Capítulo 38: La vasta oscuridad del mundo.

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❝ You have given me something that I can't live without ❞

Ren.

La muerte nunca había sido un impedimento en mi vida. Si alguien moría, debía olvidar y dejar ir. Estaba acostumbrado a lidiar con ello siempre. ¿Cómo no hacerlo cuando mi padre era un sociópata que se encargaba de matar a cualquiera que se me acercara y no le gustara?

—¡Ren! ¡Contesta nuestras preguntas! —exclamó uno de los entrevistadores de los cientos de ellos que habían invadido los alrededores del hospital.

¿Ni siquiera podían tener la empatía de pensar que había pacientes que de verdad necesitaban ir al hospital?

Aparté la mirada mientras Joshua se encargaba de todos ellos. No tenía ganas de verlos, nunca tenía, pero esa vez no estaba seguro de si sería capaz de no explotar ante estos.

Caminé por los pasillos hasta por fin llegar a la habitación que deseaba: "Habitación 711. Hilliard, Airelle Andrew". Di tres toques antes de entrar, viendo que en realidad no había nadie más que el paciente.

—Buenos días, Airy —saludé, cerrando la puerta tras entrar.

No recibí respuesta. ¿Cómo hacerlo? Él tenía tantas máquinas conectadas a su cuerpo, cada vez más delgado, cada vez más débil.

Casi siete meses habían pasado desde que estaba en coma, y todo era por mi culpa.

—La doctora ha dicho que intentarían reducir los sedantes, pero viendo cómo has reaccionado las últimas cuatro veces, van a esperar a que te estabilices —le expliqué.

Tal vez sí era cierto que los pacientes comatosos podían escuchar y sentir sus alrededores, o quizá no.

—Yo... —Mi voz tembló—. Le dieron el alta a mi padre y ya se ha celebrado el primer juicio. Si todo sale bien, volverá a estar entre rejas, aunque conociéndolo, es posible que consiga reducir su sentencia o librarse de los cargos.

»En realidad, solo venía a saludar. No me puedo quedar mucho tiempo. Estoy a tope con el trabajo y grabar dos series al mismo tiempo me está pasando factura.

Me acerqué a su inerte cuerpo y acaricié su rostro antes de apartar un mechón de cabello.

—Te ha crecido un montón el pelo —murmuré—. Cuando despiertes, tendrás que hacer una visita al peluquero.

Inspiré profundamente, mordiendo mi labio inferior.

—Nos vemos pronto, Airelle.

Dejé un beso en su frente, cerrando la puerta tras de mí al salir.

A veces me preguntaba cómo todos eran capaces de seguir sus vidas como si nada hubiera ocurrido, y por más que me carcomiera, nunca encontraba una respuesta adecuada.

—El atraso de Reminiscencia ha permitido que le dediquemos más tiempo a la posproducción de la película, pero en algún momento hay que hacer el anuncio oficial —señaló la directora—. Así que, aunque no esté todo el reparto, si el resto nos ponemos de acuerdo, tal vez podríamos...

Dejó la pregunta al aire y, a pesar de que no me mencionó directamente, supe a quién se refería. Algunas miradas inquisitivas del equipo se posaron sobre mí y, por más que intenté ignorarlos, se sintieron como pesados puñales que se clavaban en mi pecho.

—Por mí, podéis hacer lo que queráis. —Tragué saliva.

Había intentado retrasar todo lo posible la noticia, pero no lo veía viable, ya no más.

No importaba cuánto tiempo estuviera Airy atrapado en el tiempo, los demás debían seguir adelante. Y tal vez, no lo hacía solamente por él, sino que yo aún no había podido aceptar esa dura realidad de ya no tenerlo a mi lado.

—Oh, bien, bueno. Ehm, primero escribiremos el plan y os lo pasaremos por correo. Cualquier duda, por ese mismo medio podéis hacerlas.

Nick llamó mi atención con una pequeña patada y me miró con pena. Yo solo pude responder con un intento de sonrisa.

El resto de la reunión solo sirvió para que me hundiera más. Fui el primero en escapar del lugar, seguido del rubio.

—Te veo muy animado —silbó.

—Súper —repliqué desganado.

—¿Ha ocurrido algo?

Me encogí de hombros.

—Nada.

—Ren...

—La vida es una mierda.

—Vaya —suspiró—. ¿Dónde está mi Renny simpático, alegre y positivo.

—Se fue con Airy —declaré.

—Madre mía. —Abultó su labio inferior—. ¿Y volverá?

—Cuando él lo haga.

—¿Qué tal con la terapeuta? —preguntó—. ¿Vas a la cafetería?

Asentí.

—Vamos avanzando —dije escuetamente.

—Oye, Ren...

—Dice que estoy sintiendo la culpa de superviviente —lo interrumpí—, pero es estúpido porque Airy sigue vivo.

Nicky hizo una mueca de tristeza y cuánto lo odiaba por eso.

Estaba bien. No necesitaba apoyo.

Solo estaba seguro de una cosa y era que quien tenía que haber sufrido las consecuencias de la ira de mi padre era yo y no Airy. Nadie más que yo.

—Tal vez puedas escuchar un poco más a tu terapeuta, Ren.

—Ya lo hago.

—Lo sé, pero te siento un poco... No sé, ¿terco?

—¡Por lo menos lo intento!

—Yo no he dicho que no —replicó Nicky—. Solo creo que has pasado por una situación difícil, Ren.

—Muchas gracias, no me había dado cuenta —ironicé con agresividad.

—Sé que no puedo ayudar mucho, Renny.

—Entonces deja de intentar fingir que lo haces. —Me metí al ascensor con los brazos cruzados.

—Sin embargo, quería que supieras que siempre estaré para escucharte. —Él se subió a mi lado.

—¿Y qué te voy a decir? —Rodé los ojos.

—Puedes contarme lo que quieras, teñido. Somos amigos.

—No tengo nada que contarte que no sepas ya.

—Oye, no seas así. —Hizo un puchero—. Siempre puedes hablarme de algo de ti.

—Ah, ¿sí? ¿Cómo qué? Por ejemplo: ¿qué te parece que mi padre sea un puto asesino en serie al mismo tiempo que es el jefe de una de las mafias más poderosas de puto Solaris?

El rubio se quedó sin palabras e hizo una expresión de seriedad.

—Vale, lo entiendo, no quieres hablar sobre ti.

—No, Nicholas, no.

—Mi nombre completo no, por favor. —Hizo una mueca de asco muy pronunciada.

—¿Por? Nicholas es un buen nombre.

—Porque no me gusta —resopló.

—Buen punto.

—Mira, Ren, las cosas se pondrán bien —intentó consolarme.

—Tan bien que tu padre parece querer despedirme. —Entorné los ojos.

—¡No quiere hacer eso! —refutó—... ¿Cómo te has enterado?

—Todo el mundo está hablando de mi mal desempeño. —Me encogí en mi sitio.

—Todos son bobos —le restó importancia—. Mi padre piensa que es buena idea que te tomes un descanso de unos meses y te tomes tiempo para ti mismo.

—No hace falta, me encuentro bien. La gente debería preocuparse más por sus asuntos.

—Ren...

—Si quisiera retirarme, definitivamente, tengo el dinero suficiente para no volver a trabajar en lo que me queda de vida; así que, diles que dejen de meter sus narices en mis cosas.

Él asintió lentamente.

—¿Y qué tal vas con las dos series que estás grabando? —Cambió de tema.

Inspiré profundamente, destensando mis hombros. Estaba siendo muy duro con Nicky y él solo estaba tratando de animarme.

—Lo siento, Nicky, no quería hablarte así —me disculpé.

—No te preocupes, todos tenemos malos días.

Un mal día es normal, no todos los días.

—Ya, gracias por la comprensión. —Esbocé una sonrisa cansada.

¿En qué momento comenzó a costarme tanto sonreír?

—¿Sabes? A la mierda la empresa, ¡vamos a la cafetería! —Nicky me tomó de la muñeca y cuando el ascensor llegó a la planta baja, me arrastró hasta su coche de último modelo.

—¿Es nuevo...? —Fruncí el ceño.

Él carraspeó ligeramente y murmuró un tímido "sí".

—¡En mi defensa...! Vale, no, simplemente tengo el dinero y me pareció bonito —silbó—. ¡Serás el primero en probarlo!

Una carcajada genuina brotó de mi garganta.

—¿Y los niños que se mueren de hambre...?

—¡No me vuelvas a dar esa charla! Ya dono a organizaciones benéficas.

—Guau, Nicky, acabas de terminar con el hambre mundial por donar unos cuantos miles a salvaaniñosmuertosdehambre.com —me burlé.

—Te odio —musitó, haciéndome carcajear—. Súbete antes de que decida abandonarte.

—Atrévete a abandonarme y te rayo el coche con las llaves de mi casa.

—¡No le hagas eso a mi bebé!

—Fetichista —mascullé.

—Yo no te juzgo por tu gusto de ser degradado...

Me metí en el coche, completamente sonrojado.

—Idiota —lo insulté cuando se sentó también.

—Tranquilo, no hay por qué avergonzarse —dijo en un tono burlón—. Es bastante más común de lo que piensas.

—Cállate.

—¿Tienes más preferencia por ser degradado o felicitado?

—Voy a rayar a tu "bebé" —lo volví a amenazar.

—No lo harías. —Arrancó el coche—. Respóndeme.

—¿Por qué mierda quieres saber eso? —Me cubrí el rostro, avergonzado.

—Curiosidad. ¿Quién no quiere saber qué le pone más a su mejor amigo?

—Pervertido.

—Yo soy más de que me pisen —me ignoró.

—No te voy a responder.

—Qué aburrido —se quejó.

Me crucé de brazos y me callé por el resto del trayecto hacia la cafetería, mientras que Nicky seguía con sus idioteces. Los temas cambiaron esporádicamente, derivando hasta en la anatomía del molusco. Sí, Nicky me había estado hablando de eso.

A pesar de ello, sabía que en el fondo, su intención era distraer mi mente y sí que lo había logrado. Por primera vez en semanas, la preocupación por la salud de Airy no me ahogaba.

—Esa noche fue salvaje —comentó—. Tú tenías tus asuntos, pero mierda, casi se nos ahogó Cole por el alcohol.

—¿Él no es el primero que siempre reniega del alcohol? —cuestioné con ironía.

—Desde entonces, sí.

—La noche de tu cumpleaños lo marcó, ¿eh? —reí.

—Lo traumatizó de por vida. —Me imitó.

Entramos juntos a la cafetería, más frecuentada que de costumbre. Apenas había mesas libres, por lo que le pedí a Nick que se sentase para reservar un asiento mientras yo ordenaba nuestras bebidas. Al llegar al mostrador, tuve la fortuna de encontrarme a Luca.

—Hombre, ¿cómo tú por aquí? —me saludó.

—Aquí estamos, siempre felices. —Hice una mueca.

—Ya, está siendo difícil para todos. —Asintió, dejando escapar un largo suspiro—. Hasta para Tyler; lamento mucho lo que va a pasar.

Fruncí el ceño.

—¿A qué te refieres?

Los ojos de Luca se oscurecieron.

—Me debes estar jodiendo, ¿no?

—Luca, yo...

—Mierda, ¿no te lo han contado? —Se echó hacia atrás, mostrándose más ofendido que yo.

—No estoy comprendiendo, Luca.

Él inspiró y espiró profundamente.

—Por si no tenía suficiente con esa bruja piruja que se hace llamar su madre, ni siquiera tiene la decencia de honrar a su hijo en sus últimos momentos.

Y un click sonó en mi cabeza.

—¿Qué le van a hacer a Airelle? —cuestioné en pánico.

Luca parecía estar debatiendo en su mente qué debía decirme.

—Ve a la mesa de Mya —soltó finalmente—. Si él no te dice nada, yo te lo contaré.

Me quedé callado.

—¿Puedes llevar dos cafés a la mesa de la ventana? —Señalé a Nicky con la mano—. Yo... iré a tener una conversación.

—Está bien. —Tecleó en la pantalla del ordenador—. Invita la casa.

—No hace falta.

—Te va a hacer falta —insistió, sin dejarme más opciones—. Y lo siento mucho, Ren.

—Me estás preocupando, Luca.

Él se rascó la nuca.

—Solo te puedo decir que tienes que prepararte para la noticia.

Tragué saliva y me despedí con un nudo en la garganta. Me acerqué a Nicky para avisarle de que iba a charlar con Mya, pero en vez de quedarse esperando, se ofreció a acompañarme. No pude negarme porque necesitaba compañía, y la suya nunca había sido tan reconfortante como en ese momento.

—Ey. —La mesa entera se giró para observarme; pude reconocer a Mya, a Tyler y a Hassel.

—¿Ren? —El hermano menor de Airy se limpió las lágrimas y se levantó para darme un abrazo, el cual correspondí con gusto.

Durante todo el tiempo en el que estuvo ausente, de alguna forma, todos nos hicimos más cercanos. Tal vez solo era una forma en la que nos consolábamos, o quizá era porque todos sentíamos la misma cantidad de culpa.

—Os veo tristes. —Traté de bromear, pero ninguno cambió su expresión. Tampoco intentaron limpiarse las lágrimas del rostro.

—Es... difícil —me sonrió Mya, siendo cortés.

Sabía que lo estaba pasando mal, más que nadie. Su hermano, quien había cuidado de él toda la vida, ahora estaba postrado en una cama por un tiempo indefinido.

—Luca me ha dicho que hay malas noticias. —Decidí ser directo.

Era agotador y no me quedaban fuerzas para seguir luchando. Los ojos de los tres presentes se llenaron de lágrimas de repente.

—Es difícil decírtelo, Ren... —La respiración de Mya se volvió irregular.

—¿Qué es lo que pasa?

—Yo... Creo que deberíais sentaros —sugirió, tembloroso.

Nick y yo obedecimos sin mucha resistencia. Al mismo tiempo, un empleado de la cafetería nos trajo nuestras bebidas. No pudiendo aguantar, le di un largo trago a mi amargo café.

—Adelante.

—Van a desconectarlo. —La voz de Mya se quebró a mitad y rompió en llanto.

Me paralicé por completo, procesando sus palabras.

Debía ser una broma, ¿no?

—¿Por qué mierda vais a hacer eso? —Me levanté, conmocionado y exaltado, tirando sin querer mi taza de café.

Le hice caso omiso.

—Lo siento tanto, Ren... —sollozó desconsoladamente.

Me obligué a mí mismo a tranquilizarme para rodearlo con mis brazos. Pude darme cuenta de que habíamos comenzado a llamar la atención.

—¿Puedo saber por qué?

—Ayer por la noche tuvo otro paro cardíaco —explicó—. No sé qué ocurrió o por qué, pero esta vez, la ayuda médica no fue suficiente.

—No puedo entenderlo —expresé, frustrado.

—Tuvo una muerte cerebral.

Fue como si una parte de mí se alienara. Solo quedaba dolor, desesperación, tal vez también anhelo. Como si hubieran quemado toda esperanza existente.

—¿Cómo lo sabes?

—Mi madre me lo contó esta mañana.

Inspiré profundamente.

—Tu madre es una puta y una farsante, con todas las intenciones de ofender —dije sin querer, pero no era mentira.

No era capaz de insultar a nadie de una forma tan fuerte, sin embargo, viendo el tipo de persona que era, se lo merecía.

Eso le robó una carcajada que sonaba verdadera, aunque volvió a llorar como una magdalena.

—Yo tampoco lo creí, pero el médico lo confirmó.

Me mordí el interior de la mejilla.

—¿Y ya está? ¿Ni siquiera van a hacer más pruebas o...?

—Ya lo sospechaban —interrumpió Tyler.

—¿De qué hablas?

—Desde el primer paro cardíaco.

—No puede ser —negué.

—¿¡Entonces por qué un chico sano de veintitantos años no podría levantarse de la cama aún después de tantos meses!?

—Airy no puede estar muerto —insistí, aún cuando mi vista se estaba nublando.

—Ren... —Nicky se acercó a mí.

—Nicky... —Me giré hacia él—. Es mi culpa.

—No digas eso, Ren.

—Si yo no me hubiera involucrado con él, nada de esto estaría pasando. —Me encogí en mi sitio.

—Si Airy no te hubiera conocido, se hubiera muerto de una sobredosis —declaró él.

—Todo es mi culpa —sollocé con fuerza.

No podía más.

Estaba tan harto.

Tan dolido.

Tan frustrado.

—Oh, guau, queridos. —Luca apareció de la nada—. Me parece encantador que os sinceréis y eso, ¿sabéis?

—Luca...

—Tenemos un problema —anunció, acto seguido, se corrigió—: de hecho, vosotros tenéis un problema.

—¿Qué pasa? —preguntó Nick.

—Tenéis que iros.

—¿Nos estás echando, Luca? —le reclamó Tyler.

—Sí, y por vuestro bien —aclaró—. Hay una manada de periodistas allí fuera y no creo que os apetezca ahora mismo enfrentaros a ellos.

—¿Cómo mierda...? —Luca me cortó enseñándome un clip de una entrevista que le habían hecho a la madre de Airelle—. ¿Qué mierda es esto?

—Sorpresa. Ahora todo el mundo sabe que Airy está... —Hizo el gesto de cortarse la garganta con su mano mientras sacaba la lengua.

—Tenía que ser la subnormal de turno —resopló Tyler, exasperado.

—Ni siquiera con su hijo muerto puede parar de ser tan anormal —le siguió Hassel.

Y entendía a la perfección cómo su tristeza había sido opacada con tanta rapidez por la furia.

—Voy a matarla —afirmé—. No van a quedar ni sus huesos si la encuentro.

—Guau, Renny, no vayas diciendo eso que nos lo vamos a creer —rió con nerviosismo Nicky.

—¡Es que esa... idiota que se hace llamar la madre de Airelle me saca de quicio! —me justifiqué.

—Te entiendo, pero nuestra prioridad debería ser escapar en este momento.

—Podéis iros por la salida trasera. —Luca nos guio hasta una puerta de madera que se veía antigua—. Siento mucho lo que ha pasado, espero que os recuperéis pronto.

Se despidió y cerró la puerta tras de sí.

—¿Ahora qué hacemos? —habló Mya, rompiendo la tensión del momento—. Ni siquiera había pensado que ella sería tan ruin de hacer algo así.

—¡Al final, Ren no será el único implicado en la muerte "accidental" de la comemierdas esa! —espetó Tyler.

—No tengo energías para enfrentar a los periodistas y encima hemos venido andando —se quejó Hassel.

—Yo os llevo —se ofreció Nick, aunque hizo una mueca—. Yo sí he traído el coche.

—Esa no es la cara de alguien al que le apetezca llevarnos —masculló Tyler.

—No, no, es que está aparcado delante —carraspeó el rubio, incómodo—. O vamos a la velocidad de la luz, o nos van a atrapar.

—Me cago en todo —gruñó Tyler—. Os juro que no me voy a controlar como intenten tocarme un solo pelo.

Todos nos quedamos en silencio, pero yo acabé riendo con suavidad por el comentario de Tyler.

—Sin miedo al éxito, ¿no? —inquirí.

Me miraron y sonrieron también.

—Sin miedo al éxito —respondieron.

De alguna manera, conseguimos evadir a la manada de paparazzis hasta entrar al coche. Sin embargo, no fue tan fácil escapar de ellos cuando nos vieron, pues acorralaron el vehículo. No obstante, Tyler solucionó el problema sacándoles el dedo y bajando un poco la ventanilla para soltarles todo tipo de insultos.

Definitivamente, tenía una lengua afilada.

—Joder, no se puede ser más basura. —El teñido frunció el ceño—. Ponen mi paciencia al límite.

—Eso va a salir en las noticias y vas a acabar siendo tendencia —señaló Hassel.

—Al menos esta vez les he dado una razón de verdad. —Se encogió de hombros el susodicho.

Ni siquiera tenía palabras para describir la situación. ¿Cómo podía alguien ser tan malvado como para lucrarse de la muerte de su propio hijo?

Descorazonado. Eso era.

—¿Podemos ir al hospital? —pedí tímidamente, cortando su conversación.

La única cosa positiva de la situación que podía ver es que habíamos dejado de llorar.

—Sí, al menos deberíamos despedirnos —murmuró Mya.

Me sentí algo mal cuando me di cuenta de que había vuelto a bajar el ánimo. El viaje hacia el hospital pareció eterno y lento, al mismo tiempo que se percibió demasiado efímero.

Y para nuestra mala suerte, la entrada también estaba repleta de cámaras y micrófonos y muchos periodistas listos para captar la primicia en primera persona. ¿Cómo se podía ser tan desgraciados?

—Vamos a tener que correr como si nuestra vida dependiera de ello —silbó Nick, alivianando la tensión.

—No sería la primera vez que tengo que correr como si mi vida dependiera de ello. —Tyler se cruzó de brazos.

—O podemos aparcar en el parking subterráneo —sugerí yo.

—También existe esa posibilidad, sí. —Nick apartó la mirada y siguió el camino, evitando a toda costa a esos idiotas.

Conseguimos entrar sin llamar la atención y llegar al piso de la habitación de Airelle. No podía acordarme de cómo me sentí; tal vez se me encogió el pecho y tuve ganas de vomitar. Tal vez, fue nada, un vacío en el pecho.

—¿Qué mierda haces aquí, mamá? —cuestionó Mya a la persona parada delante de la puerta.

A pesar de su lamentable estado de salud, no podía creer que llevara ropa tan elegante y cara, junto a un maquillaje completo. Y no, no era una vestimenta de luto y mucho menos se le notaba la tristeza en el rostro por perder a su primogénito.

—Ah, ¿no lo sabías? Van a desconectar ahora mismo a Airy —dijo despreocupadamente.

—¿Perdón? —Lo miró horrorizado su hijo.

—De nada sirve seguir gastando recursos en alguien que ya ni respira por sí solo.

La forma tan despectiva que tenía para referirse a su propia sangre era tan despreciable.

—¡Ni siquiera has avisado! —le reclamó el pelinegro.

—¿No te dije ya que está muerto? Es lo mismo. —Le restó importancia agitando el brazo.

—¿Y para eso estás aquí? —Ni siquiera intenté reprimirme.

—¿Y tú qué? ¿De quién crees que es la culpa de toda esta situación? —Alzó una ceja, mostrando su cínica sonrisa.

Me detuve. Ella tenía la razón.

—¡Cállate la puta boca, mamá!

—¡A mí no me hables así! —regañó a su hijo.

Él se echó hacia atrás asustado para luego recobrar la compostura.

—¿Ni siquiera en un momento así puedes conmemorar a Airy? —Los ojos de Mya se llenaron de lágrimas.

—¿Por qué haría algo así por alguien tan desagradecido? —bufó ella—. Siempre ha sido un irrespetuoso, maleducado y encima, drogadicto. No ha podido hacer nada bien en su vida, excepto por el título en Biotecnología en la mejor universidad de Solaris, pero ya ves tú, ni siquiera lo ha usado. Para qué le sirvió graduarse con honores.

»Entre tú y tu hermano, no pude tener ningún hijo útil. La única que realmente valora mi trabajo es Eira. Airy no debió nacer, mucho menos se merecía todo el amor que le di. Malgasté tantos años de mi vida...

No supe de dónde saqué la fuerza ni la velocidad, pero le di una bofetada que la tiró al suelo. Nicky me tuvo que sujetar para que no la atrapara y le comenzara a arrancar la peluca que llevaba.

—¡Cómo puedes ser tan asquerosa, maldita y desgraciada! ¡Estoy seguro de que la inteligencia te persigue pero tú eres demasiado rápida para ella! ¡Tienes suerte de que él no pueda escucharte! —grité.

Nunca me había sentido tan furioso ni tan violento.

—Oh, cariño, si sigues, te vas a comer una denuncia. —Ella solo mostró una sonrisita.

—¡Adelante! ¡Denúnciame! ¡Atrévete y ya verás cómo te destrozan mis abogados!

Sabía que lo estaba haciendo mal, definitivamente, pero tampoco lo podía dejar pasar. La única razón por la que ella era capaz de hablar así era porque Airy ya no estaba.

Empezamos a llamar la atención de la gente, quien nos dedicó miradas curiosas, pero no fue lo suficiente como para que decidieran actuar.

—No te tengo miedo. —Encogió los hombros y se levantó, sacudiendo el polvo de su ropa—. Existen muchísimos abogados muy buenos en el mercado.

—¿Con qué dinero lo pagarías...? —Abrí la boca, horrorizado—. ¿Tienes el descaro de tomar el dinero de Airelle? —la acusé.

—Es mi hijo, lo que le pertenecía ahora es mío.

—Debes estar jodiendo —intervino Mya—. ¡No puedes tomar sus cosas!

Tenía más que claro que las lágrimas ya no eran de tristeza, sino de rabia, de impotencia.

—Lo único bueno que me ha traído es el dinero. —Rodó los ojos—. Pensé que se lo habría gastado todo en drogas y que estaría en la ruina, pero quién diría que tenía un fondo de ahorros escondido.

—¡Aun así...!

—Por cierto, lo del cáncer era mentira —reveló.

—¿Qué? —Pude ver cómo el corazón de Mya se rompía por completo a través de sus ojos—. ¿Cómo puedes mentir incluso con esas cosas?

—Era la única forma de que me dierais dinero —dijo—. Desde que tu padre murió, fue difícil mantener la casa. El sueldo de modelo de Eira no estaba dando lo suficiente para nuestro estilo de vida, pero los ahorros de Airy seguramente servirán para unos cuantos años.

Perdí por completo el habla. Necesitaba que alguien me sujetase para no abalanzarme contra esa señora.

—Ojalá te mueras —siseé—. Él se merecía a una madre de verdad.

—¿Eira lo sabe? —Mya la enfrentó.

—Oh, no. Lamentablemente, Eira tiene un corazón de oro y si le hubiera dicho la verdad, ella no me habría ayudado con el engaño.

—¿¡Cómo puedes ser así!?

El pelinegro definitivamente perdió el control de sí mismo. Su respirada agitación y el temblor de sus piernas lo hicieron colapsar en el suelo. Perdió el conocimiento.

Afortunadamente, Tyler y Hass lo sujetaron a tiempo.

—Nunca lo entenderías —suspiró ella—. En fin, si no tenéis nada mejor que hacer, ¿os podéis largar?

—No me voy a ir hasta que vea a Airy —declaré, lleno de ira.

—Haz lo que quieras, porque no lo vas a ver.

—¿Quién te crees que eres?

—Legalmente, su madre, y eso me da la posibilidad de negarte la entrada para verlo —rió con sadismo—. Así que si quieres despedirte antes de que apaguemos sus soportes vitales, mantente calladito.

—Si tan solo pudiera, te arrancaría la tráquea en este momento —susurré para mí mismo.

Si realmente me llegaba a denunciar, a mi abogado no le haría gracia alguna que fuera aumentando cargos. Aún menos que uno fuera por amenazas de muerte.

Finalmente, acabamos por relajarnos y un enfermero vino a asistir a Mya, quien despertó poco después con la noticia de que tenía cinco minutos para prepararse mentalmente de que su hermano iba a morir de forma definitiva.

Yo solo pude llorar desconsolado todo el rato. Ni con Nicky apoyándome pude soportarlo. Sabía que su reacción podía considerarse rara, pues ni siquiera había soltado una sola lagrimita, pero lo conocía y estaba seguro de que se encontraba en estado de shock, tal vez tratando de asimilar la noticia, tal vez esperando que fuera una mala broma.

Sin embargo, para nuestro infortunio, no lo era.

Era difícil decir en qué momento exacto nos reunimos todos en la habitación, pero allí estábamos, observando en silencio el inerte cuerpo de Airy.

Más delgado y pálido que nunca, deshecho poco a poco por el tiempo que había estado inmóvil.

Un doctor que jamás había visto entró a la sala.

—Buenas tardes, soy el neurólogo Harris —se presentó—. Primeramente, quería dar mi más sentido pésame.

—Sea directo —le ordenó la desgraciada.

—Anoche, intentando reducir la cantidad de sedantes en sangre del paciente para despertarlo del coma inducido, sufrió un paro cardiorrespiratorio que llevó a una muerte cerebral. Se hicieron diversos exámenes para comprobar si era irreversible y tras contactar con la madre, se tomó la decisión de retirarle los soportes vitales —explicó—. No se vio mejoría en los meses que lleva en coma y de hecho, su cuerpo dejó de mostrar reacciones en su totalidad, además de no realizar sus funciones propias.

A Mya se le escapó un sollozo ahogado, mientras que Tyler abrazó a Hassel, llorando a moco tendido. Solo éramos nosotros cuatro y la madre de este. Nicky no se sintió lo suficientemente cercano como para acompañarnos y se quedó esperando en la sala de descanso del hospital.

Según me contaron Tyler y Hassel, el resto no pudo venir. Y Audrey, la madre adoptiva de Airy, vivía a unas cuantas horas en coche, así que tardaría en llegar y para cuando lo hiciera, ya lo habrían desconectado porque la imbécil de su "madre" ni siquiera era capaz de esperar.

Mya dijo que lucharía legalmente contra ella por el dinero, porque se negaba a entregarlo a alguien tan despreciable. Prefería mil veces donarlo a organizaciones dedicadas a la prevención del suicidio o a la rehabilitación de sustancias.

Incluso sabiendo que no era de mi incumbencia, en una noche de copas descontroladas y al borde del llanto, le confesé muchas cosas a Mya. Cosas que sabía que Airy había ocultado a su hermano para no dañarlo que acabaron destruyéndolo a él. Tuve la esperanza de que este despertara y pudieran hablar, volver a ser hermanos como siempre.

Pero ya no era posible.

El pelinegro nunca aceptó la resolución de la fiesta de cumpleaños de Airy porque él estaba borracho y nunca hablaron. Se dijeron cosas feas, se hicieron daño y se acabaron por romper. Sin embargo, ahora, ninguno tenía la posibilidad de solucionar esas diferencias. Y estaba consciente de que ese arrepentimiento lo perseguiría para siempre.

Tanto como a mí me perseguía la culpa.

No podía parar de darle vueltas al hecho de que esa bala iba para mí, no para Airy.

¿Por qué tuvo que interponerse?

—Eso sería todo —concluyó el doctor, nervioso. No pude entender el porqué—. Los dejaré solos para que puedan despedirse. Allí se encuentra el cable principal para su desconexión.

Y salió.

Me había quedado ensimismado en mis pensamientos, tanto que ni siquiera escuché una sola palabra más del señor de bata blanca.

Mya rompió en llanto y se acercó a Airy para darle la mano.

—Lo siento tanto, Airy —lloró—. Si hubiera sido un mejor hermano, me habría dado cuenta, te habría cuidado. Debí dejar de asumir cosas, debí ayudarte.

»Fui egoísta e insensato y ahora perdí la oportunidad de disculparme adecuadamente. No pienso nada de lo que dije. Fuiste el mejor hermano que jamás habría podido tener alguien y no te aprecié lo suficiente.

Entonces, se quebró. Mientras tanto, la arpía de su madre soltaba un resoplido de exasperación. Tuve que aguantarme para no golpearla de nuevo.

—Si tuviera una oportunidad, haría lo que fuera por compensarte.

Y sé que aunque tenía más cosas que decir, no pudo. El llanto y el hipo le impedían seguir. Se alejó y le dio paso a Tyler mientras trataba de tranquilizarse.

—Dijiste que volverías —masculló el teñido, ahogado en lágrimas—. Eres un mentiroso y te detesto tanto. Eras mi mejor amigo. Esto no tenía que haber acabado así. No debí dejarte solo. Lo siento mucho, Airy.

Sus sollozos inundaron la sala y dejó que pasara Hass, quien estaba igual o peor que él.

—Estaba furioso cuando me enteré de tu sobredosis —confesó—, pero sé que me pasé un montón. No debí meter a Niss, ni a mi madre ni mucho menos mis sentimientos de por medio en una pelea que era de hermanos. Tal vez fue porque después de que muriera Niss, sentí de alguna forma que tú te convertiste en mi otro hermano mayor.

»Estaba decepcionado y enfadado, pero nunca me planteé la idea de que no necesitabas ser regañado en ese momento. Necesitabas compañía y yo fui desconsiderado. Un idiota. Un completo desalmado. Si pudieras escucharme, Airelle, quisiera que supieras que no estabas solo.

»Realmente siento que no hayamos sido suficientes para que confiaras en nosotros y quería que supieras que tanto Niss y yo estamos orgullosos de que hayas luchado tanto tiempo.

Y después de acariciar su rostro, él también lloriqueó como un bebé, siendo consolado por los otros dos.

Finalmente, me acerqué yo. Apreté los labios, no teniendo palabras para decirle. ¿Qué más podía contarle cuando le había mostrado las profundidades de mi ser, de las partes más oscuras de mi alma?

—Todos te vamos a echar de menos —dije, sentándome en la camilla—. Fuiste, eres y serás la estrella más brillante de Solaris.

Acaricié su mejilla, mientras las lágrimas humedecían mi rostro.

—No me arrepiento de nada —revelé—. Ni de conocerte, ni de darte una segunda oportunidad, ni de amarte. Lo único que cambiaría serían nuestros lugares en aquel fatídico día. Si no hubiera sido un cobarde y le hubiera disparado a mi padre, tú no estarías así.

»Te merecías el mundo entero y más.

Mi llanto me obligó a parar, porque las palabras que salían de mi boca eran incomprensibles, pero esperaba que él pudiera entenderlas.

Perdón y gracias por todo lo que has hecho por mí.

—Je t'aime —susurré.

Te amo más que a nadie en el mundo.

—¿Habéis terminado ya vuestras sensiblerías? Tengo asuntos de los que ocuparme —suspiró exageradamente la vieja bruja.

—¿No puedes mantener el respeto por una vez en tu puta vida? —le cuestionó Mya.

Me acerqué a este y acaricié su brazo para que se calmara.

—No me hables así, Mya Ace Hilliard.

—Vete al diablo. —Le sacó el dedo del medio y luego se acercó a mí—. Me alegra que Airy te conociera y no estuviera solo en sus momentos más difíciles.

Me abrazó.

No pude contener el llanto y le correspondí. Al parecer, todos nos pusimos igual de emocionales, porque nos fundimos en un abrazo grupal.

No obstante, fuimos interrumpidos por un pitido proveniente de las máquinas conectadas a Airy. Nos giramos, sorprendidos, viendo en la mano de la señora el cable desconectado.

Mya se volvió loco en un instante.

—¿¡Pero a ti qué mierda te pasa!? ¿¡Estás bien de la cabeza, pedazo de loca!? —Se acercó a ella, a punto de asestarle un puñetazo, aunque los otros lo intentaron detener.

Yo estaba paralizado.

La pelea quedó en segundo plano.

Airy.

Airy.

Airelle.

Quería llamarlo hasta que se me desgarraran las cuerdas vocales.

No había asimilado lo que estaba sucediendo hasta que me di cuenta de que ya no lo volvería a ver.

No volvería a ver su sonrisa, sus ojos azules brillando bajo la luz del sol, su cabello meciéndose con la brisa de verano. No volvería a escuchar su voz angelical. No volvería a escucharlo decir mi nombre nunca más.

Me limpié las lágrimas de los ojos con las mangas de mi camiseta, viendo el reloj colgado en el centro de la habitación.

19:07.

A esa hora había fallecido Airelle.

—¡Ojalá te vayas al infierno! —le deseó Mya a su madre.

Su pelea había escalado tanto que varios enfermeros tuvieron que entrar en la sala y detenerlos. Pero eso no fue lo más sorprendente, sino que la máquina de soporte vital volvió a pitar con normalidad.

—¿Ni morirme en paz puedo? —bufó el pelinegro que se suponía que estaba muerto.

Su rasposa voz y sus oscuros ojos azules volvieron, como un consuelo que arregló cada parte rota de mi corazón y de mi alma.

Sin dudarlo ni un segundo, me abalancé a él y lloré como nunca lo había hecho.

—Airelle, Airelle, Airelle —lo llamé todas las veces posibles hasta cansarme.

Él me miró con una sonrisa cansada.

—Ren, Ren, Ren —repitió con burla—. Vas a desgastar mi nombre.

—Me da igual —renegué como un niño pequeño.

—Yo también te he echado de menos —murmuró.

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AJÁ, NO OS HE MATADO A AIRELLE, OS LO HABÉIS CREÍDO JAJAJAJ.

En fin gentencilla, quién lo diría. Estamos al final de la novela y solo queda el epílogo y el extra. No puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo. Ni un año me ha tomado escribir la novela y es la más larga de todas las que tengo.

Ha sido un largo viaje que no quiero que termine, pero aquí vamos.

Prometo que se explicará porque Airy ha revivido cuando se suponía que tenía muerte cerebral. Pero antes de que eso pase, disfrutad el capítulo sin tantos tecnicismos.

Tampoco voy a hablar de mi inconformidad con muchas cosas que han pasado, he decidido dejarlo estar y liberarme de la carga diciendo que ya lo corregiré en la edición de la novela.

Besitos a todos y gracias por estar aquí, desde el principio o no, simplemente por estar.

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