10. Secreto

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https://youtu.be/s53FlQf4fXU


Casi puedo imaginar la sorpresa de mis hermanas al verme entrar a la casa, con mi pasito vacilón y seguido por el asombroso Benny-Bot. ¿Me habrán confundido con Marcel Marceau? Es posible. ¿Superé a Peter Parker? Puedes apostarlo. Y lo mejor de todo, es sin duda que a Maggie le debió afectar en algún grado verme derrochar seguridad. Logré aprender la rutina a la perfección. ¡Y sé que ella no lo logrará!

Incluso, para enfatizar mi alarde de confianza, pasé frente a la emo y ordené al RMG-2, pero pronunciando mal su nombre:

—Ar-Maggie-2, entrénala a ella. Si puedes.

El robot se detuvo y quedó firme frente a la chica, quien cruzó los brazos y emitió un gruñido.

No me importaba lo que pasara con ella. Lo único que importaba estaba arriba.

Luan se encontraba leyendo un libro, acostada y luciendo esa deprimente férula azul en su piecito. Una bella princesa como ella no merecía estar así. Por eso, entré haciendo más exagerados mis movimientos de pies y manos: para verla sonreír y tomarle de la mano. Rayos, si no hubiera tenido esa cosa azulada, juro que le habría puesto de pie, y luego iniciando un baile que nos habría elevado hasta las nubes.

—¿Qué te pasa, Linc? ¿Tienes hormigas en los pantalones? —preguntó entre risas.

—Solo tengo fuego en mi corazón.

Sin dejar de sonreír, me dijo en voz baja: —Me alegra saber eso. Aunque también tenemos moros en la costa.

Y con un ligero movimiento de cabeza señaló a la ventana. En la parte exterior, colgada cabeza abajo, Lynn nos espiaba en silencio y usando su disfraz de ninja. Al verse descubierta, descuidó la soga de la que estaba sujetada y resbaló sin remedio hasta el suelo. No vimos lo que le pasó, pero el estrépito de golpes en madera, metal y mascotas nos dio a entender que sobrevivió para seguirnos espiando.

—Lamento esta situación —confesé a Luan, agachando un poco la mirada.

Ella respondió con su eterna sonrisa: —No te culpes, Linc. Recuerda que tengo responsabilidad en todo esto, igual que tú. Aunque es necesario que definamos como vamos a calmar sus sospechas. En especial las de nuestros padres.

Unos pasos conocidos resonaron en el pasillo. Fue casi como si al hablar de ellos los hubiéramos invocado.

—¿Niños? —fue lo que pronunció Papá al vernos desde el marco de la puerta. Mamá se le puso al frente.

—Necesitamos hablar con ustedes.

Con un movimiento discreto, mi padre cerró la puerta. Quedamos los cuatro en un breve silencio, incómodo como una piedra en el zapato.

Fue Luan quien tomó la iniciativa.

—¿De qué hablamos? ¿De "Operación Tormenta de Postres"?

—Temo que no, querida —reaccionó Mamá. Se sentó junto a ella y viendo hacia mis ojos, lanzó una pregunta:

—¿A qué se debió la discusión que tuvieron en la tarde?

Okey. Llegó el momento de tomar una decisión. ¿Sería lo mejor proteger a mi hermana y a mi pellejo usando una vil mentira, aunque eso me haga traicionar la confianza de mis padres? No creo que sirva el seguir hablando de pasteles, como en la mesa. ¿O me apego a confesar la verdad, dispuesto a enfrentar las consecuencias?

Mis ojos se encontraron con los de Luan por un segundo, notando un leve brillo en sus pupilas. Y eso me dio la respuesta.

Elegí la verdad.

—He sido malo estos días. Me porté mal con Maggie y con Luan. Es que... Me asusta perder a mi hermana favorita, a la que más amo. ¿Que tal si le gusta tanto estar con Maggie que la hace cambiar? ¿Que tal si le gustan tanto sus poemas que me empieza a considerar como un chico aburrido? ¿Dejará de sonreír para mí? Me asusta. Me asusta en verdad.

Dije lo anterior agachando la mirada. No quería verlos a ellos, ni a Luan. Solo quería ver dentro de mi propio corazón. Ser sincero y expresar lo que me estaba torturando estos días.

Lo que logré con mi confesión fue hacer reír a mis padres.

—¡Oh, hijito! —respondió Papá. —Luan y tú son hermanos. Siempre van a serlo. Es un vínculo que no puede romperse, aunque a Lucy le guste creer lo contrario a veces. Ten por seguro que tu hermanita siempre va a amarte, si sigues siendo un buen chico con ella.

Eso que me dijo me recordó mucho al consejo de Stuart. ¿Acaso tenía razón? Dirigí la vista a la comediante, y ella sonreía, con lágrimas en los ojos.

—Tontito —me dijo. —Siempre vas a ser mi hermano. Y si te he amado desde que eras un bebé, el de la sonrisa más hermosa que he visto, ¿por qué iba a dejar de hacerlo ahora? No vuelvas a tener dudas, o sino tendré que reconsiderarlo.

Eso me hizo reír. Mamá comentó lo aliviada que se sentía con la explicación de todo. Así que tanto ella como Papá nos dejaron solos, no sin antes aconsejarme:

—Deberías hacer las paces con Maggie. Es de caballeros llevarse bien con las chicas.

La expresión de Luan cambió cuando ellos abandonaron la habitación. Se puso seria.

—Linc, quisiera pedirte algo en cuanto a ella. Quiero que seas más atento y dulce con Maggie. Tú la ves como una chica malhumorada, pero la verdad es que tiende a ser muy sensible. Y eso tiene que ver mucho con algo que le pasó hace tiempo.

—¿Qué le pasó?

Ella respondió, bajando la voz:

—La madre de Maggie me lo contó todo. Antes que su padre abandonara el hogar, ella era una niña muy alegre. Era tan sonriente que se veía mucho más bella que ahora. Cuando eso pasó, ella empezó a llorar mucho. No quedaba mucho de su anterior felicidad. Tiempo después, ella conoció a un chico un poco mayor, bastante atractivo, y Maggie se enamoró de él. Todo ese tiempo que salían a pasear y tenían largas charlas volvió a iluminar su bonito rostro.

—¿Y pasó algo malo?

—Por desgracia, sí. Él la engañó con otra chica de su edad. Cuando ella lo descubrió y se lo echó en cara, él reaccionó de la peor manera: le hizo ver cómo una insoportable y que por eso su padre había abandonado el hogar. Tales palabras le afectaron mucho. Perdió nuevamente la sonrisa y empezó a odiarse a sí misma. Me dijo su madre que desde que vio nuestro acto en su cumpleaños no había vuelto a verla igual de feliz.

El impacto de la historia se sentía mayor porque no dejaba de recordarme el caso de Luan, en el sufrimiento que Benny le había dado al cambiarla por Belle Yates.

—No te preocupes —le dije acercándome un poco a su rostro. —Seré un gran amigo para Maggie. Iré ahora mismo a hablar con ella.

Justo cuando termine de hablar, ella me dio un rápido beso en una mejilla.

—Te amo, Linky. —confesó en un susurro. No logré responder de inmediato. Solo me limité a ver su preciosa carita. Ella prosiguió: —No es necesario que me respondas. Tus acciones, tanto las lindas como las torpes, me han dicho mucho de lo que sientes por mí. Ve con Maggie. Ella necesita tu amistad en este momento.

Asentí, y salí de inmediato.


Cómo habrás notado, evité mencionar cualquier cosa sobre el reto que la chica pálida me lanzó para el evento de mañana. Prefiero restarle importancia por ahora.

Llegué a la cochera, y ahí estaba Maggie, vestida como mimo. Seguramente era uno de los trajes de Luan, pero a ella le quedaba ligeramente más ajustado. La vi frente al robot, yaciendo de horcajadas, desde atrás, y noté lo bien torneado de su físico adolescente. Rayos. Su cuerpo es muy bonito.

—Veo que lo notaste, hermano.

La repentina presencia de Lucy a mi lado me hizo pegar un brinco del susto.

—¿Lucy? ¿Notar qué? ¡No estaba viéndole nada!

—Notar su desesperación. Mírala de nuevo.

Maggie se había puesto de pie. El robot inició la rutina, aquella que yo logré dominar en dos horas, y ella no lograba ninguna clase de mejoría. Tropezaba, perdía la coordinación y se iba al suelo nuevamente, cada vez más cansada. Pero volvía a levantarse, y el ciclo se repetía sin avance alguno.

Lucy habló: —Ella está insistiendo. Y no porque quiera, o porque le guste, sino porque no tiene otra opción.

—¿La de superarme?

—La de no ser superada por ti. Ella no quiere sabe qué le pasaría si tú ganas el corazón de Luan. Su existencia dejaría de tener sentido nuevamente.

La exactitud de su análisis me dejó boquiabierto. A la vez que me generaba una pregunta más.

—A ver... ¿Cómo sabes tanto de lo que está pasando?

Mi hermana oscura titubeó.

—Mi... ¿Bola de cristal?

—Cómo no. Una bola de cristal disfrazada de ninja, supongo.

—Suspiro... Fue gracias a Colmillito, a decir verdad. —pronunció, y se retiró camino a casa. El murciélago pasó velozmente a mi lado, siguiendo a su ama.

Antes de perderla de vista, le pregunté: —¿Crees que debería buscar amistad con ella en este momento, Lucy?

Lucy se detuvo.

—No lo hagas aún. Será en vano. Su corazón está ensombrecido.

Y continuó su marcha hasta entrar a casa. Minutos después, yo también me retiré.


Por fin, llegó el gran día.

Me adelanté para preparar todo antes de la llegada de Luan y mi familia. No quería ningún inconveniente en esta actividad: El dolor que nos causó todo el desastre en la plaza comercial, hace ya tanto tiempo, seguía presente.

Desde temprano, el sitio del festival de primavera estaba abarrotado. Además de la gente del vecindario, muchos amigos y conocidos habían llegado a ver los diferentes espectáculos.

Ahí estaba mi gran amigo Clyde, a quien Haiku le tomaba del brazo mientras veían unas pinturas. También estaba Risas, la mejor amiga de Luan, quien había llegado a vender globos. Tenía tiempo de no verla.

—¡Lincoln! Qué agradable verte por aquí. Y tan guapo como siempre —fue su saludo, acompañado de un suave codazo. Yo solo sonreí nervioso.

—¿Ahora vendes globos? ¿Y que fue del negocio de tu tío?

—Ah, la venta de gelato... Tuvo que cerrarlo. A las autoridades de Salud no les gustó que algunos sabores tuvieran "efectos secundarios".

Eso que mencionó me hizo recordar aquel sabor tan mágico y de nombre feo que probé gracias a ella. El "Beso o Tortazo". Si Maggie lo probara, quizás su actitud no sería tan problemática. Aunque creo que ya no será posible, y tendré que arreglar las cosas sin trampa.

—Lo siento mucho por tu tío. El "Beso o Tortazo" fue lo mejor que probé en mi vida. Hasta creo que haría mucho por la humanidad si fuera más popular.

—No te preocupes por mí tío. Los Barbieri somos una familia incansable. Y en cuanto a ese gelato, no es tan indispensable como dices. El secreto que uso mi tío para hacerlo fue uno muy sencillo.

—¿Cuál?

—Acércate, por favor.

Me agaché un poco, esperando su respuesta. Pero solo recibí el estruendo de una corneta de aire en mi oído.

—¡SECRETO! ¡Duh! —comentó, y lanzó una ruidosa carcajada mientras ocultaba tras sí la corneta. Yo terminé sentado en el suelo, con un leve mareo.

—¡Eso fue cruel!

—Lo siento, Linc. Soy una payasita... A veces no me porto con seriedad. Pero esta vez lo haré. ¡No hay secretos en realidad! Solo es un gelato de buenos sabores italianos. La clave es su mal aspecto. Al verlo crees que no te gustará, ¡y al probarlo notas que es delicioso! ¿Recuerdas que por eso se llama así?

Sí, lo recordaba. Y también recordé el mensaje que me dio entonces: Muchas cosas en la vida se ven bien, y no lo son. Otras se ven mal, pero esconden un gran tesoro. Sólo se descubre tomando el riesgo.

En aquel entonces, fue un consejo en cuanto a la "relación" entre Luan y Clyde. Ahora, creo que me sirve en cuanto a Maggie. Si Luan la quiere tanto, ha de ser por algo que aun no he descubierto.

Sonreí para Risas. Luego, alcancé a ver la sombría presencia de Maggie a lo lejos, y sonreí para Maggie.

Por desgracia, una media hora después ya no estaba sonriendo.

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