OO8 | ASUSTADO

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JEON JUNGKOOK

Constantemente solía mirar hacia atrás, buscando cuándo fue que me perdí, pero no encontraba algún momento, lo que me hacía creer que quizás siempre había estado perdido. Y al mirar hacia dónde voy me daba cuenta de que las huellas no eran mías, entonces la desesperación aparecía y todas las emociones llegaban a abrumarme. Era como si estuviera ahogándome en el mar, con la esperanza de que cuando lograra flotar pudiera sentirme como una persona normal, pero mi cuerpo salía a flote mientras observaba el cielo nublado y el vacío volvía otra vez.

Así había sido con el tiempo desde que mi padre falleció. El no tenerlo solo hizo que el vacío se incrementara, que las palabras de los demás penetraran con más intensidad mi cabeza, buscando alejar a cualquier persona que, quizás, pudiera tener una buena intención.

Por un momento creí que jamás nadie me vería como mi padre lo hacía, que jamás lograría conectar con otra persona, hasta que eso cambió al conocer a quien haría que me cuestionara muchas cosas, que me sintiera más raro, pero también que decidiera dar más oportunidades y pudiera encontrar a Jimin, encontrándole respuestas esas preguntas que me estaban llevando a una desesperación mayor. Pero también, que terminara convirtiéndose en la persona que hiciera que no pudiera sostenerle la mirada a nadie, que no soportara que me tocaran, que pudieran quererme, y que ahora sintiera imposible que floreciera la ilusión de tener una relación normal, de poder llegar a querer de forma romántica a alguien.

Pero la verdad es que después de un tiempo fui consciente de que, secretamente, llevaba queriendo un sol porque el frío podía volverse insoportable por momentos.

Si bien tenía a Jimin, estaba la distancia, como el hecho de que él estuviera bastante ocupado y tuviera una relación a la que darle atención, lo que hacía que los mensajes no fueran constantes. Claro que estaba agradecido con que estuviera en mi vida, pero deseaba a alguien que pudiera estar cerca.

Y, sin esperarlo, Rose llegó a mi vida, primero siendo una molestia al pasar de mis rechazos, para acabar convirtiéndose en aquel sol que secretamente anhelaba.

A Rose le interesaba lo que tuviera para decir, lo que hacía, y decidía creer que eso era sincero sin ninguna otra intención escondida como ya había pasado. Y es que hasta compartíamos una pasión, aunque ella fuera quién escribía y yo quien leía, pero podíamos hablar mucho sobre eso y no cansarnos, algo que antes no me pasó con ninguna de las otras personas con las que conecté.

Eso era algo que me llevaba a recordar a mi padre, porque con él también compartíamos una pasión, solo que por la pintura. Y quizás eso era uno de los motivos por el que me sentía tan cómodo con Rose, además que ella jamás había mencionado nada sobre mi raro comportamiento, al contrario, prefería creer que no se esforzaba lo suficiente por agradarme y hacerme sentir cómodo. No parecía ver nada malo en mí y, eso, me llevaba a sentir esa calidez que antes había en mí de pequeño cuando con mi padre nos encerrábamos a pintar.

Por esas razones decidía confiar plenamente en que Rose tenía buena intención, que era lo que tanto busqué de manera inconsciente, y hasta podría ser mi lugar seguro.

Y parecía ser que... En eso se estaba convirtiendo.

Pues, como días anteriores, al estar acercándome a la universidad, esperaba verla como un niño asustado, que fuera ella la que me mirase antes de tener que afrontar mis miedos. Pero claro que no estaba allí como pasó en otros días, ya que anteriormente me había enviado un mensaje sobre que tenía clase, y aun así fui tan ingenuo de creer que podría verla antes de tener que enfrentar otro día donde soportaría las miradas de las personas que no deseaba ver.

Caminaba desganado, pero en eso logré ver frente a mí —también dirigiéndose hacia la entrada—, a quien había provocado mi desesperación hacía semanas atrás, por lo que impulsivamente me acerqué tomándolo de la chaqueta.

—¡Oye! ¡¿Qué haces, imbécil?! —preguntó enfurecido, apartando de manera brusca mi brazo mientras volteaba. Pero al verme, pareció relajarse—. ¿Qué rayos te pasa? ¿Quién te crees para tomarme así, rarito?

Una risa amarga salió de mi garganta mientras observaba cómo llegaba a fruncir el ceño al escucharme, pero es que no podía evitar dame risa el hecho de que intentara seguir actuando igual que siempre cuando en realidad podía notarse con gran facilidad cómo parecía estar asustado por algo.

—¿Por qué has desaparecido por tantos días?

—¿A ti qué te importa? —cuestionó dando un paso hacia adelante, cruzándose de brazos—. ¿O qué? ¿Como el marica que eres me has extrañado?

—Y sigues con eso —blanqueé los ojos—. Tienes una gran obsesión conmigo y mi orientación sexual.

—Pues, eres tú el que está buscándome ahora. Déjame en paz.

Patrick volteó con la intención de seguir su camino, pero se lo impedí al cerrar de manera rápida la mano en su muñeca, provocando que volteara a verme histérico.

—¡¿Qué quieres, carajo?!

Con mi mano libre saqué el celular de la chaqueta, enseñándoselo aunque tuviera la pantalla apagada. Pues, lo que estaba a punto de decir no era más que una mentira.

Y por dentro rogaba que no fuera demasiado evidente.

—¿Sabes qué tengo acá? —Frunció el ceño por el desconcierto—. Tengo un video, específicamente de un día viernes donde saliste huyendo luego de casi haber provocado un accidente.

Patrick había abierto sus ojos a la par, sus labios estaban entreabiertos y su piel palideció demostrando así lo asustado que se encontraba.

—¿Sabes? Podría hacer lo mismo que tú haces con tu grupo. Subirlo al foro y así demostrar de lo que eres capaz —Asentí frunciendo los labios—. Pero... ¿Crees que recibirás buenos comentarios al respecto? ¿Crees que todos seguirán apoyando la basura que haces?

—N-no te atreverías...

—Tienes razón. ¿Qué importa lo que todos puedan decir aquí sobre alguien como tú? No me interesa hacerte sentir como tú has hecho sentir a los demás, es más, tú, Patrick, no me interesas en lo más mínimo y odio estar hablando contigo —Asentí dándole la razón mientras veía cómo se relajaba—. Pero ¿sabes quién me interesa? Rose.

Patrick soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza.

—Entonces, ¿quieres pedirme que baje el video de esa mojigata?

—No la llames así —mascullé acercándome más a él.

—Ya, ya, cálmate —ordenó apoyando la mano en mi pecho, inclinándose hacia atrás.

—No solo bajarás ese video —Aseguré alzando una ceja—. Te disculparás con ella por todo lo que has hecho y no volverás a acercarte.

—¿O si no qué? —cuestionó acercando nuestros rostros.

—No va a gustarte para nada dónde acabará este video, cómo daré tus datos, y lo que podría suceder contigo —advertí—. ¿Acaso crees que lo que fuiste capaz de hacerle solo fue una tontería?

Patrick tragó con dificultad mientras negaba con la cabeza, dando un paso hacia atrás.

—¡F-fue un error! ¡Yo no quería tirarla!

—¡Pudiste haber intentado remediarlo ayudándola, pero huiste como un cobarde!

—Por favor, por favor, Jungkook...—pidió acercándose, empuñando mi suéter—, no hagas nada con ese video. Yo no quise, lo juro...

—Entonces, haz lo que digo.

—Jungkook...

—¿Crees que no seré capaz?

Me observaba histérico, sus manos estaban temblorosas mientras se mordía con fuerza el labio inferior como si estuviera torturándose con sus pensamientos.

—¡Está bien! ¡Está bien! ¡Lo haré! —exclamó dándose por vencido—. Borraré ese maldito video y me disculparé con ella.

—Y te alejarás de ella.

—Sí, sí, lo juro —Asintió repetidamente mientras alzaba las manos.

—Empieza borrando el video ahora mismo.

—P-pero quedé en reunirme con el grupo antes de clase, tenemos un trabajo...

—Dije ahora.

Soltando una maldición entre dientes, sacó su celular del bolsillo de sus jeans mientras yo me encargaba de desbloquear el mío, relajándome al ver que tenía mensajes de Rose y con minutos de diferencia, a pesar de que a un metro tenía al frente a Patrick.

Rose

Al fin acabó la clase.

¿Tú ya estás aquí?

Estoy en la entrada.

¿Puedes salir un momento?

Al recibir una respuesta rápida me alivié, pero al leer no pude evitar sonreír imaginándome hasta su expresión.

Rose

Pero muero de hambre.

¿Por qué quieres que salga?

Es algo importante, así que hazlo.

Al levantar la mirada me encontré con la interrogante de Patrick, la cual no entendía para nada.

—Enséñame cómo lo eliminas —ordené acercándome a él.

—Carajo...

Frustrado se acercó a mí, enseñándome cómo apretaba la opción eliminar, aunque, claro, mientras esperaba a Rose me aseguraba que ni siquiera pudiera tenerlo en su galería, disfrutando de alguna manera el notar cómo debía morderse la lengua para no decir algo que pudiera molestarme.

Al verla luego acercarse a donde estábamos, cómo abría los ojos a la par y se detenía al ver a Patrick, me acerqué a ella.

—Tranquila. Solo tiene que decirte algo —aseguré entrelazando nuestros dedos—. Ven conmigo.

Ella buscó mi mirada como si quisiera saber si podía confiar en mis palabras, por lo que medio sonreí, para luego comenzar a acercarme a Patrick que estaba cabizbajo pareciendo algo ansioso.

—¿Qué quieres? —habló llamando su atención, Rose.

Él me miró a mí, lo cual de alguna manera me hizo molestar, ya que quería que lo hiciera rápido para que Rose pudiera dejar de estar tan tensa, pues hasta apretaba mi mano con fuerza.

—Habla de una vez, Patrick.

Suspiró frustrado desviando la mirada.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Estoy muy arrepentido por haberte molestado y haberme ido así! —aseguró histérico—. ¡Juro que jamás estuvo en mí que algo pudiera sucederte!

Rose parecía demasiado sorprendida, hasta me miró como si quisiera comprobar que estaba escuchando lo mismo que ella.

—¡Rose, en verdad juro que...!

—Si quieres que te crea, entonces, arrodillate.

—¿Qué...?

Miré sorprendido a Rose que soltó mi mano para acercarse a Patrick a la vez que se cruzaba de brazos.

—Arrodillate y disculpate como se debe. Todavía no creo tu arrepentimiento.

Me observó con sus facciones endurecidas, como si esperase que yo detuviera a Rose, pero claro que no iba a hacerlo si para ella no era suficiente. Patrick, que antes miró a sus lados, notando cómo algunos grupos que pasaban los miraban confundidos y murmuraban sobre eso, obedeció arrodillándose mientras me observaba molesto al sentirse humillado.

—En verdad lamento todo lo que he hecho. Discúlpame, por favor. Juro que no volveré a acercarme a ti.

Rose me miró por un momento, como si aquella situación se le hiciera graciosa, pues hasta era fácil de notar que estaba intentando contener la risa, lo que hizo que yo bajara la cabeza al haberme provocado una sonrisa. Pues, no quería que Patrick pudiera verme y arruinar sus disculpas al saber que estaba a nada de explotar por sentirse tan humillado.

—Está bien. Te perdono, pero te quiero lejos de Jungkook y de mí, ¿te queda claro?

Patrick solo asintió mientras se levantaba, para luego pasar por nuestro lado hecho una furia, hasta podía apostar que tuvo que morderse la lengua para no maldecirnos.
Al verlo entrar, me sobresalté al escuchar un chillido por parte de Rose, sintiendo luego cómo se abalanzaba a mi cuerpo, por lo que jadeé correspondiendo de forma torpe a su abrazo.

—No sé qué has hecho, pero te lo agradezco —murmuró aferrándose, provocando que hasta se me dificultara respirar por un momento, pero aun así seguía sin ser molesto para mí—. Era hora de que ese hijo de puta se humillara.

Sonreí mientras apoyaba mi mejilla en su cabeza sintiendo cómo su fragancia frutal me invadía, disfrutando de aquella calidez que me hacía volver a estar en calma luego de toda la situación con Patrick que me había hecho molestar.

—Eres maravilloso, Jungkook.

Rose se separó mirándome con una gran sonrisa, lo que hizo que de alguna manera el impulso de abrazarla me invadiera para volver a sentir aquella calidez.

—¿E-en serio?

—¡Claro! Lo eres.

No pude evitar sonreír mientras bajaba la cabeza al sentir mis mejillas arder.

—Bueno, me gustaría quedarme más tiempo aquí hablando contigo, pero muero de hambre.

Rose tuvo la intención de marcharse, pero rápidamente la tomé de la muñeca.

—E-espera, vamos a Art Deco cuando terminemos las clases.

—No puedo, Jungkook.

—¿Por qué?

—Tengo un trabajo grupal que hacer, pero quizás mañana, ¿sí?

Asentí suspirando sin mirarla, pero al escuchar una ligera risa de su parte, volví a levantar la mirada.

—Eres muy lindo.

Mi rostro volvía a arder haciendo imposible que pudiera mirarla, pero la verdad era que podía sentir como si mi corazón vibrara ante aquellas palabras sobre mí, pues sonaban tan sinceras y eran completamente inesperadas, más al estar acostumbrado a solo comentarios sobre lo raro que era.

Sí.

Rose podría ser aquel sol que me diera el calor y la luz que tanto había buscado.

—Te acompañaré hasta el comedor.

Sin más, volví a entrelazar nuestros dedos, ya que mi cuerpo parecía ansiar de alguna manera su calor.


















(...)














Era una nueva tarde en la que al acabar la clase no dudé en juntar rápidamente mis pertenencias, colocándome luego la mochila para salir a paso apresurado, ignorando los gritos de Anya. No quería amargarme. Pues, había quedado que vería a Rose en Art Deco, así que quería llegar allí rápido para pasar el mayor tiempo posible juntos, ya que últimamente parecía estar más ocupada de lo normal, por lo que solía rechazar mis invitaciones. Eso no me gustaba para nada, hacía que mis días se sintieran como antes, pero hoy al haber recibido un mensaje avisándome que tenía tiempo y podíamos vernos, solo comencé a contar los minutos para que la clase acabara y así verla.

Al ver el Café apresuré el paso mientras no podía evitar sonreír al abrir la puerta, sintiendo cómo mi alma vibraba con una intensidad que me asombraba por el solo hecho de pensar que volvería a verla.

Una vez que la busqué con la mirada al no verla en ninguna de las mesas, la encontré frente de la barra conversando con el mismo camarero de siempre, lo que hizo que aquella emoción que pudo haberme invadido en un momento se esfumara por completo.

—¿Rose? —Me atreví a hablar al haberme acercado un poco, ya que parecía ser que ni el sonido de las campanas al entrar fue suficiente para llamar su atención.

Ella giró a verme con una gran sonrisa, esa misma que le había provocado la persona con la que mantenía una conversación, aún conmigo presente, y movió su mano en forma de saludo para volver su concentración a él.

¿Solamente me saludaría así cuando no nos habíamos visto en la universidad y el día anterior solo nos saludamos y rechazó de nuevo mi invitación por estar ocupada?

Sentía cómo mis músculos se tensaban, por lo que bajé la mirada por un momento, hasta que al observar las mesas dándome cuenta de que en una de las sillas estaba su mochila, decidí acercarme y sentarme en la del frente.

No podía evitarlo, por más que me disgustara, mi mirada se dirigía a ellos, principalmente a Rose que reía.

¿Era tan divertido? ¿Acaso reía así con todas las personas?

Quizás Rose también era una persona más del montón que podía conectar fácilmente con todas las personas, volviéndome a mí uno más para ella.

Alguien que podría ser reemplazado fácilmente.

Y es que sabía que estaba ocupada con sus estudios, como también con aquel guion que estaba escribiendo, ya que Oliver y Alex solían hablar mucho sobre eso, por lo que ya no tenía tanto tiempo disponible, así que me preguntaba, ¿por qué si me invitó actuaba de esa manera cuando debería concentrarse en mí?

Eso me hacía dar más cuenta sobre la diferente forma en la que nos veíamos.

Podía sentir una presión en mi pecho que volvía mi respiración algo pesada al pensar en que no era especial para ella como llegué a creer mientras que yo la consideraba hasta mi luz.

Y ahora solo podía sentir su indiferencia una crueldad.

Un golpe de realidad.

—¡Jungkook! 

Rose había alzado la voz, llamando mi atención mientras dejaba un batido frente a mí y el suyo ya estaba en la mesa.

—Tu favorito —Sonrió tomando asiento.

Eso podría haberme hecho sonreír, porque si había algo que sabía y me gustaba notar era la atención que ponía en mí, pero ahora el pensar que podría ser la misma que ponía en todos hizo que desviara la mirada.

—Oye, ¿estás bien? ¿No tuviste un buen día? —preguntó sonando preocupada.

«Deja de preocuparte por mí, cuando la razón por la que me siento de esta manera eres tú» 

«¿Te preocupas así por todos?»

«¿En verdad no soy único como me has hecho sentir?»

Tenía tanto que quería decir, pero no sabía por qué el cómo me sentía no me lo permitía.

Solo podía mantenerme en silencio. Y de todas maneras, ¿valdría la pena hablar? ¿Cambiaría algo?

Debía estar acostumbrado, ya que todas las personas con las que llegué a conectar tenían a más personas, aunque yo sí los viera como si fueran todo para mí, así que Rose no sería la excepción.

—¿Jungkook...?

—N-no lo entiendo...—Logré hablar mientras conectaba nuestras miradas.

—¿A qué te refieres?

—Las personas —respondí con obviedad, notando cómo fruncía el ceño—. No logro entender la manera en la que para ellas cualquier persona que esté en su vida es reemplazable solo porque logran conectar tan fácilmente con las demás. 

—Jungkook... Hablas como si tú no fueras una persona —mencionó con una ligera risa.

—Lo soy, pero no puedo ser así, y odio eso de todas las personas —expliqué apoyando los brazos en la mesa—. Es como si no se dieran cuenta o no les importara lo que provoca ser tan reemplazable, mientras que para los que no podemos ser así, esa persona puede serlo todo.

—Bueno... Tampoco creo que esté bien que puedan ser consideradas así. No creo que sea tan sano —refutó algo nerviosa, sin mirarme—. Hay muchas personas que solo son pasajeras en nuestras vidas, y hay que aceptarlo.

—Yo no quiero que lo seas.

Rose solo me observó con los ojos abiertos de par en par, boquiabierta, como si no supiera qué decir, lo que solo hacía que aquella presión pareciera incrementarse.

—¿P-por qué no pruebas el batido? —habló al cabo de varios segundos, aunque esperaba una respuesta de su parte—. No me equivoqué, ¿verdad? Tú siempre pides uno de plátano con miel y canela.

Estaba decepcionado.

Ella sí podría considerarme alguien pasajero y reemplazable.

Lo odiaba.

Pero, aun así, al ver su intento de sonrisa, me incliné hacia adelante para darle un sorbo al batido sintiendo cómo hasta tragar se me dificultaba. Otra maldita vez estaba sintiéndome de esta manera y provocado por la persona que veía especial para mí.

—¿Qué harás este fin de semana? —preguntó llamando mi atención—. Yo creo que iré a visitar a mi madre, aunque sé que el sábado se la pasará trabajando, cuenta con más tiempo el domingo, así que aprovecharé de cocinarle y pasar algo de tiempo juntas.

—¿Vive lejos?

—No. Ella vive en Framingham.

Oh, sí es cerca —Asentí—. ¿Y tu padre?

Al notar cómo se esforzó por sonreír mientras desviaba la mirada, arrugué la frente mirándola curioso.

—Él está viviendo en Wisconsin.

—¿Tus padres están divorciados?

—Sí, hace tanto tiempo que ya ni lo recuerdo —Asintió soltando una ligera risa que parecía hasta histérica.

—¿No te llevas bien con él?

—¡No! Tenemos buena relación, es decir, hasta viene a visitarme cada tanto y se encarga de los gastos de la universidad y ese tipo de cosas —Se apresuró a explicar mientras observaba el batido—. No tiene buena relación con mi madre, pero cumple con su trabajo de padre conmigo, aunque ya tenga otra esposa e hijos.

Solo me quedé observándola mientras bebía más relajado el batido, notando cómo parecía algo nerviosa al jugar con sus dedos, llegando a pellizcarlos, lo que me llevaba a recordar cuando volví a verla después de conocerla al compartir clases. Parecía ser un mal hábito que tenía.

—Yo haré lo mismo de siempre.

—Oliver dijo que iría a comer a casa de sus padres, ¿tú no irás?

Negué con la cabeza.

—¿Por qué?

—No me gusta pasar tiempo en esa casa.

Era demasiado fácil notar su curiosidad, cómo me pedía que continuara hablando, por lo que solté un suspiro decidiendo hacerlo.

—Aunque se esfuerzan porque no se note, la diferencia con la que actúan con ambos es demasiada —expliqué mientras me escuchaba atenta—. Ellos me ven como la mayoría de personas me ven al conocerme.

—¿A qué te refieres?

—Como si algo estuviera mal conmigo. Mi madre me mira y actúa como si se hubiera dado por vencida con mi comportamiento, y Marc solo me mira con pena.

—¿Por qué actuarían así? —Frunció el ceño.

—Sé que no soy el hijo que le hubiera gustado tener y por eso discutía tanto con mi padre que me defendía, pero Oliver sí es ese hijo que esperaba, así que la pasarán bien sin mí y yo sin ellos.

Decidí concentrarme en beber el batido, notando cómo a pesar de que los segundos pasaban parecía perdida en sus pensamientos y muy probablemente por mis palabras. En ese momento estaba odiando haberme abierto un poco más con ella, pues ahora comenzaba a recordar tantas cosas que hacían que me sintiera desesperar.

—No logro entender por qué actúan así contigo. Nada está mal contigo.

—Rose, ¿no te pasa que nada se conecta dentro de ti?

Al recibir una mirada de desconcierto, presioné los labios dándome cuenta de que no podía entenderme.

—No...

—¿Podemos hablar de algo más? —pregunté pasando la mano por mi rostro—. Hoy me siento agotado de todo.

Mi mano seguía cubriéndome el rostro, por lo que al escuchar la silla ser arrastrada, giré a ver sorprendido cómo Rose ahora se encontraba sentada a mi lado.

—Solo diré que siento pena por todas esas personas que no logran ver lo maravilloso que eres, Jungkook.

Rose me observaba con una sonrisa mientras apoyaba su mano sobre la mía que estaba en la mesa. Sus ojos avellanas parecían brillar, logrando que me sintiera incapaz de apartar mi mirada de ella.

«¿Cómo es posible que sienta ganas de decirte tantas cosas, pero no logre encontrar las palabras para definirte?»

«¿Qué es lo que estás haciendo en mí?»

«¿Qué son estas ganas de fundirme en ti para sentir tu calidez?»

No dejaba de observarla mientras pensaba, hasta que ella apartó la mirada con sus mejillas sonrosadas. Volví a mirar nuestras manos, decidiendo entrelazar nuestros dedos y seguir mi impulso inclinándome hacia ella para apoyar la cabeza en su hombro.

—¿Jungkook...?

Soltó una ligera risa permitiéndome sentir cómo su cuerpo vibraba mientras aspiraba su dulce fragancia y cerraba los ojos al disfrutar de cómo acariciaba mi cabello. Era como si su voz y risa se volvieran una melodía que me atrapaba.

—Oye, ya que querías hablar de algo más, ¿por qué no me hablas un poco por donde vas en el libro?

Al sentir cómo movía un poco su hombro en un intento de llamar mi atención y escuchar esa pregunta, levanté rápidamente la cabeza mientras sonreía, ya que había olvidado por completo que quería hablarle sobre eso.

—¡Lo haré! Tengo mucho para decir.

—Te escucho.

—Pude sentir la decepción de Callum al descubrir que estaba involucrado con la mafia...



















(...)














El fin de semana podría haber sido demasiado aburrido al no haber salido del departamento para ver a Rose, pero al menos nos habíamos enviado mensajes, ya que a pesar de haber ido a visitar a su madre se la pasó mayormente sola al tener dos trabajos, aunque el domingo sí pudo estar más tiempo con ella.

Había intentado pintar, pero no estaba logrando lo que me imaginaba. La noche anterior tuve una pequeña discusión con Oliver, y es que no me importó para nada que fuera de medianoche, estaba gustándome el trabajo que hacía después de muchos intentos. Pero cuando buscaba preparar el color verde especifico que recordaba que tenía, no lo conseguía, lo que me frustró en ese momento junto a los gritos de Oliver.

«¡Ya, Jungkook! ¡¿Acaso no ves la hora que es?! ¡Necesito levantarme temprano!»

«Cúbrete con la almohada»

Solo eso había dicho luego de tantos gritos, detestando haber aceptado tiempo atrás vivir con él y en un monoambiente. Nuestras camas estaban a poco más de un metro de distancia y yo había colocado el caballete en medio de estas.

«¡Juro por Dios que si no te acuestas ahora mismo...!»

«Cállate y déjame pensar» lo interrumpí observando con atención el verde que había preparado.

«¡Quiero dormir!»

«Vete con Florence»

Lo había escuchado maldecir entre dientes, pero no le presté atención alguna a él ni al ruido, solo pensaba en si debía agregarle algo más o estaba bien aquel color, hasta que de repente todo se volvió negro.

Oliver había apagado la luz y hasta podía escuchar cómo se recostaba bruscamente, dándome a entender que estaba más molesto de lo que pude creer.

«Hijo de puta» solté quedándome quieto en mi lugar.

Oliver me reprochó por eso, pues no era algo normal que lo insultara, pero no me quedó más que obligarme a descansar a pesar de que quería seguir con el cuadro al no tener sueño.

Ahora me encontraba en la universidad, solo en la sala, frente a la pintura que había estado haciendo en la noche. Observaba aquellos grandes ojos que me faltaban pintar, pensando si acaso haría más pruebas buscando el tono verde, así como le había sucedido con su cabello rojizo hasta quedar satisfecho. Pero suspirando decidí tomar el celular.

Envíame una foto de tus ojos.

Impaciente esperaba alguna respuesta, mordiendo mi labio inferior hasta que recibí una respuesta.

Rose

¿Por qué me pides cosas extrañas
de la nada?

Solo hazlo.

Rose

¿Sigues en la universidad?

Al responder esa pregunta me hizo otra sobre dónde estaba, al contestar le insistí en que me mandara una fotografía, pero esta vez no recibí respuesta alguna, lo que me hizo suspirar frustrado.

¿Por qué no me enviaba la foto?

Seguía mirando el lienzo, pensando en que quizás tenía que hacer otra prueba más aunque fallara.

—¡Jungkook!

Al escuchar esa voz, mi alma vibró con intensidad.

Rose estaba asomando la cabeza por el umbral de la puerta, mirándome con una gran sonrisa que provocó la mía y no dudé en acercarme a ella.

—¿Q-qué haces aquí?

—Estaba por marcharme, pero como me dijiste que estabas aquí, decidí pasar a verte antes —respondió encogiéndose de hombros mientras entraba y se acercaba a mí.

—¿Vas a enviarme la foto, sí o no?

Rose soltó una carcajada que me hizo confundir.

—Eres muy especial, Jungkook.

Aquello solo logró que aumentara mi confusión, aunque si lo pensaba bien, Rose siempre soltaba aquellos halagos cuando menos me los esperaba.

—¿Qué...?

—¿Por qué enviarte una foto cuando me tienes aquí y puedes acercarte a verlos?

—Oh, tienes razón.

No lo dudé ni un momento y me acerqué tomando su rostro entre mis manos e inclinándome hacia adelante, observando con gran atención sus grandes ojos, aquellos que eran los que más destacarían en la pintura. Veía el color marrón en el borde pupilar que era tan claro que podía compararlo con la miel mientras que en el iris se transformaba en un delicado verde ceniza.

Observé sus pecas repartidas por su rostro, pensando en que tenía que al menos recordar el lugar correcto de aquellas que resaltaban más, así como aquel lunar grande arriba de su ceja derecha. Y en cuanto noté sus mejillas sonrosadas, sonreí pensando en que podría agregarlo por más que en la fotografía no saliera, pero es que era algo que notaba que le pasaba seguido.

—Bien, lo tengo. Ya puedes irte porque no me dejarás concen...

No pude ni siquiera terminar de hablar cuando aparté las manos, ya que las suyas tomaron mi rostro haciéndome inclinar más hacia adelante al punto de que estampara sus labios en los míos.

Todo mi ser llegó a estremecerse mientras me olvidaba hasta de cómo se respiraba.

Había sido algo rápido, intentaba reaccionar, procesar lo que fue capaz de hacer mientras que ella pasaba por mi lado como si no hubiera sido nada, como si ahora no sintiera que mi corazón iba a salirse de mi pecho, como si no estuviera llenándome de preguntas y entrando a la más absoluta desesperación.

—¿Q-qué estás pintando? ¿Es la foto donde salimos todos? —preguntó mientras medio giraba mi cabeza, observando cómo se acercaba a paso lento al caballete que estaba a unos metros—. Sino no hubieras querido ver mis ojos.

—No —musité.

Pude sentir su mirada clavada en mi espalda, pero no era capaz de seguir viéndola y no solo porque creía que no había sido correcto al ser amigos.

Estaba asustado.

No tenía miedo solamente por todo lo que llegaba a provocar en mí, y no porque no quisiera eso, sino porque temía que se convirtiera en otra persona más que podría llegar a aburrirse o cansarse de mí y decidiera marcharse de mi vida, convirtiéndome en alguien reemplazable, en otra sombra desdichada en su vida.

¿Qué debía hacer? ¿Qué era lo correcto?

¿Debía seguir mi impulso? ¿O tan solo adelantar lo que sucedería en un futuro?

—¿Jungkook...?

Volteé a verla sintiendo mi respiración pesada, comenzando a acercarme a ella.

—¿E-estás bien?

No era capaz de pensar con claridad, de intentar analizar cómo podría sentirse.

Rose antes solo existía, llegando a ser una molestia al no respetar lo que yo quería, pero ahora llenaba mi lienzo de colores, le daba sentido a todo, logrando que volviera a vivir.

—¡Jungkook...! —exclamó llevando las manos a mis brazos en un intento de apartarme.

—No me alejes de ti —pedí antes de dejarme llevar por el impulso de tomar su rostro entre mis manos y juntar nuestros labios en otro beso.

¡Hola!

¿Qué les pareció el capitulo? ¿Les gustó poder conocer en más profundidad a Jungkook? ¿Se esperaban que se atreviera a besar a Rose? ¿Qué creen que pase ahora entre ambos?

Espero que les haya gustado el nuevo capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar.

¡Nos leemos mañana!

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