejó. Una sonrisa se extendió por mis labios y grité:

—¡Incluso tú puedes sonar épico!

Me sacó el dedo del medio antes de desaparecer de mi vista, haciéndome reír.

Obedecí a su pedido y me dirigí con calma al estudio, ignorando las miradas inquisitivas y los cuchicheos. Abrí la puerta, sin haber distinguido el típico clic que hacía cuando estaba cerrada, lo que significaba que había gente dentro.

—¡Feliz cumpleaños, Airy! —exclamaron las dos personas al mismo tiempo.

Cerré los ojos instantáneamente al escuchar una pistola de confeti.

—Feliz cumpleaños a mí —repetí con muy poco entusiasmo.

—Pero serás... —resopló Ren, acercándose para darme un golpe en el hombro.

—¿Auch? ¿Eso debería haberme dolido?

—Eres la persona más insulsa, más apática y más aburrida del mundo —se quejó Nick—. Ya podrías fingir sorpresa.

—Ah, sí, perdona. ¿Vuelvo a entrar? —pregunté, burlón.

—Das asco. —Me mostró el dedo del medio, haciéndome reír—. Por una vez que nos esforzamos en hacer algo...

—Era broma. Gracias —sonreí genuinamente—. Es una agradable sorpresa.

—Ugh, ¿quién eres y qué has hecho con mi Airy? —cuestionó el rubio, echándose hacia atrás atemorizado.

—Soy Airelle y Airy está enterrado en el cementerio de Solaris —respondí con ironía, aunque en parte, era cierto.

—No debería haber preguntado —farfulló—. Y bien, ¿para cuándo la invitación para tu fiesta de cumpleaños? —Apoyó su brazo sobre mi hombro, o lo intentó, porque era un poco más bajo que yo.

—¿Qué fiesta? Yo no celebro mi cumpleaños. —Lo miré con confusión.

Soltó un grito desgarrador para mostrar lo muy ofendido que estaba.

—¿¡Cómo no vas a celebrar tu cumpleaños!?

—Nunca he tenido amigos con los que celebrarlo. —Me encogí de hombros.

—¿¡Perdona!? ¿¡Nos estás negando, Airelle Andrew Hilliard!? —Posó una mano en su pecho y otra sobre su frente, dejándose caer en los brazos de Ren, quien apenas pudo sostenerlo y mantener el equilibrio.

No fue desagradable escuchar mi nombre completo en boca de otra persona que no fuera Ren, o Mya.

—No sé a qué te refieres.

—¡A esto! —Nos señaló a ambos—. A nuestra amistad. Ah, no, espera, ¡como no tienes amigos! —Se cruzó de brazos.

Amigos.

—Nick...

—No, no, ya lo he entendido.

—Eres un dramático.

—Y así me amas. —Se abalanzó sobre mí—. ¡Tienes que celebrar tu cumpleaños!

—Nicky, basta. —Ren soltó una carcajada—. No puedes obligarlo.

—¿Cómo que no? ¿Me estás retando? —El rubio se relamió los labios para mostrar una sonrisa llena de malicia segundos más tarde—. Yo ofrezco la casa y puedo invitar a unas cuantas personas.

—Lo dices como si todos estuvieran libres un lunes por la noche. —Negué con la cabeza.

—Ay, Airy. Qué ingenuo eres. Los únicos adictos al trabajo que conozco sois tú y Ren. El resto siempre intentamos escaparnos el máximo tiempo posible del trabajo. —Chasqueó la lengua repetidas veces, mostrando desaprobación—. Que, por cierto, Ren tiene aún más contactos que yo, así que...

—Está bien, solo por esta vez —cedió el teñido.

—Ay, sí, solo porque es Airy. —Nick agudizó la voz para molestar a Ren, a pesar de que ni siquiera llegó a acercarse a su tono.

—Que te den.

—¿Me vas a hacer responderte? —carcajeó el rubio.

—¿Puedo saber qué ocurre? —Fruncí el entrecejo.

—Nicky ya sabe lo que tenemos —reveló Ren.

—Ah. —Asentí lentamente, procesando la información—. ¿Ah? ¿Cómo que lo sabe?

—Tal vez se lo haya contado —masculló con un hilo de voz, escondiéndose tras Nick.

—Ah.

—Bueno, que eso no es importante. —El mencionado cambió de tema—. A nadie le interesa que estéis follando, yo solo quiero fiesta.

—Así que, revelando tus verdaderas intenciones. —Una sonrisa se extendió por mis labios.

Ni siquiera me sentí molesto. Una agradable sensación nació en mi pecho, como si todo fuese real; el tener amigos, el derecho a ser feliz, el poder ser yo de nuevo.

—Oye, no. El primer objetivo es alegrar a mi amigo, que haya intenciones secundarias de disfrutar y librarse del trabajo es solo una ventaja más. —Elevó el mentón con orgullo.

—Haz lo que quieras, Nick.

—¿Seguro? —Saltó de la emoción—. Ni siquiera sé para qué pregunto porque ya no te dejo negarte.

—Ah, qué bonito el detalle de la libertad de elección.

—Aish, cállate. —Sacó su teléfono y comenzó a teclear con una rapidez impresionante—. Bien, Airy, lleva el mejor traje que tengas porque esta noche tienes que salir bien en todas las fotos.

—Solo tengo uno.

—Bueno, pero todo te queda bien, hijo de puta. ¿Sabes? Vente a mi casa, te dejo ropa para que no vayas —me miró de arriba hacia abajo— como un vagabundo.

—Auch.

—O sea, no digo que te quede mal, pero es una fiesta, ¿entiendes? Tu fiesta de cumpleaños.

—Supongo.

—¡Me alegra que lo hayas entendido, porque cuando termine el horario de trabajo, te voy a secuestrar! —exclamó mientras salía por la puerta y la cerraba con fuerza.

Me giré para mirar a Ren, quien solo se encogió de hombros.

—Bienvenido a mi mundo —rió.

—Pensé que me había acostumbrado a su hiperactividad tras el rodaje, pero siempre sale con cosas nuevas.

—Le encantan los cumpleaños —señaló el teñido.

—Sí, creo que lo he notado...

—Bueno, ¡felicidades, mi pelinegro favorito! —Ren se tiró sobre mí, abrazándome por el cuello—. Te he echado de menos.

—Nos vimos hace unos días —mascullé contra sus labios.

Yo también lo había echado de menos. Mucho.

—Me da igual. Me encantaría poder quedarme contigo para celebrar tu cumpleaños a solas, pero tengo trabajo. —Abultó su labio inferior.

—Da igual.

—¡No da igual! —Hundió su rostro en mi pecho—. Te prometo que te buscaré cuando tenga tiempo libre.

—Vale. —Esbocé una sonrisa—. De todas formas, me voy a quedar en el estudio hasta que Nick me secuestre.

—¿Tienes algo que hacer? ¿No habíais pospuesto el día para la publicación del nuevo disco?

—Sí, no es nada, solo algo personal.

—¿Puedo saber o mejor no pregunto?

—Pregunta.

—¿Qué es?

—Una canción. Quiero subirla hoy.

—¿Y eso? Pensaba que eras el típico que odia su cumpleaños por su trágico y oscuro pasado —bromeó, agravando su voz para mofarse.

—Oye, no. Ya no. No lo odio tanto, pero no me emociona tampoco.

—Y aun así vas a subir una canción —me acusó.

—Ren.

—En realidad, qué egocéntrico. Seguro que la canción es para alabarte a ti mismo —indicó con burla.

Solté una carcajada.

—Es para Niss la canción —declaré.

—Oh. Pensaba que no escribías canciones dedicadas a nadie.

—No dedico canciones a personas vivas —le corregí.

—Oh, ¿y es una especie de regalo de cumpleaños? —Entrelazó nuestras manos, agachando su cabeza para después elevarla de nuevo y dejar un beso en mi mentón.

—Ren.

—¿Sí?

—Es el aniversario de su muerte.

La expresión de Ren fue digna de película. La culpa y el arrepentimiento inundaron cada parte de su rostro mientras se sonrojaba.

—Y-yo... Oh, Dios. Lo siento. No sabía. No m-me refería... —balbuceó, seguido de una risa nerviosa—. Ya sabes... Ehm...

—Da igual, Ren. Me estaba metiendo contigo.

Él suspiró de alivio.

—Entonces, ¿no es su aniversario?

—Ah, no, sí que lo es, solo que no importa tanto.

—¡Airy!

—¿Qué? —carcajeé.

—Idiota... Debe ser horrible que tu mejor amigo muriera el día de tu cumpleaños.

—Bueno, unos días son mejores que otros —musité—, pero lo llevo bien.

El tono de llamada de Ren interrumpió su respuesta, obligándolo a irse repentinamente, no sin antes volver a besarme.

—Te compensaré lo de antes, lo prometo —aseguró—. Pasa un buen cumpleaños mientras.

—Hasta luego, Ren-Ren.

—Hasta luego, Airelle.

Y cuando se fue, inspiré profundamente. Había echado de menos el olor del estudio. No sabía cómo describirlo, pero era como el aroma de que nacía de la lavanda al florecer. O tal vez, solo era mi mente y yo alucinando. En ese punto, para mí todo tenía cierto punto de realidad. Hasta había soñado con el alma de Niss, ¿había algo más loco que eso?

Agarré mi portátil de trabajo, muerto en su totalidad por el largo tiempo en el que no se le había dado uso alguno.

Entré a mi cuenta en el momento en el que se encendió, encontrándome el correo que Caleb había dicho que me había mandado. Adjunto a él se encontraba el audio y video que le había pedido que procesase con el equipo lo antes posible.

Me coloqué auriculares para escuchar y revisar cada detalle, llegando hasta el punto de mirar fijamente la pantalla sin pestañear los tres minutos y diecisiete segundos que duraba.

Era una grabación improvisada que había realizado con la cámara de mi teléfono, mezclada con una edición cutre que le daba una sensación de nostalgia. Entre estrofa y estrofa, había añadido videos antiguos, fotos, y trozos de otras canciones. Era una mezcla tan caótica que simplemente se podría considerar eso: un caos. Sin embargo, era una parte de mi alma. De mi corazón. De lo que quedaba de Niss. De lo que lo había sido todo para mí en algún momento.

Y en cualquier instante, se lo mostraría al mundo.

Inicié sesión en la cuenta del grupo, aun sabiendo que iba a acabar siendo regañado por algún director ejecutivo o el mismísimo padre de Nick por desobedecer órdenes, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr.

—¿Te atreves a dejarme con la palabra en la boca, Niss? Porque sabes que no me dejaría nunca —sonreí con suficiencia antes de darle al botón: Programar subida hoy a las 23:17.

Volví a contemplar la pantalla, satisfecho.

—Aquí se acaba —susurré, aguantándome las ganas de llorar.

—Debe ser una broma —se quejó Ren cuando la ruleta volvió a indicar que le tocaba beber.

—Tienes tan mala suerte que hasta llego a sentirme mal —se burló Nick.

—Te odio —declaró el teñido—. Si vomito, que sepas que me aseguraré de hacerlo en tu mejor jarrón, de hecho, en la mejor alfombra que tengas. —Le sacó la lengua antes de tomarse el shot.

—Eres un llorón. Airy lleva media botella y no he escuchado queja alguna.

—¡Airy podría tomarse la caja de seis botellas y ser el único en pie al final de la noche! —exclamó Ren.

—No le creas. —Esbocé media sonrisa—. Mi aguante se ha ido a la mierda después de los meses en rehabilitación.

De alguna manera, el rubio realmente había logrado organizar una fiesta en apenas unas horas. No era muy grande ni había demasiados invitados, pero sí era bulliciosa. En el sofá nos reunimos algunos, mientras que muchos otros se repartieron por toda la casa y jardín.

—Oh, vaya, ¿y ahora de cuánto es? —preguntó con fingida pena.

—¿Tal vez solo una botella de vodka? —Me encogí de hombros.

—No vaya a ser demasiado poco —se mofó Nick.

—¡Pero si yo me tomo dos taponcitos de nada y ya caigo! —bufó Sammy, la amiga de mi teñido.

—¡Emborrachemos a Airy! —chilló Maxwell, ya ebrio.

—La última vez, tardamos toda la jodida fiesta para que se sintiera "mareado" —gruñó Ren.

—No utilizasteis bien vuestras técnicas —señalé—. Pudisteis acabar conmigo mucho antes.

—Guau, guau, guau, ¿por qué parece que estáis hablando de asesinar a alguien? —se acopló Cole, el mejor amigo de Nick.

—Hablábamos de nuestro aguante con el alcohol —explicó Max, tirándose a sus piernas—. Hola.

—Entonces tú no debes haber sido un participante activo de la conversación. Hola, Maxie.

—Deja de llamarme así, no soy un perro.

—Nunca dije que lo fueras.

Me incliné ligeramente hacia Ren.

—¿De casualidad esos dos...?

—Sí —afirmó sin dejar que terminase mi pregunta.

—¿Por qué todos están liados con todos? —cuestioné al aire.

—Y te sorprenderás —carcajeó Nick—. No creo que seas el indicado para hablar, Airy.

—¡Ey, ey! Yo era puro y casto hasta que llegó Ren. —Me crucé de brazos.

El mencionado se giró para verme, escéptico.

—Vaya, así que de verdad estabais liados —tosió Cole, siendo el único realmente sorprendido por mi declaración.

—Lo dices como si lo hubiéramos intentado ocultar —bostecé.

—¡Pero si nadie lo sabía porque estabais con vuestros secretismos! —gritó Sammy.

—De hecho, si me lo hubierais preguntado directamente, os lo habría dicho —indiqué con orgullo—. Nunca miento.

—Oh, ya. Bueno, señor verdad, la ruleta dice que bebas o beses al que está a tu derecha —soltó Nick con una expresión irónica, pero esta cambió al percatarse de que él iba a ser la víctima—. Oh, mierda.

—¿Y bien? —inquirí esta vez yo, con la voz plagada de sarcasmo.

—No sería la primera vez.

—¿Eso es un sí o un no? Debes ser claro, Nicky, yo hoy quiero fiesta. —Sammy alzó una ceja.

—Si Airy quiere... —sonrió provocativamente.

Y aunque sabía que iba de broma, simplemente tiré de su camisa y junté nuestros labios. Ren dejó escapar un grito ahogado, al igual que Max. Al separarme, pude ver que el primero estaba grabando.

—Guau —Nick rió—. Esto se está descontrolando.

—Solo ha sido un beso, Nicky. Hasta hemos compartido cama, desnudos. —Todo el alcohol que había inundado mi sangre, comenzaba a hacer efecto.

—Yo quiero contexto de eso. —Max frunció el ceño.

—Fue para varias escenas de la película —expliqué—. Quién me diría que era un libro de poliamor.

—¡Te dejé el libro para que te lo leyeras! —me reprochó Ren.

—Es que me dio pereza; eran muchas páginas.

Recibí un golpe de broma que me hizo carcajear.

—Creo que me siento mal —indicó de la nada Max.

—Mierda, al baño antes de que nos vomite a todos encima. —Sammy se levantó para llevar a su hermano y Cole la ayudó, dejándonos a solas.

—Parece que solo hemos quedado nosotros. —Nick asintió lentamente—. ¿Queréis que nos acabemos la botella?

—Pero si sigue casi entera —murmuró Ren.

—Esa es la gracia.

—Borracho —mascullé yo—. Me apunto.

—Vosotros dos estáis locos —declaró el teñido.

—Ren, venga, únete —le pidió el rubio.

—Ni de broma.

—Hazlo por mí, Ren-Ren —me uní, tomándolo por la cintura y tirando de él para acercarlo a mí.

—Si crees que vas a lograrlo solo por hacer un puchero y ponerme esos ojos, estás equivocado. —Apartó la mirada.

—¿Por favor? —insistí, tomándolo del mentón para que me viera.

—Dios, Airy, no me hagas esto. Sabes que no me puedo resistir.

—Esa es la intención —reí.

—Bien —cedió.

—Menos mal, porque si tenía que seguir viéndoos coquetear de esa forma, yo iba a ser el siguiente que se iba directo al baño a vomitar —gimoteó de forma dramática Nick.

—Exagerado. —Le lancé una patada, haciéndolo carcajear con fuerza.

—Bueno, entonces, allá vamos. Nosotros podemos —nos animó antes de colocar los vasos y rellenarlos en cada ronda.

Después de unas cuatro repeticiones, nos habíamos terminado todo el vodka.

—Dios, he dejado de sentir mi garganta hace rato —se quejó Ren.

—¿De qué hablas? Si sabe genial —me mofé—. Qué rico el sabor.

Su expresión de disgusto me hizo reír.

—Sigue con esas bromas y esto va a acabar mal al final de la noche —balbuceó, arrastrando las palabras—. Oh... no, mi lengua.

—Vaya, Ren ya ha caído. Pobre. —Nick se tumbó en el sofá.

—Mira quién lo dice. —Lo contemplé, con ambas cejas alzadas.

—Shh, solo estoy descansando mi cuerpo un rato.

—Ya.

—Es para que podáis hacer vuestras cosas de pareja. —Se giró, hundiendo su cara contra uno de los cojines.

—¿Pareja? ¡Airy ni siquiera me lo ha pedido! —lloriqueó de la nada Ren.

—Oh, ¿pedirte qué? —pregunté, aguantando la risa.

—Que sea tu novio. —Hizo un puchero.

—¿Quieres que haga eso? No sabía que eras ese tipo de persona. —Tiré de él para que se sentara sobre mis piernas.

—Ya te dije que soy una persona romántica.

—Y tanto. —Acaricié su mejilla con mi mano derecha.

—¿Por qué sigues cubriéndote los tatuajes? ¿Por qué no me los enseñas? —Empezó a llorar, habiendo cambiado de tema—. Es porque tienes a otro, ¿verdad?

—¿A otro?

—Seguro que ahora que pasas tanto tiempo con Char, ya ni siquiera me ves a mí. —Sorbió su nariz.

—¿Estás celoso, Ren-Ren?

—¡Pues claro que sí! Ni siquiera puedo estar a tu lado porque tengo tanto trabajo que podría morir. —Escondió su rostro en mi cuello—. Y tú compartiendo el mismo espacio con Char todo el día.

—Para tu información, no he estado mucho en el estudio desde la pelea con Mya.

—Pero...

—¿Pero?

—¿Y por qué no me quieres enseñar los tatuajes?

—No me lo has pedido.

—¡Te lo estoy pidiendo ahora! —Recobró la compostura, desabrochando los primeros botones de mi camisa con sus manos.

—¿Acaso quieres que me desnude ahora, delante de todo el mundo? —insinué provocativamente—. Qué pervertido.

—¿Eh? —Miró a su alrededor, notando por primera vez a todas las otras personas que se encontraban en la fiesta, aunque muchas de ellas estaban a lo suyo. Ren se sonrojó—. Podemos ir a una habitación.

—Eso es peligroso.

—¿A la piscina? —propuso ingenuamente.

—Allí sí podemos ir —contesté con malicia.

—Bien, pues vamos.

Me levanté con Ren en brazos. Él soltó un gritito mientras rodeaba mi cintura con sus piernas y mi cuello con sus brazos.

—Sí, vamos.

—¡Airy, suéltame!

—No quiero. —Sujeté sus muslos con mis manos y les di un ligero apretón.

—Creo que ya sé qué va a pasar —dijo Nick, tumbándose correctamente.

—¿Qué va a pasar? —cuestionó Ren, asustado.

—No sé, depende de Airy. —El rubio dejó escapar una risa floja—. Ha merecido la pena aguantar vuestras incómodas interacciones.

Se puso de pie de un salto.

—Nadie te ha obligado a escuchar. —Le saqué la lengua.

—Me he obligado yo mismo, pero da igual. Os acompaño.

Accedí, encogiéndome de hombros y caminé en dirección a la piscina, aún con Ren pidiéndome que lo dejara en el suelo.

—¡Airy! En serio, suéltame ya —ordenó.

—Va a ser un placer hacerlo.

Mientras hacía el ademán de bajarlo, aproveché el momento en el que dejó de agarrarme para tirarlo directamente al agua.

—¡Airelle! —chilló tan alto que llamó la atención de todos en el jardín.

—Pobrecito —suspiró Nick, con el móvil en la mano, apuntando a Ren.

—¡Dios, Airelle, te voy a arrancar cada extremidad lenta y dolorosamente! —gritó al salir a la superficie.

Anduvo en mi dirección y, en respuesta, yo comencé a caminar hacia atrás, riéndome con fuerza.

—¿De verdad crees que puedes hacer eso, Ren-Ren?

—¡Y más que eso! —exclamó.

—Adelante. Si eres tú, no me voy a negar.

Aún podía vislumbrar cómo la cámara del teléfono de Nick nos seguía. Una de dos, o esto quedaba solo como una bonita y divertida anécdota grabada o cada uno de nuestros representantes nos iba a destrozar por todos los videos de la noche.

El teñido dejaba un rastro de gotas de agua por donde pasaba. Su ropa estaba totalmente empapada y comenzó a transparentarse parte de su piel. Dejó salir una carcajada seca.

—¡Te lo puedo permitir una vez, pero no dos! —Me atrapó por la corbata de mi traje y tiró de mí.

Yo aproveché para pegarme a su cuerpo, entre risas.

—¿Ya pasó una primera vez? —sonreí, haciéndome el tonto.

—Sigue riéndote y también te voy a arrancar la lengua —me amenazó.

—Dejaría de hacerlo, pero con ese aspecto no te puedo tomar en serio. —Sujeté su rostro con mis dedos y lo elevé por el mentón.

—Si os vais a besar, hacedlo ahora porque me estoy quedando sin batería —nos avisó Nick.

Ren le mostró el dedo del medio y de verdad me besó, causando mi risa.

Un "oh" en coro resonó por el patio y Ren se tambaleó al separarse. Lo sujeté por la cintura, aguantándome las ganas de burlarme porque eso lo iba a molestar aún más de lo que ya estaba.

—¿Esto es lo que hacéis cuando no estamos? —cuestionó Sammy.

—No sé de qué hablas. —Ren se aferró a mi camisa.

—¿Quién lo ha emborrachado? —nos interrogó Maxwell, sujeto a Cole y con un aspecto enfermizo.

—Yo no. —Miré de reojo a Nick.

—¡No me vendas, Airelle! —espetó el rubio.

—Te has delatado solo —silbó su mejor amigo.

—¡Bien, vale, sí he sido yo! —confesó—. ¡Pero Airy también ha tenido la culpa!

—¡Oye! ¡No me eches el muerto a mí! —le reclamé.

—Sí, sí, pero no lo has detenido.

—¡Ni que fuera su padre!

—Menos mal —musitó sarcásticamente Ren contra mi ropa.

Una risa acabó por brotar de mi garganta, contagiando al resto.

—Mierda, estoy borracho —dije al aire.

—Normal, yo también. ¿Y si nos tiramos a la piscina? —propuso Nick—. No quiero dejar abandonado a mi bestie, Ren.

—Que te den —refunfuñó el susodicho.

—Estoy vestido. —Fue mi forma de negarme.

—¿Pero llevas el móvil o algo que no se pueda mojar? —inquirió.

—No, está todo en la mesa del...

No supe ni cómo, pero Nick me cargó con una facilidad que asustaba y ambos acabamos en el agua.

—Te lo mereces, Airelle —declaró Ren sacándome la lengua nada más logré llegar a la superficie.

—¡Rencoroso! —reí con fuerza, comenzando a desnudarme de cintura hacia arriba.

—Sí.

—Mierda, Airy, ¿y esos tatuajes? —Nick se apoyó en el bordillo.

—¿Uhm? —Observé mi brazo, lleno de tinta y dibujos aleatorios.

Era bonito decir que todos tenían significado, pero la verdad era que algunos me los hice solo para rellenar los huecos vacíos.

—¿Lo sabe mi padre eso? —Una sonrisa se asomó por su rostro.

—Pues aún nadie me ha amenazado con despedirme, así que creo que no. —Le resté importancia, dejando en el suelo la ropa mojada.

—¿Y qué te has hecho?

—Un poco de todo. —Me relamí los labios.

—¿Qué es un poco de todo? —Ren entrecerró los ojos, acercándose para ojear mi piel.

Extendí mi brazo para que lo examinara mejor.

—¿Es un hurón? —Agudizó su voz, emocionándose y acariciando el dibujo de Niss.

—Es Niss.

Ren soltó un chillido y siguió viendo otros. Incluso Nick se acercó con Cole, Max y Sammy.

—Definitivamente, te has convertido en todo un chico malo —ironizó el rubio—. Aspecto de drogadicto, por no decir lo que iba a decir; cabello negro, ojeras, altura, tatuajes y personalidad de mierda.

—Cabrón —carcajeé.

—¿Acaso miento?

—No.

—Oh, mierda. ¿Dejo sin vigilancia a Airy por unos días y de repente está tatuado?

Miré en dirección a la voz, encontrándome con los ojos azules de Tyler.

—¿Ty-Ty? —Me sentía extrañamente embriagado—. ¿Qué haces aquí?

—Venía a dejarte tu regalo de cumpleaños. —Se cruzó de brazos.

—¿Eres tú acaso? —Me acerqué para abrazarlo con fuerza.

—¡No! Airy, ¡me estás mojando! Apártate. —Me intentó empujar—. ¿Por qué tan cariñoso?

Hizo una mueca de disgusto.

—Borracho. —Me señalé a mí mismo.

—Por Dios. Es la primera vez que te veo tan afectado.

—¡De hecho...! —Fruncí el ceño, señalando con el dedo a mi hermano, quien estaba tras él—. ¿Tiene que ver Mya con tu regalo de cumpleaños?

Tyler abrió mucho los ojos y se volteó, viendo a mi hermano.

—Mierda, Mya, se suponía que no debías salir.

—¿Lo siento? —Este me miró con tristeza—. Ya me voy.

A la mierda todo. ¿Por qué iba a enfadarme? Nunca lo había estado. Lo único que siempre quise fue decirle la verdad a Mya, porque me había estado carcomiendo durante años. Ya lo había hecho, así que, ¿por qué seguir culpando a alguien?

—¿Os imagináis que se vuelven a pelear? —preguntó Nick, no tan alto como para que todo el mundo lo oyese ni tan bajo como para que yo no lo pudiera escuchar—. ¡Auch!

Ren lo golpeó en respuesta.

—Vete a la mierda, rubio. —Le saqué el dedo del medio antes de alcanzar a Mya y abrazarlo con fuerza—. ¡Hola, Mymi!

—¿Eh? —Me miró con sorpresa.

—No me has felicitado por mi cumpleaños —le recriminé.

—Pensaba que no querrías verme.

Mimimi, excusas. Si se te ha olvidado, solo admítelo.

—No se me ha olvidado, ¿cómo se me iba a olvidar? —Empezó a sollozar.

—Porque no me has felicitado. —Abulté mi labio inferior.

—Estás enfadado conmigo.

—¿Yo? ¿Desde cuándo? —Fruncí el ceño.

—¡Nuestra pelea...!

—Ah, no. ¿Qué pelea? Estaba enfadado porque estabas con mamá, pero ya se me ha pasado. —Me encogí de hombros, aún sin soltarlo.

—Es imposible que ya no estés enfadado.

—Tal vez estoy un poco enfadado, pero te he echado mucho de menos.

—Lo siento —lloró, quebrándose por completo—. Si yo hubiera sido un buen hermano...

—Tonterías. —Besé su frente—. Eres el mejor hermano que podría tener alguien en este jodido universo.

—Pero no sabía nada de ti, no te pregunté.

—Yo no te lo quise decir.

—Airy, lo siento tanto. —Correspondió mi abrazo.

—Deja de llorar, Mya. ¡Es mi cumpleaños!

—Lo siento. —Sorbió su nariz.

—Ya hablaremos cuando vuelvas a casa, ¿va?

—¿Aún me quieres en casa? —Se frotó las lágrimas con la tela de su camiseta.

—Siempre, pero trae a Niss contigo, por favor.

Volvió a sorber su nariz antes de soltar una carcajada.

—Vale.

—¡Uhh! ¡Viva! ¡Lo han solucionado! —celebró Nick—. ¡Viva la fiesta! ¡Os dije que los cumpleaños son la mejor cosa del mundo!

—Cállate la boca, Nicky —bufó Ren.

Todos acabamos estallando en carcajadas. No sonaba tan mal vivir sin arrepentimientos y con amigos.

—Menos mal que hemos venido todos —suspiró Tyler de alivio—. ¡Feliz cumpleaños, Airy!

Y tras Tyler, apareció el resto del grupo.

—¡Felicidades! —gritaron al unísono.

—Primero de todo, que Hass se disculpe. —Zack le dio una patada a su novio para animarlo.

Este dio un paso hacia delante y pidió perdón. Aunque lo acepté, no desaproveché la oportunidad para tirarlo a la piscina, recibiendo todo tipo de maldiciones por su parte.

El fin del mundo sonaba tan lejano a pesar de que hacía nada pensaba que estaba al borde de este, del colapso. Por primera vez, no quería que se acabara: ni la vida, ni el tiempo.

Quién me hubiera dicho que ya era demasiado tarde.

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¡FELIZ CUMPLEAÑOS TARDÍO A JULI, SARA Y A MÍ MISMA! WIII

Las tres cumplíamos en marzo, pero no pude cumplir con las fechas porque estaba bloqueada, upsi. En fin, no pasa nada.

¿Sabíais que la lavanda suele florecer en verano? Yo no, así que me parece muy curiosa la casualidad JAJAJ, pero si me preguntan, diré que todo estaba planeado.

Como dato curioso, para quienes no lo sepan, "perfidia" significa traición y deslealtad.

Perdóóóón por no actualizar por tanto tiempo. He estado muy bloqueada con este capítulo, tanto así que lo he reescrito como 3 veces para volver a la primera versión, que es la que habéis leído. Pero bueno, ya hemos superado este bache, por lo que puedo seguir escribiendo, yay. 

Cómo que solo quedan 5 capítulos de AMDV .-. El tiempo ha pasado demasiado rápido. Os juro que nunca pensé que escribiría una novela tan rápido y mucho menos tan larga. Con mucha diferencia, AMDV es mi novela más larga con más de 100k palabras y la que he escrito en el menor tiempo, unos 6 meses. Seguramente, la acabe en mayo, así que serían en total 7 meses, que sigue siendo muy poco porque en el resto de mis novelas he tardado, como mínimo, un año.

Hablando del capítulo, llegamos a la recta final, señoras y señores. Es el último drama el que ocurre antes de comenzar a resolver todos los cabos sueltos que he dejado. Comienzo este último arco y lo termino pronto wiu wiu. Supongo que mucho ya sabréis de qué trata, y si no, os dejo con la duda para que disfrutéis la emoción del momento.

Sé que acabaré con unas cuantas amenazas, pero será divertido ver vuestras reacciones JAJAJ.

Y Ren y Airy se han puesto cada vez más cariñosos wiiiiiii. Han tardado solo 30 capítulos, épico. Me hace gracia porque en ACDI tardaron solo 10.

Que, por cierto, el otro día, en el grupo de Whatsapp estuvimos hablando de la psicología del color en mis novelas, ¿os habíais dado cuenta? Casi todas mis novelas se basan en la contraposición de colores, algunas en la misma obra y otras en historias distintas. Para empezar, podemos hablar de ACDI (morado y azul) y AMDV (rojo), que podéis ver las diferencias de ambos, no solo por las estaciones en las que se basan, sino en las relaciones, el ambiente. Y esta vez, sí estaba todo pensado. Fue lindo saber que se había notado.

En fin, mucho texto, ya me callo. Espero que nos veamos pronto y no vuelva a tardar un milenio en actualizar. Besitos (esta vez sí) de media mañana.

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