Una verdad a medias

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El viaje en el auto era silencioso. Había demasiada tensión en mi cuerpo y Jinnie lo sabía. La forma en que apretaba el volante con fuerza, mis nudillos blanquecinos contrastando con la piel trigueña de mis manos. El aire acondicionado apenas lograba disipar el calor que se acumulaba en el interior del auto. Mis pensamientos eran un torbellino, y los de Jinnie también, y pese a que yo era quien podía leer mentes, él parecía leer los míos como si estuvieran escritos en mi frente.

—Me estás ocultando algo —susurré finalmente.

Él me miraba con esos ojos que aún me cuestan reconocer. Me cuesta familiarizarme con ellos. Ese color de ojos hace que su rostro pierda todo rastro de dulzura y delicadeza. Toda humanidad. Reflejan lo que ha vivido y hecho en un año y medio. Reflejan aquello que perdió y se me parte el alma cuando los miro.

—Lo hago —respondía con total sinceridad—, pero no puedo decirte hasta estar seguro de ello.

—Por eso la reunión con la Legión —dije de forma afirmativa.

Él asentía tenso, su rostro ilegible. Si todavía estaba preocupado por Jimin, no lo demostraba.

—Lucas me dijo que Hyungsik lo hizo entrar al restaurante pura sangre sin problema alguno. Realmente lo conocen —exclamé para evitar el maldito silencio incómodo que nos rodeaba en un espacio tan cerrado como mi auto.

—Espero que puedan sacarlo —decía seriamente.

—Sé que dije que no te alimentaras de Jimin bajo mi techo, pero no pensé que tu niño saldría a buscar que alguien más lo mordiera —exclamé.

—No es mi niño, Tae —susurró cansino—. Tampoco creí que fuera capaz de ir a buscar por un poco más. De todas formas no es tu culpa, es la mía. Tendré una sería charla con él cuando lo vea. No me interesa que se ponga en peligro —decía con seriedad.

Minutos después ninguno de los dos decía nada, pero el silencio era sofocante para mí.

—Bien, detesto el maldito silencio, así que te diré que esperar de la Legión —exclamé—. Son todo menos buenos anfitriones.

Sus ojos pálidos se fijaban en mí—. Ya investigué sobre ellos y sus métodos. He querido verlos hace mucho —admitía—, el problema era que no tenía una conexión fuerte con Jimin para que me sirviera de garantía mientras hacía mis preguntas —mencionaba.

Me gustaría admitir que no me ponía feliz saber que a pesar de todo Jimin no era exactamente demasiado importante o no habían realmente sentimientos fuertes de ningún tipo y por eso no podía contar como la vida de garantía que la Legión deseaba cuando recibía sus visitas, pero parte de mí se regocijaba con locura.

Ellos necesitaban que la vida de garantía fuera importante para él demandante de respuestas, porque si así lo era, tenían por seguro que no habría traición alguna en el visitante.

—Gracias, me siento jodidamente especial —dije entre dientes.

De todas formas si me sentía especial, ser su garantía significaba que yo era importante para él, como Jk lo había sido para mí cuando pacte cita con ellos en el pasado para saber sobre su paradero.

Un suspiro salía de sus labios y sus ojos estaban sobre mí, otra vez—. Me gustaría no tener que entregarte como garantía, pero no tengo a nadie más a quien podría ofrecer. No temo perder a nadie más tanto como temo perderte a ti —susurraba.

Y maldito sea por sentirme tan estúpidamente enamorado. Más de lo que podía admitir en voz alta. Mi estúpido corazón se aceleraba y sentía mi rostro caliente.

—Creo que es la primera vez que te veo sonrojarte —mencionaba divertido.

Cuando lo miraba, no tenía excusas. Su sonrisa suave me sorprendía y no podía hacer más que devolverla.

«Eres precioso» se colaba un pensamiento suyo dentro de mi cabeza.

— ¡Semáforo! —gritaba Jinnie repentinamente, haciéndome presionar el freno de forma rápida.

—Carajo —dije entre dientes. Una sola sonrisa de él y yo era un desastre.

Mi corazón latía con prisa y mi respiración se había acelerado. Un sólo pensamiento de él y me olvidaba del exterior.

—Lo lamento —susurraba en mi oído. Cuando giraba mi rostro estaba a simples centímetros.

—Eres un idiota —dije con voz ronca, robándole otra sonrisa, lo cual me hacía desviar mis ojos a su boca.

No lo había besado ni una vez, ni una luego de nuestro momento a solas. Me sentía famelico por su boca, por su cuerpo. No era normal el deseo que ardía dentro de mí por él. No era jodidamente normal.

— ¿Qué quieres, cariño? —susurraba en mi rostro.

Cuando alzaba la vista lo tenía mirándome fijamente, desviando de a momentos sus ojos pálidos a mi boca.

—Sabes lo que quiero —susurré.

Una sonrisa ladina se pintaba en sus labios carnosos—. Deberías ir por aquello que quieres —susurraba.

Y yo estaba seguro que conmigo no usaba ningún encanto de vampiro para hacerme caer. Yo ya estaba más que encantado por él y no tenía nada que ver con quién era ahora. Pero cuando estaba decidido a besarlo, las bocinas detrás de nosotros resonaban, él se alejaba y yo apretaba el acelerador.

Aclarando mi garganta, pasaba el nudo e intentaba apagar mi cuerpo. Todo tenso, jodidamente duro. Al parecer solo una vez con él no había sido suficiente. Por supuesto que no. Temblaba sutilmente por un poco más. Quería todo de él, pero me aterraba darle todo de mí. Llevando mi cabello hacia atrás y suspirando, decidí que era mejor idea explicarle lo que podía encontrarse al entrar en los terrenos de la Legión, aunque supiera de ellos y como obraban, nada te preparaba realmente. Era mejor eso en vez de pensar en su cuerpo desnudo y su rostro destilando posesividad y devoción en partes iguales hacia mí.

—Cuando entremos prepárate para ser atacado —expliqué.

— ¿Atacado? —repetía.

Asentí con mi cabeza—. Cuando vine con Jungkook casi nos explotan los tímpanos. Van a atacarnos y van a separarnos —dije mirándolo un momento.

— ¿Tú quieres hacer esto? —preguntaba repentinamente—. Nunca te pregunté si querías hacerlo.

—No tenía opción, de todas formas —respondía—. Si realmente nadie más te importa tanto como yo ¿Cuál era mi segunda opción? —cuestioné.

Cómo si fuera un problema sacrificarme por él, le debía demasiado.

—Podrias haberme dicho que no, estoy seguro que de todas formas me hubieran recibido —mencionaba con una mueca.

—No te hubiera dejado venir solo —dije con firmeza—. Ellos no tienen ningún bando por lo que no estoy seguro si solo quieren hablar contigo o hacerte algo más —susurré.

SeokJin me miraba sin inflexión alguna en su rostro—. No me harán nada —aseguraba.

—No lo sabes —insistí, ya estábamos cerca—. Dejaré el auto aquí y caminaremos el resto —ordené—. Es por el siguiente callejón.

Por supuesto no me harían nada, no estaba seguro, pero tampoco podía descartarlo. Si la información que tenía en mi poder era cierta, yo era un arma. Y les convenía tenerme en su bando.

Cuando TaeHyung estacionaba, bajábamos en silencio para comenzar a caminar a través del callejón hacia la dirección de la ubicación que nos habían enviado, lo notaba más tenso que antes. La tensión en el aire era palpable, como si el peso de esta misión se hubiera multiplicado. Sus ojos, normalmente relajados y llenos de confianza, ahora reflejaban una inquietud que me desconcertaba. Me preguntaba si él también sentía el mismo nudo en el estómago que yo.

— ¿Por qué estás tan seguro que no te harán nada? —cuestionaba con su voz grave, rompiendo el silencio.

—No estoy seguro, solo es una suposición —admití sin añadir más.

Sus pasos se detenían y eso me hacía girar para verlo, genial, ya lo había cabreado. Otra vez.

— ¿Qué? —solté fingiendo no saber que lo había hecho enojar.

— "¿Qué?" —replicaba—. Sé que me ocultas algo, la pregunta es ¿Por qué lo haces?

Largando el aire por mi nariz apretaba mis dientes.

—Porque no estoy seguro si decirte sea correcto —susurré—. Y tampoco estoy seguro que sea real. Necesito cerciorarme antes —dije con honestidad.

Su ceño fruncido era prominente en su hermoso rostro.

—No me gusta cuando no me cuentan ciertas cosas, si no me lo dices tú, obligaré a qué Lucas me lo diga, él también sabe aquello que estás ocultandome.

Suspirando me acercaba a él y acunaba su rostro, la tensión en todo su mentón y en su cuerpo era tan visible y tangible.

—Lo que no te estoy diciendo lo sabrás eventualmente, tan sólo si es cierto, si no ¿Para que quieres preocuparte? —susurré, él no decía nada, pero atinaba a querer soltarse de mi agarre, aunque lo tomaba con precisión de la nuca—. ¿Recuerdas cuando te comportabas como un idiota porque no querías decirme quien eras en realidad?

Su mirada se suavizaba solo un poco—. Era por tu bien que escondía quien era —decía de forma rígida

Una sonrisa seca salía de mis labios—. Claro, creías que era lo mejor. No preocuparme, no asustarme. Incluso mentiste acerca de tu nombre —le recordaba. Sus ojos en blanco por un momento con una mueca de puro cansancio me hacía sonreír un momento—. Si lo que sé es real, lo compartiré contigo, por ahora, solo tenme paciencia —susurré.

Sus ojos amielados, se veían casi negros debido a sus pupilas dilatadas, el aire era cálido ese día, el callejón estaba vacío y mis ganas de besarlo, eran inmensas. Si nuestras vidas no fueran este desastre, podría estar todo el día encima de él simplemente besándolo y tocándolo, nunca sería suficiente.

—Espero enterarme de ti lo que sea que me estés ocultando o juro por dios que-

— ¿Qué? —desafié. Sus ojos se entrecerraban y me miraba de una forma fulminante, me robaba una sonrisa darme cuenta que TaeHyung hacía pucheros en ocasiones y no podía contenerme cuando mi boca se estrellaba sutilmente contra la suya.

«Sí, joder» finalmente.

Sus brazos se enroscaban, uno en mi cintura el otro en mi nuca. Ambos amoldandonos al otro, mientras yo sostenía su rostro con firmeza y besaba sus labios. Mordiendo muy sutilmente su labio inferior, entrometía mi lengua para ser recibida por la suya cuando abría su boca sin reservas para mí.

Sus brazos se aferraban a mí al punto de ser doloroso, no me importaba. Podía apretarme todo lo que quisiera, todo lo que necesitará para saber que estaba ahí con él. Su boca se abría hambrienta y yo me sumergía en un beso que no esperaba que fuera tan desgarrador como lo estaba siendo.

No era la intención besarlo así, tan desesperado.

Su lengua se movía sigilosamente, pero posesiva. El sabor de su boca era exquisito, sus labios restregándose de forma suave, pero intensa sobre los míos. No podía evitar abrir más mi boca para sumergir más mi lengua en su cavidad, permitirle hacer lo mismo y lograr que el beso fuera arrebatadoramente intenso. Gemía sin darme cuenta y él lo hacía igual. Hasta que necesitábamos respirar, él principalmente.

Su corazón latía como loco, podía oírlo golpear contra su pecho, su respiración era pesada. Estaba jadeando sobre mis labios y no podía evitar morderlo una última vez, excepto que cuando lo hacía, no medía mis fuerzas.

La pasión y la urgencia se entrelazaban en ese momento, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para permitirnos saborear cada instante. El deseo ardía entre nosotros, no quise lastimarlo, no fue adrede, pero rasgaba su labio inferior.

—Ah-... Jin —gemía sobre mis labios.

Y mi lengua probaba su sangre por segunda vez, como un shock eléctrico que me ponía tenso, duro. Apretando mis ojos para alejarme antes de querer más, antes de sentir que perdería el control porque la sangre seguía brotando del labio de TaeHyung, pero sus manos tomaban mi rostro con fuerza

—No —gemía él, para mi sorpresa—. No te alejes, toma lo que quieras —susurraba ido y desesperado—. Dijiste que no tomaste suficiente de Jimin... No puedes entrar ahí así de débil —susurraba desesperado.

Su actitud me ponía tan duro como preocupado. Este era un efecto secundario de pertenecernos el uno al otro, pero por más que encontrará su sabor exquisito, no era una maldita bestia sin auto control. No me aprovecharía del hombre al que amo de esta forma cuando apenas pareciera ser consciente de lo que ofrece.

—Ya —susurré, intentando alejarlo de mí.

Sus manos se aferraban a mi chaqueta y me presionaba contra él mientras yo apretaba mis ojos para contenerme, quería evitar besarlo, pero él lo hacía con desesperación. Era extraño, era una locura. Un subidon de adrenalina y a esta lujuria antinatural que sentía. La bestia en mi interior queriendo corromper a TaeHyung con dientes y garras, llenarlo con mi esencia para que esté marcado de adentro hacia afuera, simplemente por mí.

Estábamos en la maldita plena luz del día y yo quería tomar a TaeHyung, la bestia en mí lo deseaba.

—Para, por favor —susurré con ojos cerrados.

TaeHyung jadeaba sobre mi boca y cuando abría mis ojos lo sabía, él estaba viendo el mar negro que eran. Antinatural. No era un hombre. No era humano, sólo una aberración.

—Lo lamento —susurraba sin aliento, su labio estaba sangrando aún y lo veía relamerlo—. Lo siento yo-... No sé que me pasó.

TaeHyung estaba pálido.

—Estás temblando —dije sobando su brazos a los lados de su cuerpo.

—No es por el clima nublado —decía con ojos brillantes, su mirada solo un poco desenfocada.

Apretando mis ojos y suspirando, volvía a mirarlo y sabía que ya estaba ese nuevo color celeste pálido predominando mi mirada.

—Vamos, se nos agota el tiempo de llegada —dije tomando su mano y tirando de él.

Mis dedos estaban entrelazados a los suyos mientras sostenía mi mano y caminábamos lo que restaba de esta forma, hasta llegar a la dirección pactada. No era la misma de aquella vez que vine con JK, era otro lugar, como siempre, la Legión estaba  rotando fuera de la ciudad original de su estadía.

Aún estaba temblando, intentando aplacar la decepción que zumbaba en mi pecho ante el rechazo de SeokJin. ¿Qué me había pasado? No estoy seguro, no puedo poner excusa alguna, nuevamente la sensación abrumadora de complacerlo, de alimentarlo. De ser su fuente, era más grande que yo. Más grande que el rechazo inminente que usualmente sentía con respecto a esto.

A ser deliberadamente y por elección propia su donor. No podía controlarlo, temblaba como un adicto que estuvo a punto de recibir su dosis, pero se la habían arrebatado. Él se había negado y mi pecho dolía. Sabía que en el fondo se trataba de no faltarme a mí y a mis palabras con respecto a que nunca, nunca jamás lo dejaría beber de mi sangre, pero no me había sentido satisfecho con su rechazo, contrario a eso, me dolia como la mierda.

Igual que la primera vez.

—Es aquí —susurré. Su mano cálida aún me sostenía.

Y él no era cálido, era gélido, no tenía vida, pero mi mente y corazón se rehusaban a sentirlo de esa forma. Era una locura y me sentía desequilibrado cuando me soltaba para golpear la puerta. Tocando mi mano, sentía el hormigueo allí, dónde recién había tocado la suya. Dónde perduraba el impacto de tacto.

— ¿Te sientes suficientemente fuerte para encontrarte con ell-...? —no terminaba mi pregunta cuando la puerta frente a nosotros se abría.

Ante nuestros ojos se revelaba una sala lujosa y sombría. Los tapices de terciopelo adornaban las paredes, y en el centro, una pequeña mesa de ébano redonda ocupaba su lugar. Al dar pasos seguros hacia adelante, la puerta detrás de nosotros se cerraba por sí sola. Mi estado actual era de completa alerta. SeokJin, a mi lado, se mostraba imperturbable, simplemente cuidadoso y atento.

Apretando los dientes, exclamé—. Ten sumo cuidado cuando estés frent-... ¡Ah! —un dolor sordo me atravesaba la columna, mis piernas débiles no podían sostenerme, y lo último que lograba ver con desesperación era a SeokJin corriendo hacia mí, gritando mi nombre y sosteniéndome a una pulgada de tocar el suelo con mi rostro.

Luego, todo se volvió negro.

Salió cortito, pero salió 🥹💜

Lxs lexs pequeños fieles a este pequeñito librito✨💜
Con amor niñita Nanykoo 💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro