Capítulo 6: Un viejo recuerdo.

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❝ I never thought that I would lose you. There ain't a thing I wouldn't do to get a moment back with you. 'Cause when you love someone, you tell 'em that, you tell 'em that you do ❞

Airy.

—¡Lo has vuelto a hacer! —me recriminó Lyle—. Prometiste que lo dejarías.

—Dije que lo intentaría. —Me encogí de hombros, encendiéndome un cigarrillo.

—Si Caleb se entera de esto y del tatuaje que te has hecho sin decirle a nadie, te van a rescindir el jodido contrato, Airelle.

—Deja de usar mi nombre completo —me quejé.

—Estás drogado de nuevo —declaró.

—¿Te acabas de enterar, genio? —solté una risa floja.

—Dios, ¡voy a... voy a...! —Soltó un grito de desesperación y abrió mi mochila de un tirón.

Echó todo lo que había al suelo y rebuscó entre las cosas hasta encontrar las dichosas pastillas. Las agarró.

—¿Qué vas a hacer? —pregunté al aire.

—Me las voy a quedar y, como intentes conseguir más, te la cargas —amenazó.

—Lyle, no intentes amenazarme a mí. —Fruncí el ceño.

—Que te den, Airy. Reza para que Mya no te encuentre en este estado. —Recogió las cosas que había tirado.

—Devuélvemelas —pedí.

—Una mierda —siseó.

—Devuélvemelas —repetí.

No me hizo caso y comenzó a caminar hacia la salida.

Me levanté, desganado, y lo alcancé rápidamente, tirándole del pelo y haciendo que cayese al suelo de rodillas.

—Airy —gimió de dolor.

—No me hagas repetirme, anda.

—Eres igualito a lo que más detestas —gruñó.

—Bueno, por eso me odio tanto. —Me encogí de hombros.

—No te las voy a devolver. Me encargaré de deshacerme de ellas.

—Te puedo estampar la cabeza contra la pared y romperte la nariz muy fácilmente.

—Adelante —me retó.

En sus ojos había furia, mucha. Me tembló la mano y dudé antes de soltarlo.

—Eres insoportable.

—Me preocupo por ti. —Se levantó, sacudiéndose el polvo de los pantalones.

—Algún día vas a hacer que te golpeen esa linda cara que tienes —bufé.

—Por alguna buena razón será.

—Vete antes de que yo lo haga. —Me tiré al sofá, cubriéndome la cara con mi brazo izquierdo.

Abrió la puerta y lo escuché suspirar.

—Deja de gastar el dinero inútilmente, Airy. No te voy a seguir prestando para que te compres drogas...

—Bueno.

—Te he dejado para el alquiler de este mes, pero la próxima vez...

—Gracias —lo interrumpí.

—Y... cuídate ese tatuaje, ¿quieres? Que no se te infecte. Lávalo y... ¿a quién coño se le ocurre hacerse un tatuaje de un día para otro sin tener puta idea de ellos? —suspiró de nuevo, yéndose por fin.

Cuando me aseguré de que cerró la puerta y que ya no se oía nada más, me dirigí a mi habitación.

—Lo siento, Niss, no quería que nos escucharas discutir —resoplé, agachándome cuando mi hurón corrió hacia mí.

Emitió un sonidito de felicidad antes de subirse a mi hombro.

—¿Quieres dar un paseo?

Pareció comprenderme porque se bajó por mi pierna y comenzó a olisquear el arnés. Sonreí, colocándoselo. Agarré las llaves del apartamento y una botella de agua.

—Tienes suerte de que hoy no haga calor, pero me llevo la botella por si acaso.

Me puse unas gafas de sol, los auriculares y una gorra y salimos. Niss comenzó a corretear por toda la calle, rebuscando en arbustos y grietas del suelo. Yo solo lo seguí, algo mareado.

Podía estar drogado, pero siempre mimaría a Niss.

Sorprendentemente, llegamos hasta el edificio de la discográfica. Entré sin importarme nada y agarré a mi hurón para que no molestase a nadie. Bajé el volumen de la música.

—Vaya, hola, Airy, ¿qué haces aquí? —me saludó la recepcionista.

—Niss tenía calor.

—Ay, qué monada. Se le echa de menos por aquí.

—Sí, bueno, últimamente no lo he podido sacar mucho por el calor. Menos mal que ya se acerca el otoño.

—¿Eso significa que lo veremos más por aquí? —sonrió ella.

—Quizá.

Entonces, él hizo un sonidito de felicidad.

Me despedí con la mano después de charlar un ratito más con ella. Me subí al ascensor hasta llegar al último piso, buscando el estudio.

No había nadie, así que me senté delante del sofá de la sala principal, en el suelo.

Niss comenzó a morderme los dedos para que jugase con él, así que le quité la correa para que curioseara el lugar. El aire acondicionado le sentaría bien.

Lo miré juguetear con las cortinas, mientras observaba a través de la ventana el atardecer.

El tiempo pasaba con demasiada rapidez.

Hasta hacía nada era primavera y ahora ya estábamos por empezar el otoño. Solo quedaba unas cuantas semanas.

El cielo estaba despejado, cambiando de un azul celeste a un oscuro naranja.

—Niss, deja de desgarrar las cortinas —suspiré.

El ruido en mi cabeza comenzó a hacer eco cuando las drogas dejaron de surtir efecto.

 Últimamente, necesitaba cada vez más cantidad para que funcionasen y, aunque sabía que era muy mala señal, se sentía mejor que lidiar conmigo mismo.

Subí el volumen de la canción.

"Aquella canción de invierno, marcada sobre nuestra piel.

Sus notas nos envuelven, un amor que nunca se desvanecerá.

Melodías de amor se entrelazan en la eternidad.

Nuestro propio universo, donde florece el amor con fervor."

Niss.

La voz de Niss.

Todo se sentía mejor con Niss al lado. Tanto el verdadero como el animal.

Estaba seguro de que, si él hubiera tenido la oportunidad de verme así, simplemente, me habría odiado de por vida.

Él, que tenía tantas ganas de vivir, viendo cómo su mejor amigo estaba matándose.

Por eso quien tenía que haber muerto eras tú.

Sí. Debí ser yo.

Él era quien deseaba firmar el contrato, no yo. Yo lo seguí porque quería verlo feliz, pero ahora, ahora ya no había nadie.

Ese sueño no era mío y lo estaba viviendo.

Todo es tu culpa.

La sensación de cómo todo mi interior se corroía lentamente era reconfortante.

Quise llorar. Quise gritar. Quise enfadarme. Sin embargo, no sentía nada. Era indiferente. La vida había dejado de tener sentido desde hacía mucho tiempo.

¿Para qué estás vivo si alguien más puede sustituir tu lugar?

No lo sé.

Si murieses, a nadie le importaría. Ni siquiera a Mya, tu hermano, él ya tiene a Sheryl.

Cuando la canción se acabó, escuché la puerta abrirse y, antes de que pudiera agarrar al hurón, este se escabulló velozmente.

—Maldita sea —gruñí, corriendo tras él e ignorando a quienes habían entrado.

El animal ya había recorrido todo el pasillo en cuestión de segundos y giró la esquina. Lo seguí torpemente, todo lo que mi cuerpo podía hacer bajo los efectos de los medicamentos.

—Hola, chiquitín, ¿te has perdido? Qué lindura que eres.

Fruncí el ceño al ver que alguien lo había agarrado y estaba acariciándole la cabeza.

—¿Ren?

Este se giró, mirándome avergonzado.

—Airy —tosió falsamente, abrazando a Niss.

—¿Qué haces?

Se quedó en silencio.

—Mira. —Me enseñó a mi mascota.

—Miro.

—Me lo he encontrado —susurró—. Creo que se ha perdido.

—Sí, le gusta mucho esconderse. —Me encogí de hombros.

—Oh, ¿lo conoces?

—Sí, es mío.

—¿Tienes un hurón de mascota? —Soltó un grito ahogado.

—Sí.

—¿Tú?

—¿Sí? —Arrugué la nariz.

—No me lo esperaba.

—¿Y eso?

—Porque eres... tú. —Me señaló de arriba hacia abajo con el dedo índice.

—Bueno, muchas gracias, ¿me lo devuelves?

Me peiné el cabello hacia atrás, irritado.

A veces, Niss se estresaba cuando conocía a gente nueva. Era un poco asocial en ese sentido, pero una vez que se acostumbraba, le encantaba pasar tiempo y jugar con esa persona. Sin embargo, parecía estar muy cómodo en los brazos de Ren.

—Oh, sí. —Abultó su labio inferior ligeramente.

No pareció darse cuenta.

Tomé a Niss y, antes de irme, me giré para mirar al teñido, quien seguía viendo al animal. Suspiré.

—¿Te apetece venirte al estudio para jugar con él? —pregunté.

Sus ojos brillaron momentáneamente.

—Bueno...

—No voy a preguntar de nuevo —dije, más seco de lo que pretendía.

Él saltó por la sorpresa. No debía estar acostumbrado a mi mal humor. Era normal, puesto que no solía mostrarlo y evitaba que la gente lo notase, pero en ese momento, mi cabeza parecía estar a punto de explotar.

—Oh, sí, sí, voy.

Le entregué a Niss y comenzamos a caminar hacia el estudio mientras me acariciaba las sienes con los dedos.

Al llegar, me volví a tirar al suelo.

Mya y Tyler me miraron con curiosidad.

—¿Y qué hace el señor aquí en su día libre y, encima, acompañado? —sonrió Tyler socarronamente.

—Niss quería venir —suspiré, cubriéndome la cara con un cojín del sofá.

—¿Se llama Niss? —preguntó Ren sin contener la emoción en su voz.

—Sí —contesté.

—¿Has traído a Niss? —Mya saltó de felicidad y se acercó a Ren para acariciar al hurón—. Hola, pequeñín, mami te ha echado de menos. ¿Qué tal?

—Llevas sin verlo un par de horas. —Fruncí el ceño.

—Una eternidad.

Rodé los ojos y me tumbé en el suelo, apoyando mi cabeza sobre varios cojines.

Ese hurón recibía más amor que yo.

—Hola, chicos... ¡Nissie, bebé! —chilló Caleb al entrar en la habitación.

—No debí traer a Niss —resoplé.

—Cállate, Airy —ordenó Mya.

Bostecé antes de cerrar los ojos. Quizá dormir un poco me vendría bien. Ellos iban a cuidar bien de Niss.

Pero, como si de un castigo se tratase, ni siquiera en mis sueños podía tener un poco de tranquilidad, tocándome revivir uno de mis recuerdos más preciados, una y otra vez.

—Oye, Airy, ¿prefieres pisar una caca con los pies descalzos o un clavo ardiendo? —pregunta Niss.

Frunzo el ceño y lo juzgo con la mirada.

—El clavo ardiendo suena menos asqueroso.

—Pero es más doloroso —argumenta.

—Menos asqueroso, he dicho.

—Pero...

—Pisa tú la caca y yo el clavo, ya está, Niss.

Él sonríe.

—Qué difícil es hacerte cambiar de opinión, Airelle.

—Te odio, Nissiro.

Comienza a carcajear y se abalanza sobre mí, haciendo que nos tropecemos con las gradas y yo caiga de espaldas, intentando sujetarme a cualquier cosa, sin éxito.

—¡Airy! —chilla horrorizado el teñido—. Lo siento, lo siento, lo siento —repite, intentando agarrar mi mano.

Aprieto los labios, abrazándolo con fuerza para que no se haga daño y, cuando por fin parece acabar la caída, trastabillo de nuevo, cayendo por el borde. Niss acaba encima de mí.

—Dios, ¿te encuentras bien? —Hago una mueca al ver que sangra por el codo.

—¡Eso debería preguntarte yo a ti! —exclama—. Lo siento, ha sido mi culpa.

—No importa. —Me encojo de hombros.

Entonces, un profesor se acerca con preocupación.

—¿Qué ha pasado aquí? ¿Niss acaba de empujarte, Airy?

Entreabro la boca antes de negar con la cabeza.

—Me he tirado solo —miento.

—Eso no ha parecido...

—Me he caído solo. Ha sido un accidente —sentencio.

Él bufa.

—¿Te encuentras bien?

Asiento e intento levantarme, pero mi pierna falla y vuelvo a caerme.

—¡Airy! —Niss me toma de la mano, ayudándome a levantarme y pasa mi brazo por sus hombros,

No podía.

Me dolía la pierna.

Mi mejor amigo, preocupado, me quita la zapatilla y el calcetín.

—Vaya, creo que me he hecho algo en la pierna. —Suelto una risa floja.

El profesor corre hacia la enfermería al instante.

—¿Por qué has mentido...? —Niss agacha la cabeza.

—Te habrías metido en problemas.

—Te acabo de romper la pierna.

—Meh, ni que fuera tanto.

—Airy...

Nos miramos en silencio antes de estallar en carcajadas.

—Ahora a ver cómo se lo explico a mi madre —sonrío, limpiándome una lágrima, aún sujeto a Niss.

—Si te echa de casa, siempre puedo adoptarte. —Se encoge de hombros.

—Tan amable como siempre, Niss.

Apoyo mi cabeza sobre su hombro, aguantando el punzante dolor que había surgido en mi pierna y en mi corazón.

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Soy la cara sonriente que intenta no llorar ahora mismo. Sé que yo maté a Niss, pero no puedo evitar sentirme culpable y triste cada vez que lo menciono y, lo peor de todo, es que en AMDV, todo lo que es Airy, gira en torno a él.

El primer trauma desvelado :D, ahora solo falta el resto. Qué lindo mi niño.

En fin, ¿ya os he dicho que ACDI es finalista en los premios Wattys2023? Niss estaría orgulloso, al igual que Mya. 

Cuando me enteré, no pude evitar imaginármelos juntos, agarrados de la mano, viendo aquel amanecer, con resquicios de oscuridad. Ambos mirándose y sonriendo. Mya dejando que las lágrimas fluyesen, mientras Niss desaparecía en la eternidad.

Si yo he llorado, vosotrxs también, besis de fresis c:.

Pero bueno, en realidad, todo es gracias a vosotrxs, que me leéis y apoyáis. Sin vosotrxs, ACDI jamás habría proseguido y se hubiera quedado sin final.

Infinitas gracias.

Jamás podré agradeceros los suficiente.

En fin, un beso de medianoche.

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