🦋Capitulo 23.🦋

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Arabela

La voz cálida y reconfortante de mi madre me saca de mis pensamientos oscuros, acercándose para darme un abrazo reconfortante. En medio de todo lo que pasa en mi vida, su presencia me reconforta.

—¿Cómo está mi niño? —me pregunta con preocupación en sus ojos. Le sonrío levemente.

—Está mucho mejor. Despertó hace un rato y pidió su helado favorito. Tenía esa hermosa sonrisa que siempre ilumina mi día.

Una expresión de alivio se dibuja en el rostro de mi madre mientras suspira. La preocupación por mis hijos ha sido un constante recordatorio de por qué estoy dispuesta a enfrentar cualquier peligro.

Con delicadeza, acaricio las suaves mejillas de mi bebé, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. No he dormido prácticamente nada, velando su sueño con ojos cansados. La responsabilidad de proteger a mis hijos se ha vuelto aún más abrumadora después de lo que ocurrió.

Ni Fabrizio ni mis hombres han encontrado información alguna sobre el imbécil conocido como "La Bestia". Aunque mantengo una apariencia impasible, en realidad, me siento frustrada y desesperada por esta situación. El temor de que ese idiota vuelva a intentar algo contra mis hijos me atormenta y solo sé que quiero encontrarlo para acabar con él yo misma.

Otra cosa que me tiene pensando es Vladmir. Han pasado tres días desde nuestro candente encuentro y que salió de mi oficina hecho una furia, desde ese día no he sabido nada de él. Me siento ansiosa por verlo, pero al mismo tiempo me enfado porque no debería estar pensando en él. Decidí enviar a Fabrizio a investigar dónde se encuentra y dónde se hospeda. Tal vez pueda hacerle una pequeña visita.

Pero estoy emocionada, ya hoy le darán el alta a mi niño y estoy ansiosa por llevármelo a casa. Hace un momento tuve una videollamada con Alessandro y preguntó por su hermano, está muy feliz porque Alessio volverá a casa para jugar. Mis hijos son asombrosos, saben mucho y a veces parecen adultos. Río recordando las palabras de Alessandro cuando sin poder evitarlo me puse a llorar.

«Mamita linda, no llores. Él estará bien, ya verás. Seguiremos jugando contigo. Tú seguirás siendo nuestra reina y nosotros tus plebeyos. No llores, mami, te quiero mucho, mucho, mucho, y también a mi hermano».

Mi madre menciona que mi hijo preguntó por su padre antes de traerlo. Siento molestia y desvío la mirada hacia mi niño. Me paso la mano por el rostro, frustrada. Mi madre me toma del mentón para que la mire y nuestras miradas se conectan, veo angustia en sus ojos.

—No podrás ocultarlo por mucho más tiempo. Ellos tienen derecho a saber. Entiendo que lo odies, pero él es su padre, mi niña. Sé que él está aquí y te conozco. No sé qué planeas en tu loca cabeza, pero piensa bien las cosas.

No le respondo y desvío la mirada hacia mi niño. Ella nunca entenderá mi decisión. Sé que es su padre, pero desde aquel día en que destrozó mi corazón, he estado pensando en ello, en vengarme.

****

Escucho a Alessandro, quien viene corriendo hacia nosotros. Lo recibo con un abrazo y le doy besos por toda la cara. Pregunta por su hermanito mientras lo dejo en el suelo. Alessio sale del auto en ese momento y corre hacia su hermano. Ambos se abrazan y luego se dirigen corriendo a la casa. Sonrío ante esa escena, son cómplices y eso me llena de alegría. Espero que sigan siendo unidos cuando sean mayores.

Camino hacia la casa con Patrick siguiéndome de cerca. A pesar de que le dije que no era necesario que nos trajera, insistió en acompañarnos. Él me llama, pero continúo caminando, ignorándolo deliberadamente.

—Arabela, espera. —me llama mientras me agarra del brazo y me voltea hacia él, atrapándome en un abrazo al agarrarme de la cintura. No hago nada, solo lo miro con molestia, esperando que recapacite sobre lo que está haciendo. —No me has respondido, ¿me darás una oportunidad? —me pregunta.

—Ya hemos hablado de eso, no siento nada por ti. Lo que ha pasado entre nosotros solo fue sexo. —hablo molesta, intentando soltarme, pero sin éxito. —Además, dijiste que ya no insistirías. Déjame en paz.

—Se lo que dije, pero necesito comprobar algo. —habla mientras que deposita un beso en mi cuello.

—Te dije que no hicieras eso. —hablo en un tono amenazante.

—Disculpa. —me mira con una sonrisa.

Él se acerca para darme otro beso, pero saco mi arma y la coloco en su barbilla.

—Ya entendí, lo siento. —dice retrocediendo un poco.

—¿Por qué insistes tanto? Lo que ha pasado entre tú y yo eran encuentros casuales, sexo y nada más. Tienes que entender eso. —hablo con rabia.

—Eso lo entiendo, pero tengo que sacarme una duda y me disculpo por lo que voy a hacer. — responde.

Lo miro sin entender a qué se refiere, pero antes de yo decir algo me besa. No correspondo a ese beso y no tengo intención de hacerlo. Actuando rápidamente, llevo mi rodilla hacia su entrepierna y le golpeo con fuerza. Gruñe de dolor, lo empujo y cae al suelo sujetándose su entrepierna.

—Estoy cansada de esto, no sé cómo dejarte claro que no quiero nada contigo más que una amistad. Lo que ha sucedido entre nosotros ha sido solo sexo casual, te lo he repetido muchas veces y aún no lo comprendes. Si quieres seguir cerca de mí, será solo como amigos. De lo contrario, quiero que te alejes de mí. Pero si vuelves a intentar besarme, no dudaré en tomar medidas drásticas y vaciarte mi arma en la cabeza.

Observo en sus ojos una expresión de dolor, más allá del malestar físico que le causé. Parece reflejar otro tipo de dolor, tal vez fui demasiado dura, pero es la única manera de hacerle entender la situación. Sé que le gusto, pero no puedo corresponderle. Mi corazón está cerrado y solo puedo ofrecerle amistad.

—¡Carajo, Arabela, golpeas fuerte! Perdóname, soy un completo idiota. Sé que no debí besarte y no lo volveré a hacer lo juro. Solo necesitaba comprobar algo y ahora tengo claro lo que realmente siento por ti. —me dice, mientras se levanta y se agarra su miembro y pone cara de dolor.

—¿De qué estás hablando? — pregunto frunciendo el ceño.

—Necesitaba besarte de nuevo para darme cuenta de lo que realmente siento. Y ahora puedo decirte que no te molestaré más, te lo prometo. —añade, su rostro refleja sinceridad.

—Espero que cumplas. —El asiente con seriedad, se despide disculpándose nuevamente y se va.

Ya en la oficina de mi casa, sentada y revisando documentos, cierro los ojos y mi mente se llena de pensamientos, especialmente de él. No sé por qué su imagen ocupa mi mente, recordando esos besos apasionados que me dejan sin aliento y con ganas de más. También recuerdo cómo me hace sentir, cómo me lleva al éxtasis con tremenda cogida.

Recuerdo con vivides nuestra primera vez juntos y el encuentro ardiente que tuvimos en el baño. Fue como subir al cielo. Cada embestida, cada susurro, me hizo sentir como si estuviera flotando en el éxtasis más profundo. Y luego vino el encuentro en mi oficina, una experiencia que me hizo ver las estrellas, ese orgasmo fue maravilloso. Aunque eso es algo que él no puede saber.

Cierro mis ojos con esos pensamientos lujuriosos y siento cómo mi cuerpo se empieza a calentar, mi vagina palpita de deseo. Cuando me doy cuenta, ya no tengo ropa y estoy acariciando mis labios vaginales lentamente, hasta tener dos dedos dentro de mí. Siento mi humedad ir en aumento con cada penetración. Con mi otra mano masajeo mis senos y pellizco mis pezones ya erectos. Qué ganas de volverlo a sentir, tenerlo dentro de mí.

Mis dedos exploran mi sexo en un entra y saca tan rápido que los gemidos no los puedo controlar, estoy gimiendo con desesperación. Trato de controlarme, pero no puedo, mientras más pienso en él, más fuerte gimo. Sin previo aviso me llega un orgasmo abrazador que recorre todo mi cuerpo, provocándome un grito de placer. A la vez, mi cuerpo tiembla y no puedo evitar gritar su nombre.

Caigo exhausta en el suelo de mi oficina, aún con mis dos dedos dentro de mí. Me mantengo un rato así hasta controlar mi respiración y rabiar al permitirme haber llegado a esta situación pensando en él. Abro los ojos, miro hacia la puerta y me alegro haberle puesto el seguro.

Ya en mi cama, frustrada y a punto de conciliar el sueño, me llega un mensaje de Fabrizio.

"Mi señora, ya sabemos dónde se hospedan, ambos en el mismo hotel, pero habitaciones separadas. Él viajó, pero ella se encuentra sola en su habitación. ¿Qué hacemos?"

Una sonrisa perversa se dibuja en mi rostro y el sueño que tenía se esfuma. Le respondo que nos reunimos en veinte minutos para ir a ese dichoso hotel. Fabrizio es tan eficiente, apenas hoy le dije que investigara y ya obtuvo información.

(***)

—¿Quién eres y qué quieres? —su voz temblorosa me provoca un placer inmenso.

—Cállate, no estás en condiciones de hablar —respondo con molestia mientras me acerco lentamente, observándola con rabia.

—Aléjate de mí —pronuncia con nerviosismo, retrocediendo.

—No, eres tú quien debe alejarse de lo que me pertenece, o sufrirás las consecuencias —ordeno con una sonrisa perversa.

—No entiendo de qué hablas. ¿Qué es tuyo? —sus ojos reflejan miedo y eso me gusta.

—Vladmir Ivanov, ese ruso de mierda, me pertenece. Si sigues adelante con la estupidez de casarte con lo que es mío, no dudaré ni un segundo en acabar con tu vida.

Sus ojos se abren de par en par y noto cómo aumenta su nerviosismo. Me acerco más, tomo su cabello y le jalo la cabeza hacia atrás.

—¡Entendiste! ¡aléjate de él o te mato! —grito con furia.

—No sabía que tenía dueña, lo lamento, pero no puedo evitar esta boda, estoy obligada a casarme con él —responde con voz temblorosa.

Sus palabras me enfurecen y deseo acabar con su vida en ese mismo instante, pero debo controlarme.

—¿Eres estúpida o te haces? No te casarás con él, maldita —mi voz llena de rabia resuena en la habitación.

Con frustración, la arrojo al suelo, provocando un grito por el golpe que se da en la cabeza. Sin embargo, eso no me importa y, en mi enfado, la sujeto con rudeza del cabello y le propino una cachetada.

—No puedo evitarlo, lo siento, estoy obligada a hacerlo, por favor, no me mates — suplica al borde de las lágrimas.

Entrecierro los ojos y tomo un momento para reflexionar sobre sus palabras.

—Explícate, ¿cómo es que estás obligada? —ordeno mientras la vuelvo a tirar al suelo.

Con voz llorosa, comienza a hablar.

—Mi padre me obliga y también el padre de él, lo siento —responde entre sollozos desesperados. —No siento nada por él, te lo juro, esto es una farsa y Vladmir está de acuerdo, esa es la verdad. Por favor, no me mates.

La miro con desprecio, pues puedo percibir sinceridad en sus ojos. Maldita estúpida. Aunque siento cierto alivio al saber que es una farsa, no puedo evitar la rabia y los celos que se apoderan de mí al pensar que se casarán.

—Me importa un demonio si te obligan o si no estás enamorada. No te casarás con él, porque soy capaz de matarte sin piedad. Él es mío y una perra como tú no se quedará con lo que me pertenece. ¿Está claro? —hablo con furia.

Ella se seca las lágrimas y me mira.

—Tú eres esa mujer del casino, ¿verdad? — me mira de una manera extraña, lo que me hace sentir incómoda. —Eres muy hermosa —su mirada recorre mi cuerpo de manera inquietante. —Escucha, no tengo intenciones de tener algo con él. Yo amo a otra persona, pero mi padre me obliga por dinero. Nuestra familia está en la quiebra y me tiene amenazada con hacerle daño a esa persona que amo. —su voz se quiebra.

—No me importa tu vida, no te casarás con él, punto. Quiero que estés lejos de mi ruso si quieres seguir con vida —aseguro con decisión

Ella asiente nerviosamente, pero veo la duda en sus ojos. No me convence, especialmente si está siendo amenazada. Las personas son capaces de cualquier cosa cuando están en una situación así. Antes de irme, vuelvo a bofetearla con más fuerza, y cae al suelo, dejándole claro mi amenaza. Con duda y rabia, salgo de la habitación, decidida a acabar con ella si no cumple.

Escucho a Fabrizio hablándome, pero mi mente está distraída y no les prestó atención a sus palabras. Estoy molesta conmigo misma por sentir celos cuando se supone que lo odio. ¿Será que aún siento algo por él? No, claro que no, lo odio, lo detesto. Me repito estas palabras en mi mente, tratando de convencerme de que los celos no tienen cabida en mi corazón.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro