Capítulo 2

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Apoyé mi cabeza en su pecho por última vez, notando de esta forma que él ya no estaba más, que simplemente aquello que sostenían mis delgados brazos era un cuerpo tan vacío como la enorme iglesia en donde nos encontrábamos. Sobre mis hombros observé con los ojos vidriosos la cruz que se encontraba detrás de mí en forma de suplica, rogando que lo acontecido fuera un mal sueño del cual despertaría, una pesadilla, pero lamentablemente no fue así. 

De manera delicada cerré sus parpados con mis dedos y sentada sobre mis piernas, besé sus tan apreciados labios, los cuales habían dejado de ser rosados para tornarse en un color más pálido, pero aún así, conservaban la tibieza.  

De un momento a otro la policía interrumpió gritando con voz alta que me detuviera, estos vestidos de azul oscuro caminaban con lentitud hacia mí sosteniendo armas en sus manos y con las rodillas levemente flexionadas, preparados para atacar ante cualquier estimulo. Entonces, viendo su actitud, recosté a Ethan en el suelo, tomé impulso, y alcé los brazos lo más alto posible. Realmente aquel escenario era una escena del crimen, la sangre estaba dispersa por todo el altar y mi estado no era el mejor. El vestido se encontraba en la peor condición y aquel maquillaje que contorneaba mis ojos, formaba una línea negra en mi mejilla resaltando el recorrido de las lágrimas. 

Tal vez debí sentir miedo, o quizá tristeza pero para ser sincera, fue todo lo contrario. 

Sosteniendo aún las manos ensangrentadas en el aire, casi veinte pistolas apuntando a mi pecho y la piel de gallina, sentí satisfacción, una sensación de placer recorrió mi cuerpo e incluso dejé escapar una risa macabra que desconocía poseer. Los agentes de seguridad frente a mi comportamiento creyeron instantáneamente que yo había sido la culpable, que era la responsable de la muerte de Ethan por lo que en pocos segundos, corrieron a toda velocidad hacia mi tomándome por la espalda. Colocaron esposas ajustadas en mis muñecas y me obligaron a caminar hasta la salida para que de esta forma pueda subir a la patrulla.

Durante ese recorrido por el centro de la iglesia, con el pelo recayendo sobre mis hombros, simplemente aprecié el techo de la misma, observé los pequeños contornos amarillentos que resaltaban las pinturas. Desde pequeña me había atraído la arquitectura y de alguna manera causaba paz en mi interior, justo lo que necesitaba en ese momento: calma.

Antes de atravesar la enorme y antigua entrada de madera que dividía la calle con el interior, giré con brusquedad para poder contemplar por última vez el cuerpo de quien en algún momento había sido mi compañero. Efectivamente él seguía ahí, totalmente inmóvil... ¿Cómo pudo haber sucedido eso?

Los invitados seguían parados sobre la vereda, vestidos de gala recubiertos por mantas color salmón que les había brindado la enfermería o quizá el mismo equipo forense.  Al pasar arrestada frente a ellos, no manifestaron su criterio, nadie defendió mi persona, simplemente movían la cabeza de un lado a otro como demostrando su desaprobación ante mí. La situación me causo tristeza debido a que todos sabían que mi retenimiento (o quizá futuro) encarcelamiento era totalmente injusto, que no existía motivo alguno para ponerme ante las rejas.

Ya desde el auto policial, pude apreciar como los peritos fotografiaban los elementos criminosos una y otra vez con diferentes ángulos. Retrataban todo lo que les parecía útil, desde el torso de mi esposo hasta las gotas que recayeron sobre el cáliz dorado. Aquellos flashes de las cámaras se reflectaban como grandes relámpagos sobre la patrulla en la que me encontraba.

Justo antes de que el motor del carro se encendiera, los profesionales levantaron con guantes y delicadeza el arma sospechosa. Apoyé mi mano sobre el vidrio de la ventana debido a mi sorpresa frente a lo que mis ojos veían y sin poder emitir opinión el chófer manejó hasta la comisaria. 

No tomé recaudo de revisar el cuerpo de Ethan para ver si poseía una bala en su interior pero en ningún momento escuché aquel sonido tan peculiar del lanzamiento del proyectil emanado por un arma. ¿Que había sucedido en realidad? ¿Como llegó ese revolver hasta los bancos de madera de la iglesia? A medida que pasaba el tiempo, la situación se volvía aún más confusa...

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